Los primeros ochenta fueron, entre
otras cosas, un hervidero de grupos que se apuntaron al tecno-pop por
muchas razones, las menores de las cuales no eran precisamente la
sencillez absoluta de las canciones y la extrema facilidad a la hora
de hacer una música atractiva sin apenas tener más que cuatro
nociones muy básicas y un flamante sintetizador.
Se suele decir que la llegada de la
electrónica “democratizó” la música pop facilitando el acceso
de muchos jóvenes a la grabación de sus canciones sin la necesidad
de ser virtuosos de ningún instrumento. El “punk” ya había
servido como forma de expresión para este tipo de aspirantes a
artistas y, de hecho, en la escena británica muchas de las primeras
bandas de pop electrónico procedían de ese ambiente. El movimiento
tuvo su momento de gloria y, ¿por qué no admitirlo? al margen de
consideraciones estéticas indumentarias y algunas actitudes que
bordeaban lo ridículo cuando no el sentimiento de vergüenza ajena,
de él surgieron algunas canciones que aún hoy suenan como
auténticos himnos generacionales. También algunas bandas llegaron a
completar discos notables pero esa fue la excepción. La mayoría de
los grupos surgidos en ese ambiente cayeron en el olvido poco tiempo
después y hoy apenas llegan a la categoría de mal recuerdo.
Hubo, sin embargo, y como termina por
ocurrir en toda corriente artística, algunos supervivientes que
supieron evolucionar para sobrevivir alcanzando el estatus de
estrellas del rock. Decimos “rock” en lugar de “pop” porque
en muchos casos esa evolución estética fue fundamental; ese matiz
fue decisivo para establecerse dentro del imaginario popular como una
banda importante. El ejemplo más evidente nos parece que es el de
Depeche Mode quienes supieron afrontar ese cambio oscureciendo su
música y sus textos, endureciendo su imagen y conservando en el
proceso a sus viejos fans sumando de paso muchos otros nuevos. El
disco clave en el que se inició esa transformación fue “Black
Celebration”.
Ningún cambio de este tipo sucede de
la noche a la mañana en una banda salvo en los casos en los que hay
un cambio de integrantes. En el caso de Depeche Mode, esto tuvo lugar
dos discos antes cuando Alan Wilder sustituía a Vince Clarke quien
optaría por continuar con la vía “fácil” del tecno-pop
inocente y juvenil con varias bandas de (fugaz) éxito. Con Wilder
comenzó el salto a la vida adulta de Depeche Mode sin renunciar al
éxito como atestiguaban canciones de la talla de “Everything
Counts” del disco “Construction Time Again” (1983) o “Master
and Servant” y “Blasphemous Rumours” de “Some Great Rewards”
(1984). En ellas se apuntaba una transición que tomaría forma
definitiva en “Black Celebration” y alcanzaría su máxima
expresión en el disco siguiente del que hablaremos en algún momento
aquí: “Music for the Masses”.
Depeche Mode en 1986 |
“Black Celebration” - Se abre la
pieza con una reiterativa secuencia de aire industrial a la que se
suman una serie de acordes electrónicos antes de la primera
intervención vocal de Dave Gahan. Nuevas capas de sonidos sintéticos
se añaden a la mezcla hasta que aparece la base rítmica y
escuchamos por fin juntos todos los elementos de la canción. El
tratamiento de los “samples” propiciado por Wilder (se incorporan
en este discos instrumentos como el “Synclavier” que transforman
casi por completo el sonido del disco) es muy diferente al utilizado
por la banda hasta el momento y eso refuerza el giro hacia la
oscuridad del disco.
“Fly on the Windscreen (final)” - Entre el anterior LP y este, apareció un single con dos cortes nuevos. La cara A era “It's Called a Heart” y la B la ocupaba una primera versión de esta pieza que era la favorita de los miembros que siempre la quisieron como tema principal aunque la discográfica no opinaba igual. Quizá por ello, decidieron incorporarla en una versión revisada a “Black Celebration”. En la canción escuchamos elementos de “hip hop”, un enfoque industrial de las percusiones y un magnífico uso del sampler, así como excelentes juegos de voces y coros a cargo de Martin Gore, autor, por otra parte, de todas las canciones del disco.
“A Question of Lust” - Gore toma la
voz cantante, nunca mejor dicho, en esta balada que pronto se
convirtió en un clásico del grupo, presente en su repertorio en
directo desde entonces. Lo cierto es que se trata de una magnífica
canción con un estribillo inolvidable y una serie de melodías de
sintetizador en su segmento final deudoras de los mejores años de la
“new wave” pero que no caen en lo “naïf”.
“Sometimes” - Una de las grandes
rarezas del disco. Es un tema casi exclusivamente vocal (aunque suena
un teclado, podría no hacerlo y apenas cambiaría nada. Las voces
aparecen dobladas en diversas capas que se mezclan creando
contrapuntos y juegos armónicos muy particulares. En cierto modo,
anticipa los guiños hacia el “gospel” de la banda en discos muy
posteriores (no olvidemos que Fletcher y Gore se convirtieron al
catolicismo en su juventud y llegaron a ejercer tareas de
adoctrinamiento puerta por puerta en un país como Inglaterra,
mayoritariamente protestante.
“It Doesn't Matter Two” - Una
magnífica mezcla de “samples” vocales formando un ritmo en lo
que es un clarísimo homenaje a Philip Glass (Wilder reconoció sin
problemas que en la época estaba obsesionado con discos como
“Koyaanisqatsi”) abre uno de los cortes más experimentales de
todo el disco. Una canción que coincide en título con otra de un
disco anterior pero que no guarda ningún tipo de relación con ella
al margen de ese (de ahí el añadido del “two”). La canción es
notable aunque, como ocurría con la anterior, demasiado breve para
alcanzar un mayor peso en el disco.
“A Question of Time” - Llegamos así a otro de los grandes “himnos” de la banda, una magnífica canción en la que vemos que el grupo ha dejado atrás el pop entregándose por completo al rock con sintetizadores. No es necesario un gran esfuerzo para reemplazar mentalmente cada pista electrónica del tema por otra equivalente de guitarra eléctrica, bajo o batería para encontrarnos en presencia de un poderoso tema digno de las más potentes bandas de rock de los ochenta.
“Stripped” - Quizá la canción
mejor construida de todo el trabajo. A partir de un ritmo mecánico
de fondo van añadiéndose nuevos elementos en forma de secuencias
rítmicas, percusiones robustas (de nuevo de influencia industrial) y
efectos sonoros sobre los que crece un tema explícito que, a cada
nuevo compás, despliega nuevos sonidos, culminando en un
espectacular “lead” que ejecuta una melodía épica que
multiplica la intensidad de la canción, imprescindible como la
anterior en los directos de la banda desde entonces.
“Here is the House” - Aún quedaban trazas del estilo anterior de Depeche Mode y estas se revelan de forma clara en esta canción tecno-pop sin complejos. Podría haber aparecido en cualquiera de los discos anteriores y definitivamente, no termina de encajar del todo bien en este trabajo, salvo como recordatorio del lugar del que procede la banda.
“World Full of Nothing” - Nueva
balada cantada por Martin Gore. Uno de los temas más oscuros y
apesadumbrados del disco, con un aire casi fúnebre en muchos
momentos. La estructura es muy simple y el uso de los sintetizadores
es propio de la etapa anterior de la banda, con melodías muy
sencillas y repetitivas.
“Dressed in Black” - Nadie
mencionaría a Depeche Mode en una lista de grupos “góticos”
pero composiciones como esta podrían formar parte de cualquier
antología del género, tanto por temática como por estética
musical, con una cuerdas ciertamente tétricas y una linea de bajo
que refuerza ese mismo efecto. Los fantasmagóricos coros de Gore
repitiendo “Oh... dressed in black again” una y otra vez.
“New Dress” - Una vuelta al pop de
sus comienzos, quizá algo más sofisticada en una canción crítica
con la prensa británica de la época (el título es una referencia a
la banalidad de buena parte de la misma y el estribillo repite con
voz sintética “Princess Di is wearing a new dress”. No era muy
habitual en la banda una letra con cierto trasfondo político aunque
tampoco la canción tuvo mayor trascendencia.
Existen ediciones en CD en las que el
“tracklist” original del disco se ve incrementado en tres cortes
más añadiéndose los cortes “Breathing in Fumes”, “But Not
Tonight (extended mix)” y “Black Day” como es el caso de la que
nosotros poseemos pero ninguno de los temas aparece acreditado en el
libreto ni en el “artwork” del disco. Las más recientes
reediciones no los incluyen como tampoco lo hacía el LP original por
lo que hemos optado por no incluirlas en el comentario del disco.
Con “Black Celebration”, Depeche
Mode inauguran un nuevo camino que les iba a permitir pasar a la
categoría de “banda de estadios”, algo que jamás habrían
conseguido de haber seguido haciendo “pop” electrónico. Quizá
también aseguró la supervivencia de la banda que se libró así de
unirse al largo grupo de bandas de tecno-pop de los ochenta que hoy
apenas vemos en recopilatorios destinados a los nostálgicos. Aunque
sólo fuera por eso, ya merecería nuestra atención y su
recomendación a los lectores del blog. Contiene además un puñado
de buenas canciones que se cuentan entre las mejores de la banda por
lo que no creemos que nadie se arrepienta de la adquisición del
disco. Al margen de gustos personales, Depeche Mode son ya una de esas bandas que merecen una escucha incluso por parte de oyentes cuyos gustos no se mueven en los terrenos de la música electrónica más popular.
Nos despedimos con "A Question of Time" en directo:
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