En la última entrada dedicada días atrás al músico francés, hablabamos de su transición de lo que fue la electrónica “analógica” a la “digital”. Hoy vamos a hablar del disco con el que Jarre hizo el camino contrario para volver a los sonidos que le hicieron popular. Aquellos fueron unos años complicados para él y es difícil saber cómo habrían sido las cosas si hubiera cambiado una sóla de las circunstancias que se dieron en aquel momento.
¿Qué queremos decir con esto? 1996 y 1997 fueron años de muchos cambios en todos los ámbitos para el músico. En lo profesional, habia importantes rumores, confirmados algo después, de una ruptura con su colaborador más estrecho, Michel Geiss. En lo personal, similares rumores acechaban su matrimonio con Charlotte Rampling. Y por si esto fuera poco, el músico iba a empezar a publicar sus discos con Sony, en lugar de Polydor, su distribuidora desde el éxito mundial de “Oxygene”. No sabemos cuál de esas circunstancias tuvo más peso para la decisión que se iba a tomar acerca del rumbo a seguir en el nuevo disco pero el hecho es que se hablaba cada vez de forma más insistente de una vuelta a los orígenes, un retorno a los sonidos y a las formas de componer de Jarre en sus primeros años, alejandose un tanto de las nuevas tecnologías y las corrientes de moda de la música “dance” a las que se había aproximado en años anteriores.
Imagen del video promocional de "Oxygene 8" |
Todo esto parecía confirmarse cuando surgió la noticia de que el disco de debut de Jarre en Sony iba a llevar el título de “Oxygene 2” (aunque luego no fue exactamente ese). Parecía que las especulaciones anteriores no iban desencaminadas y las espectativas se dispararon. Con los antecedentes del “Tubular Bells II” de Mike Oldfield aún recientes, había una gran curiosidad por ver cuál iba a ser exactamente el tono de Jarre en su aproximación a su disco más importante. El título de “Oxygene 2” sugería claramente que estabamos ante una segunda parte del disco pero cuando se conoció cuál iba a ser, finalmente, el nombre definitivo, la cosa parecía algo distinta y el propio Jarre lo veía así. No se iba a tratar de una segunda parte, al modo de “Rocky 2” (comparación que utilizó en varias entrevistas el artista francés) sino de una continuación de “Oxygene” allá donde terminaba el disco en 1976. Así, si el clásico constaba de seis partes numeradas correlativamente, su continuación nos iba a mostrar las partes de la séptima a la decimotercera. El título, absolutamente revelador: “Oxygene 7-13”.
Hablabamos recientemente del cambio tan grande que supuso la llegada de los sintetizadores digitales a principios de los ochenta pero aquella revolución tenía un lado oscuro y es que muchos de los artistas de los setenta, ante las limitaciones de los sintetizadores analógicos, hicieron de la necesidad virtud y emplearon horas y horas ante los aparatos peleando por exprimirlos hasta el máximo de sus posibilidades. Aquel espíritu investigador llevó a obras experimentales y vanguardistas que cambiaron la propia manera de hacer música. Los digitales ofrecían unas posibilidades aparente mayores con sólo apretar un botón. No había necesidad de experimentar, de crear nuevos sonidos. Lo que había hecho grande y distinto a todo un género estaba desapareciendo y se había pasado de una música a la que se podía definir con propiedad como música electrónica a otra que no dejaba de ser música hecha con sintetizadores. La diferencia puede ser inexistente para muchos pero es más importante de lo que parece. Baste comparar obras de los setenta de autores como Schulze, Jarre, Tangerine Dream, Vangelis o cualquier otro puntal de la música electrónica con otras de esos autores de los noventa para darse cuenta de que había algo que se había perdido por el camino.
La idea de Jarre era recuperar ese “algo”, esa magia del modo antiguo de hacer música con sintetizadores que, por un motivo u otro, parecía haberse perdido. Para ello, insistió hasta la saciedad en cada entrevista que concedió por aquellos años en las bondades de los sintetizadores analógicos (“Los stradivarius de la música electrónica”) como repetía una y otra vez a modo de mantra, justificando la vuelta a las esencias. Para que este retorno fuera completo, Jarre recuperó los mismos instrumentos con los que se grabó “Oxygene” en 1976 aunque no quiso prescindir de algún que otro juguete de última generación para conectar de algún modo pasado y presente. Así las cosas, apareció en las tiendas “Oxygene 7-13” con portada de Michel Granger, muchos años después de la anterior que hizo para Jarre (“Rendez-Vous” en 1986) y en dos versiones, una normal y otra con un curioso efecto tridimensional.
“Oxygene 7” – Abren el disco cuatro notas espaciadas repetidas un par de veces y antes de que nos hayamos acomodado en el sillón, entra un ritmo familiar que nos recuerda, inevitablemente, al de “Oxygene 4”, con una linea de baja muy similar a la del clásico. Sin llegar a los niveles de excelencia de su predecesor, el tema funciona perfectamente y sirve para ponernos en situación sobre lo que vamos a escuchar en los minutos siguientes. La composición aparece subdividida en tres partes. Tras la primera, con el protagonismo de la melodía inicial, pasamos a una segunda más centrada en el ritmo y las atmósferas para terminar con uno de esos interludios tan característicos de su autor, en el que se juntan los efectos sonoros (en este caso de lluvia) con fondos lo-fi, cuerdas solemnes, algunos retazos de secuencias flotantes por aquí y por allá. Salvando las distancias, la transición tiene bastante en común con la parte central de “Magnetic Fields 1” que comentamos recientemente.
“Oxygene 8” – Tras una introducción tan típicamente “jarrera” como la que acabamos de escuchar, nos encontramos con el tema que sirvió para el lanzamiento del disco como primer single. Una breve introducción de cuerdas con el viejo sabor del órgano Eminent, y el conocido pulso que sonaba en “Oxygene 4” veinte años atrás preludian un estallido rítmico con una secuencia veloz y una melodía tremendamente comercial en la que no faltan elementos techno. Se trata del único tema del disco con participación acreditada de otra persona distinta de Jarre: Christian Sales que se encarga de algunas programaciones y sonidos adicionales. Desde el mismo lanzamiento del disco se comentó que esta parte en concreto fue una imposición de la gente de Sony, que no acababa de encontrar un single comercial en el resto de cortes del disco y, ciertamente, el corte no parece encajar del todo bien junto al resto de piezas (al margen de que sin esta parte, el disco habría constado de seis fragmentos, al igual que el original).
“Oxygene 9” – De nuevo tenemos un tema dividido en tres partes. La primera de ellas, ambiental y planeadora, da paso a una segunda en la que podemos escuchar una melodía muy contundente en tonos graves que se nos antoja el equivalente a “Oxygene 3”. La tercera y última parte, sin embargo, nos remite casi sin diferencias a “Oxygene 1” de la que se conserva el esquema, los sonidos y las melodías con muy escasas variaciones. Parece evidente a estas alturas que la intención de Jarre con el disco no era sólo la de continuar donde terminó el primer “Oxygene” sino la de homenajearle recreando partes concretas en muchos de los temas.
“Oxygene 10” – Llegamos así al que fue el segundo single del disco y el tema en el que, supuestamente, se hacía uso del Theremin, uno de los primeros instrumentos electrónicos jamás creados. La pieza es la más rítmica del disco, aunque se sale un poco de los esquemas en los que se venía moviendo Jarre en los cortes anteriores. Lo marcado del ritmo e incluso ciertas partes de la melodía nos recuerdan mucho a otro tema clásico pero en esta ocasión de Kraftwerk: “Metropolis” de su LP “The Man Machine”.
“Oxygene 11” – En la época de “Chronologie”, Michel Geiss, la mano derecha de Jarre durante muchos años, construyó el “digisequencer”, un maravilloso secuenciador diseñado según las especificaciones del propio músico. La capacidad que ofrecía el aparato para construir y manipular secuencias en tiempo real era algo muy demandado por Jarre para construir sus composiciones más complejas en lo que a ritmos se refiere. La música de Jarre no ha estado tan marcada por las secuencias como en el caso de otros contemporaneos suyos (especialmente los de la Escuela de Berlín) pero es cierto que nos ha ido dejando una buena colección de temas de esas características y este “Oxygene 11” es un buen ejemplo.
“Oxygene 12” – Casi como si de una continuación del anterior se tratase, “Oxygene 12” nos deja una auténtica exhibición de ritmos y secuencias entrelazandose continuamente con fugaces esbozos de melodías y un precioso diálogo entre unos profundos golpes en tonos graves y unos afilados sonidos agudos dando una réplica perfecta. La composición es realmente espectacular y ha sido incorporada por Jarre a sus conciertos de forma permanente desde entonces.
“Oxygene 13" – El cierre del disco lo iba a poner una de las más emotivas melodías del Jarre de los últimos años. Con el mismo armazón rítmico de “Oxygene 6” (siguen, pues, los homenajes) el músico extrae de su Eminent una pequeña joya, extremadamente melancólica que pone un cierre sensacional al ciclo de “Oxygene”. El único pero que podemos poner es la base rítmica que funcionaba bien en el tema del disco del 76 pero no lo hace de la misma forma en el más actual. Sin ella, el corte habría sido realmente perfecto.
“Oxygene 7-13” tuvo una buena acogida en general y tuvo unas ventas más que aceptables. Supuso también la gira más larga de Jarre hasta la fecha con conciertos por casi toda Europa y un espectacular fin de fiesta en Moscú ante 3.500.000 de espectadores (cifra nunca del todo confirmada y que se nos antoja exagerada viendo las dimensiones del recinto). La gran virtud de la gira, y esto chocará a muchos lectores, fue la intención de Jarre de que toda la música fuera interpretada en directo (y hablamos de intención) para lo cual se escogieron recintos pequeños, muy alejados de lo habitual hasta entonces en la carrera del francés. Como ocurrió con el disco anterior, se lanzaron un montón de singles del trabajo con interminables listas de remezclas a cargo de los deejays de moda en aquellos años e incluso un disco completo titulado “Oddysey Through O2” con versiones techno de varios de los cortes del album.
Desde un punto de vista artístico la acogida de los aficionados fue algo así como lo que dice el refrán castellano: “a falta de pan, buenas son tortas” o lo que es lo mismo, si Jarre no quiere seguir evolucionando como hasta ahora, no está mal que haga lo que ya ha demostrado que sabe hacer bien. Quince años después, y en vista de la producción del músico en ese periodo, muchos vemos con mejores ojos aún este “Oxygene 7-13” de lo que lo hicimos en su momento pero tiempo habrá de hablar de esto más adelante.
Teneis a continuación un par de enlaces para comprar el disco:
amazon.es
fnac.es
Os dejamos con la versión de "Oxygene 13" que se escuchó en el concierto de Moscú del 6 de septiembre de 1997.
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Os dejamos con la versión de "Oxygene 13" que se escuchó en el concierto de Moscú del 6 de septiembre de 1997.
Dedicado a Paco Rico, que no lo podrá leer.
Bueno, la portada de Chronologie también era de M. Granger, pero es importante resaltar la intención de Jarre de rememorar el espíritu del Oxygene Original al volver a contar con una portada de este artista. En cuanto a la reseña del disco y tus comentarios, no puedo estar más de acuerdo, incluso cuando comentas los sonidos que sobran. También pienso que Oxygene 7-13 ha crecido con los años, al menos para mí. Gracias.
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