Steven Wilson tiene un serio problema: le encanta la música. Esto no debería ser nada destacable y aún menos en un tipo que se dedica profesionalmente a ello pero en el caso de nuestro artista esa devoción alcanza niveles de adicción grave. Ya hemos expuesto antes en el foro su exagerado nivel de actividad como productor, ingeniero de sonido, compositor, ejecutante, etc. Lo que hace su caso extraordinario es que no se limita a un estilo determinado o a un grupo de estilos con puntos comunes: a Wilson le gustan casi todas las músicas y no se conforma con escucharlas sino que también tiene que tocarlas todas.
Producto de esa esquizofrenia musical, surgen todos los proyectos en los que se ha visto envuelto en los últimos años, generalmente, cada uno dedicado a un estilo diferente de entre todos los que forman parte del amplio espectro de sus gustos musicales. Al margen de los ya expuestos en el blog, la vertiente más ambiental y cósmica del Krautrock, la “drone music” y algunas ramas de la música industrial son estilos en los que Wilson empezó a hacer sus pinitos con Altamont, su primera banda cuando tenía 13 o 14 años. Ya con su carrera más consolidada con Porcupine Tree o No-Man como formaciones de referencia en sus respectivos campos, Wilson se inventó a finales de los noventa otro medio de expresión en el que regresar de nuevo a la faceta puramente ambiental de su carrera. El proyecto iba a ser bautizado como “Bass Communion” y, además de cómo una forma de experimentar en otros sonidos en sí, le iba a servir como campo de pruebas del que extraer hallazgos para cualquiera de sus otras aventuras.
Bass Communion es, en realidad, el propio Steven Wilson, acompañado en alguna ocasión del flautista y saxofonista Theo Travis aunque puntualmente han intervenido en los discos del proyecto otros artistas como Robert Fripp, además de existir varios discos publicados conjuntamente con otros músicos, especialmente Vidna Obmana.
Evocadora imagen extraída de uno de los discos de Bass Communion. |
Durante las largas y espaciadas sesiones de grabación del magnífico “Grace for Drowning”, publicado por Wilson el pasado año, nuestro protagonista sacó tiempo de aquí y de allá para profundizar en su vena electrónica y grabó una serie de piezas que aparecieron hace unos meses bajo el título de “Cenotaph”. En palabras de Wilson, el disco es una especie de secuela de “Ghosts in Magnetic Tape”, quizá el disco más completo de los publicados bajo el nombre de Bass Communion.
“Citadel (q)” – No tiene mucho sentido, realmente, tratar de describir un disco compuesto por piezas de corte ambiental y el caso que nos ocupa no es una excepción. Sin embargo, tratando conservar la linea abierta hace tiempo en el blog haremos una tentativa. Desde el primer momento entramos de lleno en el territorio amenazador que nos propone Wilson con lejanos sonidos de una profunda gravedad que van pasando como oleadas por nuestros oídos, con sirenas irreales sonando al fondo. Haciendo un esfuerzo muy aventurado, nos podemos imaginar en un campo sobre el que pasan cada cierto tiempo algunos aviones en cualquier guerra de un futuro apocalíptico. La peculiaridad es que no estaríamos en la superficie sino bajo la misma, con unos palmos de tierra sobre la tapa del ataud, que servirían para atenuar el sonido exterior. Justo ahora, cuando somos conscientes de nuestra situación, entramos en pánico y nuestro corazón bombea cada vez más fuerte… ¿o son las cadenciosas percusiones que Wilson hace sonar en su pieza? Sea cual sea la razón, el ritmo presente nos conduce con parsimonia durante el resto del tema sin sobresaltos hasta la conclusión.
“Carrion (u)” – Al contrario que en el primer corte, aquí el ritmo aparece desde el principio de la pieza y es un ritmo más vivo y marcado. De entre la oscuridad, parecen surgir unos pequeños puntos de luz, lejos, demasiado lejos para reconocer alguna forma concreta. Hace frío y se ha levantado un viento que parece traer trazas de gritos lejanos, ahogados por la distancia. No nos cabe la menor duda de que es aquí donde nacen los personajes más inquietantes del imaginario de su autor. El obsesivo coleccionista de “Index” proviene con toda seguridad de los alrededores de este lugar. Tras varios minutos las luces se apagan y la oscuridad vuelve a ser total.
“Cenotaph (r)” – Si los dos primeros cortes del disco eran densos, este les supera a ambos. Wilson nunca ha escondido sus influencias y entre ellas (hay listas de decenas de músicos y artistas citados por el propio artista en internet) se encuentran los alemanes Tangerine Dream, en especial sus primeros trabajos. Los sonidos tenebrosos de discos como “Atem” o “Zeit” de la banda de Berlin tienen su prolongación en el presente de la mano de Bass Communion en temas como el que da título al disco de hoy, interminables “drones” salpicados de sonidos metálicos, extrañas maquinarias funcionando entre rumores sordos y algunos retazos de melodía que no llegan a eclosionar en nada concreto. Como ya señalamos, el disco se grabó al mismo tiempo que “Grace for Drowning”. Sabiendo eso no nos extrañaría que el personaje que despierta en “Postcard” hubiera pasado los momentos previos a su encierro en un ambiente similar al de este corte.
“Conflux (n)” – Para cerrar el trabajo, Wilson nos lleva de nuevo a los terrenos del segundo corte, con el mismo ritmo, quizá algo más definido si cabe. La novedad está en el tono general, algo más optimista si es que cabe aplicar un calificativo como ese a una pieza ambient dentro de un disco realmente oscuro en su planteamiento. Cierto tipo de sonidos y una evolución algo más dinámica de los mismos nos hace pensar en un esfuerzo por parte de su autor para cerrar el trabajo con algo de esperanza. No es extraño esto en la carrera del músico que acostumbra a dejar pasar algún rayo de luz incluso en sus momentos más deprimentes. Como curiosidad, Wilson hace gala de su devoción por el formato de vinilo añadiendo a la mezcla algunos efectos típicos de la suciedad en los viejos discos dando un toque retro realmente atractivo a la composición.
Como suele ocurrir en los proyectos “menores” de Wilson, la edición es cuidadísima, la tirada muy corta y los formatos disponibles son varios. El problema de cara al seguidor es que en muchos casos, las mezclas finales no son las mismas en las distintas versiones. No hemos tenido la oportunidad de escuchar el vinilo de “Cenotaph” por lo que hemos comentado el contenido del CD. Si nos fiamos de las críticas existentes en la red, la diferencia entre las dos mezclas radica en el tratamiento de los ritmos, más atenuados en la versión en vinilo y con mayor protagonismo en la digital. Aunque ya hemos tenido por aquí algunos discos de Brian Eno y el ambient no es, por tanto, un género nuevo en el blog, creemos que “Cenotaph” y, en general, los discos de Bass Communion van un paso más allá perteneciendo al conocido como “dark ambient” y siendo algo menos asequibles, si cabe, que otros estilos más “amables”. Creemos que este proyecto es utilizado por Wilson como terreno donde experimentar sus ideas más radicales antes de aplicarlas en sus discos en solitario o junto a alguno de sus grupos. Los ambientes de algunos de los temas de Porcupine Tree y, especialmente los de sus últimos proyectos, “Grace for Drowning” o “Storm Corrosion” fueron puestos a prueba en cierto modo en discos editados bajo el nombre de Bass Communion anteriormente y no es difícil hallar algunos puntos en común. Conscientes de la aridez de estos trabajos, no dejamos de recomendar su escucha a todos los lectores interesados en sonidos diferentes.
Aunque es posible encontrar el disco en algunas tiendas electrónicas de las que solemos recomendar, creemos más acertado en este caso, adquirirlo a través de la propia página de la discográfica. El envío es realmente cuidadoso y en ocasiones ofrecen interesantes descuentos si se adqieren varios artículos a la vez.
"Conflux (n)", último tema del disco: