Si había una noticia que nadie esperaba en 2022 era el regreso de Porcupine Tree. Desde que doce años atrás, Steven Wilson anunciase por sorpresa que la banda se tomaba un respiro, todo parecía indicar que esa pausa iba a ser algo definitivo. Por un lado, porque la sorpresa lo fue para todos, incluyendo al resto de miembros del grupo que no contaban con ello. Por otro, porque las declaraciones de Wilson en todo este tiempo eran cada vez más desalentadoras pasando de decir que era algo temporal a prácticamente descartar toda opción de regreso cuando se le preguntaba en tiempos más recientes. Además de eso, tanto Colin Edwin como Richard Barbieri dejaron entrever en algunas entrevistas su enfado por la decisión de Wilson.
Y lo cierto es que todos ellos nos estaban engañando porque a pesar de que cada uno seguía con sus proyectos en solitario, resulta que habían seguido trabajando en nuevas canciones para Porcupine Tree casi desde el momento de la separación. Wilson y Harrison viven relativamente cerca y de cuando en cuando se veían para poner ideas en común que iban quedando guardadas en una carpeta de un disco duro del estudio de Wilson que iba siendo renombrada conforme pasaba el tiempo, desde “PT2012” hasta “PT2018”. En ella había un poco de todo. Desde canciones en las que habían empezado a trabajar antes de la “separación” hasta improvisaciones creadas en sesiones esporádicas a lo largo de todos estos años. El primer material que les dio pistas de que el regreso era algo factible salió de sesiones improvisadas entre Harrison (a la batería) y Wilson que, sorprendentemente, optó por el bajo como instrumento principal en esas reuniones. Barbieri fue informado poco después no tardando en incorporarse al grupo de nuevo. Faltaría Colin Edwin pero lo cierto es que era el único miembro del cuarteto que no había mantenido contacto con ninguno de sus antiguos compañeros en todo ese tiempo. Eso, unido a que Wilson se había lanzado con el bajo hizo que el retorno de la banda fuera en forma de trío.
Durante los años de la separación se comentó que había varios motivos detrás de la misma. Wilson había sido siempre el motor creativo de la banda y él mismo empezaba a sentir que eso no satisfacía demasiado a sus compañeros. También llegó a apuntar que alguno de los integrantes no se sentía cómodo con el giro hacia el jazz que tomaba su música de vez en cuando (hoy podemos intuir que se trataba de Edwin). Los otros dos miembros (más Barbieri que Harrison, si somos justos) también dejaron entrever su disgusto con Wilson de una u otra forma. Curiosamente, en este regreso parece que las labores de composición han estado más repartidas que nunca y, de hecho, Wilson solo firma una canción en solitario lo que podría tener que ver con declaraciones más o menos reciente en las que indicaba que si en algún momento resucitaba Porcupine Tree sería como un proyecto secundario porque su carrera en solitario era ahora lo principal para él. Como es costumbre en la mayoría de los lanzamientos en los que está involucrado el polifacético artista, el disco cuenta con diferentes ediciones con material extra que dejaremos fuera de la reseña para centrarnos en el disco “normal”.
“Harridan” - El comienzo del disco es sencillamente arrollador. Una introducción de bajo de Wilson que suena a invitación a los fans para que renuncien a echar de menos a Colin Edwin. A partir de ahí comienza una verdadera demostración de facultades a cargo de Gavin Harrison a la batería, en estado de gracia en todo el trabajo. Los teclados de Barbieri suenan fantásticos también completando una canción excelente, con magníficos toques de “metal”, extraordinarias secciones electrónicas ambientales, algún guiño a los nuevos sonidos que Wilson exploraba en su último trabajo en solitario y los habituales giros de todo tipo tan característicos de los mejores momentos de la banda. Es una de las primeras canciones en las que empezaron a trabajar Harrison y Wilson allá por 2012 y con ella ponen el listón en lo más alto desde el inicio.
“Of the New Day” - El segundo tema es el único escrito por Wilson en solitario. Una balada preciosa a medio camino entre los discos más “pop” de la banda, como “Stupid Dream” y trabajos en solitario del cantante como “Hand / Cannot / Erase”. La primera parte es más acústica pero en la segunda escuchamos ya algún “riff” potente de guitarra eléctrica más propio de la banda.
“Rats Return” - Uno de nuestros cortes favoritos del disco y quizá el más claramente “metal” de todo el trabajo gracias a un tremendo “riff” inicial que se repite a lo largo de toda la canción. Los teclados de Barbieri, en cambio, tienden más al “jazz” destacando especialmente el uso de las voces de fondo que le dan a toda la pieza un toque fantasmagórico muy especial. Soberbia canción en la línea de lo que fueron los últimos trabajos del grupo antes del parón.
“Dignity” - Comenzamos con un suave inicio de teclados interrumpido por unos acordes de guitarra que dan paso a otra balada de excelente factura. Pese a que la firman Wilson y Barbieri, bien podría pasar por una canción de los primeros discos de Blackfield, el proyecto del primero con Aviv Geffen. Nos parece excelente el trabajo de Wilson a las voces haciendo él mismo todos los coros así como los arreglos finales de piano que encajan perfectamente con el resto de teclados, incluyendo entre ellos órgano Hammond o Mellotron.
“Herd Culling” - Seguimos con otro tema complejo lleno de sutilezas, especialmente en cuanto a los teclados que llenan de sonidos y matices nuevos cada segundo de la canción (incluso hay algún breve solo que nos recuerda al Vangelis de los años setenta). Harrison vuelve a estar soberbio y las ráfagas de rock duro que llegan con el estribillo siguen en la tradición de discos como “Fear of a Blank Planet” o “The Incident”. Magnífica la coda final que pasa en un segundo de la energía de las guitarras eléctricas a la tranquilidad de los pasajes electrónicos de Barbieri.
“Walk the Plan” - Esos mismos teclados brillan en el inicio de la siguiente canción, un tiempo medio en el que la electrónica y los toques de “jazz” tienen mucho peso. Es una de esas canciones a las que no le prestas demasiada canción al principio pero que te van calando con las sucesivas escuchas hasta convertirse en una de tus favoritas.
“Chimera's Wreck” - El cierre del disco es una locura. Comienza en un tono suave, con una introducción de guitarra acústica que nos recuerda a bandas como los Opeth de “Heritage” (especialmente con los juegos de voces que aparecen después) o al proyecto Storm Corrosion de Wilson con el propio Mikael Akerfeldt. Es precisamente a partir de una de las repeticiones del estribillo cuando la canción experimenta el primer giro guiado por la batería de Harrison que sube las revoluciones para entrar en una nueva sección dominada por una de esa melodías intrincadas de métrica imposible que de vez en cuando se le ocurren a Wilson. Nuevo cambio de ritmo para un segundo estribillo en falsete con exhibición de Harrison incluida y vuelta a la melodía del comienzo pero ahora hipervitaminada. Volvemos a cambiar con una inyección metalera y un final coral que nos deja con ganas de mas. Definitivamente es una es esas grandes piezas de rock progresivo que no deberían faltar en los directos de la banda pese a su evidente dificultad técnica.
El título del disco, “Closure/Continuation”, deja abertas todas las posibilidades de futuro porque no aclara si es una despedida (Closure) o el comienzo de una nueva etapa (Continuation). De momento, Porcupine Tree tienen muchos conciertos programados para el año que viene como parte de la gira que comenzó el pasado mes de junio pero también es cierto que Steven Wilson ya ha anunciado nuevo disco en solitario para 2023, “The Harmony Codex”. Así las cosas, es de suponer que posibles nuevos trabajos de la banda tendrán que esperar un tiempo. Por si acaso, disfrutemos de este imprevisto retorno esperando que no haya sido también una despedida definitiva.