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miércoles, 13 de septiembre de 2017
Max Richter - Three Worlds: Music from Woolf Works (2017)
La forma en la que Max Richter va quemando etapas en su carrera nos tiene verdaderamente sorprendidos. Tuvimos noticia de él con “Blue Notebooks”, uno de sus primeros discos que en aquel entonces nos causó una buena impresión pero en modo alguno nos hacía pensar en lo que iba a venir después. La idea que nos quedó fue la de un compositor muy interesante pero también algo lastrado por sus influencias que eran demasiado evidentes en muchas de sus obras.
Los elementos básicos que aparecían en aquella grabación se iban a repetir, con ligeras variaciones en sus siguientes trabajos pero paulatinamente se producía también una evolución por la que los conceptos tomados de otros artistas se iban disolviendo y dejando paso a una voz propia. Había piezas en sus primeros trabajos que atribuiríamos sin dudarlo a Philip Glass en algún caso o a Michael Nyman en otros. Eso ya no existe en el Richter más reciente cuyo estilo es ya plenamente reconocible. Además de eso, ha introducido un elemento de riesgo en su música muy de agradecer. Primero con apuestas de tan improbable éxito como reescribir las “Cuatro Estaciones” de Antonio Vivaldi a su manera, reto del cual salió airoso e incluso reforzado de cara a la crítica, algo completamente inesperado dado lo irreverente de la empresa. Más tarde escribiendo una obra de ocho horas de duración concebida para ser “escuchada” durante el sueño que, además, ha conseguido llevar de gira por multitud de ciudades. En paralelo a su carrera discográfica ha conseguido labrarse una interesante reputación en el mundo de las bandas sonoras alcanzando momentos brillantes en varias películas y en series de culto como la maravillosa “The Leftovers” cuyas tres temporadas son inseparables de la partitura de Richter que consigue llevar al extremo la emoción del espectador en los planos más conmovedores.
Su última propuesta tiene un ánimo transversal puesto que cruza varias propuestas artísticas. Se trata de poner música a un ballet basado en tres obras literarias de Virginia Woolf. La iniciativa parte realmente del coreógrafo Wayne McGregor, auténtico revolucionario de la danza contemporanea en el Reino Unido cuyo trabajo le hizo merecedor de la Orden del Imperio Británico cuando apenas tenía 41 años. En sus obras ha colaborado con alguno de los más prestigiosos compositores como Mark Anthony Turnage, Nico Muhly, Gabriel Yared o, más recientemente, Steve Reich. Su trabajo no se ha limitado a los escenarios sino que ha participado en la creación de videoclips musicales para artistas como los Chemical Brothers o Radiohead. En 2008 McGregor y Richter colaboraron por primera vez en el ballet “Infra” que cosechó multitud de premios y nominaciones en su momento y ambos repitieron experiencia en 2014 con la nueva partitura de Richter sobre las “Cuatro Estaciones” de Vivaldi como base.
En 2015 se estrenó “Woolf Works”, el ballet de McGregor que supuso su primera producción completa para el Royal Ballet. La obra constaba de tres secciones, cada una de ellas dedicada a una obra de Virginia Woolf. Los textos escogidos fueron: “Mrs.Dalloway”, “Orlando” y “The Waves”. Originalmente el ballet duraba cerca de dos horas pero con vistas a su publicación en disco, Richter consideró que era una duración excesiva por lo que hizo una selección de poco más de una hora que es lo que escuchamos en el CD publicado hace pocos meses por Deutsche Grammophon. Participan en el mismo la Deutsches Filmorchester Babelsberg dirigida por Robert Ziegler, un quinteto de cuerda del que forman parte dos antiguos miembros del reconocido Duke Quartet, John Metcalfe y Louisa Fuller junto con Natalia Bonner, Ian Burdge y Chris Worsey. Además de ellos escuchamos en el disco a Grace Donaldson (soprano), Mari Samuelsen (violin), Hila Karni (violonchelo) y Sarah Sutcliffe (narración).
Explica Richter en las notas del disco que para la primera parte, basada en “Mrs.Dalloway”, se centró en tres personajes de la novela: Peter, Sally y Septimus, apareciendo representado un cuarto (la propia ciudad de Londres) en el sonido de la campana del Big Ben que se escucha en varios momentos.
“Words” - Abriendo la sección podemos escuchar la única grabación que existe de la voz de Virginia Woolf procedente de un ensayo que la escritora leyó en 1937 para la BBC. La oímos sobre el fondo de la campana citada anteriormente.
“In the Garden” - La primera pieza musical propiamente dicha es un tema para piano y quinteto de cuerda. La melodía central recae en la viola de Metcalfe que ejecuta un tema de gran belleza subrayado, principalmente, por los dos violonchelos a los que se unen los violines en el tramo final. La pieza se organiza como un “in crescendo” y es una de las más líricas que ha escrito Richter en su trayectoria.
“War Anthem” - El siguiente tema es orquestal con el violonchelo de Hila Karni como instrumento solista. Es una pieza profunda y oscura con un desarrollo muy lento, casi plomizo, que entronca con la tradición de algunas de las obras de los compositores contemporáneos más reconocidos hoy en día como Arvo Pärt aunque también posee ese toque dramático que Nyman consigue darle a alguna de sus obras.
“Meeting Again” - Para cerrar la parte dedicada a Mrs.Dalloway volvemos a oir la campana del Big Ben y al quinteto de cuerda que acompaña a Richter. Esta vez la pieza es melancólica, con el clásico estilo minimalista del compositor al piano (esa parte parece tomada a préstamo de Philip Glass) que sirve como introducción a un desarrollo repetitivo pero de un efecto hipnótico muy bello.
La segunda sección del disco está dedicada a “Orlando”. En esa novela, Woolf abordaba los cambios que puede llegar a sufrir una persona y, en especial, la libertad sexual. Para ilustrar esto, Richter opta por tomar un tema universal utilizado por decenas de compositores de todas las épocas, “La folía”, y por realizar una serie de variaciones utilizando desde instrumentos solistas clásicos hasta síntesis por ordenador, pasando por la orquesta en pleno o los viejos sintetizadores analógicos. Según el músico, en el disco podemos escuchar la mitad de las variaciones que acompañaban la coreografía de McGregor. A título de curiosidad, el personaje de Orlando fue interpretado en la gran pantalla por la actriz Tilda Swindon, quien también ejercía de narradora en el disco de Richter “The Blue Notebooks” del que hablamos anteriormente.
“Orlando” está compuesta por once cortes de escasa duración. El primero, “Memory is in the Seamstress”, es una introducción en la que Sarah Sutcliffe recita un breve texto de la obra dando paso a “Modular Astronomy”, para orquesta y sintetizadores, una verdadera revelación en todos los sentidos. Richter combina ambos elementos de forma magistral creando un sonido híbrido entre ambos que consigue maravillarnos. Una verdadera joya.
“Entropy” es un interludio puramente electrónico en el que el músico utiliza estructuras clásicas de un modo muy atractivo. Un gran tema ambiental. Llegamos así a “Transformation” con la orquesta sonando de nuevo, ahora con Mary Samuelsen como violín solista. Otro gran tema con un punto épico que puede recordar al Clint Mansell de “Requiem por un Sueño”. El siguiente tema, “Morphology”, sigue con el protagonismo orquestal pero a la misma se suman los sintetizadores de Richter aportando elaboradas texturas y capas de sonido que se confunden con las cuerdas haciendo difícil identificar dónde empiezan unas y terminan las otras. Quizá la mejor pieza de todo el disco sea la breve pero intensa “The Tyranny of Symmetry”, una majestuosa pieza para orquesta de una fuerza irresistible que termina demasiado pronto.
Tras ella pasamos a “The Explorers” en donde volvemos a disfrutar de sonidos electrónicos envolviendo al violonchelo de Ian Burdge que desgrana una sucesión de notas en una cadencia típicamente barroca de gran inspiración. “Persistence of Images” recupera el mágico sonido de “Modular Astronomy” en lo que podría ser una prolongación de aquella. En “Genesis of Poetry” es donde más claramente escuchamos el tema de la folía que se filtra entre secuencias electrónicas deudoras de la “Escuela de Berlín” de los años setenta. Sin solución de continuidad llega “Possibles”, un tema ambiental exclusivamente electrónico que enlaza con el final de “Orlando”,
“Love Songs”, en donde escuchamos a un romántico Richter al piano con otra variación muy reconocible del tema central.
La tercera parte de la obra se centra aparentemente en “The Waves” aunque lo cierto es que Richter utiliza como inspiración principal la muerte de la propia Virginia. La pieza comienza con la actriz Gillian Anderson (la popular Scully de Expediente X) leyendo la nota de suicidio que Woolf dejó a su marido Leonard y todo en ella trata de evocar esa escena final, con sonidos acuosos recordando el icónico momento en que la escritora se adentra en las aguas del río por última vez.
“Tuesday” - La pieza más extensa de todo el trabajo tiene una enorme carga emotiva procedente del texto con el que Virginia Woolf se despedía de su marido. Sobre sus palabras se filtran poco a poco los sonidos de la orquesta que se recrean, especialmente en la primera parte, en las tesituras más agudas de las cuerdas. Richter teje un vaivén que se va apoderando del ánimo de oyente. Entretanto van apareciendo el resto de instrumentos que ya en la sección central forman verdaderas “olas” de sonido, justo antes de la entrada en escena de la soprano Grace Donaldson, realmente breve y sin un protagonismo especial. De hecho es después de su intervención y ya con la orquesta en pleno cuando asistimos a los mejores momentos de la pieza que, a nuestro juicio queda un poco coja por la falta de alguna variación en el tramo final. Por el contrario, en ese tramo es cuando más se acerca a sonidos ajenos, especialmente al Michael Nyman de “El Piano”.
En conjunto, “Three Worlds: Music from Woolf Works” es un disco un tanto irregular. Encontramos en él al Richter clásico en la primera parte junto con el más avanzado en la segunda para terminar con una última sección en la que encontramos algunos detalles del músico “clonador” de sus comienzos. Nuestra valoración general pese a todo, es positiva porque los buenos momentos del trabajo pesan más que los menos inspirados. Por todo ello seguiremos pendientes de los próximos trabajos de Richter que se ha ganado a pulso una atención preferente. Nos despedimos con Richter en concierto interpretando uno de los cortes del disco:
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