domingo, 16 de junio de 2019

Bass Communion - Bass Communion II (1999)



Hablábamos en la anterior entrada de la influencia del “krautrock” y más concretamente de Tangerine Dream en la música de Steven Wilson. Como ya señalamos, sus primeros proyectos de adolescencia (Altamont y Karma) reflejaban claramente su amor por estos estilos pero con la creación de Porcupine Tree, este tipo de sonidos quedó en un segundo plano. Sin embargo, la necesidad del músico inglés de expresarse por todos los medios posibles terminó por llevarle a crear distintos proyectos con los que explorar todo tipo de músicas. Así, en 1996 puso en marcha I.E.M. (Incredible Expanding Mindfuck) que sería la forma de mostrar su lado “kraut” y un par de años más tarde, Bass Communion, su proyecto más puramente electrónico que comenzó con una orientación más ambiental y terminó por convertirse en el acercamiento a la “drone music” de Wilson.

Nos centramos hoy en el segundo volumen del proyecto, titulado sencillamente “II”. El trabajo apareció algo más de un año después del primer volumen aunque se grabó prácticamente de modo simultaneo a los últimos cortes de aquel. En la misma época, Wilson trabajaba junto con el resto de miembros de Porcupine Tree en el disco “Stupid Dream”. El sonido del grupo estaba evolucionando hacia canciones más cortas y estructuras pop/rock más convencionales que antaño, lo que dejaba poco margen para los experimentos de Wilson con sonidos y ritmos electrónicos amalgamados con rock progresivo que caracterizaron a Porcupine Tree cuando eran un proyecto personal y también en los primeros trabajos ya como una formación estable de cuatro músicos. Quizá eso hiciera que Wilson diera forma a proyectos alternativos como Bass Communion para seguir explorando en una dirección más electrónica, al margen del que ya era su proyecto principal. El primer disco de Bass Communion fue una especie de recopilación de material grabado en la época 1995-1998 junto con trabajos de exploración sobre cintas procedentes de las sesiones de grabación de “Flowermouth”, el segundo disco de No-Man (el proyecto de Wilson con Tim Bowness). En aquel trabajo colaboraban, entre otros, Robert Fripp y Theo Travis y algunos de los “soundscapes” creados por el primero formaron parte del larga duración de debut de Bass Communion convenientemente tratados y procesados por Wilson. “Bass Communion II”, por el contrario, parece un proyecto más definido y con una idea más clara detrás. Pese a encontrar también aquí una continuación de la experimentación sobre el material de Fripp de 1993, el resto del material parece más en consonancia con la idea de hacer un disco con una coherencia interna mayor. De hecho, “Bass Communion I” ha quedado en un cierto olvido y no ha sido reeditado con posterioridad como sí lo fueron otros discos de ese proyecto, incluyendo “Bass Communion II”.

“Advert” - El primer corte del disco no llega al minuto de duración y es, simplemente, un fondo sonoro con una serie de efectos que enlaza directamente con la segunda pieza.

“16 Seconds Swarm” - En los primeros instantes apenas oímos un sonido como de estática del que surge de forma tenue una especie de melodía muy lenta y sin un gran desarrollo en un principio. La adición de nuevas capas sonoras tras cada repetición va haciendo de ese escueto tema algo casi hipnótico que evoluciona de una forma similar a la música de Brian Eno en los discos de la serie “Ambient”. La música fluye tranquila hasta el ecuador de la pieza cuando irrumpe un potente colchón de cuerdas electrónicas que eleva el tema a un nivel superior, de un modo que nos recuerda mucho a los trabajos de Johann Johannsson que llegarían unos años después. Una pieza extraordinaria.




“Grammatic Oil” - La primera novedad llega de la mano de la percusión. Una serie de tambores tribales ejecutan un ritmo constante sobre un fondo sintético que primero es tranquilo pero que pronto se torna inquietante, especialmente a partir de la aparición de un esquemático tema de sintetizador y de la entrada de lo que podría ser un “mellotron”. A todos estos elementos se suma un pulso rítmico grave que aparece a intervalos irregulares terminando de construir una atmósfera fascinante de la que poco a poco desaparecen las percusiones del principio. Aparece entonces puntualmente una afilada sección de cuerda que da paso a efectos y ecos que nos transportan a un lugar oscuro, claustrofóbico, amenazante, que no permite ni un instante de relajación terminando la pieza entre una gran tensión.

“Drugged 3” - En el primer disco de Bass Communion aparecían las dos primeras partes de “Drugged”, el experimento de Wilson sobre los “soundscapes” de Robert Fripp al que nos referíamos más arriba. Aquí tenemos la última pieza de la serie que comienza con el exótico sonido del “autoharp” que tanto gusta a Wilson. Acompañándole, un fascinante “soundscape” que se desdobla poco después con la adición de un órgano. Aparece entonces la guitarra eléctrica con un par de acordes que nos introducen en la segunda parte de la pieza, un segmento que Wilson reutilizaría como parte de la canción “Together We're Stranger” del disco homónimo de No-Man unos años después. De ahí en adelante la pieza vuelve a los sonidos casi celestiales de “16 Seconds Swarm” con el añadido del saxo de Theo Travis, uno de los colaboradores más consistentes de toda la carrera de Wilson en sus distintos proyectos.




“Dwarf Artillery” - Cambio radical de estilo en el siguiente corte que cuenta con un comienzo pleno de ritmo. Un latido de bajo, un pulso electrónico y efectos sonoros de todo tipo van combinandose en una animada secuencia de la que surge un repetitivo fondo de órgano. La combinación, en diferentes secuencias de todos esos elementos termina por conformar una pieza más que interesante que se nos hace corta pese a superar los siete minutos de duración.




“Wide Open Killingfeld” - La siguiente pieza es una inmersión en ambientes sonoros que funcionaría como la prolongación de “Grammatic Oil” pero rebajando unos cuantos puntos la tensión. Sin llegar a ser un corte especiamente amable, es mucho más acogedor que aquel. Sin sobresaltos y con un desarrollo más lineal, funciona, sin embargo, como pieza atmosférica para mantener al oyente alerta.

“A Grapefruit in the World of Park” - Si hay algo que lastra en cierta medida el disco, al margen de su larga duración, el bajón que suponen los dos últimos cortes y es que el que cierra el trabajo no es demasiado diferente del que lo precede lo que nos deja con un tramo final de más de 25 minutos sin apenas variaciones que contrasta con la alternancia de estilos de los primeros cinco temas del album. Sin ser en modo alguno dos piezas intrascendentes, las dos últimas pueden provocar la desconexión de muchos oyentes aunque, al fin y al cabo, hablamos de música “ambient” y la propia definición de la misma implica que puede seguirse sin una atención excesiva ¿no es así?.


Aunque nació como un proyecto casi marginal para la exploración sonora por parte de Steven Wilson y la inmersión en estilos que no cabían en sus otras aventuras, lo cierto es que, a día de hoy Bass Communion es su encarnación más longeva ya que son ya 21 años los que han pasado desde su primer disco y aún sigue en marcha (Porcupine Tree llegó a los 20 años de actividad pero no pasó de ahí y la participación de Wilson en No-Man no parece clara en los últimos años pese a que se anunció un nuevo disco no hace mucho). De hecho, podríamos decir que es el único proyecto del músico que sobrevive a la decisión de aparcar todo lo demás para centrarse en los discos firmados con su propio nombre y eso es algo que hemos de agradecerle ya que Bass Communion es una propuesta completamente distinta al resto pero lo suficientemente abierta como para explorar un gran número de tendencias dentro de la música electrónica más ambiental. Si aún no la conocéis, este disco es un punto de partida muy accesible antes de meterse en trabajos más áridos.

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