Toca hablar hoy de uno de los artistas más particulares del sello ECM y para ello viajamos a Noruega, tierra natal del guitarrista Terje Rypdal. Su padre era clarinetista y director por lo que el contacto con la música del joven Terje se dio muy pronto. Aunque sus primeros instrumentos fueron el piano y la trompeta, en cuanto descubrió la guitarra (que aprendió a tocar por su cuenta) supo que la elección estaba tomada, especialmente cuando conoció la música de Jimi Hendrix y empezó a tocar en un estilo más psicodélico dejando atrás su primera etapa en la que imitaba a Hank Marvin de los Shadows. En todo caso, sus influencias abarcan desde la música académica más vanguardista de la época (Ligeti) hasta el jazz de Miles Davis o Coltrane lo que hizo que pronto entrase en contacto con todo tipo de músicos en su Noruega natal incluyendo a George Russell, pieza fundamental en el nacimiento del llamado “jazz nórdico” y, sobre todo, con Jan Garbarek quien propició la entrada de Rypdal en el sello ECM. Allí no tardó en destacar y enseguida recibió el encargo de Manfred Eicher de grabar un disco en solitario en cuanto escuchó varias piezas del músico descartadas de uno de los discos con Garbarek.
El debut de Rypdal con ECM se produjo con el disco homónimo en el que participarían buena parte de los colaboradores habituales de Garbarek, incluído el propio saxofonista. La alineación la formaban: Jan Garbarek (saxo, flauta y clarinete), Eckerhard Fintl (oboe y corno inglés), Bobo Stenson (piano eléctrico), Tom Halversen (piano eléctrico), Arild Andersen (bajo eléctrico y contrabajo), Bjornar Andresen (bajo eléctrico), Jon Christensen (percusión) e Inger Lise Rypdal, esposa del músico por aquel entonces y cantante. Terje tocaba la guitarra y la flauta.
“Keep it Like That – Tight” - La pieza se abre con unas notas de contrabajo aderezadas con acordes de guitarra que dejan entrever un fondo funk, aún algo tenue. Entra la batería para subrayar las notas del contrabajo y la pieza empieza a coger vuelo, siempre con un aire misterioso muy cinematográfico. En la segunda parte aparece el saxo de Garbarek, un punto desgarrado junto con el piano eléctrico y se adueñan por completo del final del tema junto con la guitarra de Rypdal que aporta un toque ácido muy característico que encaja a la perfección con la atmósfera de la pieza.
“Rainbow” - El segundo corte del disco comienza de un modo oscuro, con el contrabajo explorando su tesitura más grave y el clarinete incorporando un elemento de misterio acentuado con la percusión y, más tarde, con la flauta. Es una excelente pieza ambiental que pone de manifiesto la maestría de Rypdal a la hora de manejar estados de ánimo en el oyente.
“Electric Fantasy” - El siguiente tema enlaza con la atmósfera del anterior con la incorporación del piano eléctrico en la entrada, que combinado con el corno inglés y la flauta nos acercan al Miles Davis más experimental. Son momentos de protagonismo de Garbarek y de la batería de Jon Christensen que dialogan durante unos minutos con el contrabajo haciendo de testigo y preparándonos para la aparición de la voz de Inger Lise Rypdal, absolutamente inquietante. En el final toma el relevo el oboe de Fintl que, junto con las guitarras, nos acompaña durante el siguiente tramo de la pieza hasta llegar al final en el que es Garbarek de nuevo el que toma el papel principal a dúo con el bajo de Andersen.
“Lontano II” - Poco antes de la grabación del disco, Rypdal había participado en “Sart”, grabación de Jan Garbarek prácticamente con la misma banda que toca aquí. En ella, Rypdal aportaba su composición “Lontano” de la que escuchamos aquí su segunda parte. Muy tenebrosa, como es la línea general de todo el disco y que hace las veces de transición.
“Tough Enough” - Cerrando el disco, escuchamos la guitarra de Rypdal en su versión más nítida, en una pieza más convencional que el resto y donde, junto con el bajo de Andersen y la batería de Christensen, todos funcionan como un trío perfectamente engrasado que se atreve incluso con un blues lleno de fuerza en medio de la pieza.
Quizá Terje Rypdal no haya sido nunca uno de los artistas más populares del sello ECM pero eso no quita para que su forma de tocar la guitarra, tan poco jazzística si la comparamos, por ejemplo, con la de Pat Metheny cuando formó parte de la nómina de la discográfica, le convierta en uno de los intérpretes más personales. Sus ambientes y atmósferas (esa influencia de Ligeti) son siempre fascinantes lo que le llevó a formar parte de la banda sonora de una película tan icónica como fue “Heat” en su momento. Aunque todavía no había aparecido por el blog en todo este tiempo, estamos seguros de que lo hará en más de una ocasión en el futuro.