Hay ocasiones en
las que un músico recorre un camino absolutamente inesperado hasta acabar
consolidándose practicando un estilo musical radicalmente distinto a aquel con
el que dio sus primeros pasos en el mundillo discográfico y hoy tenemos el
mejor ejemplo de esto.
Pop Will Eat
Itself fue una banda de música alternativa que surgió en los años ochenta. En
sus comienzos hacían una música agresiva, con influencias del hip hop y otros
movimientos callejeros. Tras un disco no demasiado exitoso, contaron con la
producción de una superestrella como Flood con quien grabaron los dos
siguientes LP’s entrando en contacto con Trent Reznor quien enseguida los
“fichó” para acompañar a sus Nine Inch Nails en gira. A partir de entonces, el
estilo de la banda dio un giro hacia la música industrial y así grabaron sus
trabajos más interesantes. En 1996, la banda se disolvió temporalmente y sus
miembros comenzaron a buscar otros caminos.
El lider,
cantante y vocalista de Pop Will Eat Itself era un tal Clint Mansell. Ignoramos
las circunstancias en las que Mansell conoció al director de cine Darren
Aronofsky pero fue él quien le convenció de que su futuro podía estar en la
composición de bandas sonoras. El primer paso en esa dirección fue la
extrañísima ópera prima del cineasta, “π”. Mansell compuso tres temas para la película que
integrarían la banda sonora junto con música de Orbital, Autechre, Aphex Twin,
Roni Size, Massive Attack o Banco de Gaia. Lo más interesante es que, a partir
de ese momento, Mansell sería el encargado de la música de casi todas las
películas del realizador, incluyendo la siguiente “Requiem for a Dream” para la
que Clint escribió uno de los temas más icónicos que recordamos en el cine de
las últimas décadas, el inolvidable “Lux Aeterna”, utilizado hasta la saciedad
en cortinillas televisivas, anuncios y todo tipo de montajes audiovisuales.
No es, sin
embargo de una colaboración con Aranosky de lo que vamos a hablar hoy aunque sí
de otra banda sonora para una película de un director debutante: Duncan Jones. “Moon”,
que era en título de la película se convirtió en una de las grandes sorpresas
de 2009 por su excelente nivel, impropio de un debutante. La historia tomaba
elementos de clásicos de la Ciencia Ficción como “2001, a Space Odyssey”,
“Alien” o “Blade Runner” y los combinaba para crear una historia tremendamente
original. Existe un elemento común a las tres películas citadas que no es
baladí, especialmente por tratarse de cintas en las que hay muchos momentos sin
diálogos. Evidentemente, nos referimos a la banda sonora, magnífica en los tres
casos y todo un reto cuando se trata de ciencia ficción espacial sin demasiados
efectos especiales como ocurre en “Moon”.
Clint Mansell |
“Welcome to Lunar
Industries” – Un sonido electrónico sirve de introducción para el piano en una
intervención pulsante, reiterativa, hipnótica, con un ritmo constante en el que
comienza a surgir una melodía circular que será el tema central de toda la
banda sonora. No es necesario mucho más para atrapar nuestra atención como
pocas músicas lo consiguen hacer. Entonces, cuando parecía que el tema tocaba a
su fin, aparecen unos poderosos tambores que terminan de sobrecogernos. El
planteamiento musical es tan insólito que desde este momento, no podemos sino
dedicarle toda nuestra atención a la pantalla. Poco a poco se retiran las
percusiones y nos quedamos solos con las cuerdas, el piano y los efectos
electrónicos que despiden la pieza inicial en una extensa parte final muy
ambiental.
“Two Weeks & Counting...” – Las atmósferas electrónicas se combinan en varias capas para acompañar al piano, salpicadas de efectos sonoros al más puro estilo de Vangelis en “Blade Runner”. Ambient de la mejor calidad para transportarnos a la siguiente etapa.
“I’m Sam Bell” – Continúa el disco con un tema de música
puramente incidental y atmosférica que habría firmado el mismísimo Brian Eno.
Sintetizadores, samples y un piano evanescente, líquido, como el de Harold Budd
en las producciones para la serie “Ambient” de aquel.
“I’m Sam Bell Too” – Un breve apunte de ritmo electrónico
nos pone en guardia haciéndonos pensar que vamos a asistir a un cambio de
paisaje pero no tarda en diluirse para volver a sumergirnos en atmósferas
verdaderamente inquietantes. Hacia la mitad del tema escuchamos otro arranque
rítmico pero que nunca termina de despegar del todo. Entra entonces de nuevo el
piano con una serie de notas graves, pesadas, antes de esbozar ligeramente el
tema central sin llegar a desarrollarlo por completo.
“Memories (Someone We’ll Never Know)” – Nuevamente la
influencia de Eno & Budd (y, por tanto, de Satie) y esos pianos “líquidos”
tan particulares del dúo está muy presente en esta pieza llena de melancolía y
nostalgia. Una joya de muchos quilates que no debería pasar desapercibida para
el oyente. No hace falta una gran orquesta ni espectaculares montajes para
emocionar. La parte final con la aparición del violonchelo termina por derribar
cualquier resistencia que el pudiéramos mostrar. Un tema imprescindible.
“Are You Receiving” – Despertamos del momento anterior como si éste no hubiera existido ya que la pieza podría empalmar perfectamente con el final de “I’m Sam Bell Too” reforzando esa sensación de ensueño que nos despertó el corte precedente.
“Can’t Get There from Here” – Cuerdas y sintetizadores se
combinan para crear otro de los grandes momentos de la banda sonora, pleno de
tensión en un comienzo en el que la influencia de Ligeti (ay, 2001 de nuevo en
el horizonte) da paso a una potente ráfaga rockera que apunta a gran desenlace
pero que, una vez más, se queda en eso, en un amago que nos va poniendo los
dientes largos al anticipar que algo muy interesante va a terminar pasando.
“We’re Not Programs, Gerty, We’re People” – La orquesta es
ahora la protagonista de otro de los momentos de gran emotividad en el que
recrea brevemente la melodía de piano del anterior “Memories”. Tras esa
introducción aparece un ritmo electrónico acompañado de una muy simple melodía
de piano que juega con nosotros aproximándose a la que abría la película para
volver de nuevo sobre sí misma y desembocar (ahora sí) en el leitmotiv por unos
breves segundos.
“The Nursery” – Nos asomamos ahora al interior de una cajita
de música con otra delicadísima pieza con un aroma cercano al de algunas piezas
del aventajado hermano de Brian Eno: Roger. Tras esa corta introducción
volvemos al piano y al tema de “Memories” que a estas alturas se confirma como
la mejor composición del disco.
“Sacrifice” – Regresamos al ritmo electrónico (muy en
segundo plano, eso sí) como método para acercarnos al tema central. Sin
embargo, a medio camino, Mansell nos sorprende con la aparición de unas
potentes cuerdas sintéticas, justo antes de la irrupción de las percusiones. El
climax sonoro alcanzado nos recuerda por fuerza al de su banda sonora para
“Requiem for a Dream”, su trabajo más redondo y popular.
“We’re Going Home” – Acercandonos a los momentos finales,
Mansell nos invita a volver a abrir la cajita de música por unos instantes
antes de volver al tema principal del disco con la misma fuerza con que lo
abría minutos atrás.
“Welcome to Lunar Industries (Three Year Strecht...)” – El
último corte del disco, como suele ocurrir en las bandas sonora (cualquiera diría
que es obligatorio) es una extensa revisión de alguno de los momentos más
importantes de los temas anteriores, una especie de recopilación o resumen de
todo el CD. Como tal, no merece mayor comentario aunque es cierto que nos deja
un gran sabor de boca.
Habréis notado que en “La Voz de los Vientos” no somos
particularmente aficionados a la música de cine. Cuando han aparecido bandas
sonoras aquí, lo han hecho, principalmente, porque admiramos también el trabajo
previo de su autor o su obra al margen del cine. Preguntado en una ocasión Jean
Michel Jarre sobre el motivo por el que apenas había hecho bandas sonoras,
afirmó que le parecía un trabajo muy injusto. “El director se puede tomar todo
el tiempo del mundo para hacer su película y una vez la termina, te enseña unas
escenas determinadas y en una semana o dos le tienes que dar la música, ¡cuando
él ha podido tomarse años para su obra!”. Nos parece una buena justificación.
Se trata generalmente de un trabajo bajo presión cuyo resultado, probablemente
no deje satisfecho del todo ni siquiera al propio autor quien, de haber tenido
más libertad, seguramente habría hecho otra cosa. No pretendemos negar que
dentro del género cinematográfico hay música maravillosa pero, por lo general,
no es un campo que nos entusiasme.
Sin embargo, de vez en cuando hay obras que nos llaman la
atención y ésta lo hizo hace años cuando asistimos a la proyección de la
película en los cines Renoir de la Plaza de los Cubos, sin saber quién era el
autor de la música que nos había enganchado. No tardamos mucho en hacernos con
el disco una vez localizamos al compositor. Si os ocurre lo mismo, podéis
comprar el disco en los enlaces habituales. Valga la entrada, además, para
presentar aquí a un compositor que nos parece uno de los más interesantes que
han surgido en los últimos años y al que seguiremos la pista muy de cerca.
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Os dejamos con el trailer oficial de la película:
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