Sucede poco pero
sucede a veces que músicas populares, tradicionales, habitualmente tenidas por
“menores” terminan por hacerse tan grandes que alcanzan la mayor de las
categorías incorporándose por méritos propios al repertorio de la música
“grande”, la música “culta” y ganándose el respeto de la academia (aunque
también, en muchos casos, la desconfianza de quienes antes la disfrutaban).
Algo así ocurrió
con el “jazz” y nombres como los de George Gershwin o “Duke” Ellington, con el
rock y Frank Zappa y también con el tango de la mano del músico que tenemos hoy
aquí: Astor Piazzolla. Hace tiempo apareció el argentino en el blog y ya
trazamos una semblanza biográfica que no vamos a repetir hoy. En aquel momento
nos centramos en un disco grabado por él al frente de su quinteto, en un
formato tradicional en su música en aquel entonces pero la obra de Astor
trascendió aquellos conjuntos y evolucionó para adaptarse a todo tipo de
formación clásica como el cuarteto de cuerda o la orquesta prescindiendo,
incluso, de un instrumento tan característico como el bandoneón.
El disco que hoy
recomendamos ha sido publicado recientemente por Brilliant Classics y recoge
interpretaciones del violinista Piercarlo Sacco y del guitarrista Andrea Dieci,
ambos italianos. En ella repasan de forma deliciosa varias composiciones de la
última etapa del compositor argentino escritas para sus instrumentos o para
formaciones similares, encargándose de arreglar aquellas partes que no se
corresponden con éstos. Si la música de Piazzolla es brillante de por sí, en
las versiones del disco refulge aún con mayor intensidad.
Piercarlo Sacco |
HISTOIRE DU TANGO
“I. Bordel 1900” – Originalmente la “historia del tango”
estaba escrita para flauta y guitarra pero funciona igualmente bien con el
violín. Piazzolla narra la evolución del mismo a través de cuatro movimientos
que reflejan cuatro estadios capitales del tango. El primero de ellos lo sitúa
en los burdeles de finales del S.XIX donde solía interpretarse con guitarra y
flauta, incorporándose más tarde el piano y el bandoneón. El movimiento es
vivo, pícaro, con una alegría primitiva muy propia de aquellos ambientes.
“II. Cafe 1930” –
La segunda etapa llega en los años 30 cuando la gente, en palabras de Piazzolla
deja de bailar el tango casi exclusivamente para sentarse y escucharlo,
disfrutarlo como música al margen de su utilidad lúdica. En esta etapa suelen
utilizarse dos violines, dos bandoneones, ocasionalmente un contrabajo... la
música se ralentiza y aparece un lado romántico del que este movimiento es un ejemplo
perfecto. Piazzolla es todo sensibilidad en temas llenos de emoción y cuajados
de melodías memorables que se suceden una tras otra. No nos extraña que el dúo
de intérpretes escogiese el título de éste movimiento y no otro para
identificar el disco.
“III. Nightclub
1960” – En los sesenta llega el gran salto internacional del tango que se
expande más allá del entorno del Río de la Plata mezclándose con otras músicas
y alcanzando audiencias nuevas. Es la época del llamado “nuevo tango”. Astor
suena aquí en su versión más inconfundible y personal a través de un violín que
bien podría ser su bandoneón reencarnado y con una guitarra precisa, siempre
puntual, marcando el ritmo seco y vital de la música de Piazzolla. La segunda
mitad del movimiento recuerda la intensidad del clásico “Adiós Nonino” siquiera
por unos instantes recordándonos que el talento para la melodía melancólica del
musico era abrumador.
“IV. Concert
d’aujourd’hui” – El final de la particular historia del tango de Piazzolla se
produce con la adopción de esta forma musical por parte de compositores
clásicos como Bartok o Stravinsky, ambos muy admirados por Astor. Como cabía
suponer, la música aquí se complica y evoluciona hacia sonoridades que, aunque
conservan formas “tanguistas”, albergan influencias y tendencias de las
vanguardias clásicas con las que Piazzolla tuvo ocasión de mantener un contacto
intenso en su etapa formativa junto con Nadia Boulanger.
CINCO PIEZAS
“I. Campero” – A
principios de los años ochenta escribe Piazzolla esta colección de piezas para
guitarra que es, curiosamente, su única obra para este instrumento. La primera
de ellas recoge un ritmo popular como la milonga y le da forma clásica, siempre
con un aire de melancolía inconfundible.
“II. Romántico” –
En la segunda de las piezas nos parece encontrar retazos del “jazz-tango” que
Piazzolla trató de alumbrar en dos discos hoy por hoy inencontrables y que
abandonó poco después. Escuchando este tema, sin embargo, entendemos muy bien
la admiración que el argentino suscita en artistas actuales como Pat Metheny.
“III. Acentuado”
– Volvemos al sabor del Piazzolla más clásico con esta pieza que nos recuerda a
alguna de sus composiciones más célebres para su quinteto de finales de los
sesenta. Tanto es así que tras la magnífica introducción rítmica, que justifica
por sí sola el título de “acentuado”, parece que va a irrumpir en cualquier
momento un bandoneón o un violín, algo que no sucede. Esta “ausencia” sin
embargo, es perfectamente suplida por la propia guitarra en una interpretación
soberbia de Dieci.
“IV. Tristón” –
Con un aire procesional se desarrolla este movimiento lleno de melancolía en el
que con apenas tres notas, una de las cuales se repite casi constantemente,
Astor consigue crear un ambiente absolutamente fantástico. Una simplicidad que
tiene algo de relación, probablemente, con Satie, otro maestro a la hora de
evocar estados de ánimo.
“V. Compadre” –
Cerrando la obra encontramos una pieza que también parte de elementos
folclóricos y que en ciertos momentos nos suena, incluso, aflamencada, aunque
es una impresión pasajera puesto que enseguida Piazzolla nos lleva de nuevo a
su terreno añadiendo ligeros aderezos de jazz aquí y allá.
QUATRE ÉTUDES
TANGUISTIQUES
“I. Décidé” –
Escritos, al igual que la “Historia del tango” en París, los cuatro estudios
fueron concebidos para flauta aunque ya el propio autor apuntaba la posibilidad
de adaptarlos al violín (realmente son seis aunque aquí sólo escuchamos cuatro
de ellos). La partitura ofrece al intérprete la posibilidad de huir de la, en
ocasiones, fría interpretación académica y soltar todo lo que lleva dentro en
un estudio del que tenemos la impresión de que, sin la importante dosis de
pasión que le pone Sacco, no podría sonar tan bien como lo hace.
“II. Lento:
Meditativo” – En un estilo opuesto al tema anterior, escuchamos aquí una
profunda pieza de violín que suena mucho más clasicista que otras obras de su
autor, con un cierto sabor centroeuropeo en algunos pasajes que podría tener
relación con la admiración de Piazzolla por músicos como Bartok.
“III. [Crotchet =
120]” – Llega a continuación lo que es casi una miniatura emparentada
directamente con la primera de las cuatro piezas de la serie tanto en ritmo y
temática como en la pasión y el desgarro que desprende la interpretación.
“IV. Avec
anxiété” – Cierra la serie otro precioso movimiento que combina momentos
lentos, casi dramáticos, con otros mucho más vivos. En muchos instantes de la
obra tenemos la impresión de que funciona mucho mejor con el violín de lo que lo
hace con la flauta para la que fue concebida inicialmente.
“Celos” –
Cerrando el disco encontramos una milonga arreglada por los dos intérpretes
para violín y guitarra. Como cierre es verdaderamente delicioso ya que condensa
todo lo que hace inmortal a la música de Piazzolla: es accesible pero su
belleza trasciende las barreras de los simples géneros. Puede disfrutarse por
igual, como reflejaba su “historia” en un burdel, en un café, en un club o en
una sala de conciertos.
Andrea Dieci |
También podemos
disfrutar la música de Piazzolla, y no de un modo menor, en la comodidad de
nuestros hogares y este disco es un ejemplo de ello. La selección es exquisita
y las interpretaciones difícilmente mejorables. El hecho de que, además, el
disco esté editado en un sello como Brilliant lo convierte en algo totalmente
accesible (en determinada cadena de grandes almacenes los discos del sello
habitualmente no llegan a los 4€). Os dejamos algún enlace en el que
adquirirlo:
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