A Edgar Meyer el amor por el contrabajo le llegó por parte paterna. Su progenitor era director de una pequeña orquesta local en Tennessee y, además, intérprete de ese instrumento. Edgar jr. (su padre también se llamaba Edgar) se convirtió pronto en un virtuoso del contrabajo, no limitándose al repertorio específico del mismo sino adaptando piezas escritas para otros instrumentos, incluyendo obras maestras como las suites para violonchelo de J.S.Bach, obras que llegó a grabar en su momento.
De formación clásica, nunca se cerró a género alguno y así, interpretó jazz, folk y, cómo no, procediendo de Tennesse, bluegrass. Tampoco se limita a un solo instrumento y también domina el piano, la guitarra, la mandolina, el banjo o el violín entre otros. Con esas referencias, no extraña que a mediados de los años ochenta conociera a Bela Fleck y surgiera entre ellos la idea de colaborar. Ambos músicos se reunían para ensayar, para tocar juntos, para ensayar piezas de Bach... Llegaron a practicar con un repertorio conjunto de cara a ofrecer conciertos de forma paralela a sus carreras individuales pero por unas cosa u otras, la cosa se fue aplazando. La primera ocasión en que ambos artistas coincidieron en una grabación fue con un disco muy similar en su concepción al que comentamos hoy. Corría el año 1997 y los dos se juntaron con la leyenda de Windham Hill, el mandolinista y ex-integrante de Montreux, Mike Marshall. Sony Classical había comenzado a editar una serie de discos para diferentes tríos instrumentales en los que se combinaría la música clásica y el bluegrass entre otros estilos. En el trabajo inaugural, Edgar Meyer se vio acompañado del violinista Mark O'Connor y el violonchelista Yo-Yo Ma y para el segundo se escogió a Fleck y Marshall como “partenaires” del contrabajista.
El entendimiento entre Bela Fleck y Edgar Meyer fue perfecto por lo que acordaron que tenían que seguir viéndose para tocar y grabar en el futuro. La primera ocasión en que esto ocurrió fue en 2001 con otro extraordinario disco de Fleck titulado “Perpetual Motion” en el que se escuchan arreglos de piezas clásicas interpretadas por instrumentos diferentes a aquellos para los que fueron escritas. Los dos músicos se encargaron de los arreglos aunque para la interpretación contaron con un nutrido grupo de colaboradores. El éxito de la grabación (ganó dos premios Grammy) hizo que la pareja volviera a juntarse, esta vez sin la participación de ningún otro instrumentista. ¿El espíritu? el mismo que alumbró “Uncommon Ritual” (el disco de ambos con Mike Marshall del que hablabamos antes). Combinar composiciones propias con arreglos de piezas clásicas y también de jazz. ¿El resultado? Una delicia surgida de diferentes conciertos que el dúo ofreció entre 2001 y 2004.
Bela Fleck toca el banjo y la guitarra mientras que Edgar Meyer hace lo propio con el contrabajo y el piano.
Fleck y Meyer. |
“Big Tussle” - El trabajo se abre con una pieza de Fleck. En ella escuchamos el banjo acompañado del contrabajo, interpretado tanto con arco como pulsado a la manera del jazz más clásico. El tema, combina toques clasicistas con música de raiz americana, bluegrass con aires de ragtime y todo con un gusto exquisito.
“Invention No.10, BWV 796” - Pasamos a Bach, protagonista del disco junto casi al mismo nivel de Fleck y Meyer. La interpretación es absolutamente maravillosa y ambos artistas le hacen justicia a la partitura del genio barroco. Una miniatura deliciosa.
“Pile-Up” - Primera de las composiciones conjuntas de los dos firmantes del disco. Se trata de un dúo lleno de ritmo entre el banjo y el contrabajo, enfrascados en una placentera colaboración en el comienzo y en un brillante duelo después. Los cambios son constantes pero los mejores momentos son, sin duda, aquellos en los que los instrumentistas se enfrentan cara a cara en un desafío sin ganador posible.
“Prelude No.24, BWV 869” - Volvemos a J.S.Bach con uno de los preludios contenidos en el libro primero de “El Clave Bien Temperado”. Si bien la primera versión era impecablemente clásica, esta segunda tiene un cierto toque de jazz, especialmente por el papel de Meyer en el bajo continuo. Fleck, por su parte, hace que la música del maestro alemán suene como si hubiera sido escrita para un instrumento tan improbable como el banjo. Imperdible.
“Solar” - Pasamos ahora a Miles Davis con esta composición incluida en su disco “Walkin'” de 1957 y que enseguida se convirtió en un estándar interpretada por maestros de la talla de Chet Baker, Bill Evans o los más recientes Pat Metheny y Brad Mehldau. La versión de Fleck y Meyer es puro vértigo y toda una experiencia para el oyente.
“Blue Spruce” - Cambio total de registro el que se produce con esta composición de Bela Fleck. Ambos músicos apartan sus instrumentos y se lanzan con una pieza de piano y guitarra en la que se incluyen frases melódicas completas de composiciones de Bela para sus Flecktones. Extraordinario en todos los sentidos. Además, los dos artistas se permiten el lujo de demostrar que, aunque no sean sus instrumentos principales, su desempeño con ellos no tiene mucho que envidiar al habitual con banjo y contrabajo.
“Canon” - La primera pieza escrita por Meyer en solitario de todo el trabajo es una preciosidad en la que el contrabajo, actuando casi como un violonchelo, ejecuta una melodía muy inspirada que el banjo de Fleck va replicando después. El tema tiene reminiscencias folclóricas americanas y un sonido que podría encajar en los discos clásicos del sello Windham Hill de los años ochenta, especialmente en los del Modern Mandolin Quartet.
“The One I Left Behind” - Volvemos a Fleck que nos ofrece aquí un tema rítmico en el que reina el infeccioso contrabajo de Meyer creando la base perfecta para la pirotecnia interpretativa del banjo. Hay trazas de blues y de bluegrass, como no podía ser de otro modo. La técnica del contrabajista es impresionante y en el tramo final entramos en territorio country durante unos segundos llenos de magia.
“Menuet I-II from Partita No.1 BWV 825” - Enlazamos ahora dos piezas breves más de Bach resueltas con la habitual maestría por el dúo. La primera de consta de dos minuetos exquisitos ejecutados de forma insuperable.
“Prelude No.2 BWV 847” - La segunda es uno de los preludios más conocidos de el libro primero de “El Clave Bien Temperado”. Un alarde de ritmo y precisión en una ejecución a la que no se le puede poner ningún pero.
“Palmyra” - Cambio de registro. Meyer toca el piano mientras Fleck sigue con el banjo en una de nuestras piezas favoritas de todo el disco. Una melodía verdaderamente notable y una interpretación que consigue crear un ambiente con la tensión justa. Como esa novela que no podemos dejar de leer aunque nos aparte de otras obligaciones. La segunda parte del tema, ya con el contrabajo en escena, entra de lleno en territorios celtas sin que los músicos denoten dificultad alguna con el cambio de estilo, de modo que ambos se dirían nacidos en cualquier lugar del Condado de Donegal.
“The Lake Effect” - La pieza es, en realidad, un sólo de banjo, no demasiado largo por otro lado. En él, Fleck se explaya a sus anchas en el más puro estilo bluegrass. Un buen tema.
“Largo from Sonata” - La sorpresa del disco la constituye la presencia de música de Henry Eccles, compositor barroco inglés no demasiado conocido ya que la llegada a las islas de Händel en su tiempo, le eclipsó casi por completo. Es muy de agradecer que Fleck y Meyer rescaten maravillas como esta en la que el contrabajo dibuja una preciosa melodía apoyada humildemente con la guitarra.
“Allegro Vivace from Sonata” - Segundo homenaje a Eccles en un movimiento mucho más rítmico y vivo que el anterior. Meyer roza el cielo con el contrabajo en una demostración de cualidades portentosa que es correspondida por el público con la mayor ovación del disco muy merecidamente.
“Wrong Number” - Una introducción jazzística de piano, salpicada con sonidos de teléfonos móviles da paso al banjo en un guiño humorístico por parte de los dos músicos que van jugando con las interrupciones “tecnológicas” e improvisando sobre ellas. De hecho, son los teléfonos los que van marcando el ritmo para las improvisaciones del banjo y el contrabajo que se alternan a lo largo del corte.
“Woolly Mammoth” - Acercándonos al final del disco encontramos esta joya en la que los dos artistas se desatan con un largo corte en el que encontramos desde las influencias celtas (realmente una raíz común de la música country y el bluegrass) hasta ejemplos más claros de estos dos últimos géneros y destellos clásicos. Escuchamos también en este tema los momentos de mayor virtuosismo por parte de ambos músicos, especialmente en el apoteósico cierre.
“Wishful Thinking” - Cierra el trabajo una composición en solitario de Edgar Meyer interpretada por él mismo en su totalidad. Es una gran pieza de contrabajo con aromas tradicionales y un tono muy relajado que sirve para cerrar con delicadeza un disco diferente.
Que Bela Fleck es uno de los grandes músicos de nuestro tiempo es algo que ya sabíamos desde que escuchamos sus primeros trabajos con los Flecktones. Su versatilidad ha sido puesta de manifiesto en incontables ocasiones, tanto en sus discos en solitario como en sus colaboraciones con otros artistas de la talla de Chick Corea o el propio Edgar Meyer. Es éste último la gran sorpresa que nos brinda este disco ya que hemos descubierto a un verdadero virtuoso de un instrumento particularmente exigente, máxime cuando se le saca de un repertorio muy concreto.
Escuchar a Bach interpretado con un banjo o las vertiginosas combinaciones de instrumentos tan insospechados como los que se escuchan aquí en conjunción, es otro aliciente para acercarse a un disco muy distinto que recomendamos sin ninguna duda.
Os dejamos con ambos músicos interpretando en directo una pieza que no pertenece al disco: