Como comentamos no hace mucho tiempo, “Platinum” supuso una especie de liberación en la carrera de Mike Oldfield, con la que ocurrieron varias cosas: el músico pudo relajarse y componer piezas más cortas y simples, alejadas de las épicas suites de sus inicios, se pudo relacionar de un modo más “musical” (si se nos permite la expresión) con otros músicos, intercambiando ideas y llegando a colaboraciones mucho más bidireccionales que antaño y perdió el miedo a homenajear e incluso interpretar a otros artistas a los que había admirado en su infancia. Todo aquello que sucedió con el citado disco, tuvo su continuación de manera más intensa si cabe con el siguiente.
Existe una leyenda que siempre acompaña a cualquier comentario sobre Oldfield que pretenda alcanzar una cierta profundidad y habla de los habituales conflictos entre el artista y Richard Branson, su principal valedor en sus comienzos y dueño y señor de Virgin Records. Es evidente que existieron roces, especialmente en los últimos años del contrato de Oldfield con la discográfica pero creemos que no todo lo que se decía era completamente cierto. Según la historia más o menos aceptada, Branson fue el responsable, en grado de incitación, del giro hacia el pop de la música de Oldfield que tuvo lugar en los ochenta, cuando el artista llegó a los primeros puestos de las listas más comerciales. Por su parte, siempre se ha dicho que el músico exigía de Branson un mayor esfuerzo promocional para su obra, a la que creía maltratada por la discográfica en comparación con otros nuevos artistas. En estos casos, la historia siempre se pone de parte del músico quien, al fin y al cabo, es el que suscita el mayor interés de los aficionados. Sin embargo, viendo algunos de los trabajos que publicó Oldfield tras su salida de Virgin, alguna de las teorías conspirativas no se sostiene.
Alrededor de “QE2” también circulan este tipo de comentarios que señalan que Mike buscaba mayor promoción, especialmente en el mercado americano y que, a cambio, Richard le pidió composiciones más cortas y “vendibles”, incluso, a ser posible, alguna canción con gancho. Oldfield cedería en la primera parte pero no en la segunda y la prometida promoción se quedó en nada (también se afirmó que la inclusión en el disco de versiones de ABBA y los Shadows fue una exigencia de Virgin, pasando por alto que ambos grupos eran admirados por el músico desde tiempo atrás, por lo que no choca en absoluto su elección). Sea como fuere, parece que Oldfield quedó muy satisfecho de varios aspectos que fueron novedosos en “Platinum” y que ahora se repetían como ocurría con la formación de una pequeña banda que participaría en la grabación o la colaboración con un productor “externo”, ajeno al mundillo del artista de Reading. Para este papel, se escogió, a David Hentschel, productor relacionado con Genesis a partir de 1976 tras varios intentos fallidos como artista en solitario. De la mano de Hentschel llegaron otros músicos invitados, destacando especialmente el batería Phil Collins.
Imagen el "Queen Elizabeth 2", abreviado a QE2 que inspira el nombre del disco |
“Taurus I” – La apertura del disco, con la melodía de mandolina de Oldfield acompañada de percusiones poco convencionales descubría una tendencia insospechada a priori en el nuevo disco: la música celta. Evidentemente, “QE2” no es un disco de música celta, ni mucho menos pero sí que deja translucir muchos guiños al género. El primero de ellos, desde sus instantes iniciales. Aparecen poco después unas voces en segundo plano resaltando la melodía inicial y tras ellas llega el primer giro del tema con la entrada de la batería y la guitarra eléctrica, lanzando al aire los primeros e inconfundibles “riffs” marca de la casa. Termina el segmento con una transición más tranquila marcada por una bonita melodía sintética simulando una flauta. El reinado de los sintetizadores analógicos tocaba a su fin y los últimos modelos incorporaban gran cantidad de sonidos de fábrica y menos posibilidades de modificar estos timbres. Se dice que uno de estos cacharros era el Korg Sigma, utilizado en el disco probablemente para este tipo de efectos de flauta. Tras el interludio, la acción vuelve a intensificarse con la llegada de las percusiones y una melodía en cuya ejecución de alternan las cuerdas, los teclados y la propia guitarra eléctrica de Mike. Es en estos momentos finales en los que encontramos al músico más próximo al de las grandes suites de sus comienzos derrochando imaginación y destreza a partes iguales. Aparecen en el último momento efectos de vocoder, instrumento que sería utilizado con profusión en éste disco y en el siguiente. “Taurus”, con un enigmático “I” a continuación, hacía referencia al signo zodiacal del propio músico y era la primera parte de una interesante pieza cuya continuación no encontraríamos en “QE2” como cabría esperar sino en discos posteriores. [Mike Oldfield: mandolina, bajo, sintetizadores, banjo, arpa celta, caja de ritmos, timbales, guitarra eléctrica, piano, percusiones, vocoder. Phil Collins: batería. Mike Frye: percusión. Maggie Reilly, voces. David Hentschel, sintetizadores.]
“Sheba” – Lleno de misterio nos recibe el segundo corte del disco, con una melodía vocal, tremendamente distorsionada por el vocoder citado anteriormente a la que se añade la percusión y la voz de Maggie Reilly, debutante con Oldfield en una grabación de estudio e inconfundible intérprete de muchos de los clásicos del británico en los años posteriores. Con la entrada de la guitarra eléctrica y la batería, “Sheba” iba a transformarse inmediatamente en una inconfundible pieza “olfieldiana”. [Mike Oldfield: vocoder, percusiones, guitarra eléctrica, bajo, sintetizadores. Phil Collins: batería. Mike Frye: percusión. Maggie Reilly, voces]
“Conflict” – Entramos en territorios extraños con el siguiente tema. Para empezar, nos encontramos con una rara percusión interpretando un ritmo sincopado y sin más preámbulos, entran las cuerdas sintéticas y un enérgico “riff” guitarrero. En este ambiente desenfrenado hay tiempo para todo: descargas eléctricas a cargo del guitarrista, solos de teclado, un bajo pleno de inspiración, referencias clásicas (se apunta la melodía de un fragmento de los Conciertos de Brandemburgo de J.S.Bach, incluso). El corte es demasiado breve para todo lo que se sugiere en el mismo y sirve como preámbulo al cierre de la cara A del disco. [Mike Oldfield: guitarra, bajo. Tim Cross: piano, sintetizadores. Mike Frye: percusiones. Morris Pert: batería]
“Arrival” – Y para ello, Oldfield recurre a una melodía de los suecos de ABBA, aunque no escoge una de las más populares sino una rareza, casi instrumental en su tratamiento original. Llama la atención esta elección ya que, si escuchamos la pieza en la interpretación de los suecos, tiene todas las trazas de una melodía tradicional escocesa con una sonoridad que pide a gritos la aparición de una banda de gaiteros. Ya señalamos que había una cierta influencia celta sobrevolando el disco y creemos que el que sea éste y no otro el tema de ABBA a interpretar, tiene toda la intención en ese sentido. Por lo demás, Oldfield mejora con creces, en nuestra modesta opinión, la composición primigenia. [Mike Oldfield: guitarras, percusiones, arpa, bajo, mandolina, sintetizadores, vocoder, voces. David Hentschel: sintetizadores, batería, voces. Maggie Reilly, voces. Choir English Chorale. David Bedford, director y arreglos.]
“Wonderful Land” – La cara B del disco comienza como acababa su reverso, con otra versión, en este caso de los Shadows, grupo idolatrado por Oldfield en su juventud. Podemos apreciar aquí, si nos tomamos unos minutos para compararla con la original, el momento de inspiración en que Mike decidió dar su propia visión de la pieza. El instrumental de los Shadows era un inocente tema rock, algo naïf, escuchado hoy en día pero con una preciosa melodía. Oldfield, respetando una por una cada nota del original transforma la pieza en otra distinta, jugando con elementos ajenos a la composición de Jerry Lordan como las percusiones africanas (pero ejecutando ritmos celtas), alterando el tempo de determinadas partes e incorporando nuevos instrumentos como mandolinas, o sintetizadores revitaliza el tema hasta un punto insospechado. A pesar de ser ambas versiones, no es de extrañar que tanto “Arrival” como “Wonderful Land” fueran los cortes escogidos como singles del disco. [Mike Oldfield: guitarras, bajo, sintetizadores, percusión, marimba, mandolina, vibráfono. David Hentschel: sintetizadores, David Bedford, arreglos de cuerda]
“Mirage” – La presencia del vibráfono en el inicio del tema contribuye a crear un ambiente misterioso que nos recuerda al reciente “Woodhenge” del anterior “Platinum” y en una línea similar a la de aquel, transcurren los primeros instantes del tema hasta la aparición de los teclados y la guitarra acústica con un tratamiento muy similar al que sería utilizado años más tardes en esa obra maestra que fue “Amarok” y es que, mientras escribimos estas líneas, nos damos cuenta de que muchos de los elementos que hicieron grande ese disco, comenzaban a apuntarse, precisamente, en este “Mirage”. Volvemos a echar la vista atrás hasta “Platinum” cuando aparecen los metales y pensamos en “Charleston”, por ejemplo mientras el tema se despide de un modo un tanto brusco. [Mike Oldfield: vibráfono, sintetizadores, guitarras, bajo, timbales, vocoder. Mike Frye: vocoder, batería. Raul D’Oliveira: trompeta. Guy Barker: trompeta. Paul Nieman: saxo. Philip Todd: saxo tenor. David Hentschel: arreglos de viento].
“QE2” – Llegamos así al corte que da título al disco. Señala Oldfield que el sonido de los primeros minutos le recordaba la inmensidad del océano y pensó en titularlo “Titanic” pero por evitar un cierto gafe que podía ir asociado con ese nombre, optó por un barco de menor calado como el “Queen Elizabeth 2”. “QE2” es una de las mejores composiciones del disco; construida como un continuo crescendo en sus minutos iniciales, paulatinamente se van añadiendo capas y capas de instrumentos a la melodía principal hasta que tema se interrumpe con la llegada de los metales que entonan una especie de fanfarria, prólogo de la segunda parte protagonizada por los destellos de la guitarra del músico antes de romper en uno de los fragmentos más alegres del disco, emparentado a partes iguales con el famoso segmento bautizado como “caveman” de “Tubular Bells” y con el jolgorio celta de los mejores minutos de “Ommadawn” sustituyendo las “uillean pipes” de Paddy Moloney por las más modestas “northumbrian bagpipes” interpretadas por el propio Oldfield en alegre diálogo con el resto de instrumentos. Entre gaitas anda el juego en todo caso en una pieza realmente memorable. [Mike Oldfield: sintetizadores, guitarras, bajo, percusiones, mandolina, gong, northumbrian bagpipes. David Hentschel: batería, sintetizadores. Mike Frye: batería, percusiones. Raul D’Oliveira: trompeta. Guy Barker: trompeta. Paul Nieman: saxo. Philip Todd: saxo tenor. David Hentschel: arreglos de viento].
“Celt” – Al igual que ocurría con “Conflict”, nos desconcierta en los primeros instantes la percusión que abre la pieza pero, en lugar de proseguir por los caminos tormentosos de aquella, la voz de Maggie Reilly convenientemente distorsionada por el vocoder termina por acercar la canción a los territorios de “Sheba”. [Mike Oldfield: sintetizadores, guitarra, bajo. Mike Frye: percusiones. Tim Cross: piano, sintetizadores. Maggie Reilly: voces]
“Molly” – Como cierre del disco, Oldfield escoge una íntima tonada interpretada principalmente con la guitarra acústica a modo de nana para su hija Molly poniendo un broche perfecto para un disco magnífico. [Mike Oldfield: guitarra, bajo, voces]
Con “QE2”, Oldfield cierra una pequeña etapa de dos discos, grabados en un corto espacio de tiempo y que sirve como transición entre su primera etapa, basada en largos instrumentales y una nueva versión del músico de Reading que asomaría a partir del próximo trabajo y de la que habrá tiempo de hablar más adelante. Si prescindimos del hecho de que en “QE2”, la música está segmentada en cortes de una duración más o menos breve con respecto a, por ejemplo, “Ommadawn”, creemos que no hay una diferencia tan importante entre ambos trabajos y es que, a pesar del carácter independiente de cada una de las piezas del disco que hoy nos ocupa, con unas transiciones más o menos elaboradas entre las distintas secciones del trabajo, podrían haber pasado perfectamente por una o dos largas suites como las que caracterizaron al Oldfield más clásico. En cualquier caso, creemos que “QE2” es un disco que merece mucho la pena, independientemente de las comparaciones con trabajos anteriores. Igual que sucedía con “Platinum” (y con toda la discografía anterior de Oldfield), disponemos de una reciente reedición en la que se complementa el disco original con algunas caras B de singles, remezclas actuales de alguno de los cortes y, especialmente, con un segundo CD que recoge parte de una actuación en directo de la gira europea que Oldfield y sus músicos emprendieron en los meses posteriores a la aparición del disco. Podeis adquirir esta nueva edición en los siguientes enlaces:
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Nos despedimos con un medley en directo de "Taurus I" y "Sheba":
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