Cada uno de los
discos que publicó el guitarrista Michael Hedges en su corta carrera es una
pequeña joya en la que se aprecia, no sólo su extraordinaria calidad como
intérprete y compositor (a pesar de ser un virtuoso del instrumento, él se
consideraba más lo segundo que lo primero) sino un tremendo potencial que quedó
truncado cuando su coche se precipitó por un acantilado en 1997.
Antes de eso, su
discografía tampoco era demasiado amplia y, de hecho, desde que comenzó a
publicar en 1981 hasta la aparición de “Taproot”, el disco que hoy tenemos
aquí, apenas lanzó tres trabajos, todos ellos en el sello Windham Hill. A pesar
de ser un intérprete soberbio y de manejar técnicas y afinaciones muy
diferentes a las convencionales, nada de esto partía de la búsqueda de la
sorpresa en el oyente ni de un interés por alcanzar un cierto nivel de
extravagancia que lo destacase entre otros artistas. Simplemente se trataba de
encontrar la mejor vía para plasmar a través de la guitarra las ideas musicales
que surgían de su cabeza. Entre la aparición de “Watching My Life Go By” y éste
“Taproot” transcurrieron cinco años pero la mayor parte de aquel periodo no
estuvo dedicada a la composición y grabación del disco sino a las giras y
conciertos que ocuparon la mayor parte del tiempo del músico en aquel entonces.
Aunque no es sencillo apreciarlo tratándose de un disco casi completamente
instrumental, “Taproot” es un disco conceptual que gira alrededor de una
historia escrita por el músico en unos años en los que su vida personal
atravesaba por turbulencias de todo tipo. En la narración, inédita aún hoy en
día, Hedges utiliza personajes y lugares reales que se ven reflejados en los
títulos de las diferentes piezas del disco. Explicaba el músico que la historia
le había servido para estructurar el disco pero que carecía de mayor interés
para el oyente, razón por la cual, no creía conveniente incluirla en el libreto
del CD para evitar que el oyente desviase el foco de su atención hacia las
palabras en lugar de hacia la música. Sí que aparece, por el contrario, un
texto del poeta E.E. Cummings en forma de canción para cerrar el disco en el
único corte en el que colabora el bajista Michael Manring y David Crosby y
Graham Nash haciendo coros. Éstos últimos, eran grandes amigos del guitarrista
quien en sus primeros pasos solía tocar varias versiones de sus canciones junto
con Stephen Stills o Neil Young. A modo de curiosidad, Hedges escribió una
pieza para uno de los discos de CSN pero no le gustó cómo quedó en su
interpretación aunque eso no interfirió en su amistad como prueba su aparición
en “Taproot”.
A pesar de la
complejidad de muchas de las piezas del disco, prácticamente toda la música
procede de interpretaciones en directo, con una escasa parte de producción en
el estudio. Explica Hedges este hecho afirmando que “confío en la tecnología
pero tienes que plantearte qué necesitas de ella, qué te aporta. Yo llegué a la
conclusión de que nada de lo que me aporta es puramente musical por lo que la
empleo sólo para lo imprescindible”. Por ello, tampoco mostraba demasiado
interés en los controladores de guitarra para emplear con sintetizadores como
hacían otros colegas suyos: “prefiero controlar los sintetizadores a través de
teclados. Mi técnica a la guitarra no me ofrece resultados interesantes al
interactuar con la electrónica”.
En la grabación
participan: Bryan Lanser (percusiones) y Mike Moore (clarinetes, saxofones)
acompañando a Hedges que toca todo tipo de guitarras, flautas, bajo,
sintetizadores y batería. En la última pieza del disco aparecen como invitados
los ya citados Crosby y Nash junto con el bajista Michael Manring.
Michael Hedges |
“The Naked Stalk”
– Con un solo de guitarra acústica da comienzo el disco. Se trata de una breve
composición de carácter introspectivo que encaja a las mil maravillas en el
sonido tan habitual del sello en el que se publicó el disco originalmente:
Windham Hill. Una apertura llena de delicadeza y sensibilidad.
“The Jealous Tunnel / About Face” – El ritmo se incrementa
adquiriendo ciertos aires folclóricos en una magnífica composición en la que
Hedges echa mano de las flautas en la segunda parte de la pieza para acompañar
a su guitarra, más dedicada a labores rítmicas en esta ocasión, incluyendo
golpeos sobre la propia caja del instrumento por parte del guitarrista. El aire
ligeramente celta de este segmento final nos recuerda al sonido de otro de los
grandes buques insignia del sello como fueron nuestros adorados Nightnoise.
“The Jade Stalk” – Pasamos a terrenos más cercanos a la “new age” con esta pieza en la que Hedges incorpora unos arpegios electrónicos algo tópicos y en la línea de muchas de las cosas que se hacían en aquellos años. Se anima también con el bajo y la guitarra eléctrica que rivaliza con el clarinete de Mike Moore a la hora de encargarse de la parte melódica de la composición. Es una pieza que podría pertenecer a cualquier otro artista del sello y esa falta de personalidad hace que no se encuentre entre nuestras favoritas del disco ni mucho menos.
“Nomad Land” – Llegamos a otra miniatura en la que Hedges se
luce con la guitarra acústica durante unos instantes, previos a la aparición
del saxo de Mike Moore. La pieza es demasiado corta para llegar a donde podría
haberlo hecho. Con todo, es un corte interesante.
“Point A” – La primera pieza del disco en la que Hedges
utiliza la “Trans Trem Guitar” es este breve solo. El instrumento ofrece la
posibilidad de mantener la afinación de cada cuerda en el intervalo adecuado y
variar simultáneamente la afinación de las seis a cualquier otra previamente
programada. Esto ofrece a Hedges la posibilidad de explorar nuevas sonoridades,
lo que es aprovechado en los breves instantes que dura la pieza, acercándose a
veces a la tímbrica de de un bajo.
“Chava’s Song” – Probablemente sea la mejor composición de
todo el disco y una de las más memorables de su autor. Hedges utiliza la “harp
guitar”, instrumento que añade a las seis habituales un segundo mástil con
cinco cuerdas más (el número es variable pero nuestro artista suele utilizar
esas cinco). A una preciosa melodía de gran sencillez, el músico le añade un
sutil refuerzo de piano que le confiere a la composición una expresividad
superior. Imprescindible.
“Ritual Dance” – Volvemos a los solos de guitarra con esta portentosa exhibición de facultades por parte del artista. Se trata de una composición veloz que no deja apenas respiro al oyente y que desprende una gran energía a pesar de estar interpretada en su totalidad con una guitarra acústica.
“Scenes (on the road to shrub 2)” – La única pieza de todo
el disco en la que suena un ritmo programado nos permite disfrutar de nuevo del
Hedges flautista ejecutando este instrumento de forma más que eficaz. De hecho,
a pesar de que el saxo de Mike Moore parecería un instrumento de mayor
presencia que el “tin whistle”, es este último el que sale victorioso del
duelo. La segunda parte de la pieza nos muestra a Hedges dando una particular
lección del uso del “tapping”, técnica en la que es maestro.
“The First Cutting” – Volvemos a los temas de aire
folclórico por unos instantes para deleitarnos con la excepcional forma de
tocar la guitarra de nuestro músico. A pesar de ser la pieza en la que entra en
juego un mayor número de instrumentos de todo el disco (batería, teclados, bajo
y flautas), es la guitarra y, en menor medida, el “whistle” quienes llevan todo
el peso de la pieza que podría haber sido interpretada perfectamente sin más
aditamentos que esos.
“Point B” – Segunda aparición de la “TransTrem Guitar” en el
disco con otro sólo de escasa duración en el que, como nos ocurría antes,
cuesta creer que no haya un bajo auténtico sonando, algo que sólo está
justificado por la capacidad tímbrica del intrumento.
“Song of the Spirit Farmer” – Acercándonos al final del
disco escuchamos el único corte en el que no interviene ninguna guitarra. Es
una pieza electrónica en la que sólo las flautas representan a los instrumentos
acústicos. A pesar de todo, es otra de las mejores composiciones del disco,
cercana a los trabajos que por aquel entonces publicaba Mark Isham en Windham
Hill.
“The Rootwich” – Con un solo “funk” lleno de fuerza en el
que la integridad de la guitarra parece peligrar en varios momentos nos lleva
Hedges hacia el magnífico cierre del disco.
“i carry your heart” – No pasa ni un minuto sin que la
presencia de Michael Manring y de Crosby & Nash como invitados nos parezca
absolutamente justificada, lo que nos hace plantearnos qué habría sido de la
carrera de Hedges si hubiese optado por un formato de canciones como ésta en el
futuro habida cuenta de su magnífica voz y de que su forma de cantar no tenía
nada que envidiar a la muchos otros artistas que han hecho carrera como
cantantes.
Siempre merece la pena volver repasar la discografía de
Michael Hedges; uno de los artistas más talentosos que grabaron para el sello
Windham Hill, en el que el potencial que ponía al descubierto cada nueva
grabación hizo aún más triste su pérdida en 1997. La suerte que tenemos como
oyentes es que sus trabajos siempre estarán a nuestra disposición para
recordarle siempre que queramos como un intérprete y compositor excepcional.
“Taproot” está disponible en los enlaces siguientes:
amazon.es
amoeba.com
Nos despedimos con "The Rootwich" en directo. A pesar de que la imagen es mejorable, merece mucho la pena: