ECM es un sello
que se ha caracterizado por un sonido propio, unos altos niveles de calidad y
una personalidad muy marcada en todas y cada una de sus grabaciones. Dentro de
mismo han tenido cabida multitud de estilos, desde la música clásica al jazz
más vanguardista y no son pocos los discos maravillosos que han surgido bajo su
etiqueta en las últimas décadas. Dentro de las características que forman parte
de la “marca” ECM se encuentra una cierta frialdad en buena parte de la música
publicada por el sello, una elegancia y sobriedad que no hace demasiadas
concesiones a determinado tipo de expresiones musicales. Intuimos que esto tuvo
que ver con la salida de uno de sus artistas “estrella” a mediados de los años
80: Pat Metheny. Afirmaba el guitarrista que la política artística de la
compañía era muy restrictiva en muchos sentidos: “Grababas en dos días y tenías
un tercero para hacer las mezclas. Ese era tu disco. Ya fuera mejor o peor, te
gustase más o menos, ese era tu disco”.
Es probable que
no fuera ese el único punto en que Metheny no se sintiera cómodo con ECM ya
que, una vez abandonado el sello, su música experimentó un giro importante
incorporando multitud de elementos latinos, procedentes, principalmente, de
Brasil y Argentina, lo que se vio reforzado por la incorporación del
percusionista Armando Marçal a la formación. La otra gran novedad sí tenía que
ver con el tiempo disponible para grabar y mezclar el disco porque, a partir de
la firma con Geffen, los discos ganan en riqueza instrumental y en producción.
Hay una importante discrepancia entre los aficionados en este punto ya que, a
menudo, existe una gran división entre los partidarios del Metheny de ECM y el
posterior, al que acusan de dulcificar su propuesta musical, haciéndola más
comercial y menos auténtica. Siendo como somos admiradores de ambas vertientes
de la música del guitarrista norteamericano, nos cuesta alinearnos con una u
otra postura aunque tenemos que confesar que los discos de la etapa “post-ECM”
se encuentran entre nuestros favoritos de entre los publicados por el Pat
Metheny Group.
Hoy hablamos del
segundo disco del grupo en Geffen, titulado “Letter from Home”, aparecido un
par de años después del exitoso “Still Life (Talking)”, primero con la nueva
formación de la banda. Para “Letter from Home”, Metheny contó con Lyle
Mays (todo tipo de teclados, acordeón y trompeta), Steve Rodby (bajos), Paul
Wertico (batería, percusiones), Pedro Aznar (voz, guitarra, marimba, vibráfono,
saxo tenor, charango, melódica, flautas y percusiones) y Armando Marçal
(percusión). Destaca el regreso de Pedro Aznar al grupo tras su ausencia en el
disco anterior.
“Have You Heard” – El clásico sonido de piano de Lyle Mays
abre el disco con un ritmo sincopado al que no tardan en sumarse las
percusiones y los sintetizadores componiendo una amalgama de sonidos de jazz
latino acentuados por la voz de Pedro Aznar tarareando una melodía que refuerza
a la principal. Es entonces cuando aparece por primera vez la guitarra de
Metheny dibujando sus característicos arabescos. El disco comienza así de un
modo maravilloso que no es más que el prólogo de una gran experiencia.
“Every Summer Night” – El piano cambia de función para
convertirse en un elemento casi exclusivamente rítmico siendo el acordeón y la
melódica los instrumentos protagonistas de un segundo corte alegre aunque con
un punto tópico. En cualquier caso se trata de una escucha muy agradable en la
que, como siempre, destaca el solo final del propio Metheny y las
intervenciones de Mays al piano y también al órgano en la segunda parte de una
pieza que mejora mucho en ese tramo. La música ideal para dar un paseo, por
ejemplo, en una noche de verano.
“Better Days
Ahead” – Escuchamos aquí a un Metheny completamente rendido a los ritmos
brasileños, con una samba (o una bossa nova algo acelerada, no nos queda claro)
en la que sólo las percusiones acompañan a su guitarra en un primer instante
hasta que, más tarde, los teclados repiten la melodía inicial.
“Spring Ain’t Here” – Tras un comienzo en el que creíamos
que los aires del cono sur iban a seguir siendo protagonistas absolutos,
descubrimos que las percusiones del inicio no iban a disimular lo que no deja
de ser una pieza de jazz a la guitarra en la que el elemento latino es sólo un
aderezo más. Una vez más, el magisterio de Lyle Mays al piano es de lo
mejorcito de una composición que se cuenta entre las mejores del disco.
“45/8” – Entramos ahora en un pequeño segmento de tres
piezas cuya autoría es compartida entre Metheny y Mays, todas ellas llevando
por título exclusivamente notaciones rítmicas. La primera es de muy corta
duración y nos presenta una melodía muy viva con similitudes con algunos
fragmentos de “West Side Story”. Demasiado breve, en cualquier caso, como para
profundizar mucho más.
“5-5-7” – Tras el breve interludio, regresamos al jazz tal y
como lo concibe la pareja Mays / Metheny en otra pieza con el inconfundible
sello de la casa que transcurre por los cauces más o menos convencionales hasta
el segmento final en el que se acelera y en el que el teclista da una auténtica
lección de buen hacer. No es de extrañar que Lito Vitale se haya declarado en
muchas ocasiones “fan” de Mays porque su música no habría sido la misma sin su
influencia.
“Beat 70” – Otro de los temas “insignia” del disco es este
festivo corte de un ritmo contagioso, cercano al calypso que nos recuerda mucho
al Mays del disco “Street Dreams”, aparecido un año antes que el disco que hoy
nos ocupa. Sin duda, una de las mejores composiciones del disco y también una
de las más interpretadas por el músico en los años posteriores.
“Dream of the Return” – Lo habitual es que las
intervenciones vocales de Pedro Aznar junto a Pat Metheny no tengan texto pero
aquí tenemos una excepción en la que el argentino canta una letra propia en
español. Se trata de una balada de ritmo quedo que no llega a engancharnos
aunque no deja de ser una interesante curiosidad. Metheny no se ha prodigado
mucho con las canciones pero no olvidemos que un tiempo después de este disco,
jugó un importante papel en el lanzamiento de la vocalista Noa.
“Are We There Yet” – La única composición propia de Mays en
todo el disco es también la más arriesgada del mismo. Con una intrincada
estructura rítmica llena de variaciones y cambios, Mays y sus teclados
construyen una maraña realmente brillante que pasa del jazz a la fusión y al
rock progresivo sin despeinarse dejándonos realmente abrumados hasta terminar
con un misterioso pasaje electrónico cercano al ambient.
“Vidala” – También Pedro Aznar tiene su pequeño espacio
reservado y lo aprovecha con esta composición propia, basada en el folclore
tucumano. Una vidala es una composición poética que sólo ocasionalmente se
acompaña de música (siempre de percusión, caja o tambor y, a veces, de
guitarra). Aznar respeta ese esquema y añade algunos teclados y flautas aunque
sorprende un poco que cante en inglés. Aunque contrasta mucho con el estilo del
disco y del propio Pat Metheny Group, la composición es brillante y nos parece
muy acertada su inclusión en el disco.
“Slip Away” – Por un momento nos parece habernos confundido de disco y haber pasado al “Tango in the Night” de Fleetwood Mac por la similud del comienzo de la pieza con el “Big Love” del grupo de Stevie Nicks. Bromas aparte, al margen de la coincidencia rítmica, la composición de Metheny tiene todas las características habituales de su música y, en especial, las de la nueva encarnación del Pat Metheny Group.
“Letter from Home” – Para la conclusión, Metheny deja la
que, a nuestro juicio es una de las mejores piezas de toda su carrera. Una
delicadísima balada de aires impresionistas, contenida, íntima y de una belleza
arrebatadora que sirve para recordarnos que muchas veces no es necesario ningún
tipo de exceso instrumental o virtuosismo para crear música maravillosa.
Como apuntábamos antes, “Letter from Home” supuso un punto de inflexión en para muchos seguidores de Metheny. Existe una facción que nunca le perdonaría el giro hacia los sonidos latinos y la “dulcificación” (otros dirían comercialización) de su estilo. Otros asumieron el cambio como algo normal y seguramente hay también un nutrido grupo de personas que empezaron a conocer al guitarrista precisamente a raíz de este giro. Nosotros no creemos que el cambio fuera tan radical y ayuda a esa idea el considerar la trayectoria de Metheny en esos años en conjunto, teniendo en cuenta, no sólo sus discos con el Pat Metheny Group, efectivamente inscritos en un estilo más asequible, sino también los demás lanzamientos del músico con otras formaciones entre los que encontramos ejemplos del jazz fusión más vanguardista y arriesgado (“Song X”, junto a Ornette Coleman) y también más clásicos (“Question and Answer” con Dave Holland y Roy Haynes). El aficionado a Metheny de toda la vida seguía teniendo dónde escoger al margen del Pat Metheny Group si no terminaba de agradarle el giro que experimentó la banda a finales de los ochenta. Como siempre, los interesados podeis comprar el disco en cualquiera de los siguientes enlaces:
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