No hace todavía un año desde que reseñamos el segundo disco de The Smile y hablábamos de la banda como de una especie de alternativa a Radiohead en forma de proyecto colateral de sus miembros principales pero sin demasiadas expectativas de continuidad. No tardamos demasiado en darnos cuenta del error. El tiempo justo para encontrarnos en una de nuestras tiendas habituales el siguiente disco del trío. En un principio, y atendiendo a su título (“Cutouts”, que podría traducirse como “recortes”) pensamos que podría tratarse de un disco de descartes de su “Wall of Eyes”. Bien, la cuestión es que lo es pero no lo es. Nos explicamos: Ambos discos proceden de las mismas sesiones de grabación pero la decisión de publicar uno antes del otro no obedecía a una preferencia por las canciones del primero sino al hecho de que había material suficientemente diferenciado entre ambos discos como para conformar dos lanzamientos independientes con entidad propia.
Como cabía suponer, los créditos son prácticamente los mismos del trabajo anterior con lo que a Jonny Greenwood (guitarras, bajo, violonchelo y teclados), Thom Yorke (los mismos instrumentos menos el violochelo y voz) y Tom Skinner (batería y teclados) se suma la participación de la sección de cuerdas de la London Contemporary Orchestra y la aportación puntual de Robert Stillman (saxo y clarinete) y Pete Wareham (saxo).
“Foreign Spies” - Comienza la colección con una combinación de sintetizadores analógicos que recuerda a Vangelis y sobre la que Yorke empieza a cantar un tema lento. Enseguida entra una secuencia que al seguidor del teclista griego le recordará inmediatamente al tema “I Hear You Now” de su colaboración con Jon Anderson mientras continúa desarrollándose la canción llena de ambientes muy en la línea de la electrónica de los setenta y primeros ochenta. En resumen, una fantástica introducción para un disco maravilloso.
“Instant Psalm” - La segunda canción del trabajo une a los sonidos electrónicos una batería cadenciosa y una atmósfera cercana a la música hindú que, por fuerza, nos hace pensar en los Beatles de la última época y, más concretamente, en la música de George Harrison. Ambientes exóticos, ritmos irregulares y un ambiente mágico resaltado por las cuerdas de la segunda mitad de la canción.
“Zero Sum” - Hemos tenido que esperar al tercer corte para llegar a los ritmos vertiginosos con esta extraordinaria canción dominada por unas guitarras y un bajo frenéticos propulsados por la excepcional labor de Skinner en la batería. El tema más próximo a Radiohead hasta el momento pero sin perder en ningún momento la personalidad propia del trío. Rock progresivo, funk y electrónica mezclados en una combinación fantástica.
“Colours Fly” - Nuevo giro en la narración con una introducción de batería jazzística a la que enseguida se unen bajo y guitarra ejecutando una melodía de aire oriental para dar forma a un tema lleno de misterio que comparte ambientes y atmósferas con el soberbio “Blackstar” de Bowie, influencia que también se dejó notar en el trabajo anterior del grupo. La producción es extraordinaria y permite que nos perdamos intentando desentrañar cada detalle a lo largo de las sucesivas escuchas en las que siempre se revela algo nuevo.
“Eyes & Mouth” - Un contundente inicio de batería acompañado por una excelente guitarra dibujando arabescos con un toque minimalista es el preludio de la que podría ser la canción más convencional del trabajo, en el sentido de que tiene el formato perfecto para sonar en una radio-fórmula con criterio. Otro de los temas del disco que podría haber entrado en un LP firmado por Radiohead.
“Don't Get Me Started” - El misterio envuelve la progresión de la línea de bajo electrónica que abre la siguiente canción en la que la voz de Yorke juega con sus propios ecos y distorsiones en un tema que discurre por caminos experimentales, especialmente en su segundo tramo y a partir de la entrada de los ritmos electrónicos y los profundos golpes de sintetizador. El último tramo nos deja con una serie de secuencias electrónicas planeadoras muy en la línea de un Steve Reich o un Terry Riley.
“Tiptoe” - El tema más jazzístico del disco llega con una melodía de piano adornada con densas cuerdas y que sirven de soporte para la frágil voz de Yorke. Es una pieza extraña con ciertas reminiscencias de Brian Eno o del Jean Michel Jarre de discos como “Sessions 2000”. No estaría entre nuestros temas favoritos del disco pero su riqueza de matices permite que lo disfrutemos igualmente.
“The Slip” - De nuevo, las sinuosas líneas graves de sintetizador van dibujando un laberinto que trata de recorrer la voz de Yorke rodeada de ritmos juguetones y de riffs de guitarra. Suena a Radiohead pero también a artistas como Beck en una combinación que funciona muy bien y en la que tenemos que destacar de nuevo la excepcional labor a la batería de Tom Skinner.
“No Words” - Un inicio que nos recuerda ligeramente al “Three of a Perfect Pair” de King Crimson (y también a Steve Reich) da paso enseguida a un ritmo de locura con una batería brillante (de nuevo) y una combinación bajo-batería arrolladora. La mezcla de todo ello con los sintetizadores nos remite inmediatamente al “krautrock” alemán y, en conjunto, termina regalándonos la que podría ser nuestra canción favorita del disco.
“Bodies Laughing” - El cierre lo pone una balada lenta en la que Yorke canta acompañado de guitarras acústicas sobre un ritmo latino. Según avanzamos van añadiéndose elementos como la batería, sintetizadores, cuerdas y hasta una mandolina para terminar el disco en lo más alto.
La idea que apuntábamos al comienzo sobre la posibilidad de que “Cutouts” no fuera sino una colección de descartes del disco anterior queda abandonada inmediatamente tras escuchar el CD y es que, en nuestra opinión, este nuevo trabajo es muy superior al ya excelente “Wall of Eyes” y nos marca una serie de nuevos caminos a recorrer por la banda que se nos antojan prometedores además de conseguir que no echemos tanto de menos a Radiohead hasta el punto de poder afirmar que, ahora mismo, tenemos más interés en nuevos discos de The Smile que de ellos. El tiempo dirá si Yorke y Greenwood comparten esta idea o prefieren regresar en un futuro a la que fue su banda matriz.
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