Algo más de 25
años después de la publicación de este disco, U2 son un grupo legendario que ha
conseguido algo que sólo está al alcance de los muy grandes: decenas de grupos
de éxito que suenan en las radios de todo el mundo en los últimos años suenan a
U2. Forman ya parte de una dinastía del rock en la que sólo se encuentran
nombres como los de los Rolling Stones, los Beatles, Pink Floyd, Led Zeppelin,
Deep Purple, Queen, The Who, The Doors y pocas bandas más de gran calibre.
Meses antes, sin embargo, esto no era así.
A pesar de haber
publicado ya un puñado de trabajos interesantes con varios éxitos
internacionales, la banda se encontraba en una especie de crisis de identidad.
Sus giras por los Estados Unidos y los contactos con otros músicos de renombre
habían hecho que apareciesen las dudas. En conversaciones con miembros de los
Rolling Stones o con Bob Dylan, por ejemplo, éstos hablaban de las raíces de su
música y de cómo era muy útil tenerlas presentes en los momentos de duda. Keith
Richards hablaba del blues, Dylan del folk americano... y ¿a dónde podían
remitirse los miembros de U2 en busca de inspiración? Los orígenes musicales de
la banda estaban en el punk, algo que mediados ya los ochenta, no parecía una
referencia demasiado prometedora. Esta especie de complejo de inferioridad
frente a otros artistas “con raíces” hizo que Bono y compañía hicieran caso del
consejo de Bob Dylan y buscasen sus raíces musicales en la tradición irlandesa
y en el folk americano.
A decir verdad,
ya con su anterior trabajo parecía que U2 buscaba un giro en su sonido, una
evolución hacia algo diferente a lo que habían hecho en sus primeros tiempos.
Si en aquel entonces optaron por buscar dos productores como Brian Eno y Daniel
Lanois, sería lógico pensar que en su búsqueda de las raíces, en un cambio de
sonido tan consciente como el que querían llevar a cabo con “The Joshua Tree”,
seguirían probando con nuevos colaboradores que les ayudasen a conseguirlo. La
apuesta, sorprendentemente, fue la contraria, es decir: repetir con Eno y
Lanois. Intencionadamente o no, lo cierto es que esa decisión fue un acierto de
esos que puede convertir una carrera simplemente interesante en otra gloriosa.
A los productores se sumó como ingeniero de sonido Mark Ellis, más conocido
como “Flood”, con una carrera interesante hasta ese momento colaborando con
grupos de pop electrónico pero también con Nick Cave, trabajos estos últimos
que llamaron la atención de la banda animándoles a contar con él en el nuevo
disco.
Entre giras,
grandes festivales y trabajo en el estudio, entre “The Unforgettable Fire” y
“The Joshua Tree” transcurrieron nada menos que tres años, todo un mundo en el
ambiente del rock y el pop pero la espera mereció la pena ya que el regreso de
U2 fue por todo lo alto. Los textos, obra todos ellos de Bono, exploran la
dualidad de sus sentimientos hacia los Estados Unidos. Por una parte, el
rechazo a sus políticas en Latinoamérica (estamos en plena era Reagan) y por
otra la admiración hacia sus paisajes (especialmente los espacios abiertos y
los grandes desiertos) y los ideales que alumbraron su nacimiento como nación.
Intervienen en el disco, al margen de la formación habitual de la banda, es
decir: Bono (voz, guitarra, armónica), The Edge (guitarras, piano, voces), Adam
Clayton (bajo) y Larry Mullen jr. (batería), Brian Eno (teclados y coros) y
Daniel Lanois (percusiones, teclados, coros y guitarras).
Una de las varias imágenes icónicas del libreto del disco. |
“Where the Streets Have No Name” – Un rumor electrónico
sirve como introducción a unos acordes de órgano que no sino el comienzo de uno
de los himnos más conocidos de la historia del rock en las últimas décadas. La
guitarra de The Edge comienza a sonar, inconfundible, formando junto con
batería y bajo una sección rítmica difícil de olvidar. Para cuando Bono
comienza a cantar el oyente ya está hechizado sin remedio y no tiene más
remedio que disfrutar hasta el final de una de las grandes canciones que nos ha
dado la música moderna.
“I Still Haven’t Found What I’m Looking For” – Dudamos que haya muchos discos que comiencen con la brillantez de “The Joshua Tree” y es que la fantástica canción inicial enlaza con otra no menos magnífica y que ostenta, como aquella, la categoría de himno. De nuevo esas guitarras envolventes que fueron santo y seña del sonido de U2 en los años de su colaboración con el tándem Eno – Lanois suenan a lo largo de todo el corte, una balada épica llena de magia.
“With or Without You” – Como reza el tópico, no hay dos sin
tres y el disco culmina un comienzo de leyenda con el tercer puñetazo directo
al plexo solar. Un suave ritmo de batería convenientemente apoyado por el bajo
sirve de pie para la guitarra “infinita” de The Edge que aprovecha ese invento
tan del gusto de Daniel Lanois, por otra parte. Este hallazgo sonoro tan simple
en apariencia sería el equivalente para los ochenta del “riff” que Robert Fripp
creó para ese otro clásico que fue “Heroes” de David Bowie y la propia canción
está a una altura similar salvando las distancias temporales. Evidentemente,
los tres primeros cortes del disco fueron “single” alcanzando un éxito mundial
y elevando al disco a la categoría de clásico desde su publicación.
“Bullet the Blue Sky” – El único problema que tiene un comienzo tan arrollador como el de “The Joshua Tree” es que, inevitablemente, el oyente tiene la sensación de que el nivel baja en lo que resta de disco. Ciertamente es así pero eso no quiere decir que lo que falta sea desechable. Comenzamos este tramo con una potente canción marcada por un oscuro fondo de bajo, deudor, quizá, del sonido de bandas como Joy Division. Bono combina la narración más o menos convencional con arrebatos de rabia muy acordes con el tono general del tema. Las guitarras incorporan un punto de acidez que no habían mostrado hasta ahora mostrando una variedad de recursos admirable en una banda de estas características.
“Running to Stand Still” – La exploración en músicas como el
blues da sus frutos en los primeros instantes de esta suave balada en la que el
piano hace acto de presencia por primera vez en el disco con un sonido
ligeramente distorsionado que contribuye a reforzar esa idea de búsqueda de una
tímbrica más desnuda, más auténtica, algo ciertamente tramposo puesto que el
disco tiene un importantísimo trabajo en estudio que es de todo menos
espontáneo.
“Red Hill Mining Town” – Otra muestra de ese rebuscar en las
raíces que guía el espíritu de todo el disco la tenemos en esta canción en la
que podemos escuchar, desde un cierto aire folk (no sólo americano sino también
irlandés) mezclado con aires gospel. En cualquier otro disco de la banda, esta
habría sido una de las canciones más destacadas pero en este queda relegada a
un segundo plano. Hay varias canciones en discos posteriores que alcanzaron un
gran éxito partiendo de premisas similares y que son inferiores a esta, en
nuestra opinión.
“In God’s Country” – Volvemos con las guitarras envolventes
y el bajo “à la Joy Division” omnipresente. La facilidad para construir buenos
estribillos de la banda tiene aquí otro ejemplo en una canción potente que, sin
ser de las imprescindibles, nos parece muy notable.
“Trip Through Your Wires” – Algo más forzado nos parece este
blues con aires country (o irlandeses, que al fin y al cabo es el orígen de
aquella música). A estas alturas el disco ya ha perdido mucho fuelle pero aún
quedan algunas oportunidades para remontar el vuelo como veremos.
“One Tree Hill” – Vuelve el grupo a las esencias de los primeros
cortes del álbum aunque sin llegar a los niveles de excelencia de aquellos. La
canción está basada en unos pocos elementos muy simples, especialmente en las
partes de guitarra pero sin demasiadas florituras se pueden construir canciones
notables como en este caso.
“Exit” – Los primeros momentos del tema sólo nos muestran un
lejano bajo pulsando una serie de notas mientras Bono canta en un segundo plano
que poco a poco se va haciendo más presente hasta ocupar toda nuestra atención
de la mano de las guitarras mas combativas de todo el disco. Quizá sea el tema
más arriesgado del disco por lo que se aleja del resto y, desde luego, nos
parece uno de los más interesantes.
“Mothers of the Dissapeared” – Como cierre, la banda nos
deja un himno reivindicativo con origen en el contacto de Bono con las Madres
de la Plaza de Mayo y grupos similares centroamericanos, afectados todos por el
apoyo a las dictaduras en aquellas regiones de la administración
norteamericana. La canción, como no podía ser de otra manera, es emocionante y
contiene un cierto poso esperanzado.
Cuando hoy en día tantas bandas suenan como imitaciones de
U2 es porque algo hicieron bien Bono y compañía en su momento. A la hora de
hablar de la banda irlandesa en el blog, habíamos pensado hacerlo con un
trabajo más afín a los estilos que por aquí tratamos como sería “Zooropa” pero “The
Joshua Tree” es tan grande que creímos necesario empezar por él quedando el
resto, quizá, para el futuro. Aquellos interesados en adquirir el trabajo, lo
tienen a su disposición en los enlaces siguientes:
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Nos despedimos con una versión en directo de "I'm Still Haven't Found What I'm Looking For":amazon.es
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