La relación
artística entre Michael Nyman y Peter Greenaway era, en sus mejores años,
tremendamente estrecha. Tanto es así que la interacción entre ambos a la hora
de influir cada uno en el trabajo del otro era notable, hasta el punto de que
el cineasta llegaba a marcar las pautas de la música que quería para sus
películas. En esta línea, había una obra que obsesionaba al director: la
“Sinfonía Concertante” de Mozart y desde que Nyman y él se conocieron, estuvo
tratando de que el músico hiciese algo a partir del material musical contenido
en la obra del compositor austriaco. La idea de Greenaway consistía en que
Nyman escribiese nada menos que 92 variaciones de cuatro compases concretos del
segundo movimiento de la obra, uno para cada uno de los personajes que
aparecían en su película “The Falls”.
Cuando Greenaway
preparaba su película “Drowning by Numbers”, parecía llegado el momento de ampliar
esa pretensión y Peter le encargó específicamente a Nyman el uso de la sinfonía
como base del material que terminaría convirtiéndose en la banda sonora de la
película. Concretamente, el movimiento original de la sinfonía sonaría en su
versión “convencional” justo antes de cada una de las cuatro escenas centrales
de la película y toda la banda sonora de Nyman debería estar basada en esa
pieza (aquí fue el músico quien impuso esa condición, la de usar el movimiento
completo como fuente y no sólo cuatro compases). No era la primera vez que
Nyman iba a trabajar a partir de partituras de Mozart pero sí la más
interesante por cuanto que debería generarse una banda sonora completa a partir
de un único movimiento de la sinfonía “mozartiana”.
En 1991, la BBC
hizo una serie de documentales en los que varios compositores y realizadores
contemporáneos homenajeaban a Mozart. Nyman presentó una especie de opereta que
representaba un juicio en el que él mismo era acusado de plagiar la obra del
compositor austriaco, cuyo papel interpretaba la soprano Ute Lemper apareciendo
sendos bustos de Haydn y Beethoven como fiscal y abogado defensor
respectivamente. Es difícil calificar como plagio una adaptación como la de
Nyman quien, por otra parte, había hecho de ese modo de trabajar a partir de
material ajeno una especie de sello personal siendo la banda sonora de “The
Draughtsman’s Contract” a partir de música de Henry Purcell su ejemplo más
evidente. Queda claro, pues, cómo se tomaba Nyman en aquel entonces las
críticas sobre su forma de componer a partir de música pre-existente.
Como era habitual
en aquellos años, la banda sonora estaba interpretada por la Michael Nyman Band
integrada por Alexander Balanescu, Miranda Fulleylove, Rosemary Furniss, Briony
Shaw, Jackie Shave (violines), Jonathan Carney (violín y viola), Kate Musker y
Joe Rappaport (viola), Anthony Hinnigan y Andrew Shulman (violonchelos), Robin
McGee (contrabajo), David Fuest (clarinetes), John Harle (saxos), David Roach
(saxo), Andrew Findon (saxos y piccolo), John Wilbraham (trompetas), Michael
Thompson (trompa), Steve Saunders (trombón) y el propio Michael Nyman al piano.
Escena de la película de Greenaway |
“Trysting Fields”
– La primera pieza del disco concede al violín y la viola todo el protagonismo
(como ocurre también en la “Sinfonía Concertante) e interpretan fragmentos de
la obra de Mozart repitiendo ciertos grupos de notas al modo minimalista
construyendo así un tema nuevo que recuerda, evidentemente, al original pero
que tiene un aire definitivamente diferente. El hecho de que las cuerdas lleven
todo el peso, ayuda a mantener un tono clasicista que no se mantendrá en toda
la banda sonora sino sólo en momentos concretos.
“Sheep and Tides”
– Quizá el tema más conocido de todo el disco es este precioso vals que ha
servido de sintonía para varios programas de radio y televisión. Como es
característico en el Nyman más popular, los vientos ejecutan toda la parte
rítmica y son las cuerdas las que interpretan la juguetona melodía central la
mayor parte del tiempo. En este breve fragmento tenemos que reconocer que Nyman
estuvo tocado por las musas ya que es una pieza fantástica.
“Great Death Game” – Llegamos a uno de los motivos más repetidos en la banda sonora en el que intuimos ese lado más oscuro de la música del compositor inglés que, incluso en temas aparentemente inocentes sabe ocultar una especie de sombra perturbadora que mantiene al oyente en vilo.
“Drowning By
Number 3” – Nuestra melodía favorita del disco es esta emocionantísima pieza
que es tan simple como conmovedora. Un bajo continuo a cargo de las maderas es
el único apoyo del violín para ejecutar un tema triste pero sereno,
extremadamente sencillo aunque con esa cualidad tan difícil de alcanzar que lo
hace inolvidable.
“Wheelbarrow Walk” – Llegamos a una de las piezas más populares en el repertorio de la Michael Nyman Band, especialmente cuando le aplican todo el músculo del que son capaces en los conciertos y convierten el tema en un torbellino arrollador. En la banda sonora, en cambio, suena mucho más contenido al carecer del impulso del piano rítmico y los vientos a toda máquina. Un tema muy interesante pero que suena mejor en versiones posteriores.
“Dead Man’s
Catch” – Con un delicado comienzo, con aire de miniatura de cajita de música se
abre la siguiente pieza del disco hasta que el piano reclama su cuota de
protagonismo arrastrando tras él al resto de la banda. Nyman tiene un gusto
especial a la hora de tratar determinadas piezas lentas como esta y aquí
destaca sobremanera.
“Drowning By
Number 2” – La trompa y el resto de metales ejecutan una melodía parsimoniosa y
repetitiva que poco a poco va acelerándose hasta la llegada a modo de refuerzo
de las cuerdas. La parte final del tema es la más interesante y en ella
volvemos a reconocer alguna melodía de la obra de Mozart sin apenas
modificación, algo mucho más habitual en esta banda sonora que en otras de
Nyman basadas en partituras ajenas.
“Bees in Trees” –
Como si de una segunda parte de “Sheep and Tides” se tratase, Nyman recupera el
ritmo de vals y partes de la melodía de aquella para construir esta miniatura
que se diría que tiene el objetivo de que no olvidemos aquel fantástico tema
antes de entrar en la parte final del trabajo.
“Fish Beach” –
Otra de las grandes melodías del músico que pasó al repertorio habitual de la
Michael Nyman Band es esta pieza lenta que comparte el tono entre triste y
contemplativo de buena parte del disco. El material melódico es mínimo y sólo
la repetición continua del mismo consigue atrapar al oyente de un modo
singular.
“Wedding Tango” –
El dramatismo llega a su momento culminante con este tango en el que el piano
vuelve a tener un papel importante aunque la verdadera novedad la representan
los vientos utilizados, como siempre, a modo de armazón rítmico. En la segunda
mitad del tema, éste se transforma en un vals que vuelve a apuntar la melodía
central de la obra de forma magistral antes de cerrar con un nuevo giro en el
que piano y cuerdas dialogan durante unos instantes.
“Crematorium
Conspiracy” – Recupera Nyman el tono dramático adornado de una mayor solemnidad
en otra pieza repetitiva en la que las mínimas variaciones se van sucediendo de
forma casi imperceptible.
“Knowing the
Ropes” – Quizá sea esta la pieza más reconocible de toda la banda sonora para
los seguidores de Nyman ya que recopila todas las virtudes de sus obras
anteriores, especialmente de sus trabajos para cine: ritmo vigoroso,
protagonismo de los instrumentos menos habituales y una energía desbordante.
Como alguno de los temas anteriores, es ya un clásico de su autor y pasó
rápidamente al repertorio de los conciertos. En cierto modo funciona como tema
final del disco ya que recupera varios de los motivos que han sonado
anteriormente pero el autor prefirió cerrar con otra pieza similar.
“Endgame” – Si el
disco se abría con cuerdas, tenía que cerrarse de igual modo y con una pieza
muy similar a la inicial que incluso recicla las mismas melodías cerrando así,
como tantas otras veces, el círculo con una vuelta al comienzo aderezada por un
somero repaso a otros temas de la banda sonora.
La de “Drowning By Numbers” es nuestra banda sonora favorita
de todas las que Nyman realizó para Greenaway, por encima, incluso, de la
popular “The Draughtsman’s Contract”. Esto puede resultar algo paradójico
puesto que se trata de la menos personal de todas ellas, especialmente desde el
punto de vista de la instrumentación. En todas las anteriores reconocíamos con
facilidad el estilo de la Michael Nyman Band mientras que en esta, aunque éste
sigue siendo evidente, la mayor presencia de cuerdas dulcifica un tanto el
sonido, en ocasiones basto (entiéndase el uso del término), de la banda. Sin
embargo, lo que puede perderse en personalidad se gana en musicalidad con un
aire que, sin llegar a ser clásico del todo, sí que tiene un tono más serio y
formal. El disco no debería ser difícil de encontrar puesto que pertenece a la parte más
popular del catálogo de su autor. Podéis adquirirlo en los siguientes enlaces:
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Como despedida os dejamos con el 2º movimiento de la "Sinfonía Concertante" de Wolfgang Amadeus Mozart del que procede gran parte de la banda sonora:amazon.es
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Vi una película horripilante de Greenaway donde iban apareciendo los muertos sacados del Sena durante todo el rato. Y la música creo que también era de su socio.
ResponderEliminarMetes al cine a un fan de la canción del verano, a ver y escuchar "eso" y se corta las venas, directamente.
Si hay que puntuar lo interesante de vuestros posts, pongo un diez coma nueve.
Saludos.
Lo tengo en casette, una de las primeras obras que aprecié de Nyman
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