lunes, 30 de junio de 2025

Neuronium & Vangelis - A Separate Affair (1996)



Aunque parezca mentira visto desde la perspectiva de hoy, hubo una época en la que la música era algo fundamental en la programación de las cadenas televisivas, ya fuera con espacios exclusivamente dedicados a ella o formando parte destacada de otros como magazines, galas o concursos. Algunos de los segmentos más golosos de la parrilla como la tarde de los fines de semana estaban ocupadas por programas dedicados al pop, al rock y a todas las expresiones estilísticas del momento. Más sorprendente aún era el hecho de que muchos de esos programas mostraban interpretaciones en directo en las que solían participar muchas de las grandes figuras internacionales con una asiduidad que hoy resulta difícil de creer.


Dentro de ese contexto, hubo programas que destacaron sobre los demás como fue el caso de “Musical Express”, presentado por Ángel Casas y que estuvo en RTVE entre 1980 y 1983 (aunque había empezado en 1978 en la televisión pública catalana). En 1981 se emitieron dos de los programas más recordados por los seguidores de la música electrónica ya que contaron, por un lado, con la participación de Klaus Schulze, Tangerine Dream o Ashra, pilares de la llamada “Escuela de Berlín” y, por otro, con Vangelis. En ambos programas, el plato fuerte era una jam session conjunta de los artistas invitados con Neuronium. En el segundo fue con Ashra, en Berlín, con los refuerzos de Santi Pico, Teddy Bautista y el vocalista Miguel Guillamat. En el primer programa, la sesión se grabaría en los míticos estudios Nemo, en Londres, a donde se desplazaron los miembros de Neuronium, en aquel entonces: Michel Huygen y Carlos Guirao para tocar con Vangelis.


Según se contó en su día, la iniciativa partió del compositor griego, habituado por aquel entonces a invitar a distintos músicos a su estudio para tocar juntos con el único ánimo de pasar un buen rato. Comentaba Huygen en su momento que, con ocasión del encuentro, preparó una serie de bases y esbozos para usarlas como soporte de la sesión y que los tres músicos fueron improvisando a partir de ahí. La actuación fue grabada y se emitió un fragmento de la misma en “Musical Express”, además de la pieza de Vangelis en solitario.


Hasta aquí, todo está dentro de lo normal pero un tiempo después comenzaron las polémicas, que no serían pocas respecto de esta grabación. En 1992, Huygen decide lanzar un single bajo el nombre de “Neuronium & Vangelis” con un extracto de unos nueve minutos de la sesión con el título de “In London”. La sensación que hubo en aquel momento es la de que Vangelis no tuvo nada que ver con aquello y todo fue una decisión del propio Huygen (aunque éste afirmó en una entrevista con Jorge Munnshe que el prpio Vangelis le preguntó alguna vez por qué no publicaba la sesión). El CD apareció en el sello de “new age” Chacra Alternative Music y no tuvo mucho más recorrido. Unos años más tarde, el sello Tuxedo, para el que publicaba Huygen regularmente iba a lanzar el disco que comentamos hoy: “A Separate Affair”, firmado de nuevo como “Neuronium & Vangelis” con tres re-elaboraciones del material original a cargo del propio músico hispano-belga alargando el contenido original hasta algo más de 35 minutos. Todo esto no tendría nada de particular de no ser porque en 2022 el sello alemán MIG, especializado entre otras cosas en reeditar el fondo de catálogo de varios artistas de la escena electrónica alemana (Schulze, Ashra, Agitation Free...) lanzó una edición ligeramente diferente de “A Separate Affair” volviendo al título original de “In London” con la coletilla “Platinum Edition”. Lo interesante es que en las notas se refieren al lanzamiento diciendo que “por fín, tras varios lanzamientos no oficiales, aparece por primera vez en su totalidad la sesión grabada por Neuronium y Vangelis” lo que sugiere bien a las claras que las versiones anteriores no terminaban de ser legítimas. En todo caso, pasamos a la música y a comentar el disco de que disponemos que es el citado “A Separate Affair” aparecido en 1996.


“In London (the Psychotronic Mix)” - Comenzamos la escucha con una larga sección ambiental llena de capas y capas de sonidos electrónicos sobre la que enseguida destacan las inconfundibles notas del Yamaha CS80 de Vangelis ejecutando un boceto de melodía que no va mucho más allá al principio pero que más tarde se desarrolla algo más. En todo caso es una pieza esencialmente paisajística con profusión de efectos. Conforme avanza, encontramos algún intento de ritmo por debajo con un Vangelis interpretando las partes más sinfónicas sobre el colchón sonoro de Huygen y Guirao. En sus mejores momentos, la pieza puede recordar un poco a la música que el compositor griego grabó para su disco “China”, lo que tiene todo el sentido del mundo ya que fue publicado un tiempo antes de la sesión para la televisión.




“In London (the After Hours Mix)” - Tras esa primera pieza de veinte minutos escuchamos el segundo remix, esta vez de menos de quince y que no difiere en exceso del primero. Si acaso, la introducción es más breve y nos lleva sin demora a la parte más melódica de Vangelis como, de hecho, ocurría en la sesión emitida en TV en su día por lo que podemos pensar que todo el trabajo amás atmosférico del primer tema era un añadido de Huygen sobre la grabación original.


“In London (the Radio Mix)” - Por último tenemos la versión más reducida de la pieza centrada en esos momentos inicales de Vangelis que, por otro lado, son los más reconocibles de toda la composición. Pese a la popularidad del músico griego en aquel momento, dudamos que esto sonase mucho en la radio.



Años después de la sesión comenzaron las polémicas, acentuadas tras la muerte de Carlos Guirao que desencadenó un cruce de acusaciones entre Michel Huygen y la pareja de Carlos. Para empezar, en los créditos del disco no aparece por ninguna parte el nombre de Guirao, quedando enmascarada su participación bajo el nombre de Neuronium (Huygen sí que aparece citado aparte). Por otro lado, la foto que ilustra el trabajo había sido burdamente manipulada para “borrar” a Carlos Guirao de la misma. Huygen explicaba ambas ausencias indicando que cuando se publicó el disco, Guirao ya no formaba parte del grupo por decisión propia (recordemos que se editó más de diez años después de que tuviera lugar la sesión original) y que, por ello, no aparecía su nombre. La ausencia de Carlos de la foto la explicó por un tema económico. Venía a decir que había que pagar una cantidad (no aclara a quién) por aparecer y que, mientras él si podía hacer frente a la misma, Carlos no. Todo este tema se embarró bastante cuando Michel anunció en su facebook el fallecimiento de Carlos provocando la reacción de la pareja de éste quien le reprochó el trato que tuvo hacia él en sus últimos meses en el grupo. Un feo asunto que tuvo cierta vida en los foros españoles de internet centrados en la música electrónica y que no debería distraernos del disco que hoy comentamos. Sobre él, poco que añadir. Tiene pinta de maniobra comercial para aprovechar la popularidad de un músico como Vangelis, mucho más célebre que sus compañeros en la grabación (sin desmerecer las trayectorias de Neuronium, Huygen o Guirao. El contenido musical, si bien no está nada mal, tampoco justifica la edición de ese material que, posiblemente, solo interesaría a los seguidores más acérrimos de Neuronium o Vangelis, quien, sin ir más lejos, tiene multitud de improvisaciones de ese estilo registradas para diferentes televisiones sin haber mostrado nunca el más mínimo interés por publicarlas oficialmente. Como disco, no estamos seguros de que merezca mucho la pena aunque sí como testimonio de un acontecimiento concreto o, al menos, así es como nos lo tomamos nosotros.


Os dejamos, a modo de despedida, los dos programas de Musical Express, cortesía del canal de youtube de Wet Dreams Records, grandes difusores de la historia de la música electrónica que también son sello discográfico desde hace unos años.




sábado, 21 de junio de 2025

Steven Wilson - The Overview (2025)



Lo normal habría sido que esta entrada hubiera aparecido en el blog hace varios meses pero hay dos circunstancias que nos han hecho ir retrasándola hasta ahora. Por una parte, desde las primeras reseñas que leímos, se hablaba de la importancia de acompañar la audición del soporte visual en forma de película que acompañaba las primeras presentaciones del disco ante la prensa especializada. Por otro lado, la posibilidad de asistir a uno de los conciertos de la consiguiente gira nos hizo pensar en la conveniencia de disfrutar de nuevo del directo de Steven Wilson para tener la visión completa del disco antes de escribir esto.


“The Overview” es un trabajo con mucha carga conceptual detrás. Todos los discos de Wilson la tienen en mayor o menor medida pero en este caso es la base de toda la obra. El título hace referencia a “the overview effect”, un cambio de perspectiva acerca de la propia existencia que se ha encontrado en muchos astronautas al volver de sus viajes. Según indican, la visión de la pequeñez y fragilidad del planeta en relación con la inmensidad del espacio, opera un profundo cambio en la forma de ver las cosas a partir de ese momento relativizando aspectos que parecen muy importantes para el resto de la gente como las fronteras, los pequeños problemas del día a día, etc. A partir de ese concepto, Wilson compone una obra épica dividida en dos largas suites que supone su regreso efectivo al rock progresivo más clásico con la ayuda del líder de XTC, Andy Partridge que escribe las letras de la primera mitad del trabajo. Para la grabación, Wilson recurre a un grupo de músicos más reducido que en sus últimos discos, encargándose él mismo de las guitarras, teclados, percusiones e incluso el bajo al que parece haberse aficionado tras encargarse también de ese instrumento en la última formación de Porcupine Tree. Le apoyan Adam Holzman a los teclados, Randy McStine como guitarra y segunda voz, Theo Travis al saxo y la flauta y Russell Holzman como batería.


“Objects Outlive Us” - La primera suite comienza con la parte titulada “No Monkey's Paw” en la que el falsete de Wilson nos recibe antes de una serie de recitados breves con un exíguo acompañamiento instrumental. Una buena introducción para “The Buddha of the Modern Age”, sección introducida a través del piano y la batería en la que Wilson va construyendo un poderoso “in crescendo” al más puro estilo de los Yes clásicos. La cosa desemboca en “Objects: Meanwhile”, la primera canción con un formato más o menos convencional en la que los textos de Partridge exploran las comparaciones entre los más irrelevantes aspectos de la vida cotidiana y los grandes sucesos a nivel cósmico que están sucediendo al mismo tiempo en algún lugar del universo. Es un tema extraordinario en el que recuperamos al mejor Wilson y que confirma que su retorno al rock progresivo es un hecho con un gran Adam Holzman a los teclados y unos juegos vocales fantásticos. Llegamos entonces a un interludio instrumental muy potente con una línea de bajo que va permeándolo todo acompañada poco a poco por el resto de músicos en un segmento lleno de inspiración que nos lleva a la parte final de la canción. Proseguimos con “The Cicerones”, un corto  instrumental en el que escuchamos esos juegos de guitarras acústicas tan característicos de Wilson en trabajos como su alabado “The Raven that Refuse to Sing” y que enlaza con “Ark”, un recitado monótono que va ganando fuerza con cada repetición hasta convertirse en uno de los mejores tramos del álbum enlazado con el instrumental “Cosmic Sons of Toil”, fantástica pieza progresiva en la que piano, bajo, batería y teclados hacen magia a lo largo de unos pocos minutos para desembocar en “No Ghost on the Moor”, lenta pieza en la que se recupera, falsete incluido, el tema del comienzo con una batería y un acompañamiento de guitarra muy “floydiano” que se disuelve poco a poco en el instrumental “Heat Death of the Universe”, pieza ambiental en la que escuchamos a Theo Travis a la flauta.





“The Overview” - La segunda parte del trabajo empieza de un modo muy distinto con “Perspective”, una serie de recitados de datos y parámetros astronómicos centrados en el tamaño de estrellas y objetos cósmicos sobre un fondo electrónico que combina ritmos y secuencias veloces con partes ambientales. La “narración”, a cargo de Rotem Wilson, la esposa de Steven, recuerda, como han reflejado la práctica totalidad de las crónicas, a la que aparecía en el clásico “Albedo 0.39” de Vangelis. Continuamos con “A Beautiful Infinity”, clásica balada del artista con un texto que nos remite a los temas de películas como “Interstellar”. La canción enlaza con “Borrowed Atoms” sin solución de continuidad. Es este otro de los grandes momentos del disco, que comienza con un piano muy en la línea de Rick Wright, de Pink Floyd, pero que enseguida cambia por completo entrando en un corto tramo que perfectamente habrían firmado los Yes de su etapa dorada y que termina con “A Beautiful Infinity II”, ambientes electrónicos con el regreso de la narración de Rotem. “Infinity Measured in Moments” es otra parte absolutamente fantástica con una batería extraordinaria, juegos vocales al más alto nivel y una locura final en forma de solo de Moog a cargo de Adam Holzman a la altura de los momentos más intensos del “Nucleogenesis” de Vangelis en el citado “Albedo 0.39”. De ahí al final solo nos queda “Permanence”, un cierre instrumental a cargo del saxo de Theo Travis que tiene mucho de anticlimático viniendo de donde venimos pero que tampoco se extiende demasiado (a diferencia de la versión incluida en la versión “deluxe” del disco, que abarca casi un cuarto de hora).




La conclusión a la que llegamos es que “The Overview” es un gran disco, uno más, de un Steven Wilson que sigue siendo la gran referencia del rock progresivo actual, a nuestro juicio, pese a sus devaneos con otros estilos, ya sean publicados con su propio nombre o como parte de proyectos paralelos. No somos de los que criticaron su cambio de estilo con discos como “To the Bone” o, especialmente “The Future Bites” pero sí que es cierto que en este su último trabajo encontramos a un Wilson más cómodo en estilos que domina con soltura, deslizando sus habituales homenajes e investigando nuevas posibilidades. Sobre la necesidad de escucharlo acompañado de la película utilizada en los conciertos, nuestra opinión es que no es algo demasiado relevante. El film es magnífico y resulta un gran apoyo para la música pero en modo alguno se hace imprescindible. En youtube hay algún fragmento como este para que saquéis vuestras propias conclusiones:





El comentario final es acerca del directo. Tuvimos la ocasión de disfrutarlo en la madrileña sala La Riviera y sólo podemos decir que el espectáculo estuvo a la altura, con un sonido más que bueno y una puesta en escena al nivel de lo esperado. Los músicos fantásticos, especialmente el bajista Nick Beggs, ausente en el disco, y un Wilson muy cercano que se permitió varias bromas sobre su tipo de público y cómo había cambiado la cosa desde sus primeros conciertos en Madrid con asistencias de apenas 40 personas. En el apartado personal, fue un placer encontrarnos allí con Alberto, del canal de youtube Diversión con Vinilos y charlar con él brevemente en en descanso del espectáculo. Os dejamos, de paso, su opinión sobre el disco a modo de despedida:




miércoles, 11 de junio de 2025

Michael Hoenig - Departure from the Northern Wasteland (1978)



Cuando se habla de Krautrock, las primeras bandas que nos vienen a la cabeza son Can, Neu!, Amon Düül II o, si nos vamos a la vertiente más electrónica, Tangerine Dream, Ash Ra Tempel o Kraftwerk y muchas veces nos olvidamos de los que cronológicamente podrían ser considerados como los fundadores del movimiento: Agitation Free. No estamos hablando de un grupo menor aunque solo sea porque en él militaba Christopher Franke, posteriormente miembro clave de la formación clásica de Tangerine Dream pero no fue el único músico con una gran relevancia posterior. Además de él, aunque no llegaron a coincidir en la banda, Agitation Free contó durante varios años en sus filas con Michael Hoenig, uno de los artistas de trayectoria más esquiva de la música alemana de los setenta.


Decimos esto porque, a pesar de tenerlo todo para convertirse en una de las referencias de un género tan importante como la música electrónica en su variante de la Escuela de Berlín, Hoenig optó por una carrera más discreta, muchas veces en segundo plano. Formó parte de Tangerine Dream, aunque nunca llegó a grabar con ellos en estudio, cosa que repitió junto con Klaus Schulze en un proyecto denominado Timewind que tampoco arrojó resultados discográficos. Como no hay dos sin tres, también estuvo brevemente asociado con Manuel Göttsching para una posible colaboración con Ashra que no fructificó aunque veinte años después sí que se publicaron los resultados de aquellas sesiones en un disco como “Early Water” que comentamos aquí en su día.


En 1978, Hoenig publicaría su primer disco en solitario, “Departure from the Northern Wasteland” grabado en compañía de dos de los miembros fundadores de Agitation Free: Michael Duwe y Lutz Ulbrich. Como curiosidad, la modelo y sex symbol de los setenta en Alemania Uschi Obermaier aporta su voz en uno de los temas. No fue la primera experiencia musical de la muchacha ya que formó parte de Amon Düül, colectivo político-artístico de izquierdas muniqués que dio como fruto, entre otros, a la banda del mismo nombre y a Amon Düül II, formación de la que hablamos más arriba. Volviendo a lo que nos ocupa, El trabajo de Hoenig, concebido y elaborado a lo largo de casi dos años de meticulosa dedicación se iba a convertir en un clásico instantáneo de la música electrónica.


“Departure from the Northern Wasteland” - El disco se estructura como muchos otros de la misma época y estilo, con un tema largo que ocupa toda la primera cara del LP y otros tres más cortos repartiéndose la otra. La extensa suite que da título al disco se inicia con un tono muy ambiental sostenida en largos fondos sintéticos salpicados de notas electrónicas con un perfil caótico que nos recuerdan en cierto modo a algunas obras en esa misma línea de Morton Subotnik o ¿por qué no? de Terry Riley. No tarda en aparecer la primera secuencia de sintetizador, clásico rasgo de la Escuela de Berlín, sobre la que aparecen los primeros juegos melódicos. El conjunto suena, inevitablemente, a Tangerine Dream, especialmente a la etapa de discos como “Rubycon” o “Ricochet” con un énfasis mucho mayor en las secuencias y texturas que en las melodías y con un punto más de experimentación que llega a evocar las exploraciones de Steve Reich sobre el concepto de “fase” en varios momentos. Es el único corte en el que participa Lutz Ulbrich a la guitarra. En cualquier caso estamos hablando de un tema espectacular a la altura de los mejores trabajos del género.




“Hanging Garden Transfer” - El segundo tema es mucho más directo gracias a una fantástica introducción en forma de secuencia en tonos graves que va evolucionando y mezclándose con otra primero y con una serie de cuerdas sintéticas después que nos meten en una de esas clásicas improvisaciones tan propias de alguien como Klaus Schulze pero mucho más estructurada y coherente con el resto del tema. Incluso parece atisbarse un mayor interés en la melodía y en acercarse a construcciones elaboradas formalmente más accesibles y más propias de la evolución de Tangerine Dream a partir de “Stratosfear”. La comparativa con Schulze tiene su aquel ya que resume el “problema” que surgió entre ellos cuando se juntaron para formar el dúo Timewind: Hoenig quería una música trabajada, estructurada, replicable en directo, mientras que Schulze optaba por la improvisación. En todo caso su relación fue buena y Hoenig llegó a decir que con Klaus grabó música maravillosa que no se parecía a nada de lo que había escuchado hasta aquel momento. Desgraciadamente no hemos llegado a escuchar nada de lo que hicieron juntos, cosa rara siendo Schulze un artista muy poco dado a dejar cosas sin publicar.


“Voices of Where” - El siguiente tema cuenta con la participación de Uschi Obermaier como vocalista pero de un modo particular. Es una composición puramente minimalista y nos remite a alguno de los trabajos de Terry Riley más relacionados con “drones” y estructuras estáticas repetitivas. Incluso las partes más electrónicas están claramente relacionadas con trabajos del músico norteamericano como su “A Rainbow in Curved Air”. La parte final es donde podemos escuchar la voz en forma de bucles de cinta que forman estructuras rítmicas al estilo de lo que haría unos cuantos años después Jean Michel Jarre en “Zoolook” pero ya con la ayuda de los “samplers” digitales.


“Sun and Moon” - Sin solución de continuidad enlazamos con la pieza final, apoyada en interesantes juegos secuenciales pero con una estructura mucho más cercana a lo que podría ser un “single” para la radio, siempre dentro de los parámetros de la escuela berlinesa que nunca llegó a tener un enfoque comercial como el que sí tuvo el mencionado Jarre. Es un corte firmado por Hoenig y por Michael Duwe que también comparten el cartel de teclistas en la pieza.




A veces la trayectoria comercial de un músico tiene más que ver con sus habilidades para “venderse” (en el buen sentido) a una discográfica que con la calidad de su música. También con su capacidad de insistencia y de recuperación tras un golpe. En el caso de Michael Hoenig, pensamos que todo lo que tenía de gran artista le faltaba en estos otros dos aspectos. Eso explicaría que, tras el rechazo por parte de Warner del que iba a ser su segundo trabajo, perdiera el interés por el negocio musical y se dedicara a los aspectos más técnicos, trasladándose a Los Ángeles y montando allí su propio estudio en el que se centraría en la música para cine y televisión primero, y para videojuegos más tarde. Explicaba en una entrevista posterior que “Los chicos de Warner fueron de mucha ayuda al principio pero en 1979 estaban en una etapa en la que querían depurar su catálogo. Más o menos se deshicieron del cuarenta por ciento de sus artistas en aquellas fechas. Una decisión meramente contable en la que prescindieron de todo aquel que estuviera por debajo de un determinado número de ventas. De todas formas, el trato fue cordial y cumplieron con todos sus compromisos monetarios aunque la cinta por la que pagaron seguramente esté pudriéndose en algún almacén. Nunca le presté más atención al tema, especialmente porque poco después me contrataron para trabajar junto con Philip Glass en otro proyecto: la banda sonora de “Koyaanisqatsi”.


Hoenig publicó un segundo disco casi una década después y desde entonces apenas han aparecido en disco un par de bandas sonoras suyas además de “Early Water”, la sesión con Göttsching que mencionamos más arriba. Una lástima porque hablamos de uno de los mayores talentos surgidos dentro de la llamada “Escuela de Berlín” que, paradójicamente, nos ha dejado el legado discográfico más corto. Razón de más para disfrutar este “Departure from the Northern Wasteland” como se merece.