jueves, 21 de noviembre de 2024

Travis & Fripp - Live at Coventry Cathedral (2010)



Cuando tenemos a dos músicos tan eclécticos, abiertos y de trayectorias tan dispares en géneros muy diferentes como el jazz, el pop, el rock progresivo, la música electrónica o el ambient como Robert Fripp y Theo Travis, lo raro sería que no colaborasen tras conocerse. No estamos seguros de cuándo se produjo el primer encuentro entre ellos pero es posible que quien antes se dio cuenta de lo bien que podrían mezclar los estilos de ambos fuera Steven Wilson cuando en el debut de su proyecto Bass Communion juntó la flauta de Travis con samples de guitarra de Robert Fripp. Travis era ya un asiduo colaborador de Wilson, tanto en sus grabaciones en solitario como en los discos de Porcupine Tree o No Man y Fripp también había trabajado en varios trabajos de Steven, tanto en los que implicaban a sus diferentes grupos como los que firmaba con alguno de sus pseudónimos.


El propio Theo Travis cuenta que fue en 2004, en una grabación de Nine Horses, la banda de David Sylvian y Steve Jansen en la que él participaba tocando saxos y flauta en la que tuvo el primer “contacto” con Fripp aunque fue algo muy particular. Resulta que el guitarrista también participaba en el disco y había grabado con anterioridad sus partes pero a la hora de la verdad fueron descartadas y, en su lugar, se utilizaron las de flauta del propio Travis. Todo eso no fue óbice para que un tiempo después, Travis se pusiera en contacto con Fripp para pedirle algunos “soundscapes” para un disco propio. El guitarrista le dijo que antes quería verle tocar en directo así que Theo le invitó a un concierto que iba a ofrecer en aquellas fechas con su banda Soft Machine Legacy, una especie de “spin off” de los Soft Machine originales que funciona con diferentes nombres desde 1978. Por lo que parece, a Fripp le convenció lo que escuchó allí y decidió colaborar con Travis en su disco. La cosa funcionó de maravilla y a partir de entonces, Travis & Fripp son un dúo que ha publicado varios discos ya como tal, tanto de estudio como en directo.


En 2009, el dúo fue invitado a participar en el Festival de Jazz de Coventry. Su concierto, improvisado en buena medida, tendría lugar el 23 de mayo en la famosa catedral en la que tocaron Tangerine Dream en su día y a la que Benjamin Britten dedicó su  “War Requiem”. El disco recogiendo la actuación aparecería publicado un año después en el sello de Robert Fripp y nos muestra a dos artistas extraordinariamente compenetrados teniendo en cuenta que, como afirmaba el guitarrista, era solo la cuarta vez que tocaban juntos en público (y las tres anteriores habían sido en los días precedentes en otras iglesias británicas).




El disco está organizado en dos sets. Comienza el primero de ellos con “The Apparent Chaos of Stone”, pieza en la que las flautas son quienes abren las hostilidades con una serie de melodías que se repiten en bucle gracias al uso de distintos pedales de efectos mientras van surgiendo otras en un ejercicio hipnótico al que se suman poco a poco los “soundscapes” característicos de la música de Fripp cuya guitarra aparece poco después iniciando un magnífico diálogo improvisado. Continúa el concierto con “In a Field of Green”, introducida por los clásicos ambientes del guitarrista a los que se suma Travis, ahora con el saxo, en una serie de largas notas sostenidas que nos recuerdan en cierto modo a otro reconocido improvisador como es Jan Garbarek. Cuando aparece la guitarra de Fripp lo hace en ese particular estilo que venimos disfrutando desde discos como “Evening Star” con Brian Eno. “The Unquestioned Answer”, el tercer corte, es más ambiental, si cabe, y en él sale el saxofonista de jazz que Travis lleva dentro, jugando de nuevo con los pedales, ecos y “delays” para entrar en diálogo consigo mismo en una pieza fantástica. Con “Blue Calm” entramos en los ambientes más oscuros procedentes de la guitarra procesada de Fripp hasta llegar a “Duet for the End of Time”, referencia a Messiaen en la que esta vez el saxo y las flautas sirven de soporte con progresiones melódicas que nos recuerdan por un momento al trabajo de Fripp (y Eno) en los instrumentales del “Heroes” de Davis Bowie.




El segundo set empieza con “The Offering”, de nuevo un prodigioso juego de flautas que van entrelazando melodías continuamente quedando en suspenso después para dar paso a otro diálogo saxo-guitarras en el que Fripp destaca con su sonido ácido. En “Angels on the Roof” tenemos algo más de intervención de la electrónica con una serie de sonidos sintéticos que conversan con la flauta. “Moonchild” es la particular revisión del dúo de la canción de King Crimson, en la que deconstruyen diferentes elementos del tema principal y juegan con ellos hasta hacerla prácticamente irreconocible. Cierra el set y el disco, la extensa “Lamentation” con casi 20 minutos de duración lo que favorece el lento desarrollo de la misma a partir de una serie de “soundscapes” muy dinámicos que van surgiendo de la guitarra que va creando capa tras capa. Solo transcurridos unos minutos aparece la flauta y poco después una interpretación más “convencional” por parte de Fripp. En medio de un paisaje espacial volvemos a escuchar el saxo de Travis en su versión más “garbarekiana” que nos acompañará durante unos minutos más hasta el final de la pieza.




La petición de Fripp a Travis de escucharle tocar en directo antes de decidir si quería o no colaborar con él no era un capricho de estrella. Para el líder de King Crimson, la experiencia de tocar en vivo y la comunicación con otros músicos en formatos de pura improvisación es algo fundamental como ha demostrado con su banda y con los legendarios “ProjeKcts” que no son sino permutaciones de los diferentes miembros de King Crimson en las que se exploran posibles nuevos caminos del grupo. Afortunadamente, Travis pasó la prueba con nota y gracias a ello hemos podido disfrutar ya de varias grabaciones de ambos, incluyendo las de los conciertos anteriores a este en los que se presentaron la mayor parte de las piezas del mismo. Seguro que en un futuro volvemos sobre alguna de ellas pero de momento dejamos aquí nuestra recomendación para este gran “Live at Coventry Cathedral”.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Carlos Núñez - A Irmandade das Estrelas (1996)



Los discos de colaboraciones entre un artista y varias estrellas de diferentes géneros son algo común en el mundo de la música y, en ocasiones, llegan a alcanzar una gran popularidad como en el caso del célebre “Duets” de Frank Sinatra (que no coincidió en el estudio con ninguna de sus contrapartidas en cada canción), el “Random Access Memories” de Daft Punk o, a nivel nacional “El Madrileño” de C. Tangana. Lo que no es ya tan habitual es que el artista que se codea con otras figuras lo haga en su disco de debut y consiga reunir a su alrededor a una constelación de la categoría de la que se juntó en 1996 en “A Irmandade das Estrelas” del gallego Carlos Núñez.


Carlos era una especie de niño prodigio de la flauta dulce que había llegado a tocar, aún de niño, con orquestas sinfónicas. Obtuvo las mejores notas en el instrumento en el Real Conservatorio de Madrid y, con apenas 18 años, había grabado con The Chieftains la banda sonora de la adaptación para la televisión de “La Isla del Tesoro” protagonizada en 1990 por Charlton Heston y Christian Bale y en la que también participaba, entre otros, Christopher Lee. El hecho de que una banda como la de Paddy Moloney, quizá la mayor institución de la música irlandesa en las últimas décadas, acoja a un muchacho que, además, no pertenece a ninguna de las conocidas como “naciones celtas” (Irlanda, Escocia, Bretaña, Gales, Cornualles y la Isla de Man) nos puede dar una buena medida de la categoría de aquel chaval como músico y hace que sorprenda un poco menos (solo un poco) la lista de nombres de la que consiguió rodearse para su disco de debut. Hemos incidido en su faceta de virtuoso de la flauta porque queremos destacarla especialmente pero siempre que vemos su nombre en cualquier sitio suele ir acompañado de la palabra “gaitero” que es realmente el instrumento con el que más se le asocia (también es un extraordinario intérprete de ocarina).


Pero volvemos a los invitados que forman una lista extensísima y de tal nivel que es imposible que no nos dejemos alguno sin mencionar. Entre ellos aparecen artistas claves de la música celta y del folk, tanto de las Islas Británicas como de España a los que se suman cantantes de diferentes tradiciones e incluso músicos y formaciones de ultramar que se mezclan en uno de los trabajos más increíbles en su género. Junto a ellos, y repartidos en diferentes combinaciones en varios de los temas del trabajo, encontramos a los miembros de la banda de Carlos, a saber, Diego Bouzón (guitarra), Pancho Álvarez (bouzouki, mandolina y guitarras), Fernando Fraga (acordeón, piano y teclados), Marcos Vázquez (bodhran, batería y percusiones en general) y Enrique Iglesias (violín).


“Amanecer” - En el primer corte del disco acompañan Carlos y su grupo los “Chieftains” Derek Bell (arpa) y Paddy Moloney (gaita irlandesa) además de Mícheál Ó Domhnaill (guitarra) y su hermana Tríona (piano y teclados), ambos presentados como integrantes de Nightnoise pero que también podrían haberlo sido como miembros de Skara Brae, The Bothy Band o Relativity. La pieza junta melodías del S.XIX de músicos gallegos y en ella, Núñez se centra en las flautas aunque también toca la gaita. Es un verdadero disfrute que nos prepara para un disco extraordinario.




“A Irmandade das Estrelas” - El espíritu de mezcla y fusión de estilos de Carlos se pone de manifiesto en esta pieza que combina un aire gallego con un fandango de origen vasco interpretado por Kepa Junkera y la espectacular guitarra flamenca de Rafael Riqueni (con Tino di Geraldo al cajón). Una mezcolanza improbable de temas y géneros que funciona por encima de las expectativas más optimistas.


“Nubes del otro lado” - Uno de los invitados más sorprendentes del disco es el guitarrista norteamericano Ry Cooder que se une aquí a la flauta de Núñez para acompañar una melodía tradicional gallega que encierra un curioso toque cubano en su interpretación.


“Negra sombra” - El que una artista con la trayectoria de Luz Casal en el rock y el pop nacional haya mantenido en su repertorio esta colaboración con Carlos Núñez en todos los años que han pasado desde que se produjo habla bien a las claras de la calidad de la canción. Se trata de una versión de un conocido poema de Rosalía de Castro adaptada por el compositor lucense del S.XIX Juan Montes. Núñez toca la flauta y seguimos escuchando la guitarra de Ry Cooder pero la interpretación de Luz Casal eclipsa todo lo demás.




“Os gaiteiros da noite” - Vuelven a aparecer los Chieftains representados esta vez por Derek Bell, que repite, Matt Molloy (flauta) y Seán Keane (violín). Quizá por la presencia de Molloy, Carlos se limita en esta pieza (que es una sucesión de temas tradicionales pontevedreses) a la gaita. Comienza con un aire lento que desemboca en una de las melodías más conocidas del folclore gallego para terminar con una muñeira. Desde el punto de vista histórico, Carlos destaca en las notas del disco que la gaita utilizada perteneció al maestro Perfecto Feijoo, figura clave en la conservación del folclore gallego de las últimas décadas del S.XIX y las primeras del XX.


“Cantigueiras” - El protagonismo casi absoluto es aquí para las integrantes de Xiradela, ocho cantantes y pandeireteiras que son una de las formaciones claves de la música de Galicia. Además, su trabajo defendía una tradición muy particular de esa tierra según la cual, son las mujeres y no los hombres las narradoras y el sujeto principal de las canciones.


“Villancico para la Navidad de 1829” - El título lo explica todo y hace referencia a la tradición que había en Mondoñedo según la cual, el Maestro de Capilla componía cada año un nuevo villancico. Los timbales y las percusiones le dan a esta versión un aire épico que nos encanta. A la banda de Carlos se une de nuevo la gaita de Paddy Moloney.


“Bailando con Rosiña” - En el espíritu de mezcla de estilos que sobrevuela por todo el disco nos encontramos aquí una polka centroeuropea que lo mismo podría sonar en una fiesta en plenos Alpes que en un “saloon” del antiguo oeste americano. Repite Kepa Junkera a la trikitixa.


“Lela” - El disco fue publicado en plena efervescencia de las nuevas músicas en España con una innegable influencia de un programa de radio como era Diálogos 3 dirigido por Ramón Trecet. En aquella época, uno de sus grandes descubrimientos era la “fadista” portuguesa Dulce Pontes que aparece aquí mostrando todo su talento en otro de los momentos inolvidables de un disco único. 


“The Flight of the Earls” - Carlos Núñez con los Chieftains, ahora sí, al completo, en una espectacular combinación de temas tradicionales irlandeses con un toque gallego que no podía faltar aquí. Un momento muy especial en el que Carlos es un “chieftain” más.




“Canto de Afiador” - Carlos interpreta aquí la flauta soprano en solitario para dejarnos una emocionante tonada de las que los afiladores utilizaban para dar cuenta de su llegada a los distintos pueblos.


“Para Vigo me voy” - El cierre es lo más sorprendente del disco y profundiza en las conexiones de la emigración entre Galicia y Cuba  con una conga de Ernesto Lecuona. La participación de la Vieja Trova Santiaguera y Kepa Junkera certifica una mezcla inesperada de estilos y tradiciones, alegre y festiva con la que se pone el punto final a un disco extraordinario.


 La repercusión de “A Irmandade das Estrelas” fue muy grande y convirtió a Carlos Núñez en una verdadera figura internacional de un género como la música celta, no demasiado dado a aceptar a artistas de procedencias “ajenas” (hasta alguien tan grande como la canadiense Loreena McKennitt tuvo que soportar abundantes “peros” por parte de otros músicos en su día). Una faceta que comparten ambos artistas es su pasión por la investigación de las tradiciones celtas y su expansión por todo el mundo y eso quedaría reflejado en los siguientes trabajos del gaitero que terminarán apareciendo por aquí. Nos quedamos hoy con esta hermandad y con uno de los grandes discos que dieron las llamadas “nuevas músicas” en España en las últimas décadas del siglo pasado.