Un lugar donde hablar de música y compartir opiniones con el único ánimo de ampliar gustos musicales y, acaso, descubrir nuevos artistas al eventual lector.
Pat Metheny es uno de los músicos que más veces han aparecido por el blog pero nos damos cuenta de que todos los discos que hemos traído hasta aquí en estos años pertenecen a la etapa posterior a su salida del sello ECM, lo que nos sorprende puesto que tanto el guitarrista como la discográfica, cada uno en su categoría, se encuentran entre nuestros favoritos. En el caso del músico, además, se da la circunstancia de que su salida de ECM fue para muchos seguidores un punto de inflexión hasta el punto de que muchos de ellos se bajaron del barco del bueno de Pat al considerar que su música había dado un giro hacia estilos más comerciales y menos “puros”. Sin embargo, en el camino, Metheny llegó a públicos más amplios ampliando la base de seguidores al incorporar a su música elementos muy enriquecedores e influencias muy ricas que le llevaron a crear un sonido muy característico.
En alguna ocasión hemos dicho que disfrutamos tanto de esa etapa inicial del guitarrista en ECM como todas las posteriores por lo que es hora de comentar alguna de aquellas grabaciones iniciales de Metheny, comenzando hoy por su segundo disco: “Watercolors”, que iba a poner, además, la primera piedra para la construcción posterior de su mítico Pat Metheny Group. Esto es así porque en la grabación participan el pianista Lyle Mays, miembro fundamental y responsable en buena parte del sonido de la banda en los años posteriores, y el batería Dan Gotlieb. De este modo, aquí se produce la primera reunión de tres de los cuatro músicos que poco después formarían el grupo. El cuarto participante en este “Watercolors” es el contrabajista Eberhard Weber, uno de los músicos más representativos del sello alemán donde ha grabado un gran número de discos propios además de participar en los de otros artistas.
“Watercolors” - El comienzo del disco es directo, con la guitarra afrontando sin rodeos la melodía central del tema. No tarda en incorporarse primero la sesión rítmica, con una suerte de bossa nova acelerada que encaja como un guante en el estilo de Metheny. Con la entrada del piano de Mays, protagonista absoluto de la parte final del tema, ya hemos reunido todos los elementos característicos del sonido del músico en sus primeros años.
“Icefire” - La segunda pieza tiene un enfoque más íntimo partiendo ya desde su larga introducción a cargo de la guitarra solista. Una guitarra muy particular, la de 15 cuerdas, alejada del sonido amable del tema inicial, que busca una expresión con más filo. Es un tema no tan jazzístico que se acerca más a sonidos folkies con toques de blues.
“Oasis” - Destaca aquí la aportación de Weber al contrabajo interpretándolo con el arco para crear fondos llenos de magia sobre los cuales Metheny desgrana grupos de arpegios sin una melodía clara para terminar por tejer entre ambos una pieza ambiental exquisita. Es difícil hacer más con menos elementos.
“Lakes” - Con el siguiente corte entramos en una de esas piezas que definirán el estilo de Pat Metheny. Elementos de country y jazz moviéndose a gran velocidad sobre una alegre base rítmica y un Lyle Mays extraordinario, especialmente en la segunda parte de la composición en la que hace magia junto al bajo de Weber.
“River Quai” - Es esta una de esas canciones que parecen pedir a cada compás la entrada de una de esas divas del soul, una vocalista que cante una letra esperanzada y vitalista y, sin embargo, eso nunca ocurre quedándonos a cambio con un bonito ejemplo de smooth jazz interpretado, eso sí, con una factura exquisita. Cuando parece que todo está dicho, llega una vez más el gran Lyle Mays para ofrecernos otro gran solo de piano antes de cerrar ya con todos los músicos en plenitud de facultades.
“Suite I. Florida Greeting Song” - Continúa el disco con una suite formada por dos breves partes. La primera es un duelo de virtuosos entre la batería de Gottlieb y la guitarra de Metheny. No es muy dado Pat a este tipo de exhibiciones pero aquí, y dada la escasa duración del corte, no molesta en absoluto.
“Suite II. Legend of the Fountain” - La segunda parte es para el guitarrista en solitario con un arranque ligeramente aflamencado que deriva poco a poco en una breve melodía con aire de bossa nova.
“Sea Song” - Cierra el disco la pieza más larga (algo más de diez minutos) que comienza con un esquema similar a “Oasis”, es decir, el contrabajo tocado con arco crea una serie de fondos fantasmagóricos que son convenientemente adornados por Gottlieb sacando toda la gama de sonidos de los platillos de su batería. El ambiente es verdaderamente logrado y el ideal para que Metheny y Mays vayan introduciendo, con total calma, sus respectivas líneas melódicas. Un fantástico tema, muy experimental, que encaja muy bien en una discográfica como ECM y nos descubre a un Metheny que irá mucho más allá de lo que se espera de un simple guitarrista para convertirse en el futuro en creador de un sonido reconocible y muy difícil de imitar.
Con “Watercolors”, Metheny define el estilo que iba a dominar sus discos con el Pat Metheny Group, formación con la que firmaría ya su próxima grabación un año más tarde y que permanecería activa con pocas variaciones durante más de treinta años. La fusión entre country, folk, jazz, algo de rock, y bastante de músicas de otras procedencias (fundamentalmente de Brasil) iba a ser la seña de identidad de una banda imprescindible en el jazz de las últimas décadas. Metheny, por su parte, ha explorado muchísimos otros caminos en sus discos en solitario o en colaboración con los más diversos artistas pero si queréis disfrutar de toda su esencia, “Watercolors” es un punto de partida inmejorable.
El Pat Metheny Group nació como cuarteto y esa fue la formación en sus dos primeros discos. Guitarra, bajo, teclados y batería eran los instrumentos principales de la banda pero coincidiendo con la salida del bajista Mark Egan y la entrada de Steve Rodby en su sustitución, el grupo sumó un percusionista quedando durante mucho años constituido en un quinteto (ocasionalmente se añadían o no algunos vocalistas). Fue ya en 1984, con “First Circle”, cuando se estableció el considerado como núcleo clásico del grupo con la entrada del batería Paul Wertico reemplazando al fundador Danny Gottlieb. Así, Rodby y Wertico, junto con los imprescindibles Lyle Mays y el propio Pat Metheny fueron los miembros fijos durante casi década y media variando siempre el percusionista y los vocalistas que no llegaron a consolidarse. En 1996, tras más de un año de gira, se diría que quisieron hacer una especie de pausa volviendo al cuarteto de sus orígenes e incluso yendo un poco más allá adoptando un formato prácticamente acústico. La idea era juntarse a grabar con unas pocas ideas y ver lo que salía de ahí. El disco resultante se llamaría, claro está, “Quartet”. Tenemos, por tanto, a Metheny a las guitarras, Lyle Mays a los teclados, Steve Rodby al bajo y Paul Wertico a la batería en un formato principalmente acústico Un trabajo sin demasiadas pretensiones, con muy pocos ensayos y, en algún caso, con piezas completamente improvisadas. Como dice el propio Metheny en las notas del disco, eran músicos que llevaba más de veinte años tocando juntos y querían divertirse sin las complicaciones de un disco “normal”.
El disco comienza con “Introduction”, un breve corte en una línea muy clásica que enlaza rápidamente con “When We Were Free”, temazo que sigue la estela de las piezas más reconocibles del Pat Metheny Group en los años anteriores.
“Montevideo” (firmada por todos los miembros a diferencia de las dos piezas iniciales que eran obra de Metheny) tiene un sabor más latino destacando la percusión de Wertico. “Take Me There” nos trae la versión más virtuosa del guitarrista en un tema veloz en el que la sección rítmica está también a un gran nivel. Con “Seven Days” escuchamos al Metheny más relajado en una lenta pieza de sabor añejo en la que el contrabajo y la batería acompañan con una delicadeza al alcance de muy pocos. En la misma línea pero con Rodby como protagonista está “Oceania”, precioso tema escrito por Mays en el que contrabajo y piano dialogan de forma deliciosa y uno de los pocos en los que Metheny toca su famoso sintetizador de guitarra.
“Dismantling Utopia” es muy diferente desde el comienzo. Una serie de guitarras pulsantes a alta velocidad nos acompañan durante una larga introducción repetitiva que se ve interrumpida súbitamente para entrar en una extrañísima sección muy caótica, especialmente en cuanto a las percusiones. Una rareza no carente de interés y firmada por todo el grupo pero que nos deja muy desubicados. Con “Double Blind”, otra composición de Mays, retornamos a los sonidos más convencionales con la única excepción de la guitarra Pikasso de Metheny que acompaña al teclista con su particular paleta tímbrica. En una línea similar estarían “Second Thought” o “Mojave” que nos llevan hasta “Badland”. Según el guitarrista, es una pieza completamente improvisada y nos parece de lo más interesante del disco. Comienza con un tono misterioso que enseguida gira hacia sonoridades de apariencia oriental, con Metheny tirando de su colección de guitarras en busca de los sonidos más exóticos. Luego asistimos a una suerte de exploración por parte de todo el grupo que nos deja momentos interesantes y otros más desconcertantes. En sus siete minutos hay ideas que, convenientemente desarrolladas, podrían dar para mucho.
Tras “Glacier”, breve composición de Mays, volvemos a los ritmos vivos y al sonido más habitual de la banda en “Language of Time”. Es otra pieza más bien larga en la que el cuarteto brilla como de costumbre. Extrañamente tiene un toque a vieja serie televisiva de los setenta en algún momento pero enseguida se disuelve, especialmente con el solo de Metheny a la guitarra-sintetizador. Ya en el tramo final nos encontramos con la tranquila “Sometimes I See” para concluir con “As I Am” que comparte el mismo espíritu.
Desde su propio planteamiento, ya queda claro que “Quartet” es un disco particular. Una especie de marca de lectura que los músicos quisieron dejar en un momento determinado antes de dar un salto adelante con “Imaginary Day”, el que fuera el siguiente disco del grupo y uno de los mejores y, en nuestra opinión, más revolucionarios de toda su discografía. Hay un detalle que parece incidir en este hecho y es que solamente una de las quince composiciones del disco pasó al repertorio de concierto de la banda en los años siguientes e incluso sería regrabada por el propio Metheny en algún disco posterior. Como ocurre muchas veces con artistas tan prolíficos como Pat, en su discografía encontramos trabajo correctos, sin temas especialmente brillantes pero con un nivel general medio-alto. Este sería el caso de este “Quartet”: un disco perfecto para los seguidores más fieles del músico pero que quizá no le diga demasiado al resto. En nuestro caso, nos ocurre algo así. No nombraríamos a “Quartet” en una hipotética lista de las mejores grabaciones de Metheny pero no tenemos ningún problema en escucharlo con cierta frecuencia porque es un muy buen disco. ¿Lo mejor para salir de dudas? Escucharlo y decidir por vosotros mismos.
Con distintas entradas y salidas a lo largo de su trayectoria, el Pat Metheny Group era una banda cuyo núcleo central se estabilizó a partir de 1984 alrededor del cuarteto que formaban Lyle Mays, Steve Rodby, Paul Wertico y el propio Metheny. A partir de ese momento hubo incorporaciones puntuales de vocalistas o percusionistas para discos o giras concretas pero siempre manteniendo a los músicos mencionados. En 2001 esto cambió. Paul Wertico decidió dejar la banda para centrarse en su familia y afrontar una vida musical más relajada, lejos de las extensas giras del grupo por todo el mundo.
Esa baja obligaba a una reorganización de un grupo cuyo sonido había alcanzado cotas de auténtica excelencia con su último disco “Imaginary Day”, trabajo en el que el Pat Metheny Group presentó su alineación más amplia con hasta diez miembros siendo la mayor parte de ellos percusionistas y vocalistas adicionales. El cambio iba a tener mucho que ver con el sonido que Metheny buscaba a partir de entonces. El citado “Imaginary Day” significó un giro hacia campos raramente explorados por el guitarrista como el rock, con extraordinarios resultados pero quizá fue un salto demasiado brusco por lo que el siguiente paso iba a sera hacia atrás: una vuelta hacia los sonidos latinos y hacia una formación más convencional aunque con alguna incorporación refrescante en el aspecto instrumental.
El nuevo sexteto iba a mantener un equilibrio de músicos antiguos (Metheny, Mays y Rodby) y nuevos con la incorporación de tres instrumentistas de un altísimo nivel: el bajista camerunés Richard Bona (cuya función aquí será la de percusionista y cantante), el batería mexicano Antonio Sánchez y el trompetista de origen vietnamita Cuong Vu. Un plantel de lujo para un disco que supuso el regreso discográfico del grupo cinco años después de su último lanzamiento.
El sexteto del Pat Metheny Group en vivo.
“As it Is” - Comienza la pieza con Mays y Metheny mano a mano, piano y guitarra, como en los viejos tiempos. De hecho, los primeros compases tienen el sabor de aquellos trabajos de los años ochenta en los que ambos supieron crear un sonido nuevo, muy imitado posteriormente. Si algún oyente albergaba dudas al respecto, el inconfundible timbre aflautado de los sintetizadores de Lyle Mays nos traslada directamente a aquella época. Comienza entonces a hacerse notar Antonio Sánchez a la batería acompañando a un precioso solo de piano que preludia la primera aparición de la guitarra sintetizada de Metheny, otro sonido clásico del grupo, especialmente en los años anteriores. Las voces son, una vez más, las que ponen ese toque brasileño característico del grupo en el brillante segmento final de la pieza. Un tema para contentar a los viejos seguidores del grupo.
“Proof” - Continuamos con una secuencia de jazz en la linea clásica del grupo, en la que la nueva sección rítmica formada por Rodby y Sánchez se hace notar de forma muy destacada. Un primer solo de Metheny a la guitarra eléctrica se escucha entonces y nos conduce a la primera gran intervención de Cuong Vu a la trompeta. Es esta la gran novedad del disco ya que hasta aquel momento no habíamos escuchado nunca una en un disco del grupo (tampoco en los de Metheny en solitario pese a que fue la trompeta, antes que la guitarra, el primer instrumento del músico). La novedad queda difuminada enseguida por el modo tan natural con el que ese sonido se funde con el resto de la banda consiguiendo que en modo alguno sea percibida como un objeto extraño por parte de los seguidores del grupo.
“Another Life” - Un precioso canto en el que África se da la mano con Brasil abre la siguiente pieza del disco. Un ritmo suave y una cadencia con el encanto porteño de Piazzolla comienzan entonces a desplegarse con delicadeza ante nosotros. Es aquí donde Metheny toma las riendas con la maestría habitual en uno de esos solos a los que nos tiene tan acostumbrados llevándonos de la mano durante toda la pieza hasta el final.
“The Gathering Sky” - Sonidos africanos, especialmente percusiones, nos dan la bienvenida al siguiente corte como preludio a una intrincada melodía de bajo. Es este un tema luminoso y complejo, con gran riqueza de ritmos y momentos de gran inspiración compositiva. Los sintetizadores de Mays llevan el motivo central en los primeros instantes hasta que se produce un cambio de ritmo muy notable y entramos en un segmento veloz, ideal para la improvisación de Metheny. El tramo final se construye sobre variaciones de la melodía central y un bonito “crescendo” que pone el broche perfecto a la pieza.
“You” - Richard Bona entona un profundo canto con el único acompañamiento de la guitarra acústica. Es un momento de gran intimidad al que se unen primero Mays al piano y más tarde Rodby al bajo. La pieza parece hasta aquí una canción de cuna dada su delicadeza, Sin embargo, poco a poco y llevado por la propia cadencia de la misma, el tema se acelera y, ayudado por las cuerdas sintéticas de los teclados, evoluciona hasta incorporar al propio Metheny y su correspondiente solo.
“On Her Way” - Aunque la pieza comienza con una mezcla de percusión africana y trompeta, enseguida adopta los ritmos latinos tan del gusto del guitarrista norteamericano, aunque, cuando esperamos una pieza más, en la misma linea del resto del disco, la batería nos lleva a un fragmento cantado asimilable con cualquier canción pop. Falsa alarma en todo caso. El interludio, de escasa duración, desemboca en un esclarecedor solo de guitarra antes de retomar el tema anterior, de un divertido aire “Beatle” para concluir la pieza.
“A Place in the World” - Los primeros minutos del tema son fantásticos. La banda ejecuta un tema sin demasiadas complejidades pero lo hace de forma excepcional. Con momentos en los que varios instrumentos ejecutan la misma melodía al unísono, Metheny consigue una intensidad en la interpretación muy original. Luego tendremos tiempo para los acostumbrados solos de Mays y el propio guitarrista pero nos quedamos, desde luego, con ese comienzo como uno de los mejores momentos de un disco, por momentos demasiado lineal. Rompe esa tónica de nuevo la aportación de Vu en la segunda mitad de la pieza con un impecable solo de trompeta que nos lleva a la última sección en la que escuchamos influencias de otros estilos musicales que se suman al sonido clásico de la banda y a un Bona cuyos cantos aportan una novedad muy acertada.
“Afternoon” - La pieza más breve y también la más “jazzística” del disco. Comienza como un dúo de guitarra y piano al que se une la voz de Richard Bona improvisando un canto sin letra que comienza sonando africano y termina integrándose en el espíritu del tema. El cambio que se produce de los habituales temas vocales de influencia brasileña a sus equivalentes de la orilla opuesta del Atlántico sirve para renovar el sonido del grupo aunque, curiosamente, el efecto de ambos es muy similar.
“Wherever You Go” - El disco concluye con otra pieza con el esquema tantas veces escuchado en el grupo, con un comienzo tranquilo que va evolucionando casi sin darnos cuenta hacia un exuberante exhibición de facultades por parte de todos los músicos. La melodía central es tan sencilla como pegadiza y sirve de hilo conductor entre las distintas secciones y solos instrumentales. Un final efectivo para un disco notable.
Con “Imaginary Day” el Pat Metheny Group fue más lejos que nunca y se adentró en terrenos nuevos para la banda, explorando géneros diferentes del jazz. Eso no era una novedad para Metheny pero los discos del “group” habían tenido una evolución muy pausada, sin cambios revolucionarios de uno a otro. Quizá por eso el planteamiento de “Speaking of Now” fue el de un regreso a los orígenes. De hecho, la incorporación de tres músicos, el 50% de la banda, no se nota demasiado. La voz de Bona es diferente a las anteriores pero encaja muy bien. La trompeta de Vu está perfectamente integrada en el sonido del grupo. Curiosamente, la incorporación más “continuista”, la de Antonio Sánchez en sustitución de Wertico es la más trascendental, especialmente por la tremenda versatilidad del mexicano que sería aprovechada por Metheny en el futuro, tanto para el “group” como para sus distintos proyectos en solitario o con otros músicos.
No debe tomarse esta vuelta al pasado como una renuncia por parte del grupo a seguir evolucionando sino más bien como un retroceso para tomar carrerilla y llegar más lejos con el próximo salto. Ya se habló en el blog del disco que vino después y de lo que supuso por lo que aquí nos limitamos a recomendar “Speaking of Now”. No os defraudará.
Os dejamos con uno de los cortes del disco en directo: "You".
No lo sabíamos en
aquel momento porque no se anunció como tal pero lo cierto es que “The Way Up”,
no sólo fue
el disco más ambicioso que jamás afrontó el Pat Metheny Group sino que, además,
fue el último grabado por la formación. Se diría que el esfuerzo conjunto
realizado por Metheny y su hasta entonces inseparable Lyle Mays llegó a tal
punto de brillantez que descubrieron que no les quedaba nada más por decir,
que, hicieran lo que hicieran en el futuro, nada podría superar la música
plasmada en el heroico “tour de force” que supuso el disco en todos los
sentidos.
Si su trabajo anterior, “Speaking of Now” podría
considerarse como una especie de momento de relax tras el magnífico “Imaginary
Day”, “The Way Up” es todo lo contrario: un desafío colosal en el que Metheny y
su banda ponen a prueba las fronteras del jazz, el jazz rock y la fusión como
géneros llevándolos un par de pasos más allá. El propio formato del disco es
revelador: un único tema de casi setenta minutos de duración que sólo por
motivos de comodidad a la hora de que el oyente busque un pasaje determinado,
está dividido en cuatro cortes en el CD.
Repite Metheny prácticamente la misma formación del trabajo
anterior del grupo, es decir: Lyle Mays (piano y teclados), Steve Rodby (bajo y
violonchelo), Cuong Vu (trompeta y voces), Gregoire Maret (armónica y
percusión) y Antonio Sánchez (batería). Metheny toca guitarras y aparecen como
invitados en esta ocasión, Richard Bona (percusión y voces) y Dave Samuels
(percusión).
El Pat Metheny Group durante la gira que acompañó a "The Way Up"
“Opening” – La introducción del disco nos revela enseguida
su inconfundible autoría con la guitarra de Metheny y el piano de Mays
brillando al nivel habitual. La sección rítmica es la que nos resulta algo
extraña para lo acostumbrado revelando que en el disco iba a existir un trasfondo
profundamente diferente. En los créditos del disco aparece una dedicatoria muy
especial a Steve Reich y escuchando esta obertura comenzamos a comprender por
dónde pueden ir los tiros y es que la influencia del compositor minimalista
comienza a dejarse ver en ritmos y en esquemas muy sutilmente.
“Part One” – Con la primera parte entramos en el núcleo del
disco y lo hacemos con un tema suave de guitarra acompañado de diversos efectos
de sintetizador y la soberbia batería de Antonio Sánchez. Comienzan entonces
una serie de solos por parte de Metheny absolutamente fantásticos secundado por
el resto del grupo. Tras ese primer segmento es Lyle Mays quien toma las
riendas al piano con el guitarrista como secundario de lujo. Poco a poco gana
en protagonismo de nuevo Antonio Sánchez con una “masterclass” de su
instrumento al más alto nivel. Nueva transición, ahora de guitarra acústica
antes de afrontar el tramo final con ligeros apuntes de armónica y una
brillante intervención de Steve Rodby al bajo y la incorporación de Vu y su
trompeta, ahora sí, en perfecta conjunción con Metheny y Mays. Volvemos a los
pulsos rítmicos al estilo de Reich antes de una recapitulación del tema central
que nos conduce hasta otra brillantísima
intervención de Mays y Vu en un tono más clásico, previa al cierre del
movimiento con el Metheny más íntimo a la guitarra.
“Part Two” – Rescata por unos minutos Metheny las
sonoridades más clásicas de su repertorio de los noventa, tanto con su grupo
como en solitario en el comienzo del segmento en el que Rodby parece reclamar
un papel más importante con notables intervenciones secundando al resto de la
banda. Vuelve la guitarra rítmica de Pat a marcar ritmos directamente deudores
de los de su “Electric Counterpoint” con Steve Reich que son el trasfondo que
subyace en todo el disco. Tras unos instantes en los que casi toda la actividad
desaparece, suena el piano dando paso a un metronómico ritmo continuo a cargo
de batería y guitarra sobre el que empieza a destacar la trompeta de Vu.
Entramos así en los momentos más arrebatadores de todo el disco con la banda
transitando senderos nuevos a velocidad de vértigo. Es en estos momentos en los
que el Pat Metheny Group fuerza hasta casi reventar las estructuras habituales
de su música que sufren para contener tanta creatividad. Un nuevo interludio de
guitarra acústica sirve como transición hacia una serie de solos de armónica
que recogen muy bien el testigo de los teclados de Lyle Mays que con tanta
profusión en el pasado imitaron el particular timbre de ese instrumento.
Cerrando la sección volvemos a los ritmos acelerados y las referencias a Reich
en un tramo plenamente vanguardista con intervenciones de Rodby al violonchelo
que confirman el espíritu aventurero de un disco que, a estas alturas, es ya
una referencia.
“Part Three” – La parte final comienza con los teclados de
Mays marcando la pauta, algo que se mantendrá así hasta el final aunque por el
camino disfrutemos de un magnífico Antonio Sánchez (una vez más) y de las pocas
intervenciones vocales de Cuong Vu y Richard Bona recuperando los sabores
latinos tan característicos de Metheny en la etapa post-ECM. Una breve vuelta
al tema central, si es que hay alguno en un disco tan complejo que pueda
tomarse como tal, nos sitúa ya en el último tramo del disco, muy diferente de
los anteriores y con un profundo componente introspectivo, casi podríamos decir
minimalista, si no temiéramos que el uso del término hiciera mirar al lector de
nuevo hacia Reich cuando, en esta ocasión, el estilo es muy diferente.
El disco ganó el “Grammy” al mejor disco de jazz
contemporáneo en 2005 completando una extraordinaria racha de 7 discos
consecutivos por parte del Pat Metheny Group ganando el premio “Grammy”
correspondiente para un total de 10 galardones por parte del grupo, aunque
Metheny contando todos sus proyectos en solitario y acompañado atesora la nada
despreciable cantidad de 20 “Grammys” en 10 categorías diferentes (algo que
también es un record). Tras “The Way Up”, no sólo se disolvió el Pat Metheny
Group sino que el guitarrista pareció refugiarse en formaciones mucho más
reducidas y colaboraciones con otros artistas como Brad Mehldau y su trío, llegando
a prescindir de acompañamientos humanos con el diseño de su epatante
“orchestrion” del que ya hemos hablado aquí. No parece ser hasta los años más
reciente que Metheny vuelve a mirar a formaciones más similares a su ya mítico
“group” como la “Unity Band” o el “Unity Group” con los que vuelve a investigar
las posibilidades de instrumentaciones más amplias.
“The Way Up” tuvo una excelente acogida por parte de la
crítica que parecía superar ciertos complejos surgidos durante los primeros
años de Metheny fuera del sello ECM. Consideramos que se trata de un disco
notable que merece formar parte de la colección de cualquier seguidor del
músico, incluso aunque manifieste reparos hacia “ese” Metheny más “comercial”
que suelen criticar sus detractores. El disco, en cualquier caso, puede
adquirirse en los enlaces habituales.
Es curioso cómo
en el mundo de la música existen discos que son capaces de crear auténticas
facciones enfrentadas entre los fans de un artista en concreto (y usamos el
término “fan” con toda la intención). Mientras que unos los consideran una obra
maestra, los otros los tienen por auténticos sacrilegios que hacen que el
músico en cuestión pase a la lista de los ignorados, aunque es habitual que un
tiempo después esta situación se revierta (bien porque el fan cambia de
opinión, bien porque el artista vuelve al redil). Ocurrió con “Bringing It All Back Home” de Bob
Dylan, “Trans” de Neil Young, “You’re Under Arrest” de Miles Davis o “Achtung Baby” de U2.
El disco que hoy tenemos aquí podría formar parte también de
esa lista. En su momento supuso una ruptura con la trayectoria anterior de su
autor en muchos aspectos. El primero de ellos y quizá el que explica los demás,
es la ruptura del músico con un sello como ECM. Ya hemos hablado en anteriores
ocasiones de la editorial de Manfred Eicher, una fuente inagotable de buena
música durante décadas cuyos discos tienen una pátina de calidad indiscutible
aunque eso encierra también cuestiones algo más oscuras. Llegó un momento en
que Pat Metheny, uno de los músicos estrella del sello, se cansó de algunas de
las normas establecidas por Eicher y decidió abandonar la discográfica. Se
habían producido cambios en la forma de pensar del guitarrista que, tras una
estancia en Brasil se planteó un giro en su música, que incorporaría a partir
de ese momento nuevos elementos latinos y eso requería la participación de más
músicos y un proceso de creación, grabación y producción mucho más elaborado y
cuidado. Ahí es donde se produce el choque con ECM, partidarios de un proceso
de creación musical mucho más espontáneo y directo (se dice que los artistas
disponían de dos días para grabar y de un tercero para realizar los retoques
necesarios sobre la grabación y que esto no era negociable). Metheny no asumió
esas condiciones y abandonó el sello tras publicar “First Circle” en 1984 para
firmar con Geffen tras un par de trabajos muy concretos con otros sellos.
Para el nuevo disco, titulado “Still Life (Talking)”, el Pat
Metheny Group iba a experimentar una ampliación incorporando a los habituales
Lyle Mays (teclados), Steve Rodby (bajo, percusión), Pedro Aznar (voz,
percusiones, guitarras) y Paul Wertico (batería, percusión) las voces y la
percusión de Armando Marçal. La ausencia por cuestiones de agenda (era un
músico muy solicitado en aquel entonces) de Pedro Aznar fue reemplazada de modo
puntual en este disco por las voces de Mark Ledford y David Blamires.
Portada del single de "Last Train Home"
“Minuano (six eight)” – El disco da comienzo con una pieza
escrita a dúo por Metheny y Lyle Mays, lo que queda en evidencia en el momento
en que escuchamos las armonías vocales de los primeros instantes que hacen las
veces de introducción hasta la entrada de la sección rítmica, perfectamente
construida de manera que va creciendo de forma paralela al resto de la pieza.
Es indudable que Lito Vitale aprendió mucho de la forma de componer de Mays y
cualquier seguidor del argentino reconocerá en muchos fragmentos de esta pieza
las bases de gran parte de la obra del músico en los años posteriores.
Volviendo a la composición, en ella escuchamos una versión de Metheny
reconocible para sus seguidores pero enriquecida con un montón de elementos
nuevos que llevan su música a otra dimensión. En la parte final escuchamos una
preciosa sección con el protagonismo de los teclados de Mays absolutamente
rompedora que nos deja con muchas ganas de escucharla evolucionar durante más
tiempo del que lo hace antes de regresar al tema central, de claro aire
brasileño.
“So May it Secretly Begin” – Aunque la guitarra sigue siendo
la principal protagonista, la aparición de una sección de cuerda (suponemos que
sintética, ya que no aparece acreditada en el disco) revela el cambio que
estaba experimentando el sonido de la banda. El toque latino sigue muy
presente, especialmente en el piano y la guitarra acústica aunque quizá
apreciamos una cierta falta de músculo en una pieza que en momentos suena
peligrosamente cercana al “smooth jazz”.
“Last Train Home” – Llegamos al punto culminante del álbum. La
pieza que elevó a Metheny a los altares, que saltó del disco a las sintonías de
televisión y radio haciendo que prácticamente todo el mundo esboce un gesto de
reconocimiento cuando comienza a sonar el metronómico ritmo de las escobillas
de Paul Wertico instantes antes de que la guitarra-sitar de Metheny comience a
ejecutar una melodía inolvidable. A partir de ahí, todo es magia y la banda se
conjunta de manera impecable a partir, especialmente, de los elegantes teclados
de un Mays en estado de gracia. Una obra maestra sin paliativos que se iba a
convertir en un clásico instantáneo.
“(It’s Just) Talk” – De nuevo Brasil se hace presente en el
disco empapando toda la sección rítmica de un tema en el que, de nuevo, las
voces tienen un protagonismo importantísimo. Más allá de eso, la pieza nos
muestra al Metheny más conocido en plena transición aún hacia ese nuevo sonido
con influencias del sur que culminaría un poco después en su disco “Secret
Story”.
“Third Wind” – Segunda pieza escrita por Metheny y Mays en
el disco y, sin duda, la más frenética del mismo con un ritmo desatado desde el
comienzo que convierte a sus protagonistas principales (Paul Wertico y Armando
Marçal) en las auténticas estrellas del tema. Metheny, a pesar de la altura de
alguno de sus solos, no es sino un acompañante de lujo. Steve Rodby, muy
contenido durante todo el disco, hace aquí también una labor impresionante.
“Distance” – Lyle Mays firma en solitario la pieza más breve
del disco. Se trata de un interludio electrónico más cercano al “ambient” y a
la música clásica más vanguardista que al jazz por lo que su inclusión en el
disco choca bastante al no terminar de encajar con la filosofía de este aunque
tomada de modo aislado es una composición notable.
“In Her Family” – Cerrando el trabajo encontramos un tema
íntimo en el que la guitarra acústica se da la mano con el piano para construir
una pieza casi impresionista de esas con las que Metheny nos obsequia de cuando
en cuando. Mientras avanza el tema se van incorporando distintos elementos como
una suave percusión y algunos sonidos de cuerdas muy evocadores.
Cuando apareció el siguiente disco del Pat Metheny Group,
“Letter from Home”, se habló de que cerraba la trilogía latina iniciada con
“First Circle” y de la que el disco que hoy hemos comentado sería el segundo
volumen. Lo cierto es que esto no iba a suponer un regreso al Metheny anterior
tras la publicación de aquel disco ya que la mayoría de los elementos que se
habían incorporado a la paleta sonora del guitarrista iban a permanecer en su
música prácticamente hasta nuestros días. “Still Life (Talking)” es un gran
disco que no podemos dejar de recomendar y una pieza de la categoría de “Last
Train Home” debería estar en la discoteca de todo melómano que se precie. En su momento, como comentamos al principio, el trabajo suscitó cierta polémica entre los fans que consideraron que Metheny había "dulcificado" su sonido con la intención de vender más discos y hubo muchos de ellos que se bajaron del barco considerándose en cierto modo traicionados. Al mismo tiempo y a partir de la popularidad alcanzada por el single "Last Train Home", muchos otros aficionados se sumaron a la lista de seguidores del guitarrista en adelante. Sin entrar en demasiadas discusiones, ya que a nosotros nos gustan tanto el "nuevo" Metheny como el anterior, escogemos disfrutar de toda su música sin complejos. Aquellos interesados en hacerse con el disco lo pueden adquirir en los enlaces
de costumbre.
ECM es un sello
que se ha caracterizado por un sonido propio, unos altos niveles de calidad y
una personalidad muy marcada en todas y cada una de sus grabaciones. Dentro de
mismo han tenido cabida multitud de estilos, desde la música clásica al jazz
más vanguardista y no son pocos los discos maravillosos que han surgido bajo su
etiqueta en las últimas décadas. Dentro de las características que forman parte
de la “marca” ECM se encuentra una cierta frialdad en buena parte de la música
publicada por el sello, una elegancia y sobriedad que no hace demasiadas
concesiones a determinado tipo de expresiones musicales. Intuimos que esto tuvo
que ver con la salida de uno de sus artistas “estrella” a mediados de los años
80: Pat Metheny. Afirmaba el guitarrista que la política artística de la
compañía era muy restrictiva en muchos sentidos: “Grababas en dos días y tenías
un tercero para hacer las mezclas. Ese era tu disco. Ya fuera mejor o peor, te
gustase más o menos, ese era tu disco”.
Es probable que
no fuera ese el único punto en que Metheny no se sintiera cómodo con ECM ya
que, una vez abandonado el sello, su música experimentó un giro importante
incorporando multitud de elementos latinos, procedentes, principalmente, de
Brasil y Argentina, lo que se vio reforzado por la incorporación del
percusionista Armando Marçal a la formación. La otra gran novedad sí tenía que
ver con el tiempo disponible para grabar y mezclar el disco porque, a partir de
la firma con Geffen, los discos ganan en riqueza instrumental y en producción.
Hay una importante discrepancia entre los aficionados en este punto ya que, a
menudo, existe una gran división entre los partidarios del Metheny de ECM y el
posterior, al que acusan de dulcificar su propuesta musical, haciéndola más
comercial y menos auténtica. Siendo como somos admiradores de ambas vertientes
de la música del guitarrista norteamericano, nos cuesta alinearnos con una u
otra postura aunque tenemos que confesar que los discos de la etapa “post-ECM”
se encuentran entre nuestros favoritos de entre los publicados por el Pat
Metheny Group.
Hoy hablamos del
segundo disco del grupo en Geffen, titulado “Letter from Home”, aparecido un
par de años después del exitoso “Still Life (Talking)”, primero con la nueva
formación de la banda. Para “Letter from Home”, Metheny contó con Lyle
Mays (todo tipo de teclados, acordeón y trompeta), Steve Rodby (bajos), Paul
Wertico (batería, percusiones), Pedro Aznar (voz, guitarra, marimba, vibráfono,
saxo tenor, charango, melódica, flautas y percusiones) y Armando Marçal
(percusión). Destaca el regreso de Pedro Aznar al grupo tras su ausencia en el
disco anterior.
“Have You Heard” – El clásico sonido de piano de Lyle Mays
abre el disco con un ritmo sincopado al que no tardan en sumarse las
percusiones y los sintetizadores componiendo una amalgama de sonidos de jazz
latino acentuados por la voz de Pedro Aznar tarareando una melodía que refuerza
a la principal. Es entonces cuando aparece por primera vez la guitarra de
Metheny dibujando sus característicos arabescos. El disco comienza así de un
modo maravilloso que no es más que el prólogo de una gran experiencia.
“Every Summer Night” – El piano cambia de función para
convertirse en un elemento casi exclusivamente rítmico siendo el acordeón y la
melódica los instrumentos protagonistas de un segundo corte alegre aunque con
un punto tópico. En cualquier caso se trata de una escucha muy agradable en la
que, como siempre, destaca el solo final del propio Metheny y las
intervenciones de Mays al piano y también al órgano en la segunda parte de una
pieza que mejora mucho en ese tramo. La música ideal para dar un paseo, por
ejemplo, en una noche de verano.
“Better Days
Ahead” – Escuchamos aquí a un Metheny completamente rendido a los ritmos
brasileños, con una samba (o una bossa nova algo acelerada, no nos queda claro)
en la que sólo las percusiones acompañan a su guitarra en un primer instante
hasta que, más tarde, los teclados repiten la melodía inicial.
“Spring Ain’t Here” – Tras un comienzo en el que creíamos
que los aires del cono sur iban a seguir siendo protagonistas absolutos,
descubrimos que las percusiones del inicio no iban a disimular lo que no deja
de ser una pieza de jazz a la guitarra en la que el elemento latino es sólo un
aderezo más. Una vez más, el magisterio de Lyle Mays al piano es de lo
mejorcito de una composición que se cuenta entre las mejores del disco.
“45/8” – Entramos ahora en un pequeño segmento de tres
piezas cuya autoría es compartida entre Metheny y Mays, todas ellas llevando
por título exclusivamente notaciones rítmicas. La primera es de muy corta
duración y nos presenta una melodía muy viva con similitudes con algunos
fragmentos de “West Side Story”. Demasiado breve, en cualquier caso, como para
profundizar mucho más.
“5-5-7” – Tras el breve interludio, regresamos al jazz tal y
como lo concibe la pareja Mays / Metheny en otra pieza con el inconfundible
sello de la casa que transcurre por los cauces más o menos convencionales hasta
el segmento final en el que se acelera y en el que el teclista da una auténtica
lección de buen hacer. No es de extrañar que Lito Vitale se haya declarado en
muchas ocasiones “fan” de Mays porque su música no habría sido la misma sin su
influencia.
“Beat 70” – Otro de los temas “insignia” del disco es este
festivo corte de un ritmo contagioso, cercano al calypso que nos recuerda mucho
al Mays del disco “Street Dreams”, aparecido un año antes que el disco que hoy
nos ocupa. Sin duda, una de las mejores composiciones del disco y también una
de las más interpretadas por el músico en los años posteriores.
“Dream of the Return” – Lo habitual es que las
intervenciones vocales de Pedro Aznar junto a Pat Metheny no tengan texto pero
aquí tenemos una excepción en la que el argentino canta una letra propia en
español. Se trata de una balada de ritmo quedo que no llega a engancharnos
aunque no deja de ser una interesante curiosidad. Metheny no se ha prodigado
mucho con las canciones pero no olvidemos que un tiempo después de este disco,
jugó un importante papel en el lanzamiento de la vocalista Noa.
“Are We There Yet” – La única composición propia de Mays en
todo el disco es también la más arriesgada del mismo. Con una intrincada
estructura rítmica llena de variaciones y cambios, Mays y sus teclados
construyen una maraña realmente brillante que pasa del jazz a la fusión y al
rock progresivo sin despeinarse dejándonos realmente abrumados hasta terminar
con un misterioso pasaje electrónico cercano al ambient.
“Vidala” – También Pedro Aznar tiene su pequeño espacio
reservado y lo aprovecha con esta composición propia, basada en el folclore
tucumano. Una vidala es una composición poética que sólo ocasionalmente se
acompaña de música (siempre de percusión, caja o tambor y, a veces, de
guitarra). Aznar respeta ese esquema y añade algunos teclados y flautas aunque
sorprende un poco que cante en inglés. Aunque contrasta mucho con el estilo del
disco y del propio Pat Metheny Group, la composición es brillante y nos parece
muy acertada su inclusión en el disco.
“Slip Away” – Por un momento nos parece habernos confundido
de disco y haber pasado al “Tango in the Night” de Fleetwood Mac por la similud
del comienzo de la pieza con el “Big Love” del grupo de Stevie Nicks. Bromas
aparte, al margen de la coincidencia rítmica, la composición de Metheny tiene
todas las características habituales de su música y, en especial, las de la
nueva encarnación del Pat Metheny Group.
“Letter from Home” – Para la conclusión, Metheny deja la
que, a nuestro juicio es una de las mejores piezas de toda su carrera. Una
delicadísima balada de aires impresionistas, contenida, íntima y de una belleza
arrebatadora que sirve para recordarnos que muchas veces no es necesario ningún
tipo de exceso instrumental o virtuosismo para crear música maravillosa.
Como apuntábamos antes, “Letter from Home” supuso un punto
de inflexión en para muchos seguidores de Metheny. Existe una facción que nunca
le perdonaría el giro hacia los sonidos latinos y la “dulcificación” (otros
dirían comercialización) de su estilo. Otros asumieron el cambio como algo
normal y seguramente hay también un nutrido grupo de personas que empezaron a
conocer al guitarrista precisamente a raíz de este giro. Nosotros no creemos
que el cambio fuera tan radical y ayuda a esa idea el considerar la trayectoria
de Metheny en esos años en conjunto, teniendo en cuenta, no sólo sus discos con
el Pat Metheny Group, efectivamente inscritos en un estilo más asequible, sino
también los demás lanzamientos del músico con otras formaciones entre los que
encontramos ejemplos del jazz fusión más vanguardista y arriesgado (“Song X”,
junto a Ornette Coleman) y también más clásicos (“Question and Answer” con Dave
Holland y Roy Haynes). El aficionado a Metheny de toda la vida seguía teniendo
dónde escoger al margen del Pat Metheny Group si no terminaba de agradarle el
giro que experimentó la banda a finales de los ochenta. Como siempre, los
interesados podeis comprar el disco en cualquiera de los siguientes enlaces:
Tras la
publicación de “Letter from Home” en 1989, el Pat Metheny Group se encontraba
en uno de sus mejores momentos de creatividad lo que se reflejaba en sus
conciertos de una forma más clara que en ningún otro sitio. Su gira europea de
1991 fue una buena prueba de ello y como fruto, el guitarrista norteamericano
quiso regalar a sus seguidores un excepcional registro extraído de sus
conciertos en Italia y Francia. La publicación de “The Road to You” tuvo lugar
en 1993, conmemorando en cierto modo el décimo aniversario del primer disco en
directo de la banda, “Travels”. La referencia a éste trabajo anterior no es
casual ya que el DVD correspondiente a la gira de la que hoy hablamos lleva por
título, no “The Road to You” como cabría esperar sino “More Travels”
emparentando ambos registros.
La banda que
acompañó a Metheny en la gira estaba integrada por sus eternos acompañantes,
Lyle Mays (piano y teclados) y Steve Rodby (bajo) además de por Paul Wertico
(batería), Armando Marçal (percusión, timbales, congas y voz) y Pedro Aznar
(voz, guitarra, percusión, saxo, steel drums, vibráfono, marimba y melódica).
Este sexteto era prácticamente la misma formación (con la adición de Aznar) que
quedó configurada, precisamente tras la publicación de “Travels”, disco que supuso
la despedida de la banda de Dan Gottlieb y Nana Vasconcelos con lo que, en
cierto modo, Metheny hace un homenaje a toda una trayectoria de 10 años del
“nuevo” Pat Metheny Group que, tras “The Road to You” sufriría una nueva
remodelación.
Portada del VHS (luego DVD) de la gira
“Have
You Heard” – Uno de los factores que contribuyó al extraordinario éxito de la
gira del Pat Metheny Group fue el gran conocimiento que tenía el público
europeo de la música del grupo. En la introducción del disco podemos apreciar
cómo durante unos breves instantes, los asistentes a uno de los conciertos
tararean al unísono el tema “Minuano” del disco “Still Life (Talking)”. Justo a
continuación comenzamos a escuchar el primer corte del disco, extraído del LP
“Letter from Home”, el más representado, por otra parte, en este registro en
directo. Lo primero que nos sorprende es la excepcional nitidez de la grabación
que suena como si estuviera realizada en el más moderno de los estudios. La
entrega del público es total y se pueden escuchar ovaciones ante la intervención
de alguno de los intérpretes en momentos puntuales.
“First Circle” – Continúa el programa con la única pieza
procedente del disco homónimo “First Circle”, una composición con un comienzo
que mezcla sonidos brasileños (esa manera de cantar de Armando Marçal es
inconfundible) con ritmos vanguardistas que deben mucho a Steve Reich (con
quien Metheny llegó a colaborar en estos años). A partir de ahí encontramos ese
“nuevo” sonido que caracterizó esta etapa de la banda del guitarrista
norteamericano, con una importante influencia de los sonidos del cono sur pero
sin caer en los tópicos del jazz latino y similares; manteniendo por el
contrario toda la esencia del estilo de Metheny y su grupo, lo que es tanto
como decir de Metheny y Lyle Mays. No es gratuita esta mención al pianista
puesto que es suya la mejor intervención de toda la pieza, absolutamente
dominada por su maestría con las teclas.
“The Road to You” – Hasta tres nuevas composiciones
estrenadas en la gira forman parte del repertorio de este disco. La primera que
escuchamos es, precisamente, la que le da título. Se trata de una pieza
melancólica en la que Metheny y su guitarra caminan por senderos absolutamente
relajados en los que no podemos evitar notar un cierto regusto a Astor
Piazzolla, referente inevitable en la música de tantos artistas que han quedado
hechizados por los sonidos del sur. El acompañamiento de la banda es tan sutil
que pasa desapercibido por momentos y sólo alguna percusión furtiva y los
sintetizadores de Mays se hacen notar en instantes determinados.
“Half Life of Absolution” – El segundo de los temas nuevos
es una composición monumental que recibió varias nominaciones a distintos
premios. En ella escuchamos a un Metheny más agresivo de lo habitual, con un
sonido de guitarra electrificado cortante y amenazador. En estos primeros
instantes, la pieza transita por caminos que tienen más puntos en común con el
blues que con el jazz y, conforme va evolucionando, entra en terrenos rockeros
(alguna crítica llegó a afirmar que el Pat Metheny Group se disfrazaba de King
Crimson en esta pieza). Cuando la guitarra se toma un descanso, son los
teclados los que toman el timón y corrigen el rumbo de la nave hacia aguas más
jazzisticas a la vez que liberan al resto de instrumentos (particularmente a la
batería) que propician una nueva aparición de la guitarra antes de llegar al
gran final en el que Metheny saca una vena de bluesman que nunca ha explotado
lo suficiente para regalarnos una melodía desgarrarada realmente brillante.
“Last Train Home” – Llega el momento de escuchar el que,
probablemente, sea el tema más conocido de toda la trayectoria del Pat Metheny
Group, publicado en el disco “Still Life (Talking)”. Estamos ante uno de esos
casos en los que una melodía es tan poderosa que apenas necesita de
aditamentos. En esta ocasión, simplemente un vivo ritmo continuo con las
escobillas de Paul Wertico y unos ligeros apuntes vocales al final de la pieza (Brasil
siempre presente) son el único refuerzo que acompaña a las notas más emotivas
que nunca juntó Metheny sobre un pentagrama. Lo único que se puede añadir sobre
la interpretación es que hace justicia a la calidad del tema.
“Better Days Ahead” – Volvemos al disco “Letter from Home”
con uno de los temas más indisimuladamente brasileiros de toda la colección. En
él, Metheny combina un clásico ritmo de samba con sus habituales fraseados a la
guitarra. Un corte ante el que es muy complicado mantener los dos pies en
reposo y que suena mejor aún que en su versión en estudio, viendose muy
beneficiado por una ligera aceleración en su interpretación en concierto.
“Naked Moon” – Dicen
las crónicas que tanto “The Road to You” como este “Naked Moon”, las dos
baladas compuestas especialmente para la gira, fueron ambas concebidas por
Metheny sin utilizar ningún instrumento en su creación: simplemente silbando.
Como ocurría en la primera que ya comentamos, esta segunda pieza es otro tema
de guitarra aunque en esta ocasión con mayor participación del resto de la
banda. Es escuchando composiciones como ésta cuando nos damos cuenta de la
enorme deuda que muchos músicos mantienen con Metheny estilísticamente hablando
y pensamos, por ejemplo, en nuestro admiradísimo Lito Vitale.
“Beat 70” – El siguiente corte del disco es uno de los más
festivos de los incluidos en “Letter from Home”, imbuído de ritmos latinos
(calypso, básicamente), desprende una alegría contagiosa que se ve reforzada
por el uso de determinados instrumentos, especialmente los “steel drums”
caribeños.
“Letter from Home” – Acercandonos al final del disco nos
encontramos con una de nuestras piezas favoritas del Metheny más íntimo, la
sensacional “Letter from Home” que daba título a aquel disco. Por momentos, el
músico se acerca a un sonido casi impresionista que nos llega a evocar alguna
pieza para piano de Debussy, por citar un ejemplo. El único “pero” que se le
puede poner al corte es su brevísima duración que nos deja con ganas de más.
“Third Wind” – Como preludio de la despedida, nos adentramos
en terrenos más puramente jazzisticos (o al menos, tanto como puede serlo un
disco del Pat Metheny Group) con otra pieza del disco “Still Life (Talking)” en
la que el guitarrista se reserva alguno de sus solos más fulgurantes pero donde
deja espacio para que el resto de la banda disfrute de su pequeño instante de
exhibición personal de forma que podemos disfrutar en plenitud de las
habilidades de Steve Rodby a los bajos y, muy especialmente, de una riquísima
sección de percusión a cargo de Wertico, Marçal y Aznar que nos brindan
momentos auténticamente frenéticos hasta el punto de que el público, tras
terminar la pieza, se mantiene durante un tiempo tarareando la melodía
principal de la misma.
“Solo from More
Travels” – Cerrando el disco, tenemos una breve pieza de guitarra acústica
grabada por Metheny en el estudio con la intención de que sirviera de preludio
en la grabación en video que aparecería con los extractos de la gira. El tema
sigue las mismas premisas de las otras composiciones escritas o silbadas
expresamente para la gira salvo por el hecho de que ésta sí que está
interpretada completamente en solitario por el guitarrista. Como cierre del
disco, sirve para dejarnos con un sabor de boca inmejorable.
En muchos
sentidos, la etapa que va desde 1983 hasta 1993 (la recogida en este CD) es la
más popular del Pat Metheny Group en cuanto a aceptación por parte del público
en general. Como suele ocurrir, para la crítica más purista, son unos años no
demasiado apreciados en los que se suele acusar al músico de cierta “blandura”
y de acercarse a planteamientos muy de moda en aquellos años (new age, world
music, etc.) a costa de renunciar a su estilo particular. No compartimos esa
opinión sino que, al contrario, creemos que a lo largo de estos años, Metheny
fue encontrando un nuevo estilo propio que, por otra parte, ha sido imitado por
muchos otros artistas. Además, y como señalábamos en alguna entrada anterior,
los que preferían la versión más clásica y purista del músico o la más
vanguardista y arriesgada pudieron disfrutar de ella en varios lanzamientos
publicados al margen del Pat Metheny Group con lo que tampoco deberían tener
motivos de queja al respecto.
En La Voz de los
Vientos creemos que “The Road to You” es un magnífico resumen de una década de
música a cargo de una banda magistral y que sirve por igual para deleitar al
conocedor de la banda con versiones en directo más ricas si cabe que las
originales y a quien busca introducirse por primera vez en el mundo musical de
Metheny. Para ambos tipos de lectores dejamos los siguientes enlaces en los que
adquirir el disco:
Cuando apareció en las tiendas el disco “Secret Story” de Pat Metheny, los críticos más avispados apuntaron a que en él, se hallaba escondida una historia de amor que no llegó a cuajar y lo hicieron basándose en algunos de los títulos de las canciones y en un sonido y una melancolía especial que no podían surgir de un simple momento de inspiración sin algo más fuerte detrás. No andaban desencaminados en absoluto y es que la “historia secreta” oculta en la grabación fue el romance de Metheny con una guitarrista brasileña de nombre Shuzy Nascimento a la que conoció en un club de jazz de Río de Janeiro.
La parte triste de la historia fue que Shuzy no soportó una relación con una persona que daba 300 conciertos al año y termino poniendo fin al romance. La buena noticia es que de esa relación (y su ruptura) surgió un disco maravilloso. Probablemente, el mejor de su autor.
Aunque el disco aparece firmado por Metheny en solitario y la práctica totalidad de la música es de su autoría, en él participan un buen número de miembros del Pat Metheny Group así como gran cantidad de estrellas invitadas. Destacan entre los músicos acreditados nombres como los de Lyle Mays (piano), Charlie Haden (contrabajo), Nana Vasconcelos (percusión), Armando Marçal (percusión), Dan Gottlieb (percusión), Steve Rodby (bajo), Paul Wertico (batería), Andrew Findon (flauta), Toots Thielemans (armónica) o Akiko Yano (voz), además de la presencia en todo el disco de la The London Symphony Orchestra dirigida por Jeremy Lubbock, quien, a su vez, hace las transcripciones de las músicas de Metheny para la misma.
En los años previos a la publicación del disco, el guitarrista había alternado trabajos con el Pat Metheny Group en su línea habitual con otros más puramente jazzisticos junto con Dave Holland, Ornette Coleman o Roy Haynes. “Secret Story”, sin embargo, iba a moverse por senderos diferentes. Hay similitudes con los discos firmados con su grupo pero el hecho de que sólo Metheny aparezca en la portada no es anecdótico y tiene que ver, tanto con el carácter autobiográfico de la obra como con la música en sí: una mezcla de todo tipo de géneros musicales e influencias de rincones del globo separados por miles de kilómetros entre sí.
Pat Metheny con su (casi) inseparable jersey de rayas blancas y azules.
“Above the Treetops” – Comienza este extraordinario viaje musical con una canción tradicional camboyana que se oye se fondo entre percusiones y el sonido lejano de la orquesta en segundo plano. La canción va ganando en intensidad hasta que llegamos al primer sólo de Metheny a la guitarra acústica: un apunte muy breve que apenas introduce una variación sobre el tema principal.
“Facing West” – No hace falta esperar mucho más para llegar a uno de los momentos más memorables de todo el disco, con la guitarra de Metheny unida al piano de Mays, como en los mejores tiempos del Pat Metheny Group. Todo ello aderezado con un ritmo muy vivo y una melodía tremendamente pegadiza que nos hace pensar inmediatamente en el clásico entre los clásicos del repertorio de su autor: “Last Train Home”, composición con la que comparte muchas características e inspiración. No en vano, la pieza fue escrita en la época del disco “Still Life (Talking)” al cual pertenece el tema anteriormente citado. Probablemente la presencia de aquel fue la que desaconsejó la inclusión de “Facing West” en el disco por ser dos temas excesivamente brillantes para compartir vinilo sin eclipsarse el uno al otro. El sólo del guitarrista a partir del segundo minuto es precioso y hace de este corte algo inolvidable y un sensacional “gancho” para acercar al disco a los más reticentes. A continuación, el tema en directo:
“Cathedral in a Suitcase” – Con un sonido de sintetizador acompañado de percusiones que bien podría estar influido por la colaboración de Metheny con Steve Reich de unos años antes se abre una pieza misteriosa por su carácter más ambiental que melódico, al menos hasta que la orquesta gana presencia hacia la mitad del corte. En líneas generales se trata de una de esas composiciones que nos mantienen en tensión esperando a que pase algo porque a cada momento va elevando el tono. Tanto es así que el precioso final orquestal nos llega a saber a poco en cuanto comprobamos que no es el gran cambio anunciado sino una especie de clímax a partir del cual, todo vuelve al punto de partida.
“Finding and Believing” – La gran complejidad del disco se pone de manifiesto más que nunca en este monumental tema para el que Metheny recurre a diferentes músicos en cada una de las secciones. Abre las hostilidades el bajo de Will Lee marcando con una serie de notas repetidas una base casi hipnótica. La irrupción de las percusiones y los efectos electrónicos nos arrastran en un auténtico torbellino en el que no sabemos a qué atenernos. Pocas veces ha sonado tan vanguardista la música de Metheny y, curiosamente lo hace recurriendo a elementos ancestrales en forma de voces y rítmos. A mitad de la pieza entramos en un pequeño remanso de tranquilidad en el que sólo escuchamos una suave percusión acompañando a la orquesta en un paisaje muy cinematográfico, si se nos permite la expresión, que sirve como enlace con la parte final de la pieza en la que escuchamos a la sección rítmica clásica del Pat Metheny Group con Steve Rodby al bajo y Paul Wertico a la batería recordándonos lo grande que fue esta formación en los años precedentes. De nuevo en directo:
“The Longest Summer” – La misma formación con apenas variaciones se repite en el siguiente corte, de aire más relajado en el que Metheny nos muestra que es capaz de defenderse sin problemas con el piano, instrumento encargado de la melodía principal antes de que aparezcan los clásicos sonidos de los sintetizadores de guitarra del músico norteamericano. El tema, que habría sido uno de los más destacados en cualquiera de los discos precedentes del músico con su grupo, aquí nos suena como uno más, dado el altísimo nivel del disco. Como en muchos de los cortes del trabajo, hay dos partes diferenciadas también en éste aunque la segunda no deja de ser una recapitulación en un tono algo más íntima de la melodía principal.
“Sunlight” – El hecho de que Metheny se prodigue mucho más de lo habitual en el piano tiene una parte mala y es que apenas hay hueco para escuchar a un grande como Lyle Mays cuya participación se reduce al segundo corte del album y a éste. Aunque comienza como un agradable tema de guitarras es, precisamente, con la entrada del piano cuando pasa a convertirse en un tema de jazz fusión muy americano en el que la intervención de la orquesta le da un divertido aire de sintonía de teleserie americana de éxito (Metheny declaró un tiempo después que se trataba de un particular homenaje a Burt Bacharach). No podemos decir que se trate de nuestra pieza favorita del disco pero se deja escuchar sin demasiados problemas.
“Rain River” – Cambiando totalmente de estilo con respecto a su predecesor, Metheny recurre a una sonoridad completamente diferente gracias a su sitar eléctrico y un sonido muy peculiar, mezcla de sintetizador, percusión y la flauta de un invitado especial como Andrew Findon, habitual integrante de un grupo tan ajeno en apariencia al estilo de Metheny como es la Michael Nyman Band. Aunque melódicamente no sea una composición especialmente llamativa, el peculiar sonido empleado crea un ambiente entre étnico y onírico absolutamente cautivador. Como no podía ser de otro modo hablando del artista que hoy nos ocupa, los solos que se reserva en los momentos centrales de todas las piezas son magníficos.
“Always and Forever” – La presencia del contrabajo de Charlie Haden nos indica que nos espera una de esas composiciones íntimas que Metheny nos suele regalar cuando se junta con su viejo amigo. Si añadimos la batería de Paul Wertico a la ecuación nos encontramos con un clásico trío jazzistico interpretando uno de los cortes más ortodoxos de todo el disco. El trabajo de la orquesta es como el de los buenos árbitros de fútbol. Sabes que están ahí pero en ningún momento interfieren en el desarrollo del juego. En los instantes finales aparece la armónica de Toots Thielemans, otro clásico, para poner la guinda a una composición excepcional.
“See the World” – No se aparta del sonido jazzistico el músico en el siguiente corte aunque vuelve a trasladarlo a su terreno aportando ese sonido tan característico e inconfundible con un cincuenta por ciento de guitarra y otro de sintetizador en el que a veces cuesta distinguir quién es quién.
“As a Flower Blossoms (I Am Running to You)” – Llegamos a esta breve transición, muy escueta, con unas simples notas de piano y guitarra y un ligero apoyo percusivo por parte de Nana Vasconcelos. Al final del corte aparece un pequeño recitado en japonés a cargo de Akiko Yano, quien aparece acreditada como co-autora del tema, siendo el único de todo el disco en el que no es Metheny el único responsable.
“Antonia” – Sobre todo el disco planea un aire brasileño pero el acordeón (en realidad un Synclavier) que abre el tema nos hace pensar en algo más porteño. Sin embargo, la referencia principal que nos viene a la cabeza no está en Buenos Aires sino en la excepcional versión que el sintesista japonés Isao Tomita hizo en 1974 del famoso “Arabesco” de Claude Debussy, al menos en cuanto a la sonoridad obtenida (incluso aparecen algunas flautas que parecen directamente extraídas de aquel disco). Una vez superada esa impresión inicial el tema evoluciona hacia terrenos más clásicos y cercanos al jazz especialmente con el sólo cristalino que Metheny se marca en los instantes finales.
“The Truth Will Always Be” – Llegamos a otro de los puntos culminantes del disco en el que su autor hace acopio de todos sus recursos para golpearnos en lo más íntimo. No hay guitarras y todos los sonidos, a excepción de las percusiones y la orquesta son electrónicos. Sin embargo, ninguna otra composición en todo el disco llega a este nivel de dramatismo. Toda la pieza se construye alrededor de un ritmo constante de tambor, casi procesional, Sobre él comienza a crecer una soberbia construcción orquestal de carácter progresivo en la que superponen capas y capas de sonido de un modo magistral. Si atendemos a un supuesto carácter narrativo en el disco, parece claro que estamos llegando a la fase en la que Metheny y Shuzy Nascimento ponen fin a su relación y escuchando el sólo final del artista con su sintetizador de guitarra no nos cabe duda de que el dolor que estaba sintiendo en aquel instante era el motor de la composición. La única duda que nos surge al respecto aparece cuando leemos que tanto esta pieza como la anterior pertenecían, en realidad, a un ballet escrito por el músico para una compañía canadiense meses atrás. Sea como fuere, la composición es sensacional.
“Tell Her You Saw Me” – Por si todo lo anterior no fuera suficiente, el músico se reserva un final soberbio en forma de dos últimos cortes casi orquestales en su totalidad. El primero, un vals lento de gran belleza sólo incorpora la melancólica guitarra de Metheny subrayando los pasajes más emotivos y el arpa de Skaila Kanga como apoyo puntual. Con esas únicas excepciones a tener en cuenta, nos encontramos ante un tema magistral y lleno de melancolía. El título, “dile que me has visto”, hace que no sea necesario añadir ni una palabra más sobre la emotividad de la música que escuchamos.
“Not to be Forgotten (Our Final Hour)” – Casi como si de una coda al tema anterior se tratase, Metheny despide el disco con un breve fragmento absolutamente orquestal, que hace la función de los títulos de crédito tras una película. Se cierra el telón. Se encienden las luces. Termina el sueño y con él, la escucha de uno de los discos más grandes que hemos oído nunca, por encima de géneros y clasificaciones.
“Secret Story” fue un trabajo muy extenso cuya duración, en una época anterior al CD, le habría condenado a ser publicado en un vinilo doble. Eso no impidió que existieran aún varios temas que quedaron fuera del mismo por razones que se nos escapan. Hace unos años, apareció una nueva versión del disco con un CD adicional en el que se pueden escuchar hasta cinco descartes del disco original. Recomendamos su adquisición, algo que podéis hacer en los siguientes enlaces:
Pat Metheny es un virtuoso guitarrista norteamericano, generalmente encuadrado en el jazz pero que nunca ha permanecido fiel a un único estilo tocando todos los palos imaginables e inventando, de paso, algunos nuevos. En sus comienzos se codeó con Gary Barton, de cuya banda formó parte o con el mito del bajo, Jaco Pastorius, junto a quien actuaba en la banda de Joni Mitchell. Su discografía es tan extensa como variada e incluye discos en solitario, con su propia banda y colaboraciones con los más destacados músicos de la escena de jazz contemporaneo como Ornette Coleman, Chick Corea, Brad Mehldau o Charlie Haden.
Además de todo lo dicho, Metheny es un inconformista del sonido que busca siempre ir más allá con su instrumento utilizando todo tipo de guitarras y sintetizadores para guitarra incluyendo la guitarra Pikasso, un extravagante instrumento de 42 cuerdas con varios mástiles que se entrecruzan y que emite un sonido más cercano a los registros del sitar o el sarod hindúes que a la guitarra que conocemos.
"Imaginary Day" es uno de los trabajos más populares y premiados de Metheny y también uno de los más variados estilísticamente. En el CD podemos escuchar toques étnicos como los de "Imaginary Day", jazz más clásico en "A Story Within the Story", escarceos con el flamenco y la música brasileña como "The Hear of the Day", e incluso acercamientos a un moderno rock progresivo en "The Roots of Coincidence".
En el momento de la grabación del disco, el Pat Metheny Group estaba formado por Pat Metheny (guitarras), Lyle Mays (piano, teclados), Steve Rodby (bajo, cello) y Paul Wertico (batería). Como colaboraciones especiales tenemos las participaciones de David Blamires (voz, guitarra, trompeta, violín, flautas), Mark Ledford (voces, trompeta) y los percusionistas Dave Samuels, Glen Velez, Don Alias y Mino Cinelu.
Como curiosidad, señalar que los textos de la portada y contraportada del disco están encriptados bajo una especie de pictogramas cada uno de los cuales corresponde con una letra del alfabeto. Esta correspondencia se encuentra codificada en la bandeja interior del CD. El disco ganó dos premios Grammy en 1999, el de mejor disco de jazz contemporaneo y el de mejor interpretación de rock instrumental por la sensacional "The Roots of Coincidence".
Sirva esta entrada como presentación de Metheny y su grupo en La Voz de los Vientos, donde seguirán apareciendo trabajos del músico, sin duda uno de los más interesantes de los que pululan por los escenarios hoy en día.
El disco lo teneis a buen precio en el siguiente enlace: