No por ser un tópico es menos cierto que el azar y la casualidad han formado parte fundamental de la historia de muchos de los mayores descubrimientos. A menor escala, todos hemos experimentado en alguna ocasión los caprichosos efectos de la fortuna y de los devaneos del destino. ¿Cuántas veces hemos buscado algo por todas partes sin encontrarlo para hallarlo finalmente, un tiempo después, cuando estabamos buscando otra cosa?
Algo así nos sucedió con el disco del que hoy vamos a hablar. Desde mucho tiempo atrás, una serie de melodías escuchadas vaya usted a saber dónde rondaban nuestra cabeza sin que tuvieramos la posibilidad de saber su origen. Quizá hubieran sido grabadas en alguno de aquellos viejos cassettes TDK caseros en los que nuestros primos o hermanos mayores recopilaban sus canciones favoritas sin dejar constancia escrita de la procedencia de la música en cuestión. Durante un tiempo, buscamos por todas partes alguna noticia de aquellas melodías para acabar dejando la tarea por imposible pero, como decíamos antes, la suerte es caprichosa y hace unos meses nos encontró mientras tratabamos de identificar una pieza encontrada en una grabación disponible en internet. Se trataba de un raro concierto de Philip Glass grabado en 1978 en un festival norteamericano pero el concierto tenía dos partes. La central, a cargo del músico de Baltimore era claramente reconocible aunque no ocurría lo mismo con una extraña composición que sonaba en la primera parte del recital. Tratando de documentar esa pieza y tras consultar con algunos conocidos que podían tener una idea más exacta del autor, llegamos a la conclusión de que podría ser Morton Subotnick.
Subotnick es uno de los nombres más importantes en la historia de la moderna música electrónica. Formó parte como miembro fundador del San Francisco Tape Music Center en los primeros sesenta, época en la que coincidió con Donald Buchla, ingeniero responsable de la construcción de los primeros sintetizadores electrónicos en la misma época en la que Robert Moog hacía lo mismo. Fue bajo comisión de Subotnick y del grupo de San Francisco que Buchla construyó su “Buchla Series 100” y con el invento de nuestro ingeniero fueron grabados buena parte de los discos de Morton en la época. Su primera gran obra, y la más popular hoy en día es su “Silver Apples of the Moon”, escrita por encargo de la compañía Nonesuch para ser grabada en LP (cuando lo normal hasta entonces era encargar música para ser interpretada en directo, no simplemente para ser grabada). Desde entonces, Subotnick ha publicado un buen número de discos basados en la electrónica más vanguardista, desde los antiguos sintetizadores analógicos hasta los más modernos ordenadores digitales, en combinación con instrumentos clásicos en muchos momentos aunque su principal interés en los últimos años ha sido la enseñanza, especialmente la de los más jóvenes, desarrollando una serie de herramientas para el acercamiento de estos a la música por la vía de la tecnología.
Subotnick junto con algunos alumnos del San Francisco Tape Music Center. Al fondo, uno de los sintetizadores de Buchla. |
Fue buscando entre la obra de Subotnick alguna pieza que pudiera encajar con la música que sonaba en la grabación de Glass cuando dimos, por sorpresa, con aquella extraña composición que tanto llamó nuestra atención años atrás. Poco después nos hicimos con el disco en el que aparecía la pieza y, dado su gran interés, le dedicamos hoy este espacio. El trabajo se publicó en 1986 bajo el título de “The Key to Songs / Return” y contenía las dos composiciones mencionadas en el título.
“The Key to Songs” – A lo largo de los veinte minutos de duración de la pieza, pasamos por las etapas correspondientes a una semana, inspirandose el autor para su composición en la obra “Une Semaine de Bointe” del pintor Max Ernst, una especie de novela gráfica realizada como collage de distintas ilustraciones sacadas de otras obras en la que no hay texto. El grán mérito de la obra es que, a pesar de estar escrita para una formación de dos pianos, marimba, xilófono, vibráfono, viola, cello y un indeterminado “sistema musical asistido por ordenador”, no siempre es fácil distinguir cuándo estamos oyendo los instrumentos clásicos y cuando los electrónicos ya que el propio sistema va creando ilusiones sonoras, mezclas entre los instrumentos que se transfiguran como por arte de magia en otros distintos hasta crear un extraodinario maremagnum sonoro de difícil calificación. Al igual que ocurre con la obra de Ernst en la que el autor utiliza imágenes ajenas para su “collage”, Subotnick toma prestados pequeños temas musicales de canciones de Franz Schubert a lo largo de toda la pieza. “The Key to Songs” está dividido en distintas secciones, relacionadas con cada uno de los capítulos de la obra de Ernst con largos y descriptivos títulos.
Así, la obra se abre con “Sunday; Element: Mud; Example: the Lion of Belfort… Power” que comienza con un golpe de piano y marimbas que junto con el resto de percusiones inician una velóz carrera rítimica interrumpida por breves frases de viola y cello y pequeñas células melódicas repartidas entre todos los instrumentos que van disfrutando de su pequeño instante de protagonismo.
Sin solución de continuidad nos vemos inmersos en la segunda parte “Monday, Element: Blood, Example: Oedipus”. El endiablado ritmo de la parte inicial sigue igual de desbocado pero con protagonismo absoluto de las percusiones y el piano así como de los elementos electrónicos mezclandose hasta hacerse indistinguibles unos de otros.
“Tuesday and Wednesday, Elements: Fire and Water, Examples: The Court of the Dragon… Water” incrementa si es posible el ritmo imparable de la pieza que parece precipitarse irremisiblemente hacia el abismo. Una breve “Coda” sirve de transición hacia la siguiente sección y de descanso para el oyente que se ve envuelto por una tranquilidad que se agradece para reponerse de lo agitado del viaje hasta el momento. Un pasaje ambiental en la linea del Brian Eno más clásico.
“Thursday, Element: Blackness” Como la paz no podía durar demasiado, volvemos a sumergirnos en la vorágine de la música de Subotnick en un segmento de tonos más oscuros que los anteriores y con mayor protagonismo de la electrónica, aunque, como hemos señalado anteriormente, en esta obra es muy dificil distinguir hasta dónde llega un instrumento y en qué momento empieza a sonar otro.
“Friday, Element: Sight” se divide a su vez en lo que el autor denomina “tres poemas visuales”. El primero de ellos está basado en texturas electrónicas con participación del cello y breves apuntes pianísticos. El segundo muestra algunas turbulencias sobre el ambiente calmo del anterior y el tercero, el más musical, se recrea en una intensa melodía de cello que precede a una sucesión de veloces secuencias electrónicas descendentes.
“Saturday, Element: Unknown, Example: The Key to Songs” supone un cambio radical con respecto a todo lo escuchado. Se abre con una melodía de aires orientales, acompañada de una alegre sección rítmica a cargo de la marimba y el resto de percusiones, lejos de las veloces secuencias del resto de la pieza que son recuperadas inmediatamente en la segunda “Coda” incluída en la composición hasta concluir como empezó, con un brillante stacatto final.
Intervienen en "The Key to Songs", además del propio Subotnick, los miembros del California E.A.R. Unit: Vicky Ray, Dorothy Stone, Amy Knoles y Erica Duke-Kirkpatrick.
Imagen de la obra de Ernst que inspira "The Key to Songs" |
La segunda gran obra del disco es la titulada “Return – a Triumph of Reason”, pieza electrónica dividida en dos partes y dedicada al cometa Halley. Compuesta en 1984, nos muestra una semblanza del cometa repasando la música que se hacía en la tierra en el momento de cada una de sus visitas documentadas, desde los ritmos primitivos del inicio hasta un final futurista y emotivo pasando por el canto llano, la polifonía medieval, la música de Scarlatti (contemporaneo del propio Halley), Mozart, Listz y hasta algo de “ragtime”. La pieza cuenta con el apoyo en labores de producción de Michael Hoenig.
La primera sección y la más extensa de la primera parte, es la titulada “Beginning of the Universe” y es una pieza ambiental y estática de corte oscuro. La temática lo sugiere pero no deja de ser cierto que la música de este comienzo nos parece que ni pintada para alguna de las escenas iniciales de “2001: a Space Oddysey” de Stanley Kubrick. En la misma linea continúa el siguiente fragmento “Earth, the Beginning of Our Solar System”, una breve transición que enlaza con la aún más breve “Decending Dance” en la que los sintetizadores esbozan ya algunas melodías y rítmos primitivos, preludio de “Chord Dance: Dance of Destruction” donde escuchamos a un Subotnick mucho más cercano al que pudimos oir en “The Key to Songs” con sus clásicos y veloces ritmos. “12 B.C.” es el siguiente paso en la historia del cometa en sus visitas a nuestro planeta, un breve interludio electrónico en el que podemos oir por primera vez en la obra el leit motiv del cometa bajo el título genérico de “Comet”. De ahí saltamos al siglo XIV con “Giotto” en honor al pintor italiano que dibujó al cometa tras su visita de 1301 y una pieza organística en estilo cercano al Ars Nova. “1682 – Halley” es el homenaje a Scarlatti al que aludíamos antes, en un estilo cercano al de Wendy Carlos y sirve para concluir la primera parte de la obra tras dar paso a dos brevísimos títulos más: “Coda – Return” y “D Major”, de trazas “Krafwerianas”.
la segunda parte de “Return – A Triumph of Reason” se abre con “D Major”, pieza consistente en espaciados pulsos electrónicos sobre un oscuro fondo atmosférico. En “18th Century” encontramos las referencias a Mozart y a su “Eine Kleine Nachtmusik” a las que aludíamos antes dentro de un entorno secuencial. Este tipo de acercamientos electrónicos a la música clásica nos remite de forma inevitable, al trabajo pionero de Wendy Carlos y del japonés Tomita pero demuestra también la altura musical de Subotnick que no desentona en un terreno en el que otros han sentado cátedra antes que él. “Five Chords” es una más de las abundantes transiciones que pueblan las obras de Morton y que nos lleva a “19th Century” donde le llega el turno del homenaje a Franz Liszt. “Rag Enters: 1910” no puede ser otra cosa que una referencia al rag-time de principios del siglo XX aunque salpicada de guiños a Mozart (ahora a la “Marcia a la Turca”). Lo que resta desde aquí hasta el final del disco es una auténtica tormenta sonora que comienza a todo trapo con “1986” y continúa con la pausa de “Future” y su meditativa visión de los tiempos por llegar con turbulencias acústicas que van y vienen con celeridad. La despedida la pone una nueva “Coda” a modo de recapitulación de lo escuchado subdividida en tres partes (“Halley”, “Return” y “D Major”) y un breve “Epilogue”
A estas alturas de la película, solemos pensar que lo hemos escuchado todo y que es difícil que algo nos llegue a sorprender musicalmente hablando y es en estos momentos cuando aparecen composiciones como estas (que, para más inri, llevan casi 25 años publicadas) y nos sacan de nuestro error renovando las ganas de seguir indagando en la obra de artistas desconocidos o ignorados por nosotros. Hasta hace cuatro días, como quien dice, Morton Subotnick no era más que un nombre que solíamos leer de vez en cuando en tratados sobre historia de la música electrónica y de quien, de tiempo en tiempo, encontrabamos algún breve fragmento musical en recopilaciones dedicadas a estos tipos de música. Como narrabamos al inicio, tuvo que ser la casualidad la que nos pusiera sobre la pista de un músico como este en el que hemos descubierto todo un universo desconocido para nuestros oídos y que confiamos en que nos siga brindando momentos tan placenteros como los que nos dieron las primeras escuchas de “The Key to Songs / Return”. Nos encantaría que, igual que nos sucedió a nosotros, alguno de nuestros lectores sienta cómo salta ese resorte en su interior que sólo algunas músicas elegidas pueden tocar y si es con éste disco, mejor que mejor.
No resulta fácil encontrar el disco hoy en día pero está disponible en algunas tiendas:
Os dejamos con un fragmento de "The Key to Songs":
Gracias por el fantástico reporte! El sistema computacional que utilizó Subotnick para The Key Of Songs es el combo Yamaha QX-1 y TX8-16, además de una CX5m…:
ResponderEliminarhttps://www.yamahasynth.com/aftertouch/86_03.pdf