martes, 21 de enero de 2020

Neønymus - "V" (2019)



Como anticipamos en la entrada anterior, toca hablar de “V”. En puridad, el segundo trabajo de Neønymus y la continuación natural de “Ø” pese a ser publicado al mismo tiempo que “Sendero”, el disco que ocupó nuestra última reseña. “V” es un disco dedicado a lo femenino y de ahí el título: “V de Venus, de Völva (las hechiceras de la mitología nórdica), de vulva, de Virgen, de Eva...” indica el propio autor al respecto. Quienes hemos tenido la fortuna de asistir a algún concierto de  Neønymus hemos podido comprobar cómo surge la magia de su voz y de las modificaciones que de la misma hace el artista por mediación de sus artilugios electrónicos que le permiten manipularla en directo de mil formas. Uno de esos sortilegios le permite jugar con su propio timbre hasta alcanzar tesituras propiamente femeninas y muy alejadas de la profundamente grave voz de Silberius. En “Sendero” ya había mucho de esto y en “V” el uso de ese tipo de sonoridades es aún más amplio.

El disco se grabó en el Santuario de Estíbaliz, en Álava. El artista ya había actuado allí y se quedó prendado del lugar y de su sonido por lo que, una vez obtenidos los permisos, se plantó allí en compañía del prestigioso técnico de sonido Suso Ramallo para registrar el disco que iba a seguir la saga iniciada por “Ø” seis años atrás. Y no usamos la palabra “saga” al azar ya que encaja aquí en varias de sus acepciones, desde el género literario nórdico (todo lo nórdico y escandinavo tiene mucho que ver con Neønymus y con su Covarrubias) hasta el nombre de la diosa de la adivinación y la magia en el panteón del mismísimo Odín y una de las principales ásynjur (deidades femeninas) de la mitología nórdica.

Para la grabación, Silberius utiliza distintos tipos de flautas y percusiones como acompañamiento para su voz.

Imagen del artista procedente de su web.


“La dama del lago” - Comienza el disco con una pieza cuyo origen se encuentra en los mismos meses en los que se publicó “Ø”, cuando nuestro músico interpretó parte de ella en alguna actuación. El tema se desarrolla a partir de una serie de notas interpretadas por Silberius en un rango vocal femenino que se repiten a modo de mantra. Sobre ellas, escuchamos primero una especie de improvisación a cargo del artista con su voz, digamos, “normal” a la que incorpora más adelante el recitado de un pequeño texto. La composición termina con una preciosa coda de nuevo con voces femeninas en la que vuelve a sonar el mantra inicial junto con otra breve letra.

“Ánima invernia foresta” - Otro corte antiguo que, en palabras de su autor, tuvo mucho que ver con el hecho de que su música fuera utilizada en la banda sonora de la serie de Movistar Plus, “Conquistadores”. Es una pieza rítmica a base de “loops” vocales que recuerda en cierto modo a su “Relato de una antigua batalla” del disco “Ø”. Continuamente aparecen y desaparecen distintas capas sonoras, todas ellas surgidas de la voz del artista, salpicadas ocasionalmente con alguna percusión para terminar con una serie de sonidos de aves en lo más profundo del bosque.

“Anhelo de la belleza” - Esta vez nos reciben una serie de percusiones sonando en bucle y creando un ritmo hipnótico, perfecto para acoger las distintas voces que van surgiendo. Primero como un rumor sordo y más tarde, ya de forma más clara como un canturreo inocente que se abre paso de la forma más natural posible.

“El canto de los silentes” - La siguiente pieza comienza con una melodía de inspiración medieval que va convirtiéndose una suerte de danza en 3x4 marcada por el delicado toque del pandero. Como en el resto de piezas, la combinación de las diferentes voces y timbres es casi mágica consiguiendo llevar al oyente a un estado cercano al trance.




“Danza de los brujos” - El siguiente corte es muy diferente. Un ritmo muy marcado nos pone en guardia desde el comienzo y los efectos vocales que se le suman poco después suenan tremendamente modernos. Por un momento, la entrada de la percusión nos hace pensar en discos como el “Spiritchaser” de Dead Can Dance o los primeros de Lisa Gerrard en solitario y es entonces cuando aparece la voz de Siberius desdoblada en varias pistas para arrastrarnos a la locura. Una verdadera maravilla.

“Solsticio” - Con este tema volvemos a las piezas más meditativas. Un ritmo metronómico sirve de introducción para una serie de largas notas vocales, femeninas en un principio y acompañadas por una profunda nota pedal grave después. En la parte central del tema aparece una flauta, quizá marcando el momento exacto del solsticio del título. Ésta nos acompaña hasta el final que se produce con la percusión sonando ya en solitario.

“Gloria Dómina mea” - Aunque no concluyó una formación académica musical, Silberius sí que llego a estudiar en el conservatorio durante un tiempo. El inicio de esta pieza denota un interés por la música antigua, en especial por el canto llano y las formas más cercanas al gregoriano. Más tarde se incorpora una segunda voz lo que le diferencia de ese canto monódico inicial. Tras la introducción volvemos a la voz femenina recitando un texto en uno de los momentos más bellos del disco con un eco irreal envolviendo el canto y confiriéndole un aura verdaderamente mágica. Tras el interludio se cierra la pieza con una recreación a tres voces del tema del comienzo. Una verdadera maravilla de principio a fin.




“La entrega del cuerpo” - Un nuevo canto femenino que, en su tratamiento de la voz nos recuerda a determinados momentos de la banda sonora que Cristo Tapia de Veer creó para la serie “Utopía”, en especial por esa vibración tan especial de la misma mientras evoluciona en el tiempo. Con ese fondo escuchamos un nuevo recitado, en puro susurro, a cargo de Silberius. La cadenciosa melodía del final, con la flauta primero y la percusión después reclamando su sitio es una auténtica delicia.

“Conjuro” - Regresamos al espíritu de la “Danza de los brujos”, al menos en lo que se refiere a la importancia del ritmo y a la energía que desprende cada nota. Voces que entran y salen de escena y una extraña glosolalia a cargo de nuestro artista van dando forma a un corte breve que sirve de perfecta transición para el cierre del trabajo.

“Mujeres” - Lo medieval vuelve a aparecer aquí pero también lo hace un cierto elemento contemporáneo que nos hace pensar en el estonio Arvo Pärt. De nuevo los países nórdicos. De nuevo el medievo. Ambos como referencia constante en la música de Neønymus. Un nuevo recitado da paso a una parte en la que se rinde homenaje al papel de la mujer como madre, hija, abuela... “la semilla del mundo” como se dice una y otra vez. El cierre está lleno de ritmo en lo que bien podría ser una danza tradicional de origen vasco, algo que parece confirmar el grito final que recuerda al “irrintzi”.




No podemos ser objetivos con la música de Neønymus. Nos atrapó desde el día en que escuchamos las primeras notas en Milenio 3 y nos terminó de enamorar en todas las ocasiones en las que hemos podido disfrutarla en directo. Al margen de eso, seguimos pensando que su propuesta es una de las más originales que hemos escuchado en mucho tiempo, especialmente dentro de un panorama español, cada vez menos propicio para aquellos que se salen del camino marcado. “Incierto destino el del que corre con los ojos vendados” rezaba un verso del disco de debut de Neønymus. Incierto, sí. Pero en este caso esa incertidumbre se ha transformado en una realidad verdaderamente hermosa. “V” es un trabajo magnífico que mantiene el nivel de “Ø” sin contar con el factor sorpresa que tenía seis años atrás. También el disco que comentamos en la entrada anterio, “Sendero”, es un trabajo prometedor por todas las posibilidades que apunta partiendo del sonido ya marca de la casa de Silberius. Seis años hemos tenido que esperar para tener en nuestras manos lo nuevo de Neønymus pero la espera ha merecido la pena. Como siempre, si estáis interesados en haceros con el disco, lo podéis hacer en la propia tienda del artista.

Os dejamos con una versión inicial de "Ánima Invernia Foresta" publicada en youtube por el músico en 2016:


 

lunes, 13 de enero de 2020

Neonymus - Sendero (2019)




Pocos trabajos nos impactaron tanto en una primera escucha como lo hizo “Ø” de Neønymus en la segunda mitad del año 2013. Aquel trabajo de Silberius de Ura nos tocó la fibra tanto como sus actuaciones en los distintos conciertos suyos a los que tuvimos la suerte de asistir en aquellos meses posteriores a su salto a la fama. Por ello no se nos ocurre una mejor noticia para despedir el pasado 2019 (o para recibir este 2020) que la de la publicación de un nuevo trabajo del rachel de adopción, Silverio Cavia. Y si nuestra sorpresa fue grande cuando supimos de esto por mediación del propio artista, ésta se duplicó al conocer que no iba a ser un solo disco sino dos los publicados por Neønymus de forma simultanea. La espectativa, pues, se duplicaba y desde el momento en que recibimos ambos trabajos, han sido escasos los momentos en los que no ha estado sonando alguno de ellos en nuestro reproductor.

No tardaremos en hablar de “V” aquí pero hoy queremos centrarnos en “Sendero” porque hay que empezar por uno de los dos y la gestación de este trabajo concreto parece haber sido mucho más tortuosa de lo que podríamos imaginar. Según cuenta el propio autor, es un disco que “ha estado más de tres años en mi cabeza y sonando en mi coche la maqueta cada vez que viajaba de noche. Algunas veces me atrapaba de principio a fin y otras no conseguía escuchar más de un minuto. Pero algo me decía que debía grabarlo, aunque solo yo lo entendiese”. Es un disco soñado, en sentido literal, una música que Silberius dice dictada por alguna esquiva musa en plena noche pero también es soñado en sentido figurativo puesto que lo que el artista nos narra son tres sueños vividos por un chamán paleolítico en tres momentos diferentes, cada sueño con su introducción, a veces indistinguible de la propia ensoñación. Afortunadamente, Silberius ha conseguido darle forma y plasmar toda esa experiencia en un disco primorosamente editado que pasamos a reseñar a continuación:

Neonymus


“Preludio del árbol” - El primer preludio comienza con efectos sonoros de viento y agua a los que se incorpora la voz de Silberius en una tesitura aguda, cortesía de la tecnología. Sobre una melodía repetitiva a dos voces surge la narración de las circunstancias del sueño tras la que entra la melodía central cantada por nuestro artista en su estilo inconfundible con la novedad de la utilización de sintetizadores para reforzar el tema principal. Una introducción magnífica a la altura de nuestras espectativas.

“Primer sueño del chamán” -  La introducción es realmente preciosa, con una serie de voces femeninas (no lo son pero que sirva para entendernos) que evolucionan pausadamente y de entre las que emerge una especie de profundo canto difónico estremecedor. Es una pieza que nos transporta instantaneamente a lugares y épocas remotos. La producción es soberbia y la utilización de los sonidos electrónicos como refuerzo, un hallazgo extraordinario por parte de Silberius que hace que el disco experimente un avance muy convincente desde las sonoridades de “Ø” hasta ahora. Es un cambio leve en apariencia pero que aporta mucho más de lo que parece.




“Preludio del agua” - El segundo preludio se abre con percusiones ancestrales, sonidos electrónicos y voces procesadas. Surge de todo ello el grave lamento de Silberius precediendo a la narración del segundo sueño en el que el chamán retoma el diálogo allá donde lo dejó en el primero.

“Segundo sueño del chamán” - Después de una primera parte en la misma linea de las piezas anteriores escuchamos un diálogo diferente en el que el músico juega con diferentes tesituras vocales en una conversación a varias bandas con elementos que recuerdan a música antígua. Una letanía hipnótica de la que es difícil sustraerse.

“Preludio de la cueva” - Sorprendentemente, el tono del tercer preludio es muy difrente a todo lo anterior. Las diferentes voces se mezclan unas con otras y también con las respiraciones para formar un ritmo mucho más animado que el de todo lo anterior. La aparición de la percusión y el subrayado de los sintetizadores nos parece muy acertada y le da a toda la pieza una especie de salto temporal con respecto a las anteriores que la convierte en algo mucho más cercano en el tiempo a nosotros.




“Tercer sueño del chamán” - El cierre del trabajo es otra joya en cuanto a la producción, con una mezcla perfecta entre voces y sonidos de toda procedencia. Un verdadero laberinto de piezas vocales, en el que es difícil no perderse. Sólo al final la aparición de un solo de sintetizador aparece haciendo las veces de “hilo de Ariadna” y nos guía, sanos y salvos, hacia la salida de un trabajo cautivador.

Mucho se ha escrito acerca del reto del “segundo disco”. La dificultad que se encuentran todo tipo de artistas y grupos después de publicar un trabajo de debut muy exitoso. Estamos seguros de que Silberius de Ura tuvo bien presente esa circunstancia y algo de eso se intuye en los textos que acompañan a este “Sendero” en los que se habla de una especie de crisis creativa de la que surge el trabajo. Hace un tiempo hablamos aquí de otro “reto” similar cuando Philip Glass se enfrentaba a su novena sinfonía y a la supuesta maldición que decía que tras llegar a ese número, ningún compositor llegaba a componer una décima. Glass lo “resolvió” componiendo a la vez su novena y su décima sinfonía. Con Neønymus ha pasado algo parecido: en lugar de publicar un disco, ha optado por lanzar dos de forma simultánea diluyendo así la presión de que el nuevo trabajo sea comparado con el primero.

“Ø” fue un disco muy particular con un sonido único e imposible de confundir con el de ningún otro artista. En ese sentido, el peligro de repetir la fórmula y caer en una especie de “síndrome Enya” estaba ahí y tenemos que decir que, sin perder su esencia, Neonymus ha conseguido evolucionar lo suficiente para que este trabajo suene como una evolución del concepto original y no como una mera secuela. Para ello, la aportación de un artista como Andrés Ama (otro músico a tener muy en cuenta) a los sintetizadores se nos antoja muy importante. En breve reseñaremos el otro disco del artista aparecido en estos días pero hasta entonces, os recomendamos la escucha de “Sendero”. Un trabajo maravilloso que podéis adquirir en la página web del propio músico.

Por ahora os dejamos con un avance del disco que el propio artista publicó poco antes del lanzamiento:


 

miércoles, 1 de enero de 2020

Ashra - New Age of Earth (1976)



La escena alemana de finales de los años sesenta y primeros setenta reunió una cantidad de talento excepcional que tuvo la virtud de ser enfocado hacia la creación de nuevos estilos o, al menos, hacia la evolución radical de otros ya existentes. Todo ese movimiento que trascendió las fronteras germanas bajo el nombre de “krautrock” nos dejó un gran número de figuras de las que solo una pequeña parte ha aparecido por el blog en el pasado. Hoy queremos acercarnos a la figura de Manuel Göttsching, autor de varios discos clave y uno de los pilares fundamentales en las corrientes electrónicas de la época.

Como tantos artistas, comenzó tocando blues y rock en su juventud llegando a tener un grupo cuya mayor influencia era la de Cream. De aquella época surgió la camaradería con Hartmut Enke, bajista que integraría la primera formación “oficial” de Ash Ra Tempel junto con Klaus Schulze, entonces aún batería que acababa de abandonar Tangerine Dream. Tampoco duraría mucho el bueno de Klaus con la nueva banda. Göttsching, y no lo habíamos mencionado aún, tocaba la guitarra. Ash Ra Tempel existió durante unos pocos años, desde 1970 hasta 1973 que fue cuando Enke dejó el dúo. A partir de entonces Göttsching continuó trabajando en solitario publicando bajo su nombre el influyente “Inventions for Electric Guitar” y, poco después “New Age Of Earth”, su primer trabajo con teclados y sintetizadores y también el primero que firma como “Ashra”. Tras “Inventions...”, Göttsching quiso alejarse un poco de la guitarra, su instrumento de toda la vida, y adentrarse en los teclados usando órgano, sintetizadores, etc. El disco iba a ser diferente de lo que había hecho hasta entonces porque cambiaba del todo el punto de vista. La composición se hizo casi por completo desde los teclados en lugar de partir de la guitarra como hasta ahora. Eso iba a suponer también una novedad conceptual. En sus trabajos anteriores había mucho de improvisación al ser la guitarra un instrumento con el que Göttsching se había sentido cómodo toda su vida (había estudiado guitarra clásica). El uso de los teclados para componer obligaba a una tarea mucho más intelectual y menos espontanea. Como él mismo afirmaba, había mucho más de composición pura en el disco que en cualquiera de los anteriores.

Manuel Göttsching


“Sunrain” - El disco comienza con un corte muy rítmico basado en un “ostinato” a cargo de la guitarra al que se añade una linea de bajo en segundo plano. Sobre ambos va emergiendo una melodía electrónica a modo de cuerdas que evoluciona lentamente hasta llegar a la parte central de la pieza en la que aparece el tema principal, también muy repetitivo y ejecutado con sintetizadores. Aparentemente no es una música muy diferente de la que hacían en la época los miembros de Tangerine Dream o el propio Klaus Schulze, con una importante carga de secuenciadores. Sin embargo, en la música de Göttsching, esa función recae en la guitarra. Incluso en esa joya que grabó en compañía de Michael Hoenig en esta misma epoca (aunque no se publicaría hasta muchos años después) titulada “Early Water”, que pasa por ser uno de los grandes discos secuenciales de todos los tiempos, el peso de la guitarra era fundamental.




“Ocean of Tenderness” - Como el propio nombre sugiere, la siguiente pieza del disco cambia radicalmente de estilo entrando en territorios puramente atmosféricos, plagados de texturas electrónicas y efectos sonoros propios de la “escuela de Berlín”. El punto distintivo es que aquí hay un mayor interés en la melodía, lo que diferencia este trabajo de sus contemporáneos y le acerca más a lo que harían en años posteriores artistas como Kitaro, por poner un ejemplo.En el tramo final de la pieza, Göttsching ejecuta un precioso solo de guitarra en un estilo que muchos han emparentado con el del Oldfield, cosa con la que podemos estar de acuerdo.

“Deep Distance” - Aunque desde el comienzo ya se deslizan varias secuencias rítmicas por debajo de la pieza, el estilo de esta composición sigue siendo cercano al del corte anterior, con mucha atención a la melodía y a la construcción de ambientes placenteros y relajados. Todo el tema es una continua evolución desde un comienzo puramente atmosférico hacia un final secuencial muy logrado que termina justo cuando la cosa se iba poniendo más interesante.

“Nightdust” - La pieza más extensa del trabajo es la que más cosas tiene en común con lo que hacían los integrantes de Tangerine Dream y Schulze en su tiempo. Una paleta de sonidos más abstracta, onírica, largos pasajes de pura ensoñación y un escaso interés por la melodía que el oyente pueda tararear. Los primeros doce minutos son una maravilla y a partir de ahí la cosa aún mejora con la incorporación de las clásicas secuencias rítmicas, muy sutiles, alejadas del primer plano pero inevitablemente presentes. Los últimos minutos nos devuelven a los pasajes meditativos que se desarrollan sobre una nota pedal que parece respirar con una cadenciosa pulsación electrónica. Es con ese fondo con el que Göttsching vuelve a empuñar la guitarra para cerrar el disco con un nuevo solo en la linea del clásico “Shine on You Crazy Diamond” de Pink Floyd.




Como comentamos antes, Göttsching firma “New Age Of Earth” con el nombre de Ashra. El disco fue distribuído por Virgin, lo que le dio una gran presencia y propició una gran repercusión dentro de los parámetros de este tipo de música que nunca tuvo grandísimas cifras de venta. Gracias a esto, el músico hizo sus primeras giras importantes para lo que tuvo que formar una banda que, tras un disco más, grabado por Göttsching en solitario, se consolidó bajo el mismo nombre. Ni como Ashra ni en solitario, Göttsching ha sido un músico demasiado prolífico si hablamos de lanzamientos discográficos, algo que contrasta mucho con lo que hicieron otros compañeros de generación cuya producción es casi inabarcable. Eso hace que, inevitablemente, el nivel medio de calidad de sus discos sea elevado lo que convierte casi todos sus trabajos en muy recomendables, empezando por este “New Age Of Earth” que hoy, para muchos críticos, es un clásico en su género. Nosotros no podemos hacer otra cosa que recomendarlo encarecidamente a todos los lectores aficionados a la electrónica de los setenta que aún no lo conozcan. No decepcionará.