Los años ochenta
fueron, sin lugar a dudas, la época dorada de las nuevas músicas en todo el
mundo. Casi cada semana aparecían nuevos discos y artistas que, con facilidad,
alcanzaban cifras de ventas y de asistencia a conciertos a la altura de muchos
artistas del pop y el rock. En España había multitud de programas radiofónicos
y televisivos dedicados, no ya a la música (algo que hoy nos suena casi
utópico) sino a música “new age”. Las secciones de discos de los grandes
almacenes eran pródigas en este estilo y uno podía encontrar casi cualquier CD
dando un paseo por cualquier capital de tamaño medio.
Por ello, quizá,
tiene mucho más mérito la trayectoria del pianista y compositor italiano
Ludovico Einaudi, que llegó un poco tarde a aquella revolución. Lo hizo en una
época en la que ya sólo algunos nombres tenían sitio en las estanterías de las
tiendas, el espacio en radio y TV se redujo drásticamente y la popularización
de internet convertía en una hazaña vender discos. Einaudi estudió en el
Conservatorio Verdi de Milan de la mano de Luciano Berio y allí adquirió una
sólida base que le iba a ayudar a la hora de componer música de un modo
asequible para el público pero manteniendo un marchamo de calidad que hace que
hoy sea una de las estrellas del prestigioso sello clásico Decca.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, Berio, un compositor vanguardista y
experimental, nada accesible a primera vista, animó a Einaudi a ir en otra
línea, a hacer música sencilla, comprensible, y, probablemente gracias a ese
consejo, el pianista italiano es hoy una de las más interesantes voces de la
música contemporánea más cercana al público.
Sus primeros
trabajos fueron, como ocurre en tantas ocasiones en este género, músicas para
montajes teatrales, ballets, pequeños cortometrajes... hasta que consiguió
hacerse un nombre y comenzar a publicar pequeñas cosas por su cuenta.
Generalmente compone para pequeñas formaciones instrumentales. La mayor parte
de las veces para piano o para piano con otro instrumento o grupo instrumental
(violonchelo, sintetizador, cuarteto de cuerda...). El disco con el que
presentamos a Einaudi en el blog fue el segundo de los que grabó el músico para
piano solo y apareció en 2001. Berio fue una de las personalidades musicales
más interesantes del siglo pasado y una buena parte de su trabajo surgió de la
manipulación de materiales ajenos, transcripciones de obras de otros
compositores de todas las épocas y también de iconos pop como los Beatles.
Según Einaudi, Berio trabajó también con música africana y le recomendó
acercarse a ese continente musical. De ahí nace la idea de “I Giorni”.
Cuenta el propio
Ludovico cómo todo el disco surgió, precisamente, durante un viaje a Mali. En
el libreto del CD aparece la siguiente historia: “una noche, tiempo atrás en Bamako,
Mali, iba en coche con el músico Toumani Diabate. Hacía calor. Llevábamos la
radio encendida y en un momento determinado me atrapó una canción. Era una
melodía tan dulce como melancólica. Mientras conducía, Toumani me dijo que era
una de las grandes canciones del repertorio mandi y que databa del siglo XII.
Se titula “Mali Sajio” y cuenta la historia de un hipopótamo que vivía en la
confluencia de dos ríos en armonía con los habitantes de una aldea cercana que
lo trataban como si fuera uno más de ellos. Un día, el hipopótamo fue asesinado
por un cazador y desde entonces, esa canción se canta siempre que un rey o una
persona importante muere y también en recuerdo de los seres queridos que nos
dejan”. Curiosamente, esa melodía concreta no aparecería en “I Giorni” pero sí
en un disco posterior de Einaudi. Sin embargo, la influencia africana fue
fundamental en varios de los cortes del disco que hoy nos ocupa y no necesariamente en aspectos puramente musicales.
“Melodia africana
I” – Abre el disco una delicada melodía con aire de canción sacada de una cajita
de música. Simple, juguetona y encantadora a partes iguales. Una pieza delicada
y frágil que nos da una idea muy fiel de la música que vamos a escuchar en el
resto del disco y, por extensión, del estilo de su autor.
“I due fiumi” –
La primera vez que oímos hablar de Einaudi fue como recomendación en un foro de
seguidores de Wim Mertens e indudablemente, piezas como ésta nos ponen sobre la
pista de una relación estilística entre los dos compositores. En muchos
aspectos, esta pieza encajaría muy bien en un disco como el “A Man of No
Fortune and With a Name to Come” del belga.
“In un’altra
vita” – Una pieza luminosa y melancólica al mismo tiempo, con una difusa raiz
minimalista pero una mayor vocación por la melodía de lo que es habitual en
artistas del género. Einaudi nos regala una composición brillante dividida en
dos partes, la segunda de las cuales es de una delicadeza insuperable que nos
demuestra que no estamos ante un pianista al uso, de los que abundaban en la
“new age” de los ochenta sino de un compositor que se encuentra a otro nivel.
“Melodia africana
II” – Segunda de las composiciones que, de ser cierto lo que indica el título,
estarían basadas en músicas escuchadas por el músico en su viaje a través de
Mali. Hacemos la puntualización “de ser cierto” porque no terminamos de
identificarla con el continente africano en ningún caso siendo, por el
contrario, muy fiel al estilo compositivo del propio Einaudi.
“Stella del
mattino” – Continuamos con una composición sencilla y directa, un poco
infantil, quizá. Encontramos que el tono es bastante más ligero que en otras
piezas del disco lo que viene bien por lo que aporta de variedad al conjunto.
“I giorni” – El
tema que da título al disco nos recuerda bastante al estilo compositivo de otra
figura de las “nuevas músicas” que aún no ha aparecido por el blog pero que
terminará haciéndolo tarde o temprano: la norteamericana de origen italiano
Suzanne Ciani. Se trata de una pieza agradable pero que no nos despierta una
mayor curiosidad.
“Samba” – Una
serie de arpegios iniciales nos acerca, siquiera de un modo inconsciente, a la
música de Philip Glass pero no tardamos en percatarnos de que era sólo una
impresión inicial. La pieza tiene un aire repetitivo, cierto es, pero el músico
al que más se acerca es otro maestro del piano como George Winston. Con todo,
es una de los temas más interesantes del disco, en nuestra opinión.
“Melodia africana III” – Con una base muy similar a la de la primera de las “melodías africanas” del disco aunque un poco más rápida, la pieza comparte muchas de las características de aquella hasta el punto de poder pasar por una variación de aquel tema.
“La nascita delle
cose segrete” – Einaudi no guarda grandes sorpresas en su repertorio por lo que
nadie debe llevarse a engaño al escuchar su música. En esta pieza escuchamos
las claves principales de su estilo: música tranquila, profunda pero no oscura,
accesible pero no banal y con una característica muy importante y nada fácil de
lograr y es que transmite, conecta a la primera con un público muy amplio.
“Quel che resta”
– Una de nuestras piezas favoritas del disco en la que las variaciones
armónicas tienen un peso más importante que la melodía, más difusa de lo
habitual en el italiano. Encontramos en este tema sensaciones que pocos músicos
nos hacen sentir y que quizá sean el secreto que todo compositor busca, sin
llegar a encontrarlo nunca en muchos casos.
“Inizio” – A
pesar de ser una denominación con la que la mayor parte de los músicos a los
que se les adjudica no están de acuerdo, Einaudi entiende que el adjetivo
“minimalista” encaja bien con su música. Es evidente que no estamos ante un
ejemplo de músico repetitivo pero sí que hay ciertas bases en su música que
proceden de esa corriente y esta pieza tiene mucho de ello.
“Limbo” – Otra
influencia que se suele atribuir a la música de Einaudi es común a Mertens,
Roger Eno, Harold Budd y tantos otros artistas contemporaneos. Hablamos de Erik
Satie. “Limbo” sería un buen ejemplo de esa economía de medios, esa melancolía
siempre presente en segundo plano y esa utilización ajustada de los recursos
melódicos, sobria, elegante y sin espacio para la floritura.
“Bella notte” –
Llegamos al que probablemente sea el mejor tema de todo el disco. Aquel en el
que Einaudi toma prestados recursos típicamente “mertensianos” (esas
progresiones que parecen sacadas del “Lir” de su “Maximizing the Audience”) y
les complementa con elementos de su propia cosecha para firmar una composición
casi perfecta, dividida, como ocurría con “Samba” en dos partes muy diferentes:
la primera, llena de dinamismo e inspiración y la segunda, íntima y frágil. Un
tema imprescindible.
“Canzone africana IV” – Por algún motivo que se nos escapa, esta nueva variación sobre el tema africano con el que se abría el disco cambia el término “melodía” por el de “canción” aunque respeta el ordinal que le correspondería en la sucesión de “melodías”, esto es, el “IV”. Anécdotas aparte, asistimos, como acabamos de señalar, a una variación sobre algunas de las músicas ya presentadas en las anteriores “melodías africanas” lo que sirve a la perfección como cierre del disco.
Creemos que
Ludovico Einaudi tiene un gran mérito por hacerse un hueco en un panorama
musical que no era ya el más propicio para su estilo compositivo cuando empezó
a sonar en las radios. Unos años antes, artistas con mucho menos talento que él
eran habituales en programas de radio, sintonías televisivas, anuncios etc. Muchos
de ellos hoy han sido olvidados mientras que Ludovico, muy al contrario, se ha
hecho un hueco cada vez mayor en las discotecas de los aficionados. Su obra no
es revolucionaria. No supone ningún tipo de ruptura con lo anterior y ni
siquiera tiene un estilo inconfundible, un sello personal que nos haga exclamar
su nombre tras escuchar unos pocos acordes. Sin embargo, es muy bueno en lo que
hace y, además, en cierto modo inspira a una nueva generación de artistas
italianos como Giovanni Allevi o Matteo Sommacal, que están creando una suerte
de “escuela italiana postminimalista” de resultados cada vez más interesante.
Ha tardado mucho en aparecer por aquí Einaudi pero estamos seguros de que
seguirá teniendo un hueco en este blog en el futuro. Los interesados en “I
Giorni”, lo pueden adquirir en los enlaces habituales.
amazon.es
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Nos despedimos con una versión en directo del tema que da título al disco en una versión con orquesta:
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Sobre su comentario: “I giorni” - "Se trata de una pieza agradable pero que no nos despierta una mayor curiosidad"-. Le suplico no hable en plural, ya que a mi me despertó y mucho... me conecta con el sentimiento más dulce de mi vida, con un toque de luz melancólica. Entiendo porque ésta tituló al disco.
ResponderEliminarPD, gracias por escribir esta reseña ¡disfruté mucho leerla!
Así es "I giorni" es formidable, gracias 🤗
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