En 2004, AIR publicaron su disco más descaradamente pop hasta el momento: “Talkie Walkie”. Aquello tuvo una muy buena acogida y propició que surgieran nuevas oportunidades artísticas para el dúo. Una de ellas tenía cierto paralelismo con lo que hizo otra popular pareja de pop electrónico en 1989. En aquel entonces, los Pet Shop Boys relanzaron la carrera musical de una actriz y cantante que llevaba más de una década sin publicar ningún disco. En el caso de los británicos hablamos de Liza Minelli y “Results” y en el de los franceses sucedió con Charlotte Gainsbourg en 2006. Godin y Dunckel compusieron un disco completo para la actriz, “5:55” que fue un éxito notable en su momento.
Lo interesante para el disco del que vamos a hablar hoy es lo que de aquella colaboración se trajeron los miembros de AIR, algo que nos hace pensar que parte del material de “Pocket Symphony” (el trabajo que nos ocupa hoy) son descartes de aquellas sesiones. Y es que varios de los artistas invitados al disco de Gainsbourg repiten en el de AIR, concretamente el legendario percusionista nigeriano Tony Allen y los cantantes de Pulp, Jarvis Cocker, y de The Divine Comedy, Neil Hannon. En cualquier caso el nuevo disco de AIR no iba a continuar la línea más pop de su citado “Talkie Walkie” sino que iba a volver a los sonidos más atmosféricos de sus primeros trabajos sin renunciar a una cierta comercialidad en determinados momentos. Este perfil algo más conservador del disco puede tener también algo que ver con que Dunckel acababa de lanzar su primer disco en solitario, “Darkel”, en el que exploraba sonoridades algo más duras y experimentales saciando así esa vertiente de su obra. Los últimos discos de AIR, así como el de Gainsbourg, habían contado con la producción de Nigel Godrich, a quien siempre asociamos con su trabajo con Radiohead, y que seguramente fue el responsable de la presencia en el disco como percusionista invitado de Joey Waronker.
“Space Maker” - El primer corte del disco es una pequeña maravilla ambiental a base de percusiones, guitarras, piano y sintetizadores que nos remiten a sus primeros trabajos pero con una mayor riqueza instrumental. Sigue teniendo ese aire retro pero las referencias a Pink Floyd, por ejemplo, aunque siguen presentes, son mucho más sutiles.
“Once Upon a Time” - El que fue primer single del disco es una gran canción casi monopolizada por un piano obsesivo ayudado por percusiones (en su mayor parte, glockenspiel) y ese particular registro vocal femenino que utiliza Dunckel en muchas de las canciones del dúo.
“One Hell of a Party” - Jarvis Cocker hace su intervención en el disco como vocalista en esta balada con aires de Bowie en la que el propio Cocker es el responsable de las letras. Es una pieza intensa con arreglos muy complejos y un extraordinario trabajo de producción que invita a bucear en la canción identificando nuevos sonidos cada vez.
“Napalm Love” - Algo más electrónico es el siguiente tema en el que el dúo se mete en complicaciones instrumentales que hacen que pensemos en la evolución hacia la electrónica de Radiohead en los primeros años de la década con Godrich como colaborador fundamental. Se mantiene el espíritu de AIR pero convenientemente “ensuciado” para conseguir un toque más oscuro que le sienta muy bien a la voz de Dunckel.
“Mayfair Song” - Continuamos con un corte instrumental en la línea de lo que escuchábamos en “Moon Safari” en su día pero con una menor carga “retro”. Se mantiene el toque nostálgico pero sin tantas referencias sonoras al pasado. Una vez más, es un tema complejo, con muchos recovecos y diferentes secciones que invita a la escucha repetida para apreciarlo en su totalidad.
“Left Bank” - La siguiente canción suena como si Simon and Garfunkel hubieran sido abducidos por un platillo volante y devueltos a la tierra con conocimientos sobre sintetizadores. Una curiosa mezcla entre el estilo de AIR y juegos vocales de otra época con guitarras que suenan intencionadamente fuera de tono en una canción rara pero extrañamente atrayente.
“Photograph” - Volvemos a las escenas sonoras más evocadoras del dúo en una canción lenta que no habría desentonado en la banda sonora de “The Virgin Suicides” que comentamos aquí no hace mucho tiempo. Esponjosos colchones electrónicos, piano, guitarras, un bajo lleno de personalidad para completar una pieza que contiene toda la esencia del sonido de AIR.
“Mer du Japon” - En los meses anteriores a la grabación del disco, Nicolas Godin estuvo aprendiendo a tocar algunos instrumentos japoneses (el koto y el shamisen) con un maestro de aquel país y en el disco los utiliza en varios cortes. Quizá este título tenga que ver con el interés del músico por el país pero lo cierto es que la música va por otros caminos. De hecho, el que fuera segundo single del disco suena mucho más potente que el resto de canciones del mismo, con un ritmo agresivo y pegadizo que nos remite a los temas más dinámicos del antes citado “Moon Safari”. Uno de los mejores momentos del disco, en nuestra opinión.
“Lost Message” - Cambio total de estilo con este lento instrumental electrónico de aire setentero en el que el dúo se recrea en una sencilla melodía que se repite una y otra vez. Delicioso, como todo lo que ha hecho la banda en esta línea.
“Somewhere Between Waking and Sleeping” - Faltaba Neil Hannon por hacer su aparición y lo hace en esta canción en la que se muestra bastante comedido respecto a su habitual forma de cantar, mucho más intensa normalmente. La pieza muestra unos arreglos vocales fantásticos con la voz de Hannon duplicada y jugando consigo misma en unas líneas muy logradas. Un ejemplo perfecto de colaboración entre artistas en la que ambas partes están presentes sin que ninguna de las dos opaque a la otra.
“Redhead Girl” - Acercandonos al final nos encontramos con otra gran canción en la que escuchamos un importante uso de “samples” vocales junto con una atmósfera muy al estilo de Angelo Badalamenti. Impecable.
“Night Sight” - Y ya para terminar, un precioso tema instrumental lento con protagonismo total para el Fender Rhodes de Dunckel. Ambiental y repetitivo pero que nos encanta y con ese toque etéreo que Vangelis le daba a los documentales de Frederic Rossif.
Desde un punto de vista puramente comercial, “Pocket Symphony” no terminó de funcionar del todo bien y su acogida fue peor que la de los trabajos anteriores por lo que podemos decir que marca el comienzo del declive de la banda que, de hecho, solo ha publicado un par de discos más desde entonces (y uno es una banda sonora). En todo caso, no nos parece que este sea un trabajo desdeñable y probablemente esté a la altura del anterior, si no por encima. A la espera de confirmar si el reciente regreso del dúo a los escenarios nos va a traer o no algún nuevo disco, es buen momento para repasar la discografía de AIR, no demasiado extensa y, por lo tanto, sin discos suficientes como para llegar a tener ninguno malo.
Todos los discos de AIR suenan fenomenal, pero Pocket Symphony es especial en este aspecto: suena impecable. Como disco para mi gusto es algo irregular, con algún momento "plomazo", pero en cualquier caso sigue siendo un buen disco al que regreso puntualmente.
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