domingo, 23 de febrero de 2014

Powerplant - Electric Counterpoint (2008)



Toca hablar hoy de un disco diferente tanto por lo peculiar de la formación instrumental que lo ejecuta como por lo inusual del repertorio combinado que en él aparece. Comenzaremos hablando de los intérpretes: un peculiar trío en el que sólo uno de los integrantes es músico sensu stricto (el percusionista Joby Burgess). Los otros dos miembros de Powerplant son Matthew Fairclough, quien se encarga del diseño sonoro, y Kathy Hinde, artista visual cuya participación en el disco es testimonial más allá de la inclusión de una pista de video recogiendo una versión en directo de uno de los cortes del disco. Obviamente, su papel es más relevante en los conciertos.

El trío se formó en 2005 y su objetivo era explotar el repertorio contemporáneo para percusión además de interpretar sus propias obras. En estos años han participado en importantes conciertos, incluyendo el gran homenaje a Steve Reich que tuvo lugar con motivo del 70º aniversario del compositor en Londres, en el que se interpretó un maratón de sus obras más significativas. Reich es uno de los dos pilares sobre los que se construye el disco y el otro es la banda alemana Kraftwerk (cuya traducción al inglés sería, precisamente, “powerplant”).

Comienza el disco con una revisión de una obra de la que hemos hablado aquí en un par de ocasiones: “Electric Counterpoint” del citado Reich. El encargado de interpretarla es el propio Joby Burgess con el “xylosynth”, especie de sintetizador o, más bien, de controlador MIDI con forma de xilófono.

Joby Burgess con sus aparatos (el xylosynth aparece apoyado en la pared)


ELECTRIC COUNTERPOINT:

“Fast” – La primera impresión es la de que Burgess consigue recrear con fidelidad el sonido oscilante que constituye la base de la obra de Reich añadiéndole efectos electrónicos que, si bien no encajan mal en la pieza, no aparecían en la partitura original. Es un pequeño detalle pero que distrae lo suficiente como para que escuchemos este movimiento como si de una obra de música electrónica se tratase en lugar de una composición de vanguardismo academicista. La parte central del movimiento acusa también ese excesivo peso de la electrónica y, a priori, se acerca más a una obra de los mismísimos Kraftwerk que a una de Steve Reich. Conforme se desarrolla la pieza el peso de su autor termina por imponerse pero no nos quitamos la sensación de que ha estado maquillado durante varios minutos.

“Slow” – El segundo movimiento de la obra, aquel en el que más lucía el trabajo de Pat Metheny en el original, suena reconocible pero esencialmente distinto. Igual que ocurría en el anterior, el peso de la electrónica encubre el resultado final. La composición es suficientemente rica como para sobrevivir a casi cualquier versión pero algo se ha perdido en la transcripción al lenguaje del “xylosynth”.

“Fast” – La última parte de “Electric Counterpoint” nos deja una impresión similar a las dos anteriores: la ejecución es impecable. Completamente fiel a la original pero el sonido no termina de funcionar bien. El “xylosynth” es, en el fondo, un controlador, con lo que este problema podría solucionarse variando ligeramente los sonidos escogidos. En todo caso, y a pesar de las opiniones anteriores, el experimento nos gusta y parece que el propio Reich es de similar parecer cuando afirma que “estamos ante una nueva versión de la pieza que funciona realmente bien”.



Continúa el disco con una revisión de tres temas clásicos de Kraftwerk. Para su ejecución, Burgess utiliza una cantidad de instrumentos muy superior (xylosynth, vibráfono, glockenspiel, batería, campanas y un gran número de percusiones adicionales). Además, cuenta con la participación del Elysian Quartet formado por Emma Smith (violín), Jennymay Logan (violín), Vince Sipprell (viola) y Laura Moody (cello) lo que nos remite a las versiones de Kraftwerk realizadas por el Balanescu Quartet que aparecieron por el blog un tiempo atrás.

“Tour de France” – Resulta interesante comprobar cómo se las arregla Burgess para conjuntar electrónica, percusiones y un cuarteto de cuerda en una versión de un clásico tecno como este y lo cierto es que el reparto de funciones es correcto aunque sin riesgo. Burgess se encarga de toda la parte rítmica y utiliza al cuarteto como mero ejecutor de la melodía principal y algún acompañamiento. A pesar de ello, su labor a la percusión es notable y consigue una versión correcta aunque algo previsible. A destacar la coda final a cargo de los violines que no aparece en el tema original de Kraftwerk.

“Radioactivity” – Algo más complicada parece a simple vista la adaptación de este corte, esencialmente electrónico en su concepción y sin los elementos “pop” del anterior. Son ahora el “xylosynth” y el vibráfono los encargados de la melodía principal, el ritmo es electrónico y las cuerdas se ocupan de aportar “cuerpo” a la composición, construyendo todo el fondo instrumental de la pieza. Burgess arriesga más y se muestra también mucho más creativo en los arreglos aportando alguna melodía propia muy interesante que hace de esta versión un tema mucho más interesante que el precedente.



“Pocket Calculator” – Aunque los tres temas de Kraftwerk escogidos para el disco tenían letra en su versión original, éste es el único en el que los miembros de Powerplant respetan esa condición y lo hacen, como procede, utilizando un vocoder para distorsionar la voz modificando de paso, ligeramente, la melodía del original. Las cuerdas prácticamente desaparecen durante la mayor parte del tema salvo por su aportación en el interludio del mismo cuando hacen acto de presencia en un segmento completamente minimalista. Esta es la única pieza en común entre este disco y la adaptación de Kraftwerk de Alexander Balanescu para su propio cuarteto que ya comentamos aquí pero la comparación es imposible dado lo radicalmente diferente del ambos enfoques.

Completan el disco tres composiciones más, dos de las cuales son de los propios integrantes de Powerplant siendo la otra obra del compositor mexicano Javier Álvarez que combina percusión y elementos electroacústicos para crear una música que ha llamado la atención de compositores como John Adams.

“Carbon Copy” – Composición de Burgess y Fairclough para cuya interpretación el primero hace uso de un berimbau y algunos instrumentos más de percusión. El segundo se encarga de toda la parte electrónica con su ordenador y un teclado. El particular sonido del instrumento de origen africano confiere un inequívoco toque étnico a la pieza a pesar del tratamiento rítmico y electrónico, evidentemente occidental y contemporáneo. Una pieza realmente interesante y que contrasta con lo que veníamos oyendo hasta este momento.

“Temazcal” – Quizá la pieza más reconocida de Javier Álvarez. Burgess interpreta las maracas desplegando una compleja serie de ritmos étnicos procedentes de todo el continente americano sobre un fondo electrónico muy experimental, lleno de “samples” y efectos de todo tipo. Aparecen ráfagas de secuencias y percusiones en “loop” que emparentarían la pieza con la música de baile pero son tan breves y sutiles que no llegan a provocar el clásico golpeo rítmico del suelo por parte del oyente con el pie pero que sirven para que seamos conscientes de la naturaleza plenamente vanguardista de la obra. En los últimos instantes de la obra aparece una referencia claramente folclórica que sirve para aterrizar en el suelo tras un viaje apasionante.

“Audiotectonics III” – Cierra el disco un tema propio de Fairclough escrito específicamente para el “xylosynth”. En esta ocasión, Burgess aprovecha para combinar con su aparato percusiones de todo tipo de procedencia (India, Europa, Sudamérica y África) en un collage electrónico complejo y fascinante.


Sucede a veces que nos acercamos a un disco por un motivo, como podría ser la presencia de música de Reich y Kraftwerk en él y terminamos más satisfechos de la escucha del resto del trabajo que de aquello que en un principio nos había llamado la atención. Algo así nos ocurre con el que fue el debut discográfico de Powerplant. En cualquier caso, todo el disco es recomendable. Como curiosidad para los seguidores de Reich o de Kraftwerk y como aproximación a un enfoque diferente de algunas músicas para el resto de oyentes. Signum Classics es un sello que, en ocasiones, da cabida a este tipo de experimentos algo más heterodoxos entre sus lanzamientos aunque lo habitual es que se centren en discos y repertorios convencionales dentro del ámbito de la música clásica. Viene bien que, de vez en cuando, se cuelen propuestas como esta en el rígido mundo academicista, en nuestra opinión. Para adquirir el disco os dejamos los habituales enlaces:

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Nos despedimos con una selección de cortes en directo de Powerplant anteriores a la grabación del disco con música de Kraftwerk y Reich:


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