Hacer una lista a estas alturas de todos los conceptos clásicos a los que Philip Glass ha dado la vuelta como al proverbial calcetín sería un ejercicio a plantearse sólo en el caso de que se dispusiera de una cantidad considerable de espacio (y de tiempo). Es por ello que nadie debería sorpenderse si afirmamos que la obra que hoy nos ocupa, titulada “A Madrigal Opera” no es un madrigal ni tiene nada que remotamente nos evoque lo que hoy conocemos por ópera, ni siquiera ampliando el concepto hasta que englobe obras tan radicales como la propia “Einstein on the Beach” del mismo autor.
Fue precisamente el éxito de “Einstein on the Beach” el que llevó al director de la Ópera de Rotterdam, Hans de Roo, a encargar a Glass la composicion de una ópera “de verdad”, con su argumento, su orquesta, su linea narrativa, sus coros, etc. De ahí nació “Satyagraha” pero también cambió algo en la manera en que Glass se iba a plantear su aproximación a la música en un futuro. Si repasamos su carrera hasta 1980 nos daremos cuenta de que, con alguna pequeña excepción, el compositor no había escrito piezas para orquesta. Ni siquiera para formaciones instrumentales más o menos convencionales (existe un cuarteto de cuerda y alguna obra para piano que podrían encajar en esa categoría pero son las menos). Sencillamente no se lo había planteado porque el grupo con el que trabajaba (la Philip Glass Ensemble) cubría perfectamente el espectro sonoro en el que se movía el músico hasta aquel momento.
Este encargo, con lo que conllevaba de giro hacia el clasicismo hizo que Glass volviese la vista atrás hacia las primeras obras seculares, especialmente los madrigales que fueron la mayor expresión de la música no religiosa hasta entrado el siglo XVII con la aparición de la ópera como género de la mano de Monteverdi como es comunmente aceptado. Así, y simultaneamente a la composición de “Satyagraha”, Glass comenzó a componer un madrigal para seis voces y el pequeño acompañamiento instrumental de un violín y una viola. Faltaba un pequeño detalle que era el texto. No había. Pero la ausencia de tan importante elemento narrativo no fue óbice para que la idea siguiera adelante. Así pues, tenemos un madrigal que no termina de ser un madrigal pero ¿a qué viene lo de la “ópera” a la que se alude en el título de la obra? Pues es una puerta abierta que deja el compositor por si alguien se anima a escribir el libreto y a llevar la obra a los escenarios. Todo un reto cuando la forma habitual de obrar en estos casos es precisamente la inversa: partir de un texto para escribir una música que la ilustre.
Con esta premisa, la obra se ha representado en muchas ocasiones en estos años y con diferentes temáticas escénicas, desde la primera en Holanda en 1980, subtitulada “Attaca” hasta la grabación que nos ocupa pasando por representaciones en New York y Houston con un texto titulado “The Panther” o la de 1986 en Los Ángeles. La grabación que hoy comentamos, recoge la adaptación de un poemario del finlandés Lauri Otonkoski titulado “Cameo” (2005). Otonkoski no sólo es poeta sino también músico, graduado en la prestigiosa Academia Sibelius como flautista. La obra del escritor se mueve siempre alrededor de temas como la búsqueda de la identidad propia, el viaje como medio antes que como fín o la anécdota como elemento fundamental de la vida por encima de los grandes proyectos. En el libreto del CD se incluye un pequeño extracto de “Cameo” que nos permitimos traducir:
“Acepta el viaje, deja tus pensamientos vagar; la respuestano estará, seguramente, en el destino buscado sino en la espera, en el viaje en sí. Cuando arribes finalmente al puerto, habrá dejado de parecerte importante”.
El pequeño texto nos recuerda otros textos clásicos como “Ítaca” de Cavafis, que redunda en esta misma idea:
(…) “Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino:
Mejor será que dure muchos años,
Y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
Rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
Mas no tiene otra cosa que ofrecerte. (…)
Portada del libro de poemas de Otonkoski. |
La grabación que recomendamos es una producción de la Ooppera Skaala de Helsinki y en ella intervienen: Petri Bäckström (tenor), Essi Luttinen (mezzo-soprano), Vikke Häkkinen (baritone), Laura Heinonen (soprano), Satu Jaatinen (mezzo-soprano), Riku Pelo (bajo) además de Max Savikangas (viola) y Linda Hedlund (violín).
“Part I – Opening” – Comienza la obra con un largo solo de viola que anticipa lineas melódicas y estructuras que luego serán muy habituales en la música de Glass en obras como “Koyaanisqatsi” en las que las notas vienen y van como las olas en una playa, acercándose para retroceder poco después y volver más tarde a aproximarse al oyente.
“Part I” – Con el primer giro melódico entran por primera vez las voces interpretando distintas variaciones sobre grupos de dos notas recogiendo alguno de los avances presentados por Glass en alguna de sus obras anteriores, especialmente en “Another Look at Harmony” o en piezas más breves como la música que escribió para los breves cortometrajes de motivos geométricos que muchos pudimos ver de niños en “Barrio Sésamo”. Conforme va avanzando la pieza, las voces van separandose y ejecutando distintas secuencias de notas hasta conformar una polifonía de una gran belleza.
“Part II” – Siempre bajo la dirección que marca el instrumento solista (en este caso el violín) se van desarrollando los cuatro movimientos de la obra con una precisión monolítica. En el segundo de ellos, el coro de seis voces subraya cada una de las lineas trazadas por las cuerdas cantando al unísono la mayor parte del tiempo en contraste con los juegos cromáticos del final del primer movimiento.
“Part III” – Volvemos a hacer referencia aquí a la banda sonora de la película “Koyaanisqatsi”, una de las obras más populares de Glass y más concretamente al segmento titulado “Pruit Igoe” que encuentra en este tercer movimiento de “A Madrigal Opera” un claro antecedente en forma de solo de viola. Tras los minutos iniciales, Glass retoma la melodía de la introducción de la primera parte de la obra que sirve para enlazar con el último movimiento.
“Part IV” – Con la entrada de la sección vocal, incorporandose progresivamente sobre la melodía del movimiento anterior, entramos en la parte final de la obra en la que, como es habitual en el compositor, se hace una especie de recopilación de alguno de los momentos más importantes de los movimientos anteriores resaltando secciones concretas. Encontramos aquí una vuelta al lenguaje vocal de “Einstein on the Beach” con recitados a modo de solfeo. La importancia del violín (y en su caso de la viola) no hace sino reforzar esa referencia. Recordemos que es precisamente el violín el instrumento fundamental de aquella obra al jugar el rol del propio Albert Einstein.
“Part IV – Closing” – El segmento final del cuarto movimiento ha sido separado en la edición en CD en una pista independiente como sucedía con la introducción aunque no encontramos motivo para ello puesto que se desarrolla con naturalidad a partir del anterior y la única diferencia que podemos apreciar es un papel algo más secundario de las voces que se van apagando poco a poco hasta dejar a la viola todo el escenario en las últimas repeticiones de la melodía que abría la obra minutos atrás.
Habitualmente escondida en el repertorio “glassiano” como una obra menor, “A Madrigal Opera” esconde, sin embargo, una importante pieza de transición sumamente útil para ilustrar la evolución entre el Glass puramente minimalista de los años 60 y 70 y el más popular que empezaba a ser conocido para el gran público en los 80. Las referencias que hemos hecho a obras claves de ambos periodos no son anecdóticas y es que, en cierto modo, podemos hablar de ésta obra como el eslabón perdido que pone en relación los dos estilos que adornan esta etapa del músico. Con una duración, además, muy inferior al mamotreto (dicho sin intención peyorativa) de 1976, creemos que puede ser un buen acercamiento para el oyente más remiso a entrar en las partes más duras del repertorio del músico de Baltimore.
Como siempre, os dejamos un par de enlaces en los que comprar el disco:
fnac.es
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