Johann Sebastian Bach no solo es una de las más grandes figuras de la historia de la música universal en todos los sentidos sin que también es, con toda probabilidad, una de las más influyentes. Nadie discute aquí la genialidad de Mozart, Beethoven o cualquier otro gran nombre que cada lector pueda sugerir pero nos atrevemos a afirmar que, sin entrar en comparaciones entre la obra en sí de cualquiera de ellos, la influencia de la de Bach en los compositores posteriores a su época no resiste comparación alguna.
Uno de los aspectos en los que es más evidente esta huella lo encontramos en la variedad de géneros musicales en los que, de una u otra forma, está presente el músico alemán. Claro ejemplo, y de los más recientes, lo encontramos en el disco que hoy traemos al blog.
Conocimos a Nicolas Godin como la mitad del dúo francés de música electrónica, AIR, una de las formaciones más interesantes aparecidas en las últimas décadas. Según él mismo indica en las notas del trabajo que comentamos, llegó un punto en que se cansó de la música porque sentía que no era lo más importante en su vida. Para reengancharse decidió volver a los comienzos, regresar al piano y a las obras con las que dio sus primeros pasos. La inspiración fue un documental sobre el pianista Glenn Gould, quizá la máxima expresión de la genialidad aplicada a la interpretación (en el sentido más amplio) de una partitura. Con ese estado de ánimo, volvió a contactar con el profesor con el que dio sus primeros pasos como estudiante de música y a trabajar con lo que él mismo describe como “el libro de instrucciones de la música occidental”: “el clave bien temperado” de Johann Sebastian Bach.
Godin había perdido práctica para interpretar a este nivel y le dedicó muchas horas a la recuperación de la destreza necesaria para ejecutar dignamente esa y otras obras. Durante el proceso surgió la idea de realizar un disco dedicado a Bach. Un disco en el que el músico pudiera explorar a fondo algunas partituras del genio y llevarlas a su terreno del mismo modo que tantos otros hicieron en su momento. No se trataba de ser fiel a las interpretaciones convencionales de la música de Bach sino a su espíritu. Como hizo Gould. Como hizo Wendy Carlos (cuyo “Switched on Bach” era considerado por el propio pianista como uno de los discos más grandes de su tiempo). ¿Bach à la AIR? Algo así.
En la grabación participan, además de Nicolas Godin (guitarra, bajo, teclados, piano, voz): Vincent Taurelle (teclados, batería), Marcelo Camelo (guitarra, voz), Remi Sciuto (flauta, saxo), Renald Villoteau (tuba), Conan Mockasin (guitarra), una pequeña sección de cuerda y un grupo vocal.
Nicolas Godin. |
“Orca” - Un sonido electrónico interpreta una breve fanfarria interrumpida con una serie de acordes de guitarra eléctrica y una sección de cuerda que nos recuerda los mejores momentos de la Penguin Cafe Orchestra. Es a partir de ahí cuando Bach se hace reconocible en forma de fuga a base de instrumentos eléctricos ejecutados de forma impecable, con un uso intensivo de distorsiones de todo tipo.
“Widerstehe Doch der Sünde” - El segundo corte del disco es puro AIR. Las percusiones y arreglos son reconocibles de inmediato por cualquier seguidor de la banda, muy especialmente por los familiarizados con su últimos discos. Es sorprendente lo bien que se filtran las inmortales melodías del genio alemán entre los recursos sonoros diseñados por Godin para la ocasión. El piano, concretamente, es precioso y sólo algún pasaje coral nos resulta algo fuera de lugar. La parte final, completamente diferente sigue, sin embargo, teniendo muy presente el espíritu de AIR en su versión más oscura.
“Club Nine” - Una batería claramente jazzística nos prepara para una continuación de piano muy cercana al inmortal “Take Five” de Dave Brubeck, influencia señalada por Godin en los comentarios del disco como una de las más importantes a la hora de afrontar el disco. La pieza es deliciosa y no acusa en ningún momento los defectos propios de la adaptaciones de clásicos a otro formato.
“Clara” - La presencia del vocalista brasileño Marcelo Camelo y la especial sonoridad del idioma portugués en su versión del otro lado del atlántico contribuyen decisivamente a que esta exquisita adaptación de las “variaciones Goldberg” a la “bossa nova” sea toda una delicia. Las cuerdas, el clásico sonido del Rhodes y los ritmos cadenciosos convierten la canción en una de nuestras favoritas del álbum.
“Glenn” - El pianista Glenn Gould es, como ya dijimos, la principal inspiración del disco y en este corte tiene su homenaje más directo. La pieza tiene un aire “retro” encantador, tanto en lo referido a los timbres como en la parte de los arreglos. Las cuerdas, actúan como soporte y es la electrónica más añeja la que lleva todo el peso junto con breves pero imprescindibles intervenciones de la tuba. En el segmento final escuchamos la voz de propio Gould sacada de una entrevista.
“Quei Due” - El escritor Alessandro Baricco, quien ya colaboró con AIR en el pasado, es el encargado de escribir la letra de una canción en la que se une la melancolía de la canción francesa de los años sesenta (pese a estar cantada en italiano) con una sensualidad muy ligada siempre a los trabajos de Godin en su dúo con Benoit Dunckel. La segunda parte del tema tiene algunos elementos épicos que sirven de transición hacia un precioso final en el que las cuerdas van ganando presencia.
“Bach Off” - Los ritmos y la utilización de la marimba nos remiten inmediatamente a África en una propuesta que mezcla el minimalismo de Steve Reich con las texturas electrónicas de bandas como Boards of Canada. Cuando suena el saxo no podemos evitar acordarnos de Fela Kuti. En el segundo tramo, la energía de las percusiones nos acerca a los últimos AIR, los que musicalizaron el “Viaje a la Luna” de Melies. El contraste entre la fuerza del bajo y los timbales y la delicadeza del clavicordio o el piano es maravilloso. En nuestra opinión, es el gran candidato a ser considerado el mejor tema de todo el trabajo.
“Elfe Man” - El cierre adopta la forma de una canción de cuna con sonidos de cajita de música al comienzo y sonoridades más etéreas y angelicales más adelante. Es inevitable pensar en el Danny Elfman de las bandas sonoras de Tim Burton como referencia, no sólo por el juego de palabras con el título de la pieza sino porque el compositor es mencionado por Godin en las notas del disco entre una larga lista de músicos suyo trabajo le ha servido como inspiración.
Salvo un par de piezas (adaptadas de una cantata y de las “variaciones Goldberg”), el resto son todos preludios y fugas del extensísimo repertorio “bachiano”. Sin embargo, el resultado final del disco es un trabajo absolutamente fiel al sonido y al espíritu de la música de AIR, pese a la ausencia aquí del segundo integrante del grupo. Los seguidores de la banda disfrutarán con “Contrepoint” pero no tienen por qué ser los únicos. La música de Bach está presente, claro, pero en muchos momentos podemos llegar a olvidarlo gracias a la forma en que Godin la integra en su propia creación. Desde ese punto de vista, el disco es todo un acierto ya que no se trata de realizar versiones fieles pero innovadoras en cuanto al sonido como hizo Wendy Carlos sino de auténticas adaptaciones a un universo musical diferente. “Contrepoint” es uno de los trabajos que más nos ha sorprendido de los aparecidos el pasado año 2015 y eso ya es mucho en una época en la que sorprender es muy difícil.
Qué agradable sorpresa, me encantan Bach y Glenn Gould, y ahora poder reencontrarme con Air, o su mitad.
ResponderEliminarEl clip que has elegido "club nine" me ha empujado a repasar uno de Sebastian Tellier llamado "love", también una delicia:
https://vimeo.com/109013982
Saludos!