Al contrario de lo ocurrido con muchas de las bandas y artistas que han aparecido por aquí, el nacimiento de Emerson, Lake and Palmer fue un acontecimiento cuyo éxito era facil de presagiar. No hablamos de una banda que empezase de cero, abriendose paso en el mercado discográfico poco a poco o luchando por cada minuto en el escenario en bares y locales de poca monta. No. Emerson, Lake and Palmer se habían ganado a pulso el librarse de esa travesía del desierto de la que muchos artistas de ayer y hoy, por talentosos que lleguen a ser, no terminan nunca de salir.
En el momento en que Keith Emerson y Greg Lake se conocen, ambos son miembros de dos de las bandas más importantes del panorama del naciente rock progresivo. Emerson era el lider absoluto y la superestrella de “The Nice”, una banda que mezclaba rock, música clásica y jazz y que acostumbraba a realizar abundantes versiones de clásicos de estos géneros, adaptando a Bach, Dave Brubeck o Bernstein sin complejos. Lake, por su parte, era el bajista y vocalista, nada menos, que de “King Crimson”, aunque en la nueva banda iba a encargarse también de las guitarras, su instrumento primigenio para el cual no había hueco en las filas del Rey Escarlata con la presencia del imperial Robert Fripp. En el burbujeante ambiente de festivales de finales de los sesenta, no resulta extraño que King Crimson y The Nice coincidieran en varias ocasiones y de este modo, algunos de sus miembros pensasen en hacer cosas juntos. Fue así como teclista y bajista decidieron unir sus esfuerzos y comenzar una nueva formación juntos. Para la idea que tenían, faltaba un batería y éste acabo siendo Carl Palmer, a pesar de su resistencia a abandonar su grupo en aquel momento, “Atomic Rooster”.
Con estas premisas, el primer disco de Emerson, Lake and Palmer, comunmente abreviados a “ELP” fue un sonado éxito. A pesar de ser un LP en el que cada músico aportaba sus propias canciones (o adaptaciones) y había poco trabajo real como grupo, la mezcla funcionó bien. Como fruto de la buena acogida del disco, ELP fueron invitados a tocar en el mítico festival de la Isla de Wight en el que iban a compartir cartel con The Doors, The Who o Miles Davis entre otros. Como el repertorio de la banda era aún escaso con el único bagaje de su disco de debut, ampliaron el mismo con piezas de The Nice y una brutal interpretación de los “Cuadros para una exhibición” de Modest Mussorgski. A pesar de los extraordinarios nombres que actuaron aquella tarde, la interpretación de ELP los eclipsó a todos.
La idea de la banda era la de lanzar como segundo disco su “Pictures at an Exhibition” pero la discográfica no lo veía con buenos ojos ya que no le encontraban salida comercial. Pensaron lanzarlo en un subsello clásico o dentro de sus series económicas pero finalmente todo aquello se aplazó y el trío se juntó para grabar el que sería su segundo lanzamiento: “Tarkus”.
Y ¿qué significa “Tarkus”? sería lógico preguntarse. Pues nada concreto. Estamos a principio de los años setenta y esto es rock progresivo por lo que todo disco que se precie, debe ir acompañado indefectiblemente de la palabra “conceptual”. Así pués, hay una historia detrás de la idea general del LP y no es una historia cualquiera. “Tarkus” se desarrolla en un distópico futuro indeterminado en algún lugar que ni siquiera podemos afirmar que pertenezca a este planeta. La guerra es el estado natural de las cosas y aquí aparece el personaje central. De las entrañas de un volcán surge un huevo gigantesco de cuya eclosión surge, como si fuera lo más normal del mundo, un cyborg mezcla de carro de combate y armadillo equipado con dos poderosos cañones en sus costados. En el disco se narra la evolución del bicho y sus combates con otros enemigos igualmente grotescos entre los que se encuentran desde una mantícora mitológica (quien finalmente derrota a Tarkus) hasta un pterodáctilo robótico. Corramos el proverbial tupido velo sobre esta parte y centrémonos en lo que más nos interesa en este caso que es la música en sí.
Ningún reto es demasiado grande para un friki con Lego cerca |
“Tarkus” – La cara A del vinilo estaba ocupada por una larga suite del mismo título del disco escrita por Keith Emerson y dividida en siete partes, a saber: “Eruption”, “Stones of Years”, “Iconoclast”, “Mass”, “Manticore”, “The Battlefield” (única escrita por otro miembro de la banda, Greg Lake) y “Aquatarkus”. No es un secreto que la música de ELP está dominada claramente por los teclados de Emerson, quien compone la gran mayoría de las piezas. Keith es uno de los más grandes virtuosos de los teclados de la historia del rock y sólo Rick Wakeman o, actualmente, Jordan Rudess, podrían competir con él de poder a poder. Esta habilidad es patente en toda la música de ELP, especialmente en las partes de órgano Hammond, instrumento predilecto del teclista y en el cual no tiene rival. Se comenta que cuando comenzaron las sesiones de grabación del disco y Emerson tocó al piano ante sus compañeros lo que había compuesto para la suite, Greg Lake le dijo algo así como: “esto está muy bien pero quizá deberías buscarte otros músicos para tocarlo” en parte ante la complejidad de la música allí contenida aunque también porque no le veía salida comercial para un grupo cuyo single “Lucky Man” extraído del disco de debut, había alcanzado los puestos más altos de las listas. Y realmente no andaba desencaminado el bueno de Lake porque a lo largo de la pieza encontramos cambios de ritmo constantes, incluyendo partes en compases tan inusuales como el de 10/8 y una complejidad realmente alejada de lo que se estilaba por aquel entonces. Si bien es cierto que la primera intervención vocal de Lake nos recuerda, y mucho, a su breve etapa en King Crimson, esa primera impresión pronto desaparece y lo cierto es que el cantante termina por destacar mucho más en ELP de lo que lo hacía en la banda de Fripp. Mención aparte merece su intervención en la parte central de la suite a la guitarra eléctrica con un solo realmente destacado. “Tarkus” (el tema) es uno de los momentos más destacados, no sólo del disco sino del rock progresivo como género, resumiendo en sus veinte minutos de duración todas las características que hicieron grande ese estilo cuatro décadas atrás.
“Jeremy Bender” – Como si quisieran oxigenar al oyente tras la exhibición de la primera cara, Emerson y Lake aportaron una sencilla canción sin pretensiones y con aire casi infantil como apertura del lado B del vinilo. No pasará a la historia si no es como mera anécdota.
“Bitches Crystal” – Con el siguiente tema volvemos al rock progresivo con todas las consecuencias. Bajo y batería se confabulan enredandonos en un rítmo trepidante para que Emerson se dedique a hacer diabluras al piano con ocasionales toques de Moog. Sería materia de otro artículo pero cabe reseñar que el teclista fue el primero en sacar los primitivos sintetizadores analógicos de gira con las tremendas dificultades que estos presentan a la hora de permanecer afinados mucho tiempo en las cambiantes condiciones de un concierto al aire libre. La imagen de Emerson tocando en directo rodeado de torres de aparatos y cables es uno de los iconos del rock de todos los tiempos.
Keith Emerson con el Moog Modular. ¡¡¡Operadoraaaa!!! |
“The Only Way” – Con una solemne apertura bachiana al órgano, Keith Emerson deja claras sus intenciones y habilidades antes de desplazar sus dedos al piano y continuar con el recital. Cabe señalar en este punto que, como los actores experimentados, Emerson gusta de introducir “morcillas” (valga la expresión) en sus obras. Así, sus discos con “The Nice” y los posteriores con ELP están salpicados de citas clásicas (Bach, Bartok, Copland, etc. son recurrentes en el teclista) y este tema es un buen ejemplo de ello.
“Infinite Space” – Con Emerson ya al piano como señalamos en el corte anterior entramos en el único tema escrito por Keith junto con Carl Palmer. Con este tipo de músicos de un virtuosismo exacerbado no hay término medio. Son muy buenos en lo suyo, lo saben y no pueden evitar hacer gala de ello en todo momento. Si conseguimos abstraernos de este hecho, podemos llegar a disfrutarlos enormemente. Si, por el contrario, los fuegos de artificio sólo nos resultan atractivos en las fiestas de las noches estivales, músicos como Emerson nos resultarán aburridos por momentos y cargantes las más de las veces. Merece la pena el esfuerzo por aguantar el aparente suplicio. Cuando se supera esa fase se disfruta doblemente. De lo contrario… bueno, hay más músicos ahí fuera, ¿no?
“A Time and a Place” – El primero de los dos temas firmados por los tres integrantes de la banda al unísono es una continación del anterior con sus pros y sus contras. A estas alturas no vamos a engañar a nadie y si el oyente ha llegado hasta esta parte del disco, no hay motivo alguno para abandonar en este punto. Tenemos Hammond por doquier, mucho Moog (con un cierto desafinado en alguna parte) y, en suma, rock progresivo. Como le dijo Keith Emerson a Greg Lake ante sus reticencias a grabar la suite “Tarkus”: “take it ot leave it”. Dicho en castizo, lo tomas o lo dejas…
“Are You Ready Eddy?” – Y para cerrar el disco, una especie de chiste en forma de viejo rock’n’roll, imaginamos que para relajar el ambiente tras casi cuarenta minutos de música progresiva en estado puro.
En el disco, Keith Emerson toca órgano Hammond, órgano de tubos clásico, piano, celesta, Moog y hace coros en la última canción. Greg Lake se encarga de las guitarras, el bajo y la voz principal. Carl Palmer, por su parte, se ocupa de la batería, percusión y coros en el tema que cierra el trabajo.
Aunque Emerson, Lake and Palmer no sean nuestra banda favorita en su género, habiendo pasado ya por aquí King Crimson, Yes, Pink Floyd o Genesis no podíamos dejar de dedicarles una entrada. “Tarkus” es, además, uno de los grandes discos en su estilo y merece que se le preste atención. Las exhibiciones instrumentales, y más si son a cargo de teclistas como Emerson suelen ponernos en guardia y despertar viejos prejuicios por lo que nuestra opinión puede ser más severa de lo acostumbrado. Sin embargo, creemos que todo buen aficionado debería darle una escucha a los trabajos de una banda como ELP de vez en cuando. Por nuestra parte, estamos seguros de que, tarde o temprano, volverán a aparecer por aquí más adelante. Mientras tanto, podeis comprar el disco en cualquiera de los enlaces que os sugerimos:
fnac.es
play.com
Nos despedimos con una interpretación en directo de "Bitches Crystal" en el festival de Montreux de 1997:
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Nos despedimos con una interpretación en directo de "Bitches Crystal" en el festival de Montreux de 1997:
Me encantan estas historias tan raras de los discos conceptuales. Tienen algo de ingenuidad mezclada con grandilocuencia exagerada que me resulta divertidísimo. Por cierto, la segunda foto que has puesto está entre las cosas más frikis que he visto en mi vida, me ha encantado.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada, y también por la anterior de Genesis. Escuché Tarkus hace un par de años, y me has abierto el apetito para redescubrirlo una vez más al menos.
La verdad es que cuando escucho uno de estos discos "conceptuales" trato de mantenerme al margen de la historia porque en la mayoría de los casos me resulta irrelevante. Otra cosa son discos como "Tales of Mystery and Imagination" de Alan Parsons Project, por poner un ejemplo, cuya idea general es más coherente y asumible. Eso sí, una vez olvidado el "concepto", la música se disfruta tremendamente.
ResponderEliminarUn saludo.