viernes, 31 de enero de 2025

Pat Metheny - What's it All About (2011)



Una de las cosas que más nos gustan de Pat Metheny es su inquietud que no le permite pasar mucho tiempo en el mismo sitio, musicalmente hablando. Eso hace que, especialmente en los últimos tiempos, podamos disfrutar de discos completamente diferentes en cuanto a concepto, estilos y formato con ideas no exploradas anteriormente. En un músico con más de 50 años de carrera nos parece algo maravilloso y es una actitud que le he convertido en la única persona en haber ganado el premio Grammy en diez categorías diferentes.


El salto que le llevó hasta el disco que comentamos hoy fue también bastante radical. En 2010, el músico estaba enfrascado en su proyecto “Orchestrion”, una especie de gigantesco mecanismo diseñado para tocar diferentes instrumentos con el que grabó un par de discos. En esos mismos años trabajaba en la formación de su Unity Band, la sucesora, al menos por un tiempo, del Pat Metheny Group. Quizá para escapar de todas esas complejidades, el músico decidió grabar en 2012 “What's It All About”, un disco exclusivamente de guitarra con la peculiaridad de que no contenía, por primera vez en la carrera de Pat, ningún tema propio. Todo eran versiones de otros artistas. En palabras del propio guitarrista, de artistas que le emocionaron cuando ni siquiera sabía que quería ser músico. Algunos cuando ni siquiera había cogido una guitarra por primera vez. En la selección hay de todo, desde canciones inmortales de esas que todos conocemos de memoria hasta instrumentales surf. Pese a la novedad del concepto, Metheny calificó el disco como la secuela de “One Quiet Night”, su anterior trabajo de guitarra solista.


“The Sound of Silence” - Pocas canciones tan tópicas, y por ello difíciles de interpretar sin caer en lugares comunes como este inmortal tema de Paul Simon. Metheny opta por una versión extremadamente lenta en la que se recrea en cada compás, extendiéndolo y explorando toda variación posible. Una revisión fantástica que saca todo el partido a su guitarra de 42 cuerdas, más un arpa que una guitarra propiamente dicha y que aparece en el disco solo en este corte.


“Cherish” - Terry Kirkman compuso esta canción en 1966 para su grupo The Association, una de tantas formaciones vocales de la época con abundante apoyo de guitarras (solían tener tres). La canción tiene el encanto y la inocencia de aquellos años  pero Metheny le cambia la cara por completo reconvirtiendola en una suerte de instrumental folk que podría pasar por original.


“Alfie” - Pocos dúos tan eficaces a la hora de escribir éxitos como la pareja formada por Burt Bacharach y Hal David. Esto hizo que sus servicios fueran reclamados para el cine en muchas ocasiones como en el caso que nos ocupa con la canción para la película del mismo título. No fueron pocos los artistas que la grabaron posteriormente, incluyendo nombres como el de Cher pero la versión que más éxito alcanzó fue la de Dionne Warwick en 1966. Una balada clásica que Metheny hace suya con la mayor naturalidad.


“Pipeline” - The Chantays son, porque siguen en activo, una banda de surf rock que tuvo grandes éxitos en el género en los sesenta, especialmente con este instrumental imprescindible en toda recopilación de ese tipo de música. Curiosamente fue una pieza escrita inspirada en la película “El Hombre que Mató a Liberty Valance” pero la popularidad de los temas surferos en la California de aquellos años hizo que le cambiasen el título por el de “Pipeline” con el que triunfaron por todo lo alto. Metheny hace aquí una magnífica versión con una guitarra acústica convencional abandonando la guitarra barítono que interpreta en casi todo el disco.




“Garota de Ipanema” - Es difícil entender a Pat Metheny sin la música de Brasil y si hay un tema que la represente como pocos es esta canción de Antonio Carlos Jobim, tan tópica en su categoría como podía serlo la de Paul Simon que comentamos antes. El enfoque es similar, no cayendo en una interpretación fiel y reconocible, sino explorando cada nota deleitándose en ella con fruición como sólo Metheny sabe hacer.




“Rainy Days and Mondays” - Viejo éxito de The Carpenters de 1971 que el guitarrista afronta de un modo más convencional respetando el tono y la cadencia de la pieza original con muy buenos resultados. Aunque la voz de Karen es insustituible en una canción así, Metheny hace un gran trabajo con el tema dándole vida propia.


“That's the Way I Always Heard It Should Be” - Tema extraído del disco de debut de Carly Simon. Otra canción muy conocida a la que Metheny decide ser fiel en su enfoque. Un tiempo medio más o menos convencional en el que el guitarrista tampoco aporta demasiadas novedades.


“Slow Hot Wind” - Seguimos con una pieza de 1959 de Henry Mancini a la que Metheny despoja de todo su sonido suntuoso e inconfundible para darle un ritmo diferente, casi de bossa nova, terreno en el que el guitarrista se siente como pez en el agua.


“Betcha Be Golly, Wow” - Un enfoque similar es el que tenemos en la versión de esta canción soul de 1972 escrita por Thom Bell y Linda Creed. Metheny respeta las partes melódicas pero la transforma en otra cosa, algo que parece sentarle bien a la composición que ha tenido versiones muy diferentes como la que grabó en 1995 nada menos que Prince.


“And I Love Her” - Los Beatles son una referencia ineludible para músicos de todo tipo y parecen haber calado muy hondo especialmente en los de jazz. Ya hemos comentado alguna versión de ellos a cargo de Brad Mehldau en su momento y aquí le toca a Metheny que combina el respeto por el original y su estructura con la aportación de arreglos y partes propias en el segmento central muy acertadas. Excelente cierre para un trabajo que nadie calificará de imprescindible pero cuya escucha es una gozada.




Con esta grabación, Pat Metheny ganó el Grammy al mejor disco “New Age” en la edición de 2012 de los premios. Extraña categoría con la que muchas veces se relaciona al guitarrista y en la que ya había estado nominado antes (y lo ganó) con el mencionado disco “One Quiet Night”. Por lo que fuera, parece que a los encargados de este tipo de designaciones la guitarra acústica les encaja mejor en el género “New Age” que en otras opciones. Como admiradores del músico, disfrutamos de cada segundo de “What's It All About”, un disco para volver a él cada cierto tiempo. Como curiosidad, la versión en vinilo del disco contenía dos cortes más (uno solo la digital) pero no hemos tenido la ocasión de escucharlos por lo que quedan fuera de la reseña.

jueves, 23 de enero de 2025

Jean Michel Jarre - Jarremix (1995)



Hoy en día es algo muy común pero los “remixes” de canciones más o menos populares no estuvieron ahí siempre. Hay cierto consenso en señalar a Tom Moulton como el inventor del “concepto”. Tras un tiempo en el mundo de la música como comercial en varias discográficas importantes, decidió dejarlo para dedicarse a otros menesteres, entre ellos, un trabajo de DJ en locales nocturnos y restaurantes. Allí se dio cuenta de que el público se enfriaba mucho cuando terminaba una canción y decidió probar a hacer una mezcla casera en un cassette enlazando varios temas. Al ver que la idea funcionaba decidió aplicarla en su vuelta al negocio discográfico con Gloria Gaynor. El el disco de debut de la cantante, Moulton enlazó con gran éxito tres canciones compartiendo ritmo (incluyendo la famosísima versión de la diva de “Never Can Say Goodbye”.


A partir de entonces se popularizaron las versiones extendidas de canciones con mezclas para discoteca en las que muchas veces se aceleraba el ritmo y se potenciaban las partes de percusión. Ya en los ochenta, los remixes bailables de todo tipo de canción eran material común y se publicaban de manera independiente en formato de maxi-single. Todavía en aquel entonces eran versiones absolutamente reconocibles que respetaban el espíritu y la mayoría de las pistas e instrumentación del tema original pero eso fue evolucionando hasta llegar, ya en los noventa, con la fiebre “rave” a crear “remixes” en los que apenas había un par de detalles del tema original que se podían escuchar poniendo cierta atención. Era un tiempo en el que la personalidad del “remezclador” eclipsaba por completo al artista original o, al menos, le dejaba en un segundo plano. Muchos músicos optaron entonces por este tipo de remezclas para complementar su singles que, en lugar de la habitual “cara b” (normalmente una canción nueva) empezaron a incorporar mezclas y más mezclas diferentes a cargo de deejays variados, especialmente cuando el formato CD permitió la inclusión de varias pistas más de las que soportaba el viejo vinilo.


Era cuestión de tiempo que los artistas empezasen a editar discos con remezclas de baile de sus éxitos ampliando así el catálogo de lanzamientos que rellenan el hueco entre discos originales. A los manidos recopilatorios de grandes éxitos y a las grabaciones de algún concierto icónico se suman ahora los discos de remezclas que, a su vez, pueden juntar versiones de baile de viejas canciones de distintas épocas o revisar por completo todo un LP. Entre los primeros, fue un gran éxito el “You Can Dance” (1987) de Madonna, que revisaba varios éxitos de sus tres discos publicados hasta el momento. Entre los segundos, el mejor ejemplo fue “Blood on the Dance Floor” de Michael Jackson que revisaba varios temas pertenecientes a su anterior “HIStory” añadiendo alguna canción nueva.


Al igual que en los ochenta el artista que no tenía un maxi-single con mezclas de baile de sus singles de éxito no era nadie en la industria, en los noventa empezó a pasar con los discos recopilatorios de remezclas y al carro se subieron músicos de todo tipo, desde los que podrían ser más obvios como Jennifer López, Pet Shop Boys, Justin Bieber o Depeche Mode hasta otros más insospechados como Philip Glass o Steve Reich.


Jean Michel Jarre no iba a ser una excepción y estuvo en todas las fases de esta moda. Publicó maxis con versiones extendidas en los setenta y ochenta y abrazó con entusiasmo la cultura “rave” en los noventa, especialmente a raíz de la publicación de “Chronologie” que contó con una interminable lista de remixes de baile para sus singles principales. Su particular disco de remezclas iba a llevar el nada original título de “Jarremix” y aparecería en el mercado de forma muy limitada coincidiendo con su concierto en la Torre Eiffel del 14 de julio de 1995. Consistía en una colección de temas que combinaba casi al 50% versiones de temas clásicos de su discografía con algunas mezclas de los citados singles de “Chronologie”. El resultado fue muy irregular pero con el tiempo creemos que tiene algunas cosas rescatables.


“Chronologie 6 Main Mix” - La primera mezcla corre por cuenta de Gat Decor, una efímera banda británica que apenas publicó un single (“Passion”, que, eso sí, tuvo cierto éxito) y varios remixes para otros artistas de los cuales este fue el de mayor relevancia. Su trabajo aquí es casi más reconocible que el del propio Jarre ya que los fondos sintéticos que dominan toda la introducción y la mayoría del tema recuerdan mucho, precisamente, a su “Passion”. Luego entra el ritmo machacón. Es música de baile así que no cabe esperar algo muy diferente en este contexto. La única referencia clara al original es una frase repetitiva que aquí suena con el clásico sonido de tantos éxitos de las pistas en aquellos años y que Gat Decor toman prestada de la secuencia principal del tema de Jarre. Poco más que añadir a una mezcla que funciona si asumimos como buenos los principios del género dance.




“Chronologie 4 E-Motion Mix” - En esta ocasión los encargados de revisar el tema de Jarre fueron los miembros de la banda británica Sunscreem, grupo que hoy sigue activo y que cuenta con la particularidad de ser una de las pocas bandas de tecno que daban conciertos tocando realmente en directo. Quizá incorporan más elementos del original que la mezcla anterior pero a cambio optan por un ritmo más potente que enseguida lo eclipsa todo llegando a quedarse en algunas partes prácticamente como única pista.


“Equinoxe 4 Deep Mix” - Entramos ahora en la parte más interesante con una mezcla que no había sido publicada anteriormente single. Un clásico de Jarre que escuchamos aquí transformado por Bruno Mylonas y Thierry Leconte. El primero colaboró con Jean Michel en su disco Waiting For Cousteau y fue técnico de sonido en varios de sus conciertos más recordados como el de La Defense en 1990 o el de El Cairo en 1999. No podemos decir que sea fiel al original aunque utilice alguna frase recortada del mismo como motivo recurrente. Sin embargo, su ritmo funk y las partes de bajo son una aportación más interesante que cualquier cosa de las que escuchamos en los mixes anteriores. No era, en todo caso, una remezcla desconocida para los seguidores más fieles del músico ya que sonó en algunos conciertos de su gira “Europe en Concert” de 1993.


“Chronologie 4 SxS Mix” - Repiten los integrantes de Sunscreem con otra revisión del mismo tema que ya trataron antes optando ahora por una mezcla clásica que parte de un bombo reiterativo al que se suman poco a poco diferentes percusiones añadiendo color a un cuadro cuyo marco queda fijado por una línea de bajo ácida bastante curiosa. Tras una extensa introducción escuchamos las primeras referencias al tema de Jarre del que toman melodías secundarias. Convencional aunque se deja oír.


“Revolution, Revolutions Oriental Mix” - Vuelve Bruno Mylonas ahora acompañado del productor Bruce Keen para ofrecernos su visión del tema de 1988 que el propio Jarre reelaboró un par de años después y lo hacen sin concesiones con una mezcla agresiva que, eso sí, conserva del original casi todas las partes vocales y los arreglos de cuerda orientalizantes. A cambio, se pierde toda la elaboración electrónica de Jean Michel que siempre nos pareció muy interesante.


“Equinoxe 7 Ambiant Mix” - La misma pareja del corte anterior para ofrecernos la que, probablemente, sea nuestra pieza favorita del disco. En ella se alejan de la música de baile más directa y optan por una interesante deconstrucción de todos los sonidos con los que Jarre construyó la extraordinaria introducción secuencial de la séptima parte de su “Equinoxe”. Es este remix una maravillosa exploración sonora que hace que merezca la pena todo el disco, siquiera por permitir que esta pieza no haya quedado olvidada como una curiosidad sin más en un cajón.




“Chronologie 4 Tribal Trance Mix” - Llega el turno del trío británico Black Girl Rock cuyo currículum, como ocurría con Gat Decor, sólo tenía un single (“The Theme”). De nuevo volvemos a los temas que ya aparecieron en su día como parte de los diferentes sencillos de “Chronologie”. A su favor podemos decir que huye de los ritmos más directos y opta por arreglos más elegantes a los que aportan elementos como la guitarra eléctrica que quedan bien. En el lado negativo, apenas hay un par de cosas que nos recuerden (y de forma muy lejana) al original.


“Oxygene 1 Laboratoire Mix” - La que, en principio, iba a ser la colaboración estelar del disco era esta participación de Laurent Garnier. El DJ francés llegó a convertirse en figura en uno de los templos del género como era el Haçienda de Manchester. Sin embargo, su colaboración solo aparecía en la primera edición de “Jarremix” siendo eliminada de las posteriores por razones nunca aclaradas del todo. La elección de “Oxygene 1”, un tema que no es precisamente el más bailable, ya era rara y lo cierto es que Garnier podría haber dicho que era una mezcla de cualquier otra pieza porque no hay nada en su aportación que remita al disco de 1976 salvo algunos efectos ventosos de ruido blanco al principio. Lo demás es la combinación de unas pocas notas repetidas hasta el hastío sobre un ritmo obsesivo que termina por aburrir. Para colmo, la duración se acerca a los diez minutos siendo el corte más largo del disco. Muy decepcionante.


“Magnetic Fields 2 Magnetic Mix” - Mylonas y Leconte vuelven a aparecer con una visión absolutamente abrumadora de un clásico transformado aquí en una especie de batidora al máximo de revoluciones que, eso sí, respeta toda la melodía central del tema de 1981 pero revestida con una capa rítmica que no deja ni un respiro. Tras muchos años aún no sabemos si nos gusta o la detestamos. Lo que es seguro es que no deja indiferente.


“Chronologie 6 Slam Mix 1” - El dúo de DJ's escocés Slam es quien se ocupó de darnos su particular visión de este tema en los singles de 1993 de los que aquí aparece una de las mezclas que hicieron. Sin ser un dechado de fidelidad tiene alguna aportación interesante aunque, como nos ocurre con casi todas las versiones que aparecieron en los singles en su momento, nos parecen innecesarias. 


“Calypso Latino Mix” - El cierre del disco es curioso porque se trata de un remix antiguo que Mylonas hizo para el maxi-single de “Calypso” en 1990 rebautizado para la ocasión (originalmente se llamó, sencillamente, “Longue Mix”). Pertenece a esa época de la que hablábamos en la introducción en la que los remixes aún estaban hechos en su mayor parte con material y pistas del tema original y que son nuestros favoritos. En este caso especialmente ya que siempre nos gustó tanto o más esta revisión que la pieza de la que parte.




Podríamos entrar en el debate sobre la necesidad de este tipo de recopilaciones de remezclas y seguramente llegaríamos a la conclusión de que tienen su público pero que se reduce a los fans más fieles del artista en cuestión. Nos cuesta creer que un aficionado a la música de baile y a los ritmos tecno se compre un disco de este tipo de un artista al que no siga habitualmente por mucho que incluya alguna participación de un DJ de su interés. Por lo tanto creemos que están destinados a un nicho muy concreto de fans que hacen difícil que de lanzamientos así salga un superventas. Sin embargo, parece que los propios músicos (o sus discográficas) siguen teniendo interés en este tipo de grabaciones. Volviendo al caso que nos ocupa, el propio Jarre ha lanzado ya otros dos trabajos similares revisitando discos como “Oxygene 7-13” o el más reciente “Oxymore”. En ambos casos la cosa está a caballo entre el deseo de exprimir un poco más un material conocido y el rellenar el periodo entre un disco “nuevo” y el siguiente sin hacer muchos esfuerzos. Particularmente no somos demasiado partidarios de este tipo de producto aunque tenemos que reconocer que en algunos casos (pensamos en algunos volúmenes de la sega “Disco” de Pet Shop Boys”) el resultado es muy satisfactorio.

domingo, 12 de enero de 2025

Philip Glass - Songs from Liquid Days (1986)



Hubo un momento en el que Philip Glass estuvo cerca de convertirse en una estrella del pop. Sucedió en 1985 cuando escribió su primer ciclo de canciones y, con diferencia, el más exitoso. Estamos en un momento en que la popularidad de Glass empezaba a trascender los círculos clásicos gracias a discos como “Glassworks” o las bandas sonoras de películas como “Koyanisqatsi” o “Mishima”. El compositor llevaba ya un tiempo en la nómina de artistas de CBS y, suponemos, alguien pensó que era la hora de intentar dar el gran paso con un disco más comercial, al menos en cuanto al formato. Luego veremos que tampoco fue exactamente así pero sí, si lo comparamos con su obra anterior.


Cuenta Glass que el primer problema a la hora de escribir canciones se lo encontró a la hora de escoger los textos ya que él no era un escritor ni había tenido nunca inclinaciones literarias desde el lado de la creación. Pensó entonces que lo mejor era recurrir a cantautores habituados a ese proceso y, dentro de ellos, a algunos conocidos suyos del mundo del rock, el pop y las vanguardias electrónicas. La primera persona a la que recurrió fue David Byrne, el líder de Talking Heads, quien, como Glass, había participado meses antes en la ópera colaborativa “The Civil Wars”. En la parte del proyecto encargada a Philip participó como narradora la artista multimedia Laurie Anderson así que Glass también le propuso a ella la creación de algunos textos. El siguiente participante sería Paul Simon, para quien el compositor había escrito una coda para la canción “The Late Great Johnny Ace” un par de años antes con lo que aquí se presentaba una ocasión perfecta para devolver favores. Desconocemos cómo entraron en contacto Philip Glass y Suzanne Vega. La cantautora llevaba un tiempo moviéndose por los círculos literarios y musicales de Nueva York pero cuando escribió las letras para las canciones de Philip, aún no había publicado su primer disco. De hecho, por las fechas de grabación y publicación de este, es más que probable que pudieran haber sido escritas en los mismos días. Lo curioso es que posteriormente han colaborado más veces como ya comentamos aquí cuando hablamos del disco “Days of Open Hand” de Suzanne. Recientemente, la cantante ha estado de gira, nada menos que como narradora en la ópera “Einstein on the Beach”.


El segundo problema con el que se encontró Glass fue el de encontrar las voces e intérpretes adecuados para cada canción y curiosamente, la elección no iba a ser de figuras importantes sino de personajes más bien secundarios como Bernard Fowler (colaborador durante mucho tiempo de los Rolling Stones y de Jagger en solitario haciendo segundas voces) o Janice Pendarvis, cuya carrera tenía como momentos más relevantes sus coros para Roberta Flack y, sobre todo, para Sting. A ese elenco se suma el trío vocal “The Roches” y, quizá, la única gran estrella del elenco: Linda Ronstadt. Cierra el reparto el tenor Douglas Perry que ya había interpretado el papel de Ghandi en la ópera “Satyagraha” del propio Glass. En la parte de los instrumentistas, además del Philip Glass Ensemble participan en el disco los miembros del Kronos Quartet.


“Changing Opinion” - Comienza el ciclo con la canción de Paul Simon interpretada por Bernard Fowler. Tras una introducción de la sección de viento del Philip Glass Ensemble entra una larga parte de piano inconfundible interpretada por Michael Riesman y que nos deja ya en manos de Bernard Fowler. En el tramo final se suma a la mezcla la flauta de Paul Dunkel para cerrar una canción magnífica pese a no suponer ninguna novedad estilística frente a otras piezas del músico más allá de la adición de voces y texto.


“Lightning” - Lo más parecido a un “single” que hay en el disco es esta apabullante pieza con letra de Suzanne Vega y con Janice Pendarvis como vocalista. Es una descarga de energía dominada por los teclados que nos reciben con los clásicos ostinati “glassianos” y un ritmo frenético. La melodía principal es sencilla pero ineludible y cuenta con una épica que podríamos calificar como de “wagneriana”. Las percusiones añaden fuerza a una mezcla cuya intensidad va subiendo compás a compás hasta la explosión final. Seguramente es la pieza más difundida del disco e incluso recordamos haberla escuchado con frecuencia de niños aunque no podemos precisar si fue como sintonía recurrente de algún programa de radio o TV o porque se difundía en las emisoras comerciales con regularidad.




“Freezing” - La segunda canción de Suzanne Vega es radicalmente distinta en lo musical. Linda Ronstadt es la voz principal con las integrantes las Roches a los coros y el Kronos Quartet en la primera parte de la canción. Luego se suma el Philip Glass Ensemble, especialmente con los teclados a una canción lenta que tiene todas las características de la música de su autor.


“Liquid Days” - Sin solución de continuidad enlazamos con la siguiente canción, primera de dos consecutivas con letra de David Byrne. Seguimos escuchando al Kronos Quartet y las Roches en una pieza algo más rápida en la que la flauta vuelve a jugar un papel importante.


“Open the Kingdom” - Subtitulada como “Liquid Days part II”, es nuestra canción favorita de todo el trabajo. Douglas Perry toma las riendas de una pieza magnífica introducida por un piano solemne y que está llena de cambios de ritmo en una evolución extraordinaria. Es como si resumiéramos lo mejor de una ópera como “Satyagraha” en apenas cinco minutos con un “in crescendo” final realmente espectacular. Uno de los mejores Glass de siempre, en nuestra opinión.




“Forgetting” - Cerrando el ciclo volvemos a la combinación Kronos Quartet / The Roches / Linda Ronstadt para interpretar un texto de Laurie Anderson. Es una canción que mezcla partes vocales lentas (con el cuarteto de cuerda) con otras más rápidas en las que interviene parte del grupo de Glass. Un buen cierre para una colección de temas que han quedado bastante olvidados en el repertorio “glassiano”.


Glass y su ensemble llegaron a actuar interpretando “Lightning” en el Saturday Night Live, con todo lo que eso conlleva, y la canción sonó con cierta asiduidad en aquellos años en la radio, incluso aquí en España pero en ningún caso podemos hablar de un éxito popular aunque “Songs from Liquid Days” es el único disco del músico que llegó al top-100 general de la revista Billboard (puesto 91) permaneciendo trece semanas en las listas. En todo caso, la crítica de la época, pese a ponderar en su justa medida el trabajo, no pasó de considerarlo “un Glass menor”. En nuestra opinión, esta valoración no es del todo correcta y creemos que “Songs from Liquid Days” es uno de sus mejores trabajos de los ochenta y un paso hacia la comercialidad muy contenido que mantenía toda la esencia del compositor en aquellos tiempos además de revelar una desconocida habilidad para escribir canciones cortas más allá de las que se podían escuchar en el contexto de sus óperas. Con los años, Glass ha llegado a escribir varias más con resultados notables en muchos casos pero lejos del nivel de esta colección según nuestro criterio. Sin ponerle un “pero” al disco, siempre nos llamó la atención que el músico no hubiera pensado en que fueran los autores de cada texto los encargados de cantarlo. Hay cortes como el último de Laurie Anderson en los que creemos que su voz habría funcionado de maravilla aunque seguramente había asuntos legales y de contratos de los artistas con sus respectivas discográficas que lo habrían complicado mucho.