El regreso de John Anderson a Yes en 1983 no fue todo lo satisfactorio que el cantante esperaba. El primer disco de esa etapa, “90125” tuvo un notable éxito comercial que en cierto modo pudo justificar la “traición” de la banda al estilo que les hizo grandes en los años setenta pero “Big Generator” acabó con esa coartada. Aunque las ventas fueron aceptables y los singles llegaron a puestos altos en la listas, la crítica en general fue bastante dura y el disco pasa hoy por ser uno de los dos o tres más flojos de la carrera de la formación. Incapaz de corregir esa deriva de la banda de su vida, Anderson decidió abandonarla por segunda vez. Su primer impulso fue retomar su colaboración con Vangelis para la que ambos artistas habían trabajado un tiempo antes, escribiendo varias canciones pero la espina de Yes seguía clavada y el disco con el griego iba a ser aplazado. En su lugar, Anderson pensó en volver escribir para su vieja banda. Su relación con Chris Squire no era mala (de hecho, el bajista aparecería incluso en un videoclip de “In the City of Angels”, el disco en solitario de Anderson de 1988) pero la negativa de este a volver a las esencias de Yes hizo que el vocalista pensase en otra opción.
La formación de Yes en “Big Generator estaba integrada, además de por Anderson y Squire, por Trevor Rabin, Tony Kaye y Alan White. Con la excepción de Rabin, que se incorporó a la banda en 1982, el resto eran todos miembros veteranos del grupo pero no necesariamente los más carismáticos. Jon Anderson era muy consciente de esto y pensó en reunir a sus propios Yes poniéndose en contacto con Steve Howe, Rick Wakeman y Bill Bruford, integrantes de la formación más recordada por los fans. Squire se sentía muy cómodo con su banda por lo que ni siquiera se planteó abandonarla a la vez que recordó a Anderson que, dado que su abandono de Yes fue voluntario, el único legitimado en ese momento para utilizar el nombre de la banda era él. Ante la perspectiva de unos más que probables problemas judiciales, optó por una solución no del todo original pero con un potencial muy atractivo: prescindir de un nombre al uso y sustituirlo por los apellidos de los cuatro integrantes, a la manera de Crosby, Stills, Nash & Young o de Emerson, Lake & Palmer. La alternativa a Yes se llamaría Anderson, Bruford, Wakeman, Howe. Abreviado: ABWH.
Sobre el papel, la idea era interesante pero a la hora de la verdad, el trabajo iba a ser más un disco de Anderson con aportaciones de Steve Howe que una obra coral. Bill Bruford creía que iba a tocar la batería en un disco de Jon en solitario cuando se encontró con Howe y Wakeman, siendo en ese momento cuando empezó a olerse el pastel. En todo caso, el batería hizo una aportación importante incorporando a las grabaciones a su compañero en King Crimson, el bajista Tony Levin. Junto a Levin, aparecen otros músicos de sesiones como Milton McDonald (en su currículo, discos de las Spice Girls o Take That, entre otros) o el teclista Matt Clifford. Según algunas versiones, hay muchos otros músicos que intervienen de una u otra forma en el disco y que no aparecen acreditados. Incluso se ha llegado a afirmar que Bill Bruford no toca en ningún momento y que su participación en el proyecto se reduce a los conciertos de la gira posterior.
ABWH o, si respetamos el orden de la foto, AHBW |
“Themes” - El primer corte, dividido en tres partes, procedería de un par de demos de Jon Anderson y habría sido grabado por éste junto con los músicos de estudio contratados. Steve Howe apenas tendría una breve intervención a la guitarra en el tramo final. La pieza comienza con unas notas de teclado que se repiten unas cuantas veces hasta que aparece la sección rítmica, ya en la segunda parte, y Ánderson comienza a cantar su texto. Es un corte que comienza a recordar más a los Yes clásicos en el último tramo con la aparición de la guitarra y el solo de sintetizador que, sin llegar al virtuosismo habitual en Wakeman, sí que tiene todos sus tics. La tercera parte, instrumental como la primera, no está nada mal aunque lejos de los grandes momentos de la banda
“Fist of Fire” - Presumiblemente esta canción formaría parte de las escritas por Anderson para el proyecto con Vangelis que no llegaría a realizarse. Es uno de los temas con más fuerza del disco pese a que todo el peso lo llevan la voz y los teclados, quedando el resto de instrumentos en un segundo plano. Con todo, nos deja con la sensación que que podría haber dado mucho más de sí.
“Brother of Mine” - Nueva canción en tres partes, una de las cuales aparece acreditada a Geoff Downes, probablemente porque se trata de una demo que él y Howe escribieron para Asia y que quedó descartada. Probablemente la mejor pieza del disco desde el punto de vista del seguidor veterano de la banda. El comienzo es puro Jon Anderson y toda la primera parte, titulada “The Big Dream”, es notable. El segundo segmento, “Nothing Can Come Between Us” es una continuación perfecta del primero que nos lleva a la pieza de Downes en la que se aprecia ese cambio de estilo, especialmente en el largo estribillo que comienza con el título del tema: “Long Lost Brother Of Mine”. El cierre, con una orientación mucho más “pop” no desluce en absoluto la suite que aún está a buen nivel. En el tramo final escuchamos un amago de armonías vocales en el que se echa mucho de menos a Chris Squire.
“Birthright” - Ocurre aquí lo mismo que en el corte anterior. Max Bacon, vocalista de GTR, es el autor junto a Howe de esta canción escrita originalmente para un disco de la efímera banda liderada por Howe y Steve Hackett. El propio Matt Clifford, a quien ya citamos como músico de estudio del disco, llegó a girar con GTR en su momento. Con un texto que habla de la primera prueba nuclear británica que tuvo lugar en la población australiana de Woomera sin que el aviso llegase a tiempo a la población, es esta una de nuestras canciones favoritas del disco, especialmente por su segunda parte en la que los teclados recuerdan extraordinariamente a los de Vangelis.
“The Meeting” - Con este momento de tranquilidad el disco comienza a decaer visiblemente. Esta canción de Anderson, quien probablemente es también su único intérprete, está muy en la linea de sus discos en solitario pero no termina de encajar en un disco de Yes, por mucho que ahora se llamen de otra forma.
“Quartet” - Llegamos a una nueva “suite” en cuatro partes, tres de las cuales eran demos de Jon Anderson. “I Wanna Learn” es una aburrida pieza en la que sólo se salva la guitarra acústica de Steve Howe. “She Gives Me Love” parte de una composición del pianista Ben Dowling, y aporta muy poco al conjunto, más allá de algunas trompetas sintetizadas y unos pocos juegos de teclado aquí y allá. “Who Was the First” enlaza poco después confirmando que no hay forma de que la pieza levante el vuelo. Cierra la “suite”, “I'm Alive”. No es un mal tema pero los arreglos de cuerdas suenan tan artificiales y los sonidos escogidos para acompañarlos, tan edulcorados que distraen por completo de la escucha.
“Teakbois” - Tema de Anderson, probablemente destinado a su disco “Deseo”, trabajo de orientación latina que apareció unos años más tarde. Con mucha diferencia, lo peor de todo el disco. Una especie de pieza de baile caribeña que termina por desconectarnos del todo del trabajo.
“Order of the Universe” - El comienzo es puro AOR con todo lo que ello conlleva. Tampoco debería sorprender puesto que las de las cuatro partes de la pieza, tres eran demos de Steve Howe para Asia y GTR. “Order Theme” es un instrumental con aire de sintonía de informativos y unos teclados y unas guitarras que no pueden ser más ochenteras. “Rock Gives Courage” cuenta con Rhett Lawrence en los créditos y es de lo más salvable del tema pese a estar mucho más cerca de discos como “Big Generator” de lo que Anderson hubiera pensado cuando decidió dejar Yes. “It's So Hard to Grow” añade un poco de picante en forma de “hard rock” a la mezcla y consigue arrancarnos una sonrisa. y las otras procedentes de demos de Howe para Asia y GTR.
“Let's Pretend” - El cierre del disco cuenta con Vangelis acreditado como autor puesto que era un tema creado para Jon & Vangelis. Sin embargo es difícil encontrar alguna traza del griego en toda la pieza que no pasa de ser una balada correcta.
El único disco de estudio de ABWH tenía todos los ingredientes, a priori, para ser uno de los mejores trabajos de Yes pese a no llevar ese nombre. La formación clásica (menos Squire) firmando todos los temas, una portada de Roger Dean y el hecho de surgir como respuesta a la deriva comercial de los Yes nominales prometían grandes cosas. A la hora de la verdad, nada fue como parecía. Pese a lo indicado en los créditos, la participación de Wakeman y Bruford fue testimonial y el disco estuvo compuesto por retales descartados de distintos proyectos personales de Jon Anderson y, en menor medida, de Steve Howe. Pese a todo, el disco tiene buenos momentos y consigue, siquiera mínimamente, recordar a los Yes de su mejor época, como una banda tributo de hoy en día recuerda a la original. Como maniobra comercial, la idea de Anderson era discutible y pudo haber sido el primer paso para una guerra abierta con los Yes de Squire pero lo que sucedió después fue todo lo contrario. Quizá en un futuro nos ocupemos de esa etapa que fue un paso más allá, en todos los sentidos, de lo que significó el disco de ABWH.
Así sonaban ABWH en directo:
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