Tenemos hoy en el blog un disco
fundacional; un trabajo que puede considerarse como el punto de
partida de un estilo que varias décadas más tarde de su aparición
sigue estando vigente. No es el primero en su categoría, ni siquiera
entre los discos de su autor pero su propia denominación y el hecho
de ser el primero de una serie de cuatro volúmenes con el mismo tema
confieren a este disco el carácter de punto de partida que no
tenemos ningún problema en concederle.
Antes de la popularización de la
radio, existió una compañía de esas cuya importancia lleva su
nombre a formar parte del lenguaje común, suplantando al de la
competencia al actuar como sinónimo del objeto al que representa. A
una larga lista de marcas comerciales como “Jacuzzi”, “Tipp-ex”,
“Kleenex”, “Albal” o “Chupa Chups” perteneció en algún
momento: “Muzak”. Hoy cuesta explicarlo pero sin ser demasiado
mayores aún, muchos recordamos una cosa llamada “hilo musical”
por la cual, cualquier persona podía suscribirse a un servicio
mediante el cual, y a través de la red eléctrica, se podía
disfrutar de una programación, lógicamente musical, de todo tipo de
estilos y géneros. Los pioneros del invento fueron los
norteamericanos de “Muzak” que alcanzaron una gran popularidad en
un momento determinado, especialmente surtiendo de música a tiendas
y locales comerciales, hoteles, restaurantes, etc.
El hoy peyorativo término de “música
de ascensor”, por tanto, tenía en su origen mucho más de
descriptivo que de paródico y Brian Eno parecía buscar una forma de
dignificarlo cuando tituló el trabajo del que hoy hablamos: “Ambient
1: Music for Airports”.
El motivo de escoger los aeropuertos
como lugar al que dedicar su obra nace de las largas esperas que tuvo
que sufrir Eno en de Colonia en sus frecuentes viajes a Alemania en
los años setenta. La idea de crear (íbamos a escribir “componer”
pero nos este verbo nos parece más acertado en este caso) una música
que formase parte del entorno, en especial de uno tan estresante como
puede llegar a ser una terminal de un aeropuerto ofreciendo al
involuntario oyente una opción para relajarse, incluso sin ser
consciente de estar percibiendo ese sonido, fue tan sugerente que Eno
le dedicó el primer volumen de su serie “Ambient”. La obra,
pensada para sonar de forma ininterrumpida una y otra vez durante las
horas en que la terminal estuviese abierta al público, llegó a ser
utilizada para su fin original en el aeropuerto neoyorquino de La
Guardia durante un tiempo.
Eno recurre a técnicas propias de las
vanguardias clásicas que poco a poco se abrían paso en otros
ámbitos. Así, la confección de los distintos cortes parte de
grabaciones “reales” editadas mediante “corta y pega” como se
hacía en la época, es decir, con cinta magnetofónica, tijeras y
cinta adhesiva. De ese modo se forman “loops”, se juega con las
velocidades, se superponen capas, etc. hasta conseguir el resultado
deseado.
"Partituras" de las cuatro piezas que integran la obra. |
“1/1” - La primera pieza del disco
está construida a partir de una serie de ejercicios improvisatorios
registrados en el estudio de grabación por Eno, quien tocó el piano
y los sintetizadores. Intervienen en ella, además, Robert Wyatt
(pìano) y el productor Rhett Davies con quienes Brian no tiene
ningún problema en compartir los créditos de la obra pese a que la
misma se elaboró con retazos de esos ejercicios. Cada uno de los
intérpretes iba tocando su parte sin escuchar las de los demás
siendo todo ellos grabado. Repasando las cintas, Eno encontró un
breve fragmento en el que las melodías de los dos pianos parecían
encajar y esa es la base de la composición. Ese segmento, extraído
y reproducido en un largo bucle se combina con otras secciones
electrónicas que suenan de fondo, yendo y viniendo de forma
constante y creando una pieza maravillosa, delicada y de gran
belleza.
“2/1” - En el segundo corte del
disco intervienen tres vocalistas: Christa Fast, Christine Gómez y
Inge Zeininger que acompañan a los teclados y la voz del propio Eno.
La técnica es una mezcla entre algunas ideas de Steve Reich y otras
que bien podrían proceder de John Cage. Eno tiene cuatro cintas,
cada una con una melodía vocal. Las cintas se reproducen en bucle de
forma simultanea pero a diferente velocidad. Esto podría proceder de
Reich y sus “fases” del periodo inicial de su carrera pero hay
una diferencia y es que aquí, las repeticiones se producen en
intervalos largos y las variaciones de velocidad entre las cintas son
muy pequeñas por lo
que en ningún momento el bucle vuelve al punto inicial sino que la
composición evoluciona en el tiempo de forma indefinida y es aquí
donde creemos reconocer al John Cage de “Organ²/ASLSP
”.
“1/2”
- La tercera pieza del disco es muy similar en todos los sentidos a
la segunda pero cuanta con un importante elemento adicional en el
piano de Robert Wyatt. La aportación del mismo es muy acertada
porque sirve al mismo tiempo como prolongación del corte precedente
y como pieza nueva. Aunque también tiene una estructura repetitiva,
la improvisación parece tener más peso y los segmentos empleados
son más largos lo que hace la escucha más placentera además de
atraer, al menos por unos instantes, la atención del oyente. Puede
parecer contradictorio con la idea del “ambient” pero no supone
ningún problema a la hora de disfrutar de la obra.
“2/2” - La última pieza del disco
está interpretada en su totalidad por Brian Eno con un sintetizador
ARP2600 y es la más breve del disco (aunque en alguna caja
recopilatoria posterior dura casi 4 minutos más). Se trata de series
cortas de acordes electrónicos que se suceden formando “loops”
ocurre con las piezas anteriores. La diferencia radica en la menor
duración de los mismos y el mayor número de capas que dan a la
pieza un mayor dinamismo, siempre teniendo en cuenta el tipo de
música del que hablamos.
Eno. |
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