miércoles, 30 de junio de 2021

Brian Eno - Rams (2020)



Juguemos a un pequeño juego. Imaginemos que alguien hace una lista con las características que debe tener la música hoy en día. Pongamos que ese alguien elabora un decálogo con las siguientes normas: Debe ser innovadora. Debe ser útil, práctica y ofrecer cierta satisfacción psicológica. Debe ser estética. Debe ser comprensible. Debe ser discreta, sobria y neutra. Debe ser honesta y no prometer algo que no es. Debe perdurar en el tiempo y no ser fruto de una moda pasajera. Debe estar cuidada hasta el último detalle. Debe ser respetuosa con el medio ambiente (confesamos que este punto es el de más difícil encaje pero estamos jugando). Por último, debe hacerse con la menor cantidad de elementos, prescindiendo de todo lo que no es esencial.


Sinceramente, creemos que pocos músicos encajarían mejor con esos preceptos que Brian Eno cuya obra en solitario es una demostración de cómo la música puede cumplir con la gran mayoría de esas premisas. Lo curioso aquí es que ese decálogo no obedece a una inspiración particularmente musical sino que son los “diez principios del buen diseño” enunciados por el alemán Dieter Rams, uno de los diseñadores industriales más influyentes del siglo pasado y responsable de la apariencia y funcionalidad de decenas de productos de la marca Braun durante la segunda mitad del mismo, desde cafeteras hasta equipos de música pasando por cepillos de dientes eléctricos o maquinas de afeitar. No en vano, firmas como Apple han tenido entre sus diseñadores a varios grandes admiradores de Rams e incluso la interfaz de algunos de sus programas modernos es un homenaje a determinados productos diseñados por Rams como la calculadora incluida en el sistema operativo iOS6.


En 2018, el documentalista norteamericano Gary Hustwit rodó un largometraje sobre la vida y la obra de Dieter Rams. Curiosamente, y pese a que una gran parte de sus películas anteriores trataban sobre músicos (Mavis Staples, Wilco o Animal Collective, entre otros), y aunque Hustwit trabajó en un sello de música punk a finales de los ochenta, a la hora de escoger a quién le iba a encargar la banda sonora del documental no recurrió a ninguno de esos artistas sino al propio Brian Eno y, sinceramente, no se nos ocurre una elección más acertada en este caso. El documental se estrenó hace ya tres años pero la música no apareció editada en forma de CD hasta hace unos meses. Siempre es buen momento para hablar aquí de un nuevo disco de Brian Eno así que le ha llegado el turno a su “Rams”.

Alguno de los diseños de Dieter Rams para Braun.


“Bright Clouds of Metal” - Los primeros instantes del tema nos hacen pensar que la referencia al “metal” del título no es casual ya que en términos de sonido, enseguida nos hacen acordarnos de “An Index of Metals” del disco “Evening Star” del propio Eno con Robert Fripp. Sonidos gélidos a base de distorsiones de guitarra. Secos y cortantes a veces pero con una gran personalidad. Un arranque muy prometedor para el disco.




“Harmonic Guitar” - Continúa el disco por sendas conocidas pero en esta ocasión orientadas más al “ambient” puro de “Music for Airports”. Notas electrónicas muy espaciadas repitiendo una melodía esquemática, mucho eco, silencios que lo llenan todo... Eno en su más pura expresión. Más adelante las notas se convierten en arpegios para concluir una pieza elegantísima.


“Unusual Temperament” - Algo más melódico es el siguiente corte aunque parte de los mismos principios estéticos que el anterior. No se trata ya de notas y acordes más o menos aislados sino de un motivo más elaborado aunque la repetición también es una parte fundamental de la pieza que juega con distintos timbres a la hora de encarar la melodía central.


“A Warm Sweet Bed” - Como sugiere el título, la siguiente pieza es una miniatura que hace perfectamente las funciones de canción de cuna. Un par de melodías pulsantes, sencillas, que se entrelazan durante un breve instante. Discreta, sobria y neutra como enunciaba uno de los principios de Rams a los que nos referíamos antes.


“Beautiful Metals” - La simplicidad de alguno de los cortes anteriores es llevada aquí al extremo poe Eno. La pieza es una sucesión de notas y silencios con predominancia de estos últimos. Un goteo con la cadencia de un carrillón antíguo que se pasa volando.


“Designer Piano” - Algo más complejo es el siguiente corte en el que la música cae como una lluvia constante con múltiples variaciones sobre un breve tema inicial. Mucho más dinámico que los temas anteriores, es una de nuestras composiciones favoritas de “Rams”.




“Generative Lounge” - Brian Eno lleva años trabajando en diferentes aplicaciones de música generativa, es decir, algoritmos que van creando música de acuerdo con determinados parámetros. Desconocemos si esta pieza es fruto de algo así como podría sugerir el título. En cualquier caso, tiene mucho en común con las colaboraciones de Eno con Harold Budd del pasado, en especial por el uso del piano y ese tratamiento líquido que le dan al sonido de ese instrumento.


“Design as Reduction” - Del piano pasamos a algo más parecido a una marimba combinada con sonidos electrónicos más típicos. Es otra composición hipnótica, más trabajada en apariencia que las demás y también con la presencia de más instrumentos y tonalidades. Otro de los puntos altos del trabajo.




“Al’Khwarizmi Piano” - Volvemos a las notas rápidas formando diferentes secuencias cuyo pleno sentido se alcanza al tomarlas en conjunto. Sigue siendo música “ambient” pero mucho más vivaz y dinámica que en los cortes más reposados del disco. Una magnífica pieza de música electrónica.


“Shimmering Future” - Segunda pieza del disco con una duración inferior a los dos minutos. Como “A Warm Sweet Bed” es fundamentalmente melódica pero en este caso menos definida. No rompe para nada con la estética del disco y enlaza perfectamente con el corte final.


“For A New Design” - El disco lo cierra un tema formalmente muy diferente a todos los demás. Hasta ahora Eno había optado por pulsos breves en casi todos los cortes pero este es todo lo contrario: colchones electrónicos que se desplazan lentamente con un movimiento contínuo y perceptible pero que se puede escuchar sin prestar demasiada atención. Eno en estado puro.



Conviene hacer una precisión y es que, aunque la publicación en CD es reciente, como decíamos más arriba, la banda sonora ya había sido editada en formato de disco de vinilo un tiempo antes pero en un lanzamiento muy limitado con motivo del “record store day”. A la hora de hacer una valoración de “Rams” tenemos que decir que nos ha encantado y que creemos que es un disco perfecto para el seguidor del Eno ambiental. Por los mismos motivos, quizá no sea un trabajo que vaya a entusiasmar a quienes no terminan de conectar con su música. Difícilmente lo incluiríamos en una lista de nuestros 5 o 6 discos favoritos de Eno pero en un buen día se podría acercar bastante. Os dejamos con el "trailer" del documental:





lunes, 21 de junio de 2021

Talking Heads - Fear of Music (1979)



La escena neoyorquina de finales de los setenta en el rock y géneros afines fue particularmente agitada y llena de interconexiones entre bandas y artistas (incluso de disciplinas no musicales) que hace su cronología algo particularmente enrevesado. A partir del impacto causado años atrás por The Velvet Underground surgieron varios movimientos que van desde el punk de The Ramones hasta la vanguardia  de Sonic Youth o tendencias como la denominada “no wave”. Existe un interesante disco recopilatorio, tenido por muchos críticos como hito fundacional del movimiento que llevó por título “No New York”. La grabación tuvo como impulsor a Brian Eno, quien asistió a un festival underground en aquellas fechas y que vio en las bandas que allí actuaban un potencial extraordinario y el nacimiento de una nueva forma de hacer las cosas.


¿Qué pintaba Eno en Nueva York? A mediados de 1977, John Cale, miembro de The Velvet Underground, invitó a Eno a un concierto de los Ramones en Londres. Los teloneros eran una banda que estaba empezando, llamada Talking Heads. Al acabar el concierto, y realmente impresionado por lo que allí había visto, Eno invitó al líder de la banda, David Byrne, a su casa para escuchar algo de música juntos. Poco después de aquel encuentro, Eno anunció que sería el productor del siguiente disco de Talking Heads que de aquel curioso modo daban calabazas por segunda vez a un miembro de la Velvet Underground. Lo explicamos. Parece ser que iba a ser John Cale el encargado de la producción de aquel trabajo pero es que años antes, cuando los Talking Heads daban sus primeros conciertos en Nueva York fue el propio Lou Reed el que se interesó en “ficharlos” para su sello e incluso llegaron a tener un contrato preparado que solo se frustró cuando un abogado cercano a la banda le echó un vistazo y les indicó que sería una locura firmarlo porque le entregarían a Reed todos los derechos y los beneficios del disco.


La cuestión es que Brian Eno quedó impresionado por la banda de Byrne hasta el punto de que en el siguiente disco que publicó, “Before and After Science”, se incuia un corte titulado “King's Lead Hat” que no es más que un anagrama de “Talking Heads”. Lo mejor de todo es que la admiración era mutua. Ya antes de grabar su primer disco, durante una entrevista para una revista de la época, la reportera cuenta cómo durante la misma, los miembros de la banda escuchaban en bucle a Roxy Music y la bajista, TinaWeymouth era una admiradora de “Another Green World”, el disco de 1975 de Eno en solitario.


En cualquier caso no vamos a hablar hoy de ese primer disco de Talking Heads con Brian Eno como productor sino del segundo (el tercero de la banda) titulado “Fear of Music”. Pese a que el anterior “More Songs About Buildings and Food” ya era excelente, quizá sea este trabajo el que supone el salto estilístico que hizo de Talking Heads una referencia ineludible en su día además de sentar las bases de una fusión de estilos y músicas de diferentes procedencias que iba a ser muy importante en los años posteriores. Para empezar, aparte de los integrantes de la banda, a saber: David Byrne (voz y guitarra), Jerry Harrison (guitarra, teclado y coros) y el matrimonio formado por la bajista Tina Weymouth y el batería Chris Frantz, en “Fear of Music” aparecen varios artistas invitados, especialmente en el corte que abre el disco. Entre ellos, Robert Fripp, o el percusionista egipcio Hossam Ramzy (con una trayectoria extensísima que le ha llevado a colaborar con artistas tan diversos como Loreena McKennitt, Peter Gabriel, Chick Corea, Robert Plant, Anne Dudley o Shakira). Brian Eno, lógicamente, también hace sus cositas además de encargarse de la producción e incluso firma como autor en un par de cortes.


“I Zimbra” - Quizá no sea la mejor canción del disco pero es la que marca el camino a recorrer en los años siguientes por Eno y el propio Byrne (incluso de Fripp y sus King Crimson de los ochenta). Las influencias de la música de Fela Kuti, los ritmos infecciosos, las guitarras, el bajo... todo es como una presentación del futuro. Audaz, fresco, sorprendente y perfectamente construido.




“Mind” - La siguiente canción siempre nos ha parecido como salida de un disco de Bowie. No habría desentonado en absoluto, por ejemplo, en “Station to Station”. Guitarras aventureras, un bajo juguetón y los arreglos precisos en la parte electrónica acompañan a la perfección a David Byrne, lo que no siempre es fácil dado el particular carácter del cantante a la hora de interpretar.


“Paper” - Ese histrionismo de Byrne aparece más claramente en esta canción, que nos enseña unas curiosas guitarras que casi parecen “country” en algún momento pero que cambian continuamente de ritmos frenéticos a pasajes más melódicos. Una canción que contiene varias en un tiempo muy corto y llena de detalles que solo se aprecian tras unas cuantas escuchas.


“Cities” - De nuevo la sección rítmica comandada por el imperativo bajo de Tina Weymouth, saltarín y caprichoso en toda la pieza, es la que marca la pauta de toda la canción. Estamos en la misma época en la que Mike Oldfield quiso grabar en Nueva York con músicos locales y creemos que el sonido de su “Platinum” tuvo a los Talking Heads como una de las influencias principales. Especialmente el bajo nos parece muy influido por la forma de tocar de Tina que aquí es fundamental.


“Life During Wartime” - Se cuenta que la canción surgió mientras los músicos estaban en plena jam-session improvisando un poco sobre varias ideas. Lo cierto es que el ritmo prácticamente enlaza con el de la pieza anterior, con esa mezcla de funk y música disco y una importante presencia de las congas dentro de la percusión que le dan a la canción un aire muy curioso. Es, probablemente, la canción más recordada del trabajo.




“Memories Can't Wait” - El siguiente corte rompe un poco con la línea de los anteriores con unas guitarras más agresivas, cercanas al metal en el comienzo y unos teclados mucho más presentes. Es una de las canciones que más se salen de la línea general del disco pero también es una de nuestras favoritas, quizá por esa rareza.


“Air” - Asistimos a un nuevo giro estilístico en este corte en el que aparece un coro femenino en la introducción y unas texturas electrónicas muy marcianas poco después creando una atmósfera extrañísima pero que nos encanta con momentos que nos recuerdan a cosas que una banda como Radiohead hizo muchos años después, también reflejadas en la forma de cantar de Thom Yorke, cercana a veces a los registros de Byrne en esta canción.


“Heaven” - Quizá nuestro tema favorito del disco es este tiempo medio muy contenido pero en el que tenemos las melodías más inspiradas. Volvemos a ver planeando sobre toda la canción al espíritu de Bowie pero en ningún caso como una copia o plagio sino, probablemente, como un homenaje. Al fin y al cabo, Eno venía de firmar la “Trilogía de Berlín” con él en los años anteriores.




“Animals” - En el aspecto rítmico y vocal es la canción más arriesgada del disco, con los instrumentos cambiando constantemente de compás y un Byrne obsesivo y hasta amenazador durante todo el tema. El germen del seminal “My Life in the Bush of Ghosts” estaba ya plantado. La coda final, con voz y coros repitiendo una melodía obstinadamente es de lo mejor de todo el trabajo.


“Electric Guitar” - De nuevo un ritmo muy marcado centra toda la pieza con el bajo embarcándose en todo tipo de aventuras. Roger Waters es un tipo muy peculiar y nunca reconocería algo así pero hay momentos en el disco de Pink Floyd, “The Wall”, aparecido unos meses después que “Fear of Music” que se nos antojan influidos por este tema.


“Drugs” - El cierre del trabajo nos remite otra vez a la “Trilogía de Berlín” de Bowie y Eno por la presencia preponderante de la electrónica. Si en los créditos del corte no figurase Byrne acompañando a Eno no nos habría sorprendido. En todo caso es otro claro anticipo de lo que ambos haría más tarde en el ya citado “My Life in the Bush of Ghosts”.





Ya iba siendo hora de traer por aquí a los Talking Heads, una de las bandas más reconocibles, influyentes y únicas de su tiempo, liderada por un creador inclasificable como David Byrne a quien también prestaremos atención en el futuro porque hay trabajos suyos cuya reseña es imprescindible. Tanto él como la banda al completo volverán a aparecer por aquí con toda seguridad.

miércoles, 9 de junio de 2021

Pat Metheny - From This Place (2020)



Pensábamos que Pat Metheny había reducido por fin su ritmo de publicaciones en los últimos años y por ello nos tomamos con calma la reseña de su “From This Place”. Con lo que no contábamos es con que el bueno de Pat invirtiera esa tendencia justo ahora de modo que a la hora de escribir esto, hace ya unas semanas que estamos disfrutando de su siguiente disco que seguramente no tardará en aparecer por aquí.


Lo cierto es que todo ese tiempo en el que Metheny no se preocupó de grabar lo pasó dando conciertos en distintos formatos y también componiendo junto con su banda de apoyo, banda que, salvo por la presencia de Antonio Sánchez a la batería, era una formación renovada que incluía al pianista galés Gwilym Simcock (piano) y a la bajista australiana Linda May Han Oh, ambos aún treintañeros y que son también los encargados de acompañar al guitarrista en la grabación de “From This Place”. En el disco escuchamos una selección de las más de cien nuevas piezas que Metheny compuso durante los anteriores años de giras y conciertos. Aparte del cuarteto, aparecen en la grabación aportando un sonido espectacular los miembros de la Hollywood Studio Symphony dirigida por Joel McNeely además de Meshel Ndegeocello (voz), Gregoire Maret (armónica) y Luis Conte (percusión).




“America Undefined” - El primer corte del disco es una larga suite de casi un cuarto de hora de duración que comienza con suavidad, casi como si fuera un calentamiento, pero que enseguida abre las hostilidades con un piano rítmico poderoso secundado por el resto del cuarteto en el que sobresale el bajo y una percusión delicadísima. La orquesta tiene su hueco pero en un plano muy discreto, nada intrusivo. Un nuevo acelerón con sabor brasileño liderado por el piano nos recuerda al Metheny de principios de los noventa. Nuevo parón tras el que aparece, ahora sí, la guitarra de Pat en su registro más clásico recordando sus mejores tiempos. Superada la mitad de la pieza entramos en un tramo precioso, con la orquesta manteniendo la tensión y el piano y la percusión creando una atmósfera maravillosa. De nuevo en la línea de los mejores momentos de discos como “Secret Story” y culminando en un “in crescendo” magnífico y muy cinematográfico.




“Wide and Far” - El siguiente corte tiene el inconfundible sello de su autor desde el primer momento, con ese fraseado limpio de la guitarra de Metheny, una percusión llena de matices y las cuerdas, sinuosas, abrazándolo todo. Soberbio una vez más el piano de Simcock, a la altura del Lyle Mays de antaño, subrayando, muchas veces al unísono, cada nota de la guitarra. El espíritu del Pat Metheny Group está presente como hacía mucho tiempo que no lo hacía.


“You Are” - Cambio total de tono con la siguiente pieza que empieza de modo muy pausado con el piano repitiendo una suave cadencia a la que se van sumando poco a poco el resto de instrumentos con la orquesta como elemento de cohesión. Conforme avanza el tema va ganando presencia la percusión y escuchamos la primera intervención importante de Ndegeocello cantando. Otro tema al más alto nivel.


“Same River” - Ahora es el contrabajo el encargado de abrir un corte en el que no tarda en aparecer la guitarra “Pikasso” de Metheny, otro de esos timbres inconfundibles en su repertorio, acompañado más tarde por el de la guitarra sintetizada, también marca de la casa. Tremendo tema en todos los sentidos y una delicia para los seguidores del artista de Missouri.




“Pathmaker” - Cambiamos ahora al “jazz” con toques latinos tan habitual en el repertorio de Metheny que deja enseguida el protagonismo inicial al piano de Simcock, que supera con nota este debut en el universo de las grabaciones de estudio de Pat.


“The Past in Us” - El corte más orquestal del trabajo comienza como un dúo entre el piano y las cuerdas, reposado, lírico y lleno de delicadeza. Aparecen más tarde la guitarra de Metheny, las escobillas de Antonio Sánchez y, sobre todo, la armónica de Gregoire Maret en un solo melancólico y lleno de inspiración.


“Everything Explained” - Recupera músculo la banda en el comienzo del siguiente corte con una exhibición coral por parte de todos los miembros del cuarteto, siempre con el omnipresente apoyo de la percusión de Luis Conte, elemento imprescindible en todo el disco. Metheny vuelve a rayar a gran altura en sus solos dejándonos con ganas de que la pieza no termine nunca.


“From This Place” - La única canción con letra del disco es una balada de las que no suelen abundar en la discografía de Metheny. No está entre nuestros cortes favoritos del disco y nos encajaría mejor en trabajos de artistas como Paul Winter pero tampoco sobra. Un tema agradable sin más.




“Sixty-Six” - En un disco como este, tan cercano en espíritu a otros trabajos inolvidables del músico, no podía faltar ese ritmo infeccioso del que surgían las notas del inmortal “Last Train Home”. Sobre esas escobillas traqueteando sobre la batería escuchamos esta vez una melodía mucho más sutil a cargo, principalmente, del contrabajo. Exquisito como casi todo lo que suena en el disco y que luego desemboca en una pieza típica de Metheny aunque alejada del espíritu del citado “Last Train Home” que queda en una simple referencia.


“Love May Take a While” - En el CD, este corte aparece como “bonus track” por lo que entendemos que, de algún modo, se sale del concepto general del trabajo. Lo cierto es que el comienzo a cargo de la orquesta en solitario, parece sugerirlo. Luego aparece la guitarra y la batería y ambas dibujan un retrato que bien podía adornar cualquier película del Hollywood clásico acompañando al lento danzar de los dos protagonistas en el centro del salón de baile. Excelente cierre lleno de romanticismo para uno de los mejores trabajos de Metheny en mucho tiempo.



A lo largo de la entrada hemos hecho varias referencias a “Secret Story”, disco importantísimo y muy controvertido en la carrera de Pat Metheny. En su día supuso un salto de popularidad del músico que pasaba de ser una estrella del “jazz” a ser un artista global, conocido por seguidores de todo tipo de géneros musicales. También fue para buena parte de sus antiguos “fans” la traición definitiva al Metheny del sello ECM con una producción exuberante, muy alejada del estilo típico del sello de Manfred Eicher. Nosotros estamos en el grupo que disfrutó enormemente de “Secret Story” y que no lamentó al cambio de dirección del músico que nos permitió escucharle en nuevos registros a la par que seguir gozando con sus discos anteriores. Sin llegar a los niveles de sofisticación de aquel trabajo, creemos que “From This Place” se aproxima a su espíritu y nos devuelve a un Metheny, quizá no en estado de gracia pero sí en un nivel muy alto lo cual es una excelente noticia.