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domingo, 2 de septiembre de 2018
Depeche Mode - Music for the Masses (1987)
A mediados de los ochenta, muchas bandas se encontraron en una encrucijada. Los sonidos electrónicos del synth-pop que habían triunfado en los años previos, dejaban de llamar la atención como antes y buena parte de los grupos que abanderaron el movimiento iban desapareciendo de las listas o, directamente, disolviéndose. En la segunda mitad de la década, pocas de las bandas que estuvieron ahí desde el comienzo permanecían en primera linea y, pese a la aparición del alguna de nuevo cuño como los Pet Shop Boys, todo apuntaba a un rápido declinar del género.
Uno de los dinosaurios que contemplaba la caída del meteorito era la banda inglesa Depeche Mode. Su trayectoria había sido ascendente, es cierto, pero siempre a lomos de una popularidad asociada a todo el movimiento en sí. Sin ese impulso para mantenerlos ahí, no estaba nada claro el futuro de la formación. Sorprendentemente, cuando todo parecía apuntar en la dirección contraria, en 1987 grabaron el disco que lo cambió todo. El trabajo que convertiría a una banda más o menos popular en Europa en un tanque que llenaría estadios por todo el mundo incluyendo el siempre complicado mercado de los Estados Unidos. ¿Cómo se llegó a eso? Pues con una afortunadísima combinación de talento, elección de temas y sonidos y con un disco impresionante que supuso un salto evolutivo inmenso en la trayectoria del grupo. Los sintetizadores y las cajas de ritmos seguían siendo parte fundamental de lo que sonaba en el disco pero se redujo drásticamente el uso de “samples” y efectos similares ganando peso las guitarras de Martin Gore hasta crear un sonido diferente y con una personalidad nueva. Quizá el entorno adecuado para que las letras de la banda, mucho más serias y trascendentes de habitual en el pop electrónico, sonasen convincentes.
En cuanto a la trastienda del disco, la principal novedad es que Daniel Miller, fundador de Mute Records y productor habitual del grupo se alejó de las sesiones de grabación para tratar de eliminar ciertas fricciones que habían surgido entre ellos en los últimos tiempos. En su lugar se buscó a un productor de moda como era Dave Bascombe, ingeniero de sonido en el “Songs from the Big Chair” de Tears for Fears o en “So” de Peter Gabriel. Su toque fue la guinda que contribuyó a cambiar definitivamente la marca sonora de Depeche Mode pero también las ganas de probar algo nuevo del resto de la banda, especialmente de Alan Wilder quien estaba ya un poco cansado del sonido industrial de trabajos anteriores: “Creo que ya habíamos alcanzado y superado nuestra cuota de sonidos metálicos. No hay tantas formas de golpear un tubo con un martillo”, afirmaba entonces Wilder. A fe nuestra que lo consiguieron.
“Never Let Me Down Again” - El comienzo del trabajo es tremendo: un breve riff de guitarra seguido de una percusión abrumadora y la irrupción de los sintetizadores. Una ola de fuerza llena de agresividad no exenta de atractivos pasajes electrónicos y melodías de teclado indiscutibles combinadas con motivos llenos de épica y unos excelentes coros en la parte final a cargo de Martin Gore. Un verdadero cañonazo que deja al oyente completamente desarmado de cara a lo que vendría después.
“The Things You Said” - El segundo tema comienza con una maravillosa secuencia electrónica sobre un ritmo constante que va viendo cómo se añaden nuevas lineas de sintetizador continuamente. La voz principal es en este caso la de Gore quedando Gahan para los coros en una combinación exquisita.
“Strangelove” - Continúa el disco con uno de los “riffs” de teclado más conocidos de la banda y que retoma en cierto modo la tradición de discos anteriores, más centrados en este tipo de motivos. El sencillo ritmo al estilo de bandas como Kraftwerk ayudaba a crear esta impresión. Con todo, es otra de las grandes canciones del disco y un fijo en el repertorio de la banda en directo.
“Sacred” - Algo más oscuro es el comienzo de “Sacred” con un ambiente muy extraño en el que irrumpe la voz de Gahan para dar paso a un ritmo contagioso que nos acompañará hasta el final del tema. La variedad de timbres y sonidos utilizados por la banda en todo el disco se pone de manifiesto aquí aunque lo comedido de la producción evita que nos saturen consiguiendo otra canción redonda.
“Little 15” - Uno de los temas más curiosos es esta balada construida sobre una melodía repetitiva a base de “samples” de cuerda y con un interesante tono clasicista, reforzado por la melodía central de piano a cargo de Gore. Más “samples”, ahora vocales, aparecen en la segunda mitad de una canción extraordinaria y muy alejada del tono general del disco. Una de nuestras debilidades sin duda alguna.
“Behind the Wheel” - La segunda cara del disco se abría con otro de esos himnos electrónicos que adornan la carrera de Depeche Mode. En este caso es un poderoso tema a base de secuencias y programaciones que se convirtió en la apertura perfecta de los conciertos de la gira del disco.
“I Want You Now” - Más “samples”, en este caso de respiraciones y jadeos se combinan para formar la base rítmica de una balada clásica de Martin Gore. Es un tema muy llamativo que anticipa en cierto modo los experimentos con el “gospel” que la banda afrontaría más adelante en discos como “Songs of Faith and Devotion” pero que aquí suenan aún poco pulidos.
“To Have and to Hold” - Quizá la única canción prescindible del disco, en el sentido de que no aporta nada especialmente memorable más allá de una percusión muy poderosa. Su corta duración y su estructura repetitiva tampoco ayudan a que cale excesivamente en el oyente.
“Nothing” - No ocurre lo mismo con el siguiente corte en el que las secuencias electrónicas vuelven a ser protagonistas en el inicio construyendo una estructura muy sólida que más tarde dejará desarrollarse uno de los estribillos mejor construidos de todo el trabajo. Otro clásico.
“Pimpf” - Cierra el disco un instrumental minimalista que comienza con una breve melodía de piano que se repite una y otra vez y que se convierte en un auténtico “in crescendo” electrónico, coros apocalípticos incluidos. Un final extrañísimo para un disco magistral que trae además una sorpresa en forma de tema oculto, segundos después de su aparente conclusión.
El título del disco, “música para las masas”, respondía a la encrucijada de la que hablábamos al comienzo. Con el pop electrónico perdiendo presencia en las radios, Depeche Mode sabían que se jugaban mucho con este trabajo. Todo el mundo les animaba a hacer música más comercial para poder sobrevivir y ellos se lo tomaban a broma y, de hecho, escogieron el nombre del trabajo como un chiste porque no pensaban que un disco como este pudiera ser un éxito popular de ningún modo. Irónicamente, no sólo fue así sino que les convirtió precisamente en aquello de lo que se reían: en un grupo de música para las masas que se embarcó en una extensa gira con conciertos en Europa (incluyendo países del este), Japón y Norteamérica y que culminó en el Rose Bowl de Pasadena ante más de 60.000 personas.
“Music for the Masses” fue un disco excepcional y sólo la aparición de “Violator” un poco después impide que le consideremos como el mejor de la banda. Fue también gracias a este trabajo que Depeche Mode escapó del destino de la mayor parte de las bandas de su generación, declinantes en la segunda mitad de los ochenta, para convertirse en una de las grandes referencias de la música a partir de ese momento y una de las pocas cuya influencia llega hasta nuestros días.
Os dejamos con el videoclip de "Behind the Wheel", con un audio notablemente diferente al del disco:
Behind The Wheel posiblemente sea uno de mis 10 temas favoritos.
ResponderEliminarConocí a Depeche Mode cuando andaban por Exciter, pero no fue con ese disco sino con el 101 y un recopilatorio que cayó en manos de uno de mis hermanos por cuestiones azarosas que no vienen al caso. Pocos años después visioné el 101 (o lo que dejaron editado del concierto, mejor dicho) y me impactó esa puesta en escena en la que contrasta el primer plano de un cantante tipo "pop-star" con un segundo plano estrictamente electrónico hasta la médula de sintetizadores. En ese instante quedé enganchado a esta banda.
Es curioso porque normalmente la gente que se suma como seguidor a una banda lo hace gracias a trabajos coetáneos al momento en que despiertan su interés. Mi caso fue al contrario. Lo hice con un trabajo que ya llevaba 15 años publicado y en una época en la que la banda estaba de capa caída musicalmente hablando. Además, conforme fui descubriendo al Depeche Mode más reciente, menos me iba gustando (salvo Playing The Angel, para mí su último disco decente). Pero si de algo pueden presumir, es de haber sabido ir renovando su sonido hasta dar con una fórmula que, aunque viene siendo invariable en los últimos trabajos, y ayudado por en buen nombre de la banda, los sigue manteniendo en el candelero de la actualidad musical.
Gran análisis como siempre.
Te leo!!!
David