Una gran parte de los discos de Wim Mertens obtienen su inspiración de fuentes que revelan el alto nivel cultural del músico belga. Desde la compleja obra de Ezra Pound hasta la del poeta Calímaco pasando por la primera Guerra del Golfo o el cine mudo de principios del S.XX han servido en uno u otro momento como punto de partida de distintas obras de Mertens. Hoy hablaremos de uno de los pocos discos de la etapa más importante del compositor que aún faltaban en el blog: “Jeremiades”, inspirado en las lamentaciones del profeta Jeremías, autor de uno de los libros que componen el antiguo testamento.
Mertens afronta el disco justo después de su ciclo más hermético, “Gave Van Niets”, retomando las grabaciones para piano y voz que tenía un tanto aparcadas desde “Strategie de la Rupture”. El enfoque es bastante distinto del de trabajos anteriores, incluyendo piezas de duraciones muy variadas y con un componente repetitivo en muchos casos nada habitual en la música del pianista flamenco. Cada una de las seis composiciones que integran la obra se corresponde con una letra del alfabeto hebreo pero desconocemos si todas juntas (sería algo así como: יגאמקכ) forman alguna palabra con significado. El disco apareció en 1995 y contaba con una preciosa portada en la que aparece un fragmento del cuadro de Rembrandt, “Jeremías lamenta la destrucción de Jerusalén” en forma de puzzle a medio montar.
“Kaf” - El primer corte es el más extenso y también el más peculiar. Se basa en cuatro compases de piano que se repiten a lo largo de los más de veinte minutos de la pieza sin apenas cambios. Sobre ellos, Mertens improvisa, por un lado, distintas variaciones con el propio piano pero también con su peculiar canto quejumbroso que en esta ocasión viene que ni pintado dado el motivo central del disco. A priori es muy desconcertante ya que la base es siempre igual, sin la evolución típica de las composiciones minimalistas que podemos ver especialmente en Simeon Ten Holt (le citamos por ser el formato de piezas de larga duración para piano su favorito). Incluso hay largos tramos en los que la parte vocal se repite una y otra vez centrada en un mismo motivo pero a pesar de todo ello, la composición no se resiente y tampoco se hace larga.
“Kof” - El segundo corte tiene un esquema con algunos puntos en común con el anterior desde el punto de vista de que ambos parten de una base repetitiva pero en este caso es mucho más alegre y evoluciona de diferente forma. Es un ritmo sincopado, vivaz, casi juguetón que nos acompaña durante unos minutos hasta que aparece la voz de Mertens en su registro habitual. Es una pieza muy interesante aunque termina por parecernos algo obsesiva.
“Mem” - La siguiente composición nos devuelve al estilo más melódico de trabajos como “Strategie de la Rupture” o de las composiciones nuevas del directo “Epic that Never Was” con esas cascadas de notas que surgen como a borbotones pero que juntas terminan por desarrollar una melodía realmente bella, resaltada por la voz de Mertens en una de sus intervenciones más líricas de todo el trabajo. Una preciosidad que consigue transmitir emociones como solo el belga, de entre todos los minimalistas, consigue hacer cuando está inspirado. El cierre lo pone una delicada coda instrumental casi perfecta.
“Alef” - Llegamos a nuestra pieza favorita de todo el trabajo y una de nuestras preferidas de toda la producción para piano de Wim Mertens. Una melodía sencilla y cambiante, melancólica, sutil y llena de matices (hay unas notas que aparecen de vez en cuando que parecen un bajo tocado con una suavidad imposible). No llega a los cinco minutos de duración pero no necesita nada más porque es difícil mejorar lo que escuchamos en ese tiempo.
“Gimel” - Aquí el músico abandona los esquemas repetitivos para ofrecernos una larga composición de estructura progresiva que va creciendo a partir de una exposición inicial algo difusa hasta conformar una verdadera joya en la linea de trabajos como “After Virtue”, sin melodías concretas o, mejor dicho, con muchas melodías que vienen y van sin desarrollarse del todo. Una composición madura al mismo nivel altísimo de todo el trabajo.
“Jod” - El cierre es muy peculiar porque un disco en el que la mayoría de las piezas supera los siete minutos de duración (algunas con mucho) termina con una miniatura de apenas minuto y medio. Es una composición casi anecdótica, del estilo de las que aparecían en el single de 1991 “Hufhuf” acompañanado al tema central del mismo. Una curiosidad de esas a las que Mertens es muy dado de cuando en cuando.
Tenemos la impresión de que “Jeremiades” ha quedado un poco olvidado. Cuando pensamos en obras para piano y voz de Mertens enseguida nos vienen a la cabeza discos como “A Man of No Fortune And With a Name to Come” o el anteriormente citado “After Virtue” pero es raro acordarse en primera instancia de este trabajo que quizá quedó algo ensombrecido por la aparición en los años posteriores de dos de los discos más destacados del músico para el formato de grupo. Pese a todo creemos que aquí se encuentran varias de las mejores piezas para piano de la carrera de Mertens y que, en conjunto, es un disco soberbio que merece la pena conocer.
gran disco de Mertens.injustamente olvidado
ResponderEliminarUna música que se repite y reinventa en cada compás. La magia de cada nota, cada tiempo y cada silencio.
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