miércoles, 25 de septiembre de 2013

Rick Wakeman - Journey to the Centre of the Earth (1974)



Si lo miramos con detenimiento, la idea de seguir los pasos de Arne Saknussemm por parte de Otto Lidenbrock y su sobrino Axel era una locura de principio a fin. Lo que en la novela de Julio Verne comenzaba como una absurda idea por parte de un viejo (llegar al centro de la tierra siguiendo las pistas de un manuscrito de improbable autenticidad) terminó por convertirse en una aventura fascinante pero no tenemos que olvidar un pequeño detalle: la aventura fracasó. No llegaron al centro de la tierra ni mucho menos, quedándose a un tercio de camino antes de ser expulsados por un volcán.

La aventura de Rick Wakeman abordando este tributo a la que es una de las obras más populares del visionario escritor francés también tenia visos de no llegar a buen puerto. Recordemos que estamos en 1973, en plena época gloriosa del rock sinfónico. Un momento en el que todo exceso parecía pequeño y los músicos parecían competir por ver quién lograba la mayor extravagancia. Si a esto unimos la propia figura de Wakeman, intérprete excepcional pero con una incurable tendencia al exhibicionismo, el desastre parece más cercano. Nadie duda de la categoría de Rick tras un teclado, siendo considerado un maestro por generaciones y generaciones de teclistas del rock. El problema surge cuando trabaja sin freno, sin la ayuda de otros músicos que sepan parar sus excesos y le convenzan de tocar sólo lo estrictamente necesario, sin florituras ni ornamentos. Sus apariciones en los discos de Bowie fueron magníficas e incluso en su etapa previa en Yes podemos escuchar a un Wakeman contenido en la medida de lo posible. ¡Qué demonios! Su primer disco en solitario, comentado aquí no hace mucho, “The Six Wives of Henry VIII” sigue mostrándonos al teclista en su mejor versión, con una banda de rock más bien convencional y sin demasiado boato.

Posiblemente el problema fuera la buena acogida de aquel disco, que dio rienda suelta a Wakeman para atreverse a hacer lo que aún no había osado y la novela de Julio Verne le sirvió como la excusa perfecta. ¿Qué pretendía el músico británico? Pues narrar la aventura de Otto y Axel (y su guía, Hans, a veces olvidado como el sherpa que acompañó a Hillary a la cumbre del Everest) en clave rock pero, claro está, eso, en 1973, significaba utilizar una orquesta, un coro... sólo faltaban los patinadores sobre hielo pero eso ocurriría más adelante.

Así pues, tenemos a la London Symphony Orchestra, al English Chamber Choir dirigido por David Measham y a la llamada English Rock Ensemble, que no es sino la rimbombante denominación que Wakeman le dio al grupo de colegas con los que tocaba en el pub los domingos por la tarde (aunque suene a cachondeo es real, y le trajo algunos problemas con la discográfica que quería músicos de un cierto renombre para la ocasión). Como reunir a todos esos músicos y cantantes en un estudio excedía con mucho el presupuesto del disco, se optó por organizar un par de conciertos que serían grabados y de los que saldría el material para el LP. Integraban la English Rock Ensemble: Ashley Holt y Gary Pickford-Hopkins (voces), Barney James (batería) y Roger Newell (bajo) con la colaboración de Mike Egan (guitarra). El actor David Hemmings hizo el papel de narrador.

Con ustedes (ejem): Rick Wakeman

“The Journey / Recollection” – El disco se divide en dos largas suites, una por cara, separadas en dos partes distintas cada una. El comienzo es realmente abrumador con una especie de fanfarria a cargo del coro y la orquesta sobre la que escuchamos los sintetizadores de Wakeman subrayando alguno de los pasajes. Son los metales los que juegan el papel principal, limitándose en estos instantes iniciales el resto de músicos a un simple acompañamiento. Tras el espectacular comienzo llegamos a la primera canción del disco en la que se nos narra el comienzo del viaje con un acompañamiento instrumental inusualmente comedido hasta la llegada del primer sólo de sintetizador. La melodía es agradable pero excesivamente dulcificada, como sacada de cualquier sintonía de una sit-com de la BBC de la época. Los coros no contribuyen demasiado a levantar la pieza que se extingue con la primera intervención del narrador que nos cuenta el momento en que los viajeros, ya en el interior del volcán, deben escoger entre dos posibles caminos. Aparece de nuevo el coro, algo más inspirado ahora en un pasaje en el que comparte protagonismo con las trompetas en una transición que nos lleva de nuevo a la narración de la primera situación complicada de los viajeros cuando se encuentran sin agua tras haber escogido el camino erroneo. Finalmente encuentran un arroyo subterraneo de agua hirviente. Toma entonces Wakeman las riendas con sus teclados en uno de los momentos más interesantes del disco en el que hace gala de su habilidad como prólogo de unos momentos orquestales muy reposados y que nos parecen los mejores del disco. Turno de nuevo para el narrador contándonos cómo Axel se pierde en los túneles perdiendo toda esperanza. Entramos así en el primer pasaje genuinamente rockero del disco con Wakeman al clavinet y la banda interpretando un animado tema de bajo, guitarra y batería que sirve pare recordar que Rick es, al fin y al cabo, un músico rock. Concluye esta sección con otro solo de teclado reforzado de forma muy conveniente por el coro que da paso a la segunda canción. Hacemos un inciso aquí para indicar que no es una canción diferente de la primera sino la misma melodía a cargo de otro intérprete y con un texto distinto como corresponde al momento del viaje en el que se sitúa la acción. Nueva intervención del narrador contando el momento en que Axel es hallado por su tío y el guía Hans y reanudan el viaje. Musicalmente lo hacemos con una nueva fanfarria a cargo de la orquesta en pleno con protagonismo de metales y percusiones poniendo así fin a la primera cara del disco.

“The Battle / The Forest” – La acción salta hasta el momento en que llegan a un extraño mar interior rodeado de una extraña vegetación gigantesca. El narrador nos recuerda cómo los viajeros fabrican una balsa y se aventuran en una travesía en la que monstruos prehistóricos aparecen por todas partes. A partir de ahí, Wakeman se encuentra en su salsa entrando en un segmento en el que sus teclados cobran todo el protagonismo y comienza la que quizá sea la mejor canción del disco con solista y coro perfectamente conjuntados en un momento que podría haber pertenecido a cualquier musical del West End londinense. Vuelve a sonar el clavinet acompañado de los efectos electrónicos del sintetizador como fondo musical para la nueva aparición de la voz en off. A partir de ahí nos adentramos en otro interesante momento de rock progresivo que habría encajado bien en el anterior disco de Wakeman aunque pronto termina para dejar su turno a la orquesta que representa la angustia de una tormenta eléctrica bajo la tierra en medio de un lago que se antoja interminable. Finalmente, el narrador nos cuenta la llegada a la orilla en la que encuentran multitud de restos óseos de monstruos prehistóricos, momento que Wakeman encuentra apropiado para introducir la canción principal del disco a la que la pobre interpretación del vocalista, claramente limitado para esa tarea, no hace justicia en modo alguno. Tampoco los arreglos corales, con unas subidas y bajadas casi cómicas ayudan demasiado pero la composición, interpretada en muchas ocasiones por Wakeman en sus directos, tiene un potencial mayor que el mostrado aquí. De nuevo, la voz de David Hemmings aparece para contarnos cómo los viajeros provocan una explosión que precipita su barca en una corriente imparable por los túneles hasta dar en medio de una erupción volcánica que devolvería a los héroes a la superficie a través del cráter del Stromboli. Recurre aquí Wakeman al popular motivo del “I Dovregubbens hall” de la escena quinta del segundo acto de “Peer Gynt”, del noruego Edvard Grieg antes de despedirse con otro solo de sintetizador que precede la recapitulación final con los metales recreando la fanfarria inicial en un tono mucho más pausado.



Rick Wakeman ejemplifica como poco los males de un estilo como el rock progresivo que nos ha regalado auténticas obras maestras musicales pero que en muchas ocasiones ha caminado peligrosamente cerca del abismo con obras conceptuales que eran auténticos disparates. El viejo Rick, uno de los iconos innegables del género, pese a quien pese, caminó muy a menudo en su carrera en solitario por el lado equivocado de la raya cayendo en todos los errores que el rock progresivo propiciaba, con piezas grandilocuentes, sobredimensionadas, en las que el ruido superaba con mucho a las nueces. Como decíamos al principio, su talento brillaba mucho más cuando estaba moderado por la presencia de otros músicos que le ponían freno y sabían dosificar las florituras del teclista. Curiosamente, en este disco no asistimos a interminables solos de vértigo ni a demasiadas exhibiciones vacías pero sí a unos arreglos pomposos en exceso para unas melodías que no soportaban bien ese tratamiento. Resulta un ejercicio muy tentador comparar los discos de los setenta de Wakeman con los de Mike Oldfield. Pueden partir de principios similares y tratamientos análogos pero en el caso del segundo hay un gusto, una estética mucho más contenida que permite que disfrutemos de la música sin tener que estar apartando continuamente de nuestros oídos una gran cantidad de elementos superficiales. Y el caso es que “Journey to the Centre of the Earth” es un disco que contiene muchas ideas interesantes que cuando han sido interpretadas de otro modo por su propio autor (principalmente en conciertos y con formaciones más modestas) nos han parecido composiciones notables. Sólo por eso recomendamos hoy este trabajo que, por otra parte, fue un número uno instantáneo en su momento nada más llegar a las tiendas y aún hoy es uno de los más vendidos de su autor a pesar de que, cuando los directivos de A&M Records recibieron la primera copia del trabajo terminado, les pareció tan horrible que no querían publicarlo. Con el tiempo, Wakeman grabaría una secuela titulada “Return to the Centre of the Earth” sin demasiada fortuna. Si queréis haceros con el original, un clásico a su modo, lo podéis encontrar en los enlaces habituales:

amazon.es

play.com

Os dejamos con un "medley" del disco a cargo del propio Wakeman en directo:

2 comentarios:

  1. Excelente reseña. Condensa todo lo que usualmente se dice sobre este particular disco, pero además se enriquece con tus acertados comentarios. Te agradezco también que te hayas tomado la tarea de describir la música en función de su relato literario, que pretende adaptar. Saludos sinfónicos.

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