jueves, 20 de diciembre de 2012

Philip Glass - Akhnaten (1987)



Desconocemos hasta qué punto las tres primeras grandes óperas de Philip Glass fueron concebidas como una trilogía desde el principio. Más bien pensamos que las cosas fueron surgiendo así y sólo cuando fueron tomando cuerpo empezó a hablarse de ellas en esos términos. Lo cierto es que ambas tienen algo en común y es que cada una de ellas está dedicada a una persona que cambió el curso de la historia en algún aspecto concreto. “Einstein on the Beach” se centraba en el personaje que cambió para siempre la visión de la física y “Satyagraha” narraba a su manera la vida de Ghandi, revolucionario que entrevió una nueva forma de hacer política. La tercera de las óperas se iba a centrar en el hombre que cambió la visión de la religión en su época, promoviendo, nada menos, que un cambio de Dios: el faraón Amenofis IV,  Akenatón, el Hereje. Durante su reinado, el culto principal de Egipto se dedicó a Atón, una de las maifestaciones de Ra. A la muerte de Akenatón, la devoción del pueblo volvió a ser para Amón. La religión egipcia es realmente misteriosa. Siendo como fue, una de las más poderosas de la antigüedad, nunca se expandió más allá de sus propias fronteras y tampoco consiguió perdurar salvo en forma de pequeños movimientos ocultistas insignificantes hoy en día. Akenatón sacudió el status de un clero tremendamente conservador y revolucionó las ideas durante un breve tiempo (su reinado no llegó a durar 18 años) tras el cual, todos sus logros fueron abolidos para regresar a la situación anterior. Curiosamente, su figura fue vituperada y maltratada por los sacerdotes en los años posteriores a su muerte como nunca antes lo había sido la de ningún otro faraón. Por desgracia, los años de Akenatón, fueron, quizá, los últimos de esplendor de Egipto, cuya grandeza declinó notablemente a partir de entonces.

Ya sabemos que con Philip Glass, la definición de ópera es muy relajada y su parecido con lo que usualmente aceptamos como tal es bastante tangencial. Sin embargo, tras la radicalidad de “Einstein on the Beach”, su estilo se fue aproximando a las formas más tradicionales. De este modo, “Satyagraha” ya contaba con una instrumentación algo más cercana a lo habitual (aunque la orquesta sólo contaba con las secciones de madera y cuerda) y una cierta estructura narrativa que quería parecerse al teatro moderno. Continuando con esa evolución, “Akhnaten” iba a estar escrita para una orquesta convencional aunque aún se iba a permitir ciertas licencias: se prescinde de los violines (supuestamente por problemas de espacio en el teatro en el que se iba a estrenar, que no permitía la presencia de la orquesta al completo) y los textos están cantados en su mayoría en egipcio arcaico (procedentes del Libro de los Muertos así como de distintos textos legales dictados por el faraón), aunque también hay fragmentos en acadio y hebreo. Sólo la canción (¿deberíamos decir “aria”?) principal se interpreta en inglés en la grabación, aunque tenemos también la figura del narrador que sirve como guía a través de la acción.

La ópera fue una comisión de la Ópera de Stuttgart y supuso un gran reto para Glass ya que fue escrita en un periodo de gran actividad, durante el cual, por poner los dos ejemplos que menciona el propio autor en el libreto del la edición discográfica que comentamos hoy, el músico estaba ocupado en la composición de la banda sonora de “Koyaanisqatsi” o de la música para “The Photographer”. Todo esto sin perder de vista que la Philip Glass Ensemble tenía por aquel entonces una actividad creciente en lo que a actuaciones en directo se refiere. A mediados de 1983, Glass, junto con sus inseparables Michael Riesman y Kurt Munkacsi, grabó toda la obra con sintetizadores y la envió al director de la Órquesta apenas 8 meses antes del estreno para que comenzasen los ensayos. Afirma el propio Glass que, a pesar de las diferencias evidentes entre las tres óperas de la trilogía, hay un nexo común y es que buena parte del material musical del que se componen “Satyagraha” y más especialmente “Akhaten”, surge de los “knee plays” o interludios de “Einstein on the Beach”.

Escena de la ópera.
La ópera se divide en tres actos. El primero de ellos narra el primer año del reinado de Akenatón en Tebas:

“Prelude, verse 1, verse 2, verse 3” – Se trata de un “basso ostinato” a cargo de las cuerdas que sirve como perfecta introducción a la ópera. La música va ganando en intensidad y poco a poco se incorporan el resto de instrumentos como los vientos, reforzando la melodía principal hasta llegar a uno de esos turbulentos estallidos tan habituales en el Glass orquestal en el que parece querer introducirnos en un torbellino musical, arrastrados por secuencias circulares de una tremenda fuerza evocadora. En el segmento final de la introducción, el narrador repite en varias ocasiones la frase “¡Abiertas están las puertas del horizonte! ¡liberados son sus rayos!” junto con otros textos que también aparecen en varios textos funerarios en las pirámides. La música de este preludio nos enfrenta al nuevo Glass orquestal que aparece en los ochenta y que se popularizaría con bandas sonoras como la citada “Koyaanisqatsi”. En el disco el “verse 3”, en el que el narrador nos pone en situación contándonos el paso al más allá del espíritu de Amenhotep “ya no pertenece a la tierra, ahora es parte del cielo”, viene separado como un corte independiente.

“Scene 1: Funeral of Akhnaten’s father Amenhotep III” – La ópera propiamente dicha comienza con una espectacular descarga de energía en forma de percusiones casi obsesivas que preceden la entrada del coro, primero formado sólo por voces masculinas y más tarde en pleno en una de las piezas más intensas que Glass haya escrito para voces. Por el propio uso de las percusiones, nada habitual en el repertorio operístico al que estamos acostumbrados, el funeral se ha convertido en una de las partes centrales de la ópera y ha sido interpretada en varias ocasiones de forma independiente e incluso el propio músico la adaptó para ballet como parte de sus “Glasspieces” un tiempo después.


“Scene 2: The Coronation of Akhnaten” – Una prolongada introducción orquestal sirve como presentación a Akenatón que aparece tras sonar una trompeta ritual. Tras una serie de cánticos protocolarios, el narrador procede a enumerar los títulos que recaen sobre el nuevo faraón mientras éste es coronado sobre un ostinato de flautas y cuerdas a modo de sostén musical. Toda la música de este segmento es tremendamente bella, con veloces secuencias a cargo de los vientos y respuestas de la sección de cuerda a modo de réplica, coros poderosos y solemnes metales como corresponde a una ceremonia de coronación. El coro formado por el Sacerdote de Amón y sus ayudantes es la única intervención cantada de esta sección en la que el protagonista de la ópera se limita a asistir en silencio al ritual de su ascensión al trono.

“Scene 3: The Window of Appearances” – La primera intervención como intérprete del personaje de Akenatón se produce en esta momento, con la oración al creador en el balcón del palacio real. A continuación comienza el discurso que cambiaría el panorama religioso de Egipto. Se recupera la melodía principal del comienzo de la escena anterior pero ejecutada con campanas tubulares mientras Akenatón accede al lugar e inicia su intervención: “Oh, creador de todo, único artífice de todo lo que existe, los hombres proceden de tus ojos, el resto de Dioses surgieron de cada sílaba que Él pronunció”. La sorpresa invade al oyente al escuchar al poderoso faraón cantar a través de la voz de contratenor de Paul Eswood cuando habría sido de esperar un poderoso bajo o un tenor pero no olvidemos que es Glass el autor y con él, las normas son mucho más flexibles de lo habitual. En la segunda estrofa se une a Akenatón su madre Tye, en la tercera su esposa Nefertiti y en los versos finales son los tres los que cantan juntos. La proclamación del nuevo orden en el que Atón es el único Dios pone fin al primer acto que concluye con una sección orquestal mientras la barca con los restos del antiguo faraón (y con él, de la vieja religión) parte hacia la tierra de los muertos despidiéndose de nuevo entre campanas.

El segundo acto se centra en los años que van del quinto al decimoquinto del reinado de Akenatón y consta de cuatro escenas:

“Scene 1: The Temple” – Una breve introducción orquestal nos lleva hasta el Sumo Sacerdote de Amón y sus seguidores rezando al Dios principal del antiguo panteón. Mientras tanto, la reina Tye junto con Akenatón y sus seguidores irrumpen en el templo arrasándolo y poniendo con ello fin a la última resistencia. El templo es derribado y, con la caída del techo y la irrupción de los rayos del Sol se simboliza el triunfo de Atón. En lo musical, asistimos a uno de los momentos de mayor dramatismo de la ópera, especialmente en el momento del ataque con orquesta y coro trabajando a pleno rendimiento.

“Scene 2: Akhnaten and Nefertiti” – Toda la escena está concebida como un dueto entre Akenatón y su esposa. Tras una introducción orquestal, y como si de una película clásica se tratase, escuchamos el “tema de amor” que precede a la entrada del trombón y del narrador recitando un poema a Atón. Instantes despúes, escuchamos el mismo poema (ahora en Egipcio) pero esta vez en forma de declaración amorosa entre los dos protagonistas de la escena cobrando así el texto su pleno significado. Como corresponde a la temática de la misma, nos encontramos ante uno de los fragmentos más bellos de la ópera sin lugar a dudas. En la edición discográfica que hoy comentamos, con esta escena concluye el primero de los dos CD que recogen la ópera, aunque el segundo acto continúa aún en el siguiente disco.


“Scene 3: The City – Dance” – Aunque pertenecen a la misma escena, en el disco ambas partes de la misma aparecen separadas en cortes distintos. El primero de ellos, “The City”, se trata de una mera narración a cargo del escriba, de un texto aparecido en una de las estelas que marcaban la frontera de la nueva ciudad fundada por Akenatón: la Ciudad del Horizonte, Aketatón. No hay ningún tipo de acompañamiento musical aquí y el fragmento sirve como introducción a “The Dance”, la fiesta inaugural de la nueva ciudad. Se abre con una breve fanfarria a cargo de los metales que precede a una rápida secuencia musical de cuerdas rápidamente reforzada por la orquesta en pleno incorporándose a la escena músicos con triángulos, panderetas, cajas de madera y demás elementos poco usuales que aparecen rodeados de bailarines en el escenario.

“Scene 4: Hymn” – Todo lo anterior sirve como preludio a la parte central de toda la ópera, el precioso himno cantado por Akenatón en el que proclama la nueva palabra divina. En las representaciones teatrales de la ópera, esta es la única parte cantada que se interpreta en el idioma local del teatro en que tiene en lugar la actuación. En su larga proclama, la orquesta sirve de acompañamiento en un segundo plano, principalmente con las cuerdas aunque, ocasionalmente, los instrumentos de viento subrayan alguno de los pasajes entonados por el contratenor. En los instantes finales, mientras Akenatón se retira de la escena, el coro recita el bíblico salmo 104, cuyo texto se parece mucho al himno a Atón que acaba de cantarse y que está datado en una fecha anterior en unos cuatro siglos al texto hebreo. Por ello, muchos consideran a Akenatón como el fundador de la primera religión monoteísta de la historia.


Llegamos así al tercer acto de la ópera en el que Glass junta pasado y presente, como suele hacer habitualmente mediante un ingenioso giro. La acción transcurre durante el último año del reinado de Akenatón con una parte final en nuestros días. Como su precedente, el tercer acto también se divide en cuatro escenas:

“Scene 1: The Family” – En la escena, tenemos a Akenatón y Nefertiti junto con sus seis hijas durante una tertulia familiar apacible en apariencia, ajenos a lo que sucede en el exterior del palacio donde los antiguos Sacerdotes de Amón encabezan una rebelión que ha congregado un ejército en las afueras del palacio. La música contrasta con la de las escenas anteriores ya que denota una gran tensión en las parte instrumentales frente a la dulzura de la conversación entre Akenatón y su familia.

“Scene 2: The Attack and Fall of the City” – El desastre final se desencadena con la invasión del palacio y el asesinato de toda la familia real. El dramatismo es total y la orquesta y el coro en pleno se encargan de la narración de los instantes postreros del reinado de Akenatón. No concebimos una música que describa mejor una revuelta que la escrita por Glass para esta escena, tan desasosegante en todo momento como caótica y enervante, en el buen sentido de la palabra. Concluye así la epopeya de Akenatón pero no la ópera.

“Scene 3: The Ruins” – Aparece el escriba recitando un texto aparecido en la tumba de Aye, padre de Nefertiti y asesor personal de Akenatón junto con otro procedente de la tumba de Tutankamón. En ambos se proclama la reposición de Amón como Dios principal y se denigra la figura de Akenatón calificandole de hereje “Amón ha expulsado al gran criminal” se llega a decir. Musicalmente, Glass retoma las melodías del preludio de la ópera cerrando así todo el ciclo. Cuando parecía que la ópera llegaba ya a su fin, nos encontramos a un grupo de turistas actuales visitando las ruinas del antiguo imperio egipcio y la figura del narrador aparece encarnada ahora en un guía turístico que lee los textos de un moderno folleto de viajes a los visitantes relatando como “nada queda hoy del esplendor de la gran ciudad”.

“Scene 4: Epilogue” – Cierra la ópera una escena moderna en la que vemos a los fantasmas de Akenatón, Nefertiti y la reina Tye vagando entre las ruinas con un lamento final. En el horizonte se ve la procesión funeraria del acto inicial y podemos contemplar cómo los tres se incorporan a la misma parsimoniosamente. En la parte final del epílogo Glass recupera una melodía perteneciente a “Einstein on the Beach” cerrando de este modo la trilogía con un regreso al origen de la misma.

Portada de una de las reediciones de la grabación de "Akhnaten".
A pesar de haber escrito ya una cantidad de óperas realmente extensa para un compositor contemporáneo, siempre se citan las tres primeras como parte fundamental del repertorio “glassiano”. No seremos nosotros quienes sostengamos una opinión contraria porque también las contamos entre lo más destacado de su autor. Resulta sorprendente que apenas existan grabaciones completas en video de la mayoría de ellas. Sólo “Satyagraha” cuenta con el honor de haber sido editada en formato DVD años atrás y es una pena porque intuimos que una narración como la de “Akhnaten” encajaría a la perfección en ese formato y tendría una buena aceptación. Tampoco somos muy afortunados con las ediciones en CD ya que sólo existe una grabación comercializada de la ópera, aunque reeditada en varias ocasiones. No estamos seguros de que una ópera completa sea la mejor forma de introducirse en la música de Glass para el oyente novato pero creemos que los ya iniciados disfrutarán plenamente de una obra más accesible que óperas anteriores y con momentos de gran lirismo que han sido rescatados en varios recopilatorios dedicados al músico. Os animamos a adquirir la obra en cualquiera de los enlaces siguientes:

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