Alguna vez hemos
hablado, si no recordamos mal, de la paupérrima situación del mercado musical
en comparación con lo que ocurría 20 años atrás, cuando cualquier ciudad de
tamaño medio contaba con no menos de 8 o 10 tiendas de discos y la oferta en
las grandes superficies ocupaba un espacio muy considerable de las mismas. Hoy
sólo en las tiendas de internet podemos encontrar, con suerte, títulos que en
aquel entonces teníamos a un simple paseo de distancia.
Pareja es la
situación en cuanto a la radio musical. Muchas veces hemos comentado con los
amigos, medio en broma, medio en serio, lo lamentable que es que la mejor
música que suena hoy en la radio a nivel nacional lo hace en un programa
dedicado al misterio y al mundo paranormal como es Milenio 3. Puede parecer una
exageración pero desde la despedida de Diálogos 3 de la parrilla (curiosa la
coincidencia en el 3, algo a investigar por parte de Iker Jiménez y su equipo,
sin duda) no conocemos ningún espacio radiofónico en el que suene habitualmente
gente como Dead Can Dance, Vangelis, Jean Michel Jarre, Alan Parsons, Mike
Oldfield y un largo etcétera.
Si lamentable es
ese hecho, aún más nos lo parece que tenga que ser, precisamente, Milenio 3 el
programa a través del que descubramos a un músico nuevo. Un artista absolutamente
particular cuya música nos ha llamado la atención de tal forma que apenas unas
horas después de escucharla por primera vez, ya habíamos encargado su disco que
llegó a nuestro poder hace apenas unos días. Aún está por ver la verdadera
dimensión del fenómeno pero días después de sonar en Milenio 3, el disco era
número 1 en ventas en la web de amazon.es en su versión para descarga (hoy aún
lo es) y ocupaba también el puesto 19 en iTunes. Es pronto para afirmarlo pero
no nos extrañaría nada encontrarnos ante la reedición de un fenómeno tan
inusual como lo fue años atrás la irrupción de un disco de gregoriano
interpretado por los monjes del Monasterio de Silos en los puestos más altos de
las listas de ventas o los casos similares de la 3ª sinfonía de Henryk Gorecki
o el “Souhaits Pour L’Eveil” del Lama Gyourme y el sintesista francés Jean
Philippe Rykiel.
Los tres ejemplos
que hemos puesto no son casuales ya que todos ellos son discos imbuidos de una
gran carga espiritual y, a su manera, el disco del que hoy hablamos también
comparte esa característica. La historia tiene su miga. Habrá quién se pregunte
qué relación puede haber entre el Reino de Noruega y un pequeño pueblo burgalés
y lo cierto es que existe. En el siglo XIII se produjo el matrimonio entre el hermano
de Alfonso X, el infante Felipe de Castilla y la princesa Cristina de Noruega.
Tras su fallecimiento, ésta fue enterrada en el pueblo de Covarrubias,
encantador rincón de la provincia de Burgos que conocimos años atrás por
motivos que no vienen al caso pero relacionados también (qué cosas) con la
música. Tras el descubrimiento en los tiempos modernos del sepulcro de la
princesa, se estableció una gran relación entre Noruega y Covarrubias hasta el
punto de que todos los años se celebra un festival de música procedente es ese
país en el pueblo, cerca del cual existe una capilla de reciente construcción dedicada
a San Olav, algo que Felipe prometió a su esposa y que no pudo cumplir en vida
de esta.
Silverio Cavia es
un músico residente en Covarrubias que ha bebido de aquella música procedente
de las ignotas tierras nórdicas y que la mezcla con música antigua y elementos
contemporáneos, mundos ambos en estrecho contacto en muchos compositores de los
que aparecen por aquí con regularidad como Arvo Pärt o John Tavener. A partir
de esos elementos, Silverio utiliza como modo de expresión su voz combinada con
instrumentos ancestrales y moderna tecnología (integrada de un modo tan mágico
que resulta casi imperceptible) para sumergirnos en un universo tan particular
como evocador. Silverio, o Silberius de Ura, que es su “nom de guerre”, hace
una música que parte de él, con un instrumento tan ancestral como su propia voz
y cantando en un idioma inventado. Utiliza entornos realmente mágicos en sus
conciertos como cuevas, ermitas, etc. que revisten de una atmósfera aún más
particular cada una de sus actuaciones y ayudan al oyente a imaginar que cantos
muy parecidos a esos debieron tener lugar en esos mismos lugares muchos siglos
atrás. El escaso acompañamiento instrumental alimenta la idea de estar
escuchando música ancestral: flautas y percusiones de hueso, campanas rituales
y demás objetos intemporales.
Como ocurre en
muchas ocasiones, la música de Silberius llega a oídos de otra persona que
conoce a alguien, éste a otro hasta que llega a oídos de otro más que termina
por convencer a nuestro artista de que su trabajo merece ser plasmado en un
disco para disfrute de toda la gente que no tiene la posibilidad de asistir a
sus espectáculos. Una música tan especial requiere de un entorno especial y se
consiguió un permiso para grabar durante unos días en un entorno tan alucinante
como es el Monasterio de Santo Domingo de Silos. Tras esas sesiones, se
hicieron algunas grabaciones más en entornos naturales como cuevas y ríos
cercanos a Ura, antigua población de la que Silberius se reclama natural. El
disco ya tenía forma y sólo faltaba la denominación del proyecto que combina el
término “neónimo” con la grafía “Ø” que
alude a la influencia noruega que puede encontrarse en los cantos del trabajo y
la terminación latinizante –us. Esto es NEØNYMUS:
Silberius de Ura en pleno paisaje castellano. |
“Llamada a lo
remoto” – Silberius nos presenta al cantor como el oficiante de un antiguo
rito. Tocando las campanas se acerca al altar del templo y comienza la
invocación. La voz del artista y el eco inimitable de los lugares realmente
especiales hacen el resto. El canto tiene el marchamo de lo auténtico, de lo
que aún no ha sido contaminado, de la verdad, en suma.
“Ecos de la
prehistoria” – Sin solución de continuidad comienza un ritmo antiguo, una
percusión acompañada con la respiración y la voz que surge, primero en
solitario y luego multiplicada por diez conforme el autor añade capas de
sonido. En los textos del CD, el autor hace una acertada comparación entre el
bebé en el vientre materno y el hombre que habita la cueva prehistórica, igual
de indefensos ante el exterior pero con todo su potencial aún por desarrollar.
En canto nos recuerda otras músicas atemporales como los cantos budistas o los
sonidos del didjeridoo de los aborígenes australianos; lazos e hilos invisibles
que quizá conformasen la verdadera comunicación antes de que el lenguaje
hablado la hiciera imposible.
“El fin del Neandertal (Ay, la Tierra) – Silberius sitúa la acción ahora en el momento clave de la extinción de los neardentales. ¿qué pensaría el último grupo de hombres en ese instante? Hay referencias a las bramaderas, antiguos instrumentos musicales cuyos restos se han encontrado tanto en el continente europeo como en el australiano pero no nos parece reconocer su sonido en el tema hasta los instantes finales. La pieza parte de un lamento profundo, duplicado una y otra vez mientras se añaden más y más melodías. Tras la invocación, escuchamos flautas y percusiones que nos recuerdan, ay, la fuerza de las imágenes, a ese instante icónico de la película 2001 en que el primate encuentra los huesos y los transforma, quizá por primera vez, en un arma.
“Relato de una
antigua batalla” – Enlazando con esa imagen, llega la guerra entre dos tribus,
con un canto ritual acompasado de nuevo con las respiraciones que bien podía
haber sido una tonada de guerra. La voz del narrador aparece entonces llena de
distorsiones para narrar la acción y nos deja en medio del entrechocar de las
espadas.
“Funeral visigodo
I” – Llegamos así a la que, quizá, sea la parte central del disco con un
funeral visigodo dividido en tres movimientos. El primero es una pequeña toma
de contacto por parte del narrador que nos pone en situación mientras
escuchamos el profundo lamento de los compañeros de armas del guerrero muerto.
Posiblemente sea esta la mejor melodía del disco y el momento de mayor
inspiración de su autor.
“Funeral visigodo
II” – La segunda parte, como nos cuentan en los textos del CD, nos deja con el
mejor amigo del guerrero caído presentandole sus respetos en soledad, en un
momento de dolor íntimo pero sereno. La voz de Silberius se transforma por
virtud de la electrónica proporcionandole incluso, un coro femenino que evoca a
esas valkyrias escoltando al guerrero hacia el valhalla.
“Funeral visigodo
III” – La última parte del funeral es la respuesta del guerrero fallecido desde
el más allá con la campana que señala el inicio de un nuevo día. Es un canto
breve y esperanzado que indica al resto que deben continuar sin él. Ya está en
un lugar mejor.
“Segunda llamada
a lo remoto” – Suena el armonio con una secuencia de notas que recupera las de
la primera llamada. Es un breve interludio que nos prepara para la segunda
parte del disco que llega con otro de los momentos culminantes del mismo.
“Mati eri marne”
– Quizá sea este el mejor ejemplo de la técnica compositiva de su autor y el
tema en el que mejor se desarrollan los juegos y progresiones vocales de
Silberius. Una melodía con título en un idioma que desconocemos pero con una
sonoridad que podría ser tan cercana al euskera como al suomi se transforma en
un canto arcano con resonancias ancestrales. No lo podemos identificar pero nos
toca en lo más profundo.
“Tercera llamada a lo remoto” – Esa relación con la cercana Euskadi nos parece también presente en el uso de la trikitixa o acordeón diatónico para acompañar al cantante en la tercera invocación, un nuevo tema de transición.
“Lactancia
materna” – Juegos vocales que son un remedo de música antigua, cantos
bizantinos y voces eternas se acompañan del canto grave y la percusión solemne
en uno de los temas más luminosos del disco. No podemos quitarnos de la cabeza
la referencia de Karl Jenkins y su proyecto Adiemus cuando escuchamos esta
pieza y es que creemos que existe una conexión, más evidente quizá con la
intervención postrera de la flauta.
“El lamento de
Kristina Hakonsdatter” – El autor afirma que sin el viaje de Kristina de
Noruega a España, jamás habría existido el proyecto NEØNIMUS. En forma de romance, nos narra los
posibles sentimientos de la mujer en ese viaje hacia lo desconocido que suponía
su travesía desde la Noruega del siglo XIII hasta la Castilla de la época.
“Respuesta de lo
remoto” – “Cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada” dijo
Nietzsche en una de sus frases más crípticas. Tras tres invocaciones a lo
remoto, nos encontramos ahora con la respuesta de lo desconocido y esta es una
deliciosa melodía de acordeón que nos sigue pareciendo muy relacionada con músicas
tradicionales del nordeste de Burgos de la limítrofe Euskadi. En cierto modo,
aquí termina el disco, al menos en lo relacionado con el hilo conductor del
mismo hasta el momento. Lo que queda son añadidos algo diferentes en cuanto al
estilo.
“Canción para
llamar al ganado” – La primera muestra de esto es un canto que pasaría por
tradicional, de aire festivo y acompañado de acordeón, melódica y percusiones.
Silberius lo enlaza con el resto como la transformación del hombre ante la
anterior respuesta de lo remoto, pasando a tratar a los animales como iguales y
no como un mero alimento pero nos cuesta relacionar este corte en lo musical
con el resto del disco.
“Dos” –
Abandonamos ya por completo las músicas de inspiración mística y entramos en un
tema desenfadado y jazzistico que nos recuerda mucho a los experimentos vocales
e instrumentales de esa formación ya mítica que llevó el nombre de Orquesta de
las Nubes en los primeros años ochenta.
“Ten seconds to wake up” – Concluye el disco con una
preciosa despedida en la que se recopilan todas las virtudes del proyecto de
Silberius de Ura y se adornan con el uso de otros instrumentos como guitarra eléctrica,
violonchelo o violín mostrándonos un potencial futuro para la música del
proyecto aún mas abrumador cuando a sus elementos básicos se le une trabajo en
estudio y nuevos sonidos.
No debemos dejar que la apariencia casi arcana de la música
nos lleve a engaño. Es cierto que todo en el disco tiene un sabor intemporal
muy conseguido pero detrás del mismo existe mucho trabajo y conocimientos que
no parten de la nada. Desde los experimentos sonoros de Steve Reich y otros con
la “tape music” y el efecto de la repetición hasta técnicas de concierto como
las utilizadas años atrás por el violinista Ed Alleyne Johnson cuando con la
ayuda de una serie de pedales, delays y efectos, construía auténticas sinfonías
con su violín eléctrico, están presentes en este trabajo. Es en realidad con
éste último con quien más similitudes encontramos en la forma de afrontar los
conciertos de Silberius de Ura quien muchas veces canta una línea melódica, la
repite en “loop” con ayuda de la electrónica y va añadiendo nuevas capas
sonoras paulatinamente. El efecto es fantástico y hace de cada actuación un
momento único. Silberius ofrece dos tipos de concierto: uno, el, llamemosle,
serio, en el que ofrece su música en un formato realmente especial como podemos
comprobar en los videos enlazados y otro, el más serio aún, en el que enseña a
los niños como surgió la música en la prehistoria trazando una cronología
inventada pero muy plausible y que cumple con una labor didáctica
verdaderamente fantástica.
Desde que escuchamos esta música por primera vez estamos en
shock y os podemos asegurar que no ha habido muchos discos en estos años que
hayan conseguido un efecto similar. Si el algún momento hemos recomendado un
disco auténtico deseo de que os hagáis con él inmediatamente, es en éste. Lo
podéis comprar en formato físico, en un exquisito digipack, en la página del autor.
neonymus.com
Nosotros, por nuestra parte, esperamos que este proyecto siga adelante y nos depare momentos tan especiales como los recogidos en este disco. Si nuestra pequeña aportación puede contribuir de algún modo a esto y a que la música de Neønymus llegue a algún oyente más, habremos cumplido con nuestro objetivo. Intervienen en el disco: Silverio Cavia (voz, campanas tubulares, acordeón diatónico, armonio, melódica, bramaderas, flautas y percusiones), Bernardo Faustino López (percusiones, campanas tubulares, bramaderas) y el trío formado por Mario Méndez (guitarra eléctrica), Beatriz Serrano (violonchelo) y Víctor Barrasa (violín) sólo en el corte que cierra el álbum.
Os dejamos con un pequeño clip promocional:neonymus.com
Nosotros, por nuestra parte, esperamos que este proyecto siga adelante y nos depare momentos tan especiales como los recogidos en este disco. Si nuestra pequeña aportación puede contribuir de algún modo a esto y a que la música de Neønymus llegue a algún oyente más, habremos cumplido con nuestro objetivo. Intervienen en el disco: Silverio Cavia (voz, campanas tubulares, acordeón diatónico, armonio, melódica, bramaderas, flautas y percusiones), Bernardo Faustino López (percusiones, campanas tubulares, bramaderas) y el trío formado por Mario Méndez (guitarra eléctrica), Beatriz Serrano (violonchelo) y Víctor Barrasa (violín) sólo en el corte que cierra el álbum.
Algunos tenemos la suerte de haber conocido la música de Silverio antes de Neonymus. Os recomiendo su disco "·Viaje iniciático al folk ficticio" publicado con su anterior proyecto "El Espíritu de Lúgubre".
ResponderEliminarLuis F.
Genial el análisis. Una presentación de Silverius (aún) mejor que la de Iker, definitivamente me haré con el disco. Un saludo y gracias
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