Algo que sucede con cierta frecuencia
en todos los ámbitos de la actividad humana es que las personas
necesitan hacer un alto en el camino, una especie de parón para
reflexionar y ¿por qué no? replantearse la trayectoria a seguir en
adelante. Si nos centramos en la música, estos giros van acompañados
a veces de un cambio de planteamientos, otras de la búsqueda de
nuevos colegas con los que ampliar la mirada propia, en ocasiones,
incluso, llevan aparejado un parón en la actividad del artista. El
disco que hoy traemos al blog estaría en otra categoría muy común
en músicos cuya trayectoria comienza ya a ser larga y consiste a un
regreso a los comienzos, una vuelta a las formas y estilos con los
que dieron sus primeros pasos. Una mirada al pasado que a veces sirve
para tomar fuerzas y continuar con la exploración más adelante y en
otros casos, para quedarse allí de forma indefinida.
La evolución de Loreena McKennitt
desde la música tradicional celta hasta esa magnífica fusión con
todo tipo de folclores, ajenos a primera vista del universo de las
Islas Británicas que caracterizó sus discos entre 1994 y 2008
aproximadamente nos mostró una de las trayectorias vitales de un
artista más bellas que recordamos. El interés en la historia del
pueblo celta llevó a Loreena a viajar y a investigar hasta encontrar
conexiones insospechadas con músicas de procedencias muy diversas.
En 2010 decidió que quizá era hora de mirar atrás y regresar a las
canciones tradicionales del legado celta y a instrumentaciones más
sobrias y convencionales.
Fruto de ese deseo, que ella misma
refleja en las notas del disco, nace “The Wind that Shakes the
Barley”, una colección de temas pertenecientes a la herencia
celta, muchos de los cuales son verdaderos clásicos del género.
Para la ocasión, Loreena selecciona ocho canciones tradicionales a
las que añade un propia. Se rodea de varios de sus músicos de
confianza entre los que encontramos nombres que han estado con ella
desde el principio junto con otros que la empezaron a acompañar más
recientemente. La lista es la siguiente: Brian Hughes (bouzouki y
guitarras), Hugh Marsh (violín), Caroline Lavelle (violonchelo), Ben
Grossman (zanfona y percusiones), Ian Harper (gaita irlandesa y
flautas), Tony McManus (guitarra acústica), Jeff Bird (mandola,
mandolina y bajo), Pat Simmonds (guitarra acústica y acordeón
diatónico), Andrew Collins (mandolina y mandochelo), Brian Taheny
(mandolina), Chris Gartner (bajo), Andrew Downing (bajo acústico) y
Jason Fowler (guitarra acústica). La artista canadiense, además de
cantar, toca el arpa, el acordeón y los teclados. Aunque lo extenso
de la lista puede hacer pensar en una exuberancia instrumental
cercana a la de trabajos anteriores, lo cierto es que varios de los
músicos apenas intervienen en uno o dos cortes, siendo la mayoría
de ellos interpretados por una formación más bien reducida.
“As I Roved Out” - El disco
comienza con el más puro sabor de la música celta del periodo de su
primer resurgir a mediados de los años setenta, con guitarras
acústicas y bouzoukis abriendo la pieza y dando paso a la voz de
Loreena, algo más contenida aquí que de costumbre, lo cual se
adapta perfectamente a la composición, una de las más conocidas del
repertorio gaélico. La gaita irlandesa comparte protagonismo con la
cantante con ese maravilloso sonido tan difícil de imitar. Loreena
suena aquí más cercana a la tradición más ortodoxa de lo que
nunca antes lo hizo.
“On a Bright May Morning” - Volvemos a escuchar una guitarra como protagonista de una introducción que nos transporta a los tiempos de la Bothy Band. Al ser una pieza lenta, Loreena tiene la oportunidad de expotar más los matices de su prodigiosa voz sin llegar a liberarla aún por completo. En nuestro limitado conocimiento del repertorio celta, no conociamos otras versiones de esta canción que nos ha parecido notable en la interpretación de la artista canadiense.
“Brian Boru's March” - Al contrario
de lo que nos ocurría con la canción anterior, ésta es un
auténtico clásico para cualquier seguidor del género, con
versiones magistrales registradas por artistas de la talla del
flautista James Galway. La pieza está dedicada al mítico rey
irlandés nacido en el Siglo X. Loreena nos regala aquí una versión
en la que todos los instrumentos van turnándose en la interpretación
del tema central hasta completar una bellísima rendición de una
melodía inmortal.
“Down By the Sally Gardens” - Con un texto de W.B.Yeats, escuchamos otra de las piezas más interpretadas de la tradición gaélica. En ella, la artista canadiense aprovecha su extraordinaria capacidad vocal para ofrecernos una sentida versión en la que destaca una magnífica Caroline Lavelle en el cello junto a la siempre emocionante gaita de Ian Harper.
“The Star of the County Down” - La
siguiente canción no es nueva en el repertorio de Loreena quien ya
adaptó la melodía como parte de “The Seven Rejoices of Mary” de
su disco anterior, “A Midwinter Night's Dream”. Aquí suena con
un curioso ritmo cercano al country, estilo que, por otra parte,
tiene su origen en la tradición celta con lo que en cierto modo se
cierra así el círculo.
“The Wind that Shakes the Barley” -
Pocas interpretaciones pueden competir en emoción con la que grabó
de esta pieza, a capella, Lisa Gerrard en uno de los mejores discos
de Dead Can Dance. El texto de Robert Dwyer Joyce alcanzaba en aquel
momento una categoría incomparable. Si bien Loreena McKennitt podría
ser una buena candidata a rivalizar con ella en estos menesteres, lo
cierto es que su versión, fantástica, sin duda, palidece ante la
entrega de Lisa en aquel registro. Quizá no sea justa la comparación
(nunca lo son) pero cuando una interpretación es de la categoría de
aquella, es inevitable que su recuerdo aparezca cada vez que
escuchamos otra versión de la canción.
“The Death of Queen Jane” - Balada
tradicional para cuya versión, Loreena se basa en un arreglo
realizado por el guitarrista irlandés Dáithí Sproule, miembro de
Altan. La canción no se sale de lo habitual en este tipo de
registros y se queda, quizá, un poco corta para lo que la intérprete
canadiense puede dar de sí. Las interpretaciones son impecables pero
no la pieza no termina de enamorarnos.
“The Emigration Tunes” - Llegamos a
la única canción escrita por Loreena McKennitt para el disco. Desde
el comienzo nos recuerda el ambiente de alguna de las mejores
creaciones de la artista. Con una introducción en la que los
sintetizadores crean las texturas sonoras en las que se apoya la
poderosa gaita irlandesa, una segunda parte en la que la guitarra
esboza un precioso tema para dar paso al violonchelo, éste al
acordeón, más tarde a las flautas y así un instrumento tras otro
hasta completar todo el elenco que rodea a la cantante que termina
por firmar una pieza exquisita.
“The Parting Glass” - Son tradicionales en el repertorio celta las canciones de despedida, los textos en los que los protagonistas dicen adiós antes de emprender un viaje que, en muchos casos es sólo de ida. Son piezas tristes, emocionantes y plenas de intensidad como corresponde a los momentos que reflejan. Dentro de ese pequeño sub-género, “The Parting Glass” es una de las canciones más populares y Loreena McKennitt pone todo de su parte para que la despedida del disco sea inlvidable. Sin estridencias, con un ritmo extremadamente lento, la artista se las arregla para erizar el vello de cualquier oyente sensible en una interpretación inolvidable.
Esta especie de mirada al pasado por
parte de Loreena McKennitt (que no es tal, ya que sus primeros
trabajos son muy diferentes a éste) es lo último que ha publicado
la artista conteniendo material nuevo, excepción hecha del directo
“Troubadous on the Rhine”, comentado aquí hace tiempo. Es de
esperar que no tarde mucho en ofrecernos un nuevo disco que bien
podría seguir la linea de sus últimas actuaciones en directo
acompañada de una orquesta clásica de 55 músicos. Confiemos en que
no se demoren demasiado las noticias alrededor de una de las
cantantes más interesantes de las últimas tres décadas que sigue
estando en plena forma tras todos estos años.