martes, 28 de febrero de 2023

Tangerine Dream - Poland (1984)



Siempre nos ha llamado la atención la cantidad de artistas de primer nivel, especialmente de música electrónica y de rock progresivo, que han publicado discos en directo grabados en Polonia. Durante los años ochenta, fueron muchos los músicos que tocaron allí y se encontraron con un público joven y con muchas ganas de disfrutar de nuevos sonidos. Eso animó a muchas bandas a incluir al país comunista en sus giras, incluso a pesar de que en muchos casos los problemas eran mayores que en otros sitios y en el aspecto económico eran conciertos que no siempre salían rentables. Si hablamos de la música electrónica esto es particularmente llamativo ya que muchos de los buques insignia del género tienen, como decíamos al inicio, algún directo en Polonia en sus discografías. Es el caso de Klaus Schulze, Jean Michel Jarre o Tangerine Dream y también, parcialmente, de Kraftwerk.


El disco que traemos hoy pertenece a una época de auténtica devoción en Polonia por los sonidos sintéticos de la Escuela de Berlín. Klaus Schulze había tocado allí unos meses antes en varios conciertos de los que salió un disco en directo y en diciembre le llegaba el turno a Tangerine Dream. No es que fuera una experiencia nueva para el grupo la de tocar en países del Pacto de Varsovia porque ya habían tenido la ocasión de interpretar sus temas en la República Democrática Alemana o en Hungría y también en otros países comunistas como Yugoslavia. Quizá el hecho de que su música (como la de Schulze) fuera instrumental, sin textos que pudieran llevar un mensaje que alguien pudiera tachar de propaganda occidental, ayudase a la difusión de su obra más allá del Telón de Acero. En todo caso, los conciertos polacos iban a ser un reto en muchos sentidos. El principal problema fue la climatología y las temperaturas extremas del invierno polaco, mucho más riguroso de lo habitual en aquel 1983 lo que resultó en temperaturas de hasta 15 grados bajo cero. El hecho de que los conciertos programados en Varsovia tuvieran el como sede el Palacio de Hielo, pabellón en el que se jugaba al hockey, no ayudaba nada. Se dice que, aún con el recinto lleno en la hora de las actuaciones, la temperatura no superaba los 5 grados con los correspondientes efectos, tanto sobre los intérpretes como sobre el propio equipo electrónico (al parecer, los músicos tenían recipientes con agua caliente que se iba renovando cerca de sus respectivas posiciones en el escenario para poder templar sus manos durante los conciertos). A eso se sumaban las deficiencias propias de la instalación eléctrica con un suministro cuya potencia oscilaba durante las horas de la tarde-noche y que llegó a cortarse durante unos minutos en uno de los conciertos.


Estábamos ya en el comienzo del final de la alineación formada por Edgar Froese, Christopher Franke y Johannes Schmoelling con este último planteándose su abandono, abrumado por el altísimo ritmo de publicación de Tangerine Dream, especialmente desde la entrada de lleno del grupo en el mundo de las bandas sonoras en los primeros ochenta. Pese a todo, el trío estaba en plena forma y en “Poland” lo demostraron con un disco doble que recoge una gran cantidad de material nuevo compuesto especialmente para la gira y algunas ideas procedentes de la música para películas que habían realizado poco antes como la de “The Keep”. El esquema vuelve a planteamientos del Tangerine Dream clásico con temas muy largos y desarrollos progresivos lo que, como punto de partida, sirvió para tener a los fans contentos ante la perspectiva de un regreso a las formas que hicieron grande a la banda.



“Poland” - El comienzo del tema está marcado por los ritmos sintéticos y las secuencias con un sonido digital muy moderno entonces pero con un toque aséptico que enseguida lo diferenciaría de la áspera energía de un “Ricochet” o un “Rubycon”. En todo caso, el resultado no deja de sonar a Tangerine Dream con las adiciones propias de la época como el uso de voces sampleadas. Salvando las distancias, la primera parte de “Poland” podría recordar al soberbio “Arpegiator” de Jean Michel Jarre, con distintas secuencias entrecruzándose y ritmos hipnóticos por doquier. Conforme vamos avanzando aparecen las típicas guitarras de Edgar Froese para dibujar efímeras melodías a lo largo de una veloz sección con muchas similitudes con los trabajos que la banda hacía para la gran pantalla en esos años. A la mitad de la pieza entramos en una sección muy reposada, con largas notas y fondos atmosféricos que va evolucionando con la entrada de un ritmo continuo, muy lento, como de procesión hasta la aparición de la batería electrónica que nos lleva a uno de los fragmentos melódicos del disco que culmina con un segmento percusivo/secuencial que recuerda a momentos similares del entonces reciente “Hyperborea”. Un cierre fantástico para la primera pieza del disco.




“Tangent” - Comienza el corte con una preciosa melodía, nada habitual en la música de la etapa clásica de Tangerine Dream, mucho más centrada en ritmos y secuencias con excepciones contadas como “Stratosfear” o “Force Majeure”. Tras una breve pausa con sonidos de viento a modo de transición llega una melodía que se repite obsesivamente mientras en segundo plano escuchamos diferentes efectos y retazos sonoros. El tramo final anticipa a los Tangerine de trabajos posteriores como “Optical Race” con un veloz corte que bien podría ser la banda sonora de algún videojuego ambientado en las carreteras californianas como el clásico “Out Run”. Un tema muy ochentero que marca la evolución futura de la banda.


“Rare Bird” - Este corte no figuraba como tal en las primeras ediciones del disco sino que aparecía integrado en el anterior. Se trata de una pieza con una estructura más “pop” que el resto del disco y que funcionaba bien como tema separado. Una muestra más de lo que supuso la llegada de Schmoelling a la banda con temas más cortos y directos como hemos visto ya cuando hemos tratado otros trabajos de la formación.




“Barbakane” - La cosa comienza de modo tranquilo con un sonido de flauta sintética que evoluciona lentamente mientras vamos escuchando cómo se prepara por debajo una secuencia que amenaza tormenta. Pese a ello, la tensión finalmente se contiene y todo queda en un amago. En cuanto a sonidos y ritmos, la pieza es similar a lo que poco después se podría escuchar en discos como “Le Parc”. Entramos ahora en la parte que se publicó como “single” del disco bajo el título “Warsaw in the Sun”: una preciosa melodía en tiempo medio que podría contarse entre las más inspiradas de Tangerine Dream. La batería electrónica no hace sino sumar épica a una pieza fantástica que recoge todas las esencias del grupo en los ochenta. La parte final, por el contrario, nos recuerda muchísimo a ciertas partes de “Audentity”, el disco de 1983 de Klaus Schulze en lo que, seguramente, no pasa de ser una coincidencia sin importancia. También hay algo del “State of Independence” de Jon & Vangelis flotando en el ambiente y es que parece inevitable que cuando se comparte tecnología, eso termine permeando también las ideas de los diferentes artistas.




“Horizon” - El último tramo del trabajo comienza con una larga introducción ambiental en la que se mezclan fondos estáticos con efectos sonoros de todo tipo. No tardan en desplegarse las primeras secuencias y a combinarse con otras en un tramo magnífico que incluye una preciosa melodía de cuerdas que crece poco a poco de la nada. Llegamos así a un segmento central en el que desaparecen los elementos rítmicos por un rato y escuchamos un lento discurrir de melodías con cierto aire a Tomita antes del gran final. No hay sorpresas aquí. El trío alemán se reserva una apoteosis secuencial de la que estamos seguros que aprendieron mucho estrellas de las décadas posteriores como The Chemical Brothers. Notas que vuelan veloces, ráfagas de batería y ese típico sonido sintético tan propio de aquellos años llenándolo todo. Magnífico final para uno de los grandes trabajos de Tangerine Dream en los ochenta.



La relación de Tangerine Dream con el sello Virgin se había terminado unos meses antes y “Poland” iba a ser su primer disco con el joven sello Jive Electro. En el mismo periodo aparecerían varias bandas sonoras en diferentes discográficas fruto de los acuerdos con ellas de las productoras de cada film pero en eso poco podían decidir los miembros del trío. Existen multitud de ediciones del disco pero no todas ellas están completas llegando a faltar incluso secciones enteras del documento en varias de ellas. Afortunadamente, las ediciones más recientes no caen en ese error y hoy es fácil encontrar una grabación íntegra de la obra. “Poland” no solo es un buen resumen de lo que fueron Tangerine Dream en la etapa de Johannes Schmoelling sino quizá también el último gran disco en directo de la banda ya que en los años posteriores se centraron en otros aspectos de su carrera perdiendo importancia los conciertos. Pese a que siguieron publicando trabajos grabados en vivo como “Livemiles” o “220 Volts Live”, el repertorio no era tan inspirado como el que podemos escuchar aquí.

martes, 21 de febrero de 2023

Anne Clark - Joined Up Writing (1984)



Ya hablamos tiempo atrás de Anne Clark, una de las artistas más particulares de los últimos años y autora de una discografía fascinante y muy desconocida en general pese a ser una artista de culto en varios países, particularmente en Alemania y Holanda. Hoy queremos volver a 1984 para hablar del que fue su tercer trabajo: “Joined Up Writing”. En él, además de con su compositor habitual, David Harrow, Clark contó con la participación de la también cantautora Virginia Astley quien escribe la música de los dos primeros cortes del disco en los que también canta y toca los teclados. Harrow, por su parte, toca también sintetizadores además de percusiones, saxo y clarinete. Completan la banda, Jo Wells (clarinete, teclados y voces), Nick Pretzel (batería y percusiones) y Anne Stephenson (violín).


“Nothing at All” - Comenzamos con una preciosa introducción de cuerdas sintéticas que se unen a la percusión para crear un colchón sonoro perfecto para, por un lado, el recitado de Anne y, por otro, pero una maravillosa melodía de violín a cargo de Anne Stephenson. Es una introducción más bien corta pero quizá no haga falta nada más.


“Weltschmerz” - El segundo corte es muy diferente. Los fondos musicales son inquietantes y podrían adornar las escenas más tensas de cualquier película de terror. Todo el tema está estructurado como un in crescendo en el que los redobles de tambor van acompañando con intensidad creciente a la voz de Anne Clark quien se queda en silencio durante toda la parte final dejándonos con una pieza ambiental absolutamente magistral.




“Killing Time” - El tono oscuro permanece en el siguiente tema. Fondos electrónicos y un ritmo lento pero implacable van desplegándose con una fuerza cada vez mayor llegando a su cénit con la irrupción de la percusión en el tramo final. Uno de nuestros cortes favoritos, no solo del disco sino de la carrera de la artista.




“True Love Tales” - Primera aproximación al pop electrónico de todo el trabajo, con una melodía repetitiva y una base rítmica que encaja perfectamente con todos los efectos sintéticos que la rodean. Sonidos industriales para una producción hecha con muy buen gusto y que ha soportado el paso del tiempo mucho mejor que otras piezas de estilo similar de la misma época.


“Self Destruct” - Resulta hasta divertido que la canción más alegre y comercial del disco en lo que se refiere a la parte musical se acompañe de un texto en el que se repasan diferentes formas de suicidio como introducción de una canción que termina siendo un alegato anticapitalista. Un gran tema que quedó eclipsado por el siguiente.


“Our Darkness” - Llegamos por fin al último corte del disco que también fue el primer gran éxito de la artista. Una canción que sonó en las discotecas más avanzadas de la época y que se publicó como maxi single con varias remezclas diferentes a cual más potente. Es un gran ejemplo de tecno pop ochentero dominado por una repetitiva secuencia acompañada por un veloz ritmo electrónico. El uso de samples, voces modificadas y el solo de saxo de la parte central hacen de “Our Darkness” un tema de referencia muchos de cuyos elementos fueron imitados por todo tipo de artistas en los años siguientes.




Por su duración, “Joined Up Writing” es catalogado muchas veces como un mini álbum en lugar de un LP y, de hecho, sus ediciones en CD han ido acompañadas de material extra como diferentes remixes de “Our Darkness” o incluso de su primer trabajo, otro “mini álbum” titulado “The Sitting Room”. Cualquiera de las dos versiones es muy recomendable y ambas constituyen un excelente punto de partida para introducirse en el particular universo musical de Anne Clark. Una poetisa en esencia que decidió expresarse a través de la música y que sigue activa tras todos estos años con una gran cantidad de conciertos programados para los próximos meses. Si aún no conocéis a esta pionera de la “spoken word” mezclada con la electrónica, es un buen momento para acercarse a su obra.

lunes, 13 de febrero de 2023

Leonard Cohen - You Want it Darker (2016)




Cuando escuchamos la canción de adelanto del disco del que hablamos hoy y que sirve de título para el mismo, “You Want it Darker”, tuvimos una sensación extraña. Sucedió en septiembre de 2016. Para poner las cosas en contexto, en enero de ese mismo año fallecía David Bowie pocas horas después de publicar su “Blackstar”. Pues bien, la sensación que nos produjo la primera audición de la canción de Leonard Cohen era la de una historia repitiéndose. El tono oscuro del tema y, sobre todo, un verso que se nos quedó clavado inmediatamente (“I'm ready, my Lord”) nos hizo pensar en que, como en el caso de Bowie, Cohen sabía que no le quedaba mucho tiempo y quiso reflejarlo de algún modo en el que seguramente sería su último trabajo.


Efectivamente, apenas 17 días después de publicar el disco, Cohen fallecía a la edad de 82 años. Su salud no era demasiado buena y el hecho de que en sus últimos años no hubiera dejado de dar conciertos (alguno de ellos, accidentado) no contribuyó a mejorarla. Se dijo que el ritmo de trabajo de esa última etapa tenía que ver con una mala situación económica pero sea como fuere, el hecho es que no estaba en un buen estado físico y eso hizo que “You Want it Darker” fuera un disco enfocado de un modo diferente. Cohen hizo todo prácticamente en su casa y mucho más centrado en el disco que en trabajos anteriores ya que su salud no le permitía “distraerse” con otras cosas. El disco estuvo en riesgo en muchas ocasiones porque debido a sus dolores, Leonard decidió más de una vez abandonar el proyecto pero la insistencia de su hijo Adam, productor del trabajo, le hizo seguir adelante casi como terapia contra su dolencia. La grabación fue peculiar ya que no hubo contacto entre Leonard y la mayoría de los participantes, quienes grabaron sus partes por separado. Entre los músicos que aparecen en la grabación hay nombres como los de Bill Bottrell, que aquí toca la guitarra, Patrick Leonard, colaborador estrecho en los últimos discos de Cohen y que aquí toca teclados, piano, bajo, percusiones y se encarga de las programaciones, el batería Brian MacLeod y Zac Rae, que toca casi de todo. En su mayoría se trata de músicos de sesión con trayectorias impresionantes por la categoría de los discos en los que han participado. Al margen de ellos hay otro buen número de artistas que colaboran puntualmente en temas concretos.


“You Want it Darker” - La primera canción del disco es, sencillamente, maravillosa. Introducida por un precioso coro en tono ceremonial, enseguida nos domina con una línea de bajo absolutamente hipnótica. A partir de ahí, la voz de Cohen se mezcla con un órgano sutil pero omnipresente. El coro, procedente de una sinagoga canadiense, es fantástico y ayuda a darle un tono especial a una canción que, sin duda, está entre las 10 mejores de toda la carrera de Cohen.




“Treaty” - Seguimos con una balada muy delicada, con apenas un acompañamiento de cuerdas, fragmentos corales y pequeñas partes de piano. Con un ligero toque gospel y llena de nostalgia, podemos apreciar la edad del cantante y el cansancio de los años en una interpretación sincera y emocionante a partes iguales.


“On the Level” - Pasamos ahora a un blues lento con un acompañamiento de piano que recuerda a los grupos vocales de los primeros años del rock. Una vez más, el sabio uso de los coros femeninos del que Cohen ha hecho gala en toda su carrera es una de las cosas más destacadas de la canción.


“Leaving the Table” - El disco está lleno de baladas con sabor añejo y esta no es una excepción. La guitarra del inicio, heredera directa de los grandes de la guitarra de los cincuenta y sesenta como Duane Eddy o Hank Marvin nos traslada inmediatamente a esa época. Toques de blues o de country adornan una canción cuya letra, una vez más, tiene un claro tono de despedida con versos como “I'm leaving the table, I'm out of the game”.


“If I Didn't Have Your Love” - Continuamos en el mismo tono en esta canción en la que contrasta un piano optimista con un órgano nostálgico. Nuevamente escuchamos ecos de géneros clásicos en los que se une el blues con el gospel como excusa para darle un soporte a los poemas de Cohen, uno de los letristas más profundos que ha dado la música popular en las últimas décadas.


“Traveling Light” - Llegamos así a una de nuestras canciones favoritas del disco en la que se mezcla la melancolía yiddish del violín con los ritmos griegos cercanos al sirtaki apoyados en la mandolina de Zac Rae y en la voz de Athena Andreadis. Las programaciones electrónicas, crean un contraste precioso durante toda la pieza. Una joya a la altura del mejor Cohen.




“It Seemed the Better Way” - Regresa el coro del corte inicial para crear la atmósfera adecuada para otra gran canción. El violín, como en la canción anterior, tiene un gran protagonismo apoyado esta vez en una percusión muy acertada y en el omnipresente órgano. El final, a cargo del coro, es estremecedor.


“Steer Your Way” - Con la siguiente canción llegamos a otro de los grandes momentos del disco en lo que podría ser una especie de continuación del tema inicial pero con muchos elementos de trabajos clásicos del cantante como “I'm Your Man”. Destacamos una vez más el violín que dibuja arabescos durante toda la canción sobre una repetitiva línea de bajo jugueteando con las voces de Alison Krauss y Dana Glover, invitadas especiales en la pieza.




“String Reprise / Treaty” - Cerrando el disco tenemos una recreación de la segunda pieza del mismo en versión instrumental y utilizando solo un cuarteto de cuerda. Una delicia a la que pone el punto y final el propio Cohen recitando la estrofa final.



Un tiempo después de la publicación de “You Want it Darker” se publicó otro trabajo con material inédito de Cohen pero nos cuesta no considerar este como su último disco. Sabemos que el hecho de que Leonard falleciera poco después de la aparición del LP condiciona nuestra opinión siquiera de modo inconsciente pero lo cierto es que creemos que es una de sus mejores creaciones y probablemente la mejor en mucho tiempo. Además, canciones como la que le da título van a quedar, en nuestra opinión, como una de las más recordadas de su autor. Siempre es recomendable la música de Leonard Cohen pero en este caso con mucho más motivo por todas las circunstancias que rodean al disco.