Pongámonos en situación. Por un lado tenemos a un compositor vanguardista, con una cierta popularidad, aunque con una obra muy difícil de comercializar por estar formada, en su mayor parte, por composiciones monumentales en cuanto a duración y poco asequibles para el oyente medio que compraba discos a comienzos de los años ochenta. Por otra parte, encontramos a CBS, discográfica de corte pop-rock principalmente que acababa de firmar un contrato con el compositor para publicar sus obras. El hecho puede parecer normal pero no lo era tanto. De hecho, muy pocos compositores “clásicos” habían firmado este tipo de contratos discográficos (los ejemplos de Stravinsky o Copland son alguna de las pocas excepciones a esta regla).
Hasta entonces, la trayectoria discográfica de Glass era muy dispersa. Había publicado alguna pieza suelta con Chatham Square, las dos primeras partes de su “Music in Twelve Parts” con Caroline, otro disco con composiciones para teclado en Shandar y el LP “North Star” con Virgin, con la música para un montaje teatral. “Glassworks” iba a ser el primer disco publicado por Glass que fue compuesto específicamente como tal.
Así pues, tenemos a un compositor acostumbrado a grandes desarrollos musicales con piezas que se extendían a lo largo de minutos y más minutos, enfrentado al reto de escribir una serie de piezas más cortas de lo habitual y diseñadas para atraer, en cierta forma, a un público nuevo y con poca relación con los asistentes habituales a los conciertos de la Philip Glass Ensemble.
“Opening” – Con un título tan simple como descriptivo se abre la serie. Tenemos una composición para piano que sigue los principios de repetición y sutiles variaciones tan característicos del estilo de su autor. Sin embargo, el hecho de estar todo comprimido en una duración de alrededor de seis minutos elimina de raiz el principal problema al que se enfrentaban los compositores minimalistas de la época: el aburrimiento y la supuesta monotonía de sus obras, muy difíciles de asimilar por el oído poco dispuesto. “Opening” es hoy en día una de las piezas más interpretadas del repertorio del compositor y ha sido grabada por multitud de artistas con distintos arreglos. La versión del disco está interpretada por el colaborador más estrecho de Glass: Michael Riesman.
“Floe” – Mezclandose con las últimas notas de la obertura, escuchamos los cornos franceses interpretados por Sharon Moe y Larry Wechsler que sirven de introducción para la segunda pieza del disco. El cambio es radical y pasamos de una pausada pieza para piano a una de esas composiciones de Glass para su ensemble en las que nos envuelve un ritmo frenético con los teclados y los vientos arrastrandonos en un remolino que parece no tener fin. Como ocurre en todo el disco, al estar todo mucho más comprimido de lo habitual, la escucha se hace mucho más placentera. Con todo, “Floe” es un tema de difícil asimilación en una primera escucha.
“Islands” – Recurriendo al tópico, tras la tormenta llega la calma y del mismo modo, el disco entra en una fase tranquila de la mano de la sección de cuerdas que lleva el peso de la composición a lo largo de los primeros minutos. Es este un Glass nuevo en cierta forma para el oyente de 1982 ya que la forma de construir el tema a partir de la citada sección de cuerdas a la que poco a poco se van uniendo el resto de instrumentos, no era algo habitual en el compositor, aunque en su reciente ópera “Satyagraha” de la que ya hablamos por aquí tiempo atrás, había varios pasajes que apuntaban en esta dirección. Ningún sobresalto nos espera a lo largo de la pieza que se despide casi como comenzó.
“Rubric” – Se repite la formación instrumental de “Floe” y con ella vuelven los ritmos ágiles y los esquemas de las piezas clásicas del Glass minimalista como su “Music in Fifths”, “Music in Twelve Parts” o “Music in
Similar Motion”. Una pieza interesante que sirve de preludio al mejor momento del disco.
“Façades” – Los primeros ochenta fueron importantísimos en la carrera de Glass ya que en esos años vieron la luz varias de sus obras más populares. En el momento de componer “Glassworks”, el músico estaba trabajando en otra de sus obras más importantes: la banda sonora de la película “Koyaanisqatsi”. Como suele ocurrir cuando se trabaja para el cine, parte de la música compuesta no encuentra acomodo en el montaje final de la película. “Façades” es uno de esos casos. Descartada del film, Glass encuentra acomodo para la composición en este disco y tenemos que felicitarnos porque así fuera ya que se trata de una de las mejores composiciones del músico en toda su carrera, en nuestra humilde opinión. Comienza la pieza con una cadenciosa sección de cuerda en tonos graves que va repitiendose con ligeras variaciones con dos melodías combinadas. Al cabo de un rato escuchamos un saxo como un lamento con notas largas y lúgubres de una tremenda emotividad, culminadas con una secuencia ascendente de seis notas. Esta parte se repite en varias ocasiones hasta que se incorpora un segundo saxo que inicia una especie de danza ritual junto al primero a imitación del juego inicial entre los cellos y los violines. La fuerza expresiva de la pieza llega a alcanzar momentos de gran sensualidad desmintiendo el tópico de la supuesta frialdad de la música de Glass y, por extensión, de todo el género minimalista.
“Closing” – Tras el climax alcanzado con la pieza anterior, sólo queda cerrar el disco de la misma forma en que se abrió. Así, la composición que pone el punto final a la serie es una revisión de la pieza inicial adaptada para una sección de viento, violín, viola y piano.
Como podeis imaginar, “Glassworks” supuso un hito en la carrera de su autor que salió del “ghetto” de la vanguardia neoyorquina y comenzó a hacerse popular en muchos otros ámbitos. No diremos que se convirtió en una estrella del pop porque la afirmación no se correspondería con la realidad pero sí que se alcanzó una posición de mayor visibilidad dentro de una escuela de compositores que poco a poco se estaba haciendo un hueco en las discotecas de los aficionados. Del mismo modo, esta popularidad creciente comenzó a suscitar los primeros recelos de cierta parte de la crítica (y, por qué no decirlo, de otros colegas compositores) que veían como un movimiento sospechoso el acercamiento del compositor al mercado discográfico por un lado, y al cine por otro, actividades ambas que no parecían casar muy bien con el rol del compositor serio y adusto, encerrado en su habitación que sólo abandonaba para asistir a las representaciones de sus obras.
Al margen de sus méritos musicales, Philip Glass se ha destacado por saber moverse a la perfección en todos los ámbitos de su profesión. Fue vanguardista y revolucionario cuando tocaba, supo introducirse en el mercado discográfico como ninguno de sus contemporaneos lo hizo hasta un tiempo después (y entrando por las mismas puertas que Glass había ido abriendo), cambió el panorama de la música teatral contemporanea, aprovechó las oportunidades que el cine le ofreció para ampliar sus registros y todo esto manteniendo una coherencia y un nivel de producción realmente encomiables. En toda esta trayectoria, “Glassworks” tiene un papel fundamental y es, probablemente, la mejor vía de entrada para el neófito interesado en la obra de uno de los más populares compositores vivos. Desde aquí, no podemos hacer otra cosa que recomendar el disco en la seguridad de que se convertirá en uno de esos trabajos imprescindibles sobre los que el aficionado vuelve una y otra vez.
Los intérpretes del disco son los miembros habituales del Philip Glass Ensemble, es decir: Michael Riesman (piano, órgano, sintetizadores), Jack Kripl (flauta, saxo soprano, clarinete bajo), Philip Glass (órgano), Jon Gibson (saxo soprano), Richard Peck (saxo tenor), Sharon Moe (corno francés), Larry Wechsler (corno francés), Linda Moss, Lois Martin, Julian Barber, Al Brown, Maureen Gallagher (violas), Seymour Barab, John Abramowitz y Fred Zlotkin (cellos).
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Os dejamos con una versión en directo de "Opening" a cargo de la pianista Branka Parlic:
No todo el mundo valora con justicia este trabajo, aunque precisamente por ser el minimalismo y Glass -a veces- tan poco accesibles para el gran público, un disco como este tiene ese mérito añadido.
ResponderEliminarSaludos!