A comienzos de la década de los ochenta, Brian Eno recibió el encargo de crear una banda sonora para un documental sobre las diferentes misiones Apollo. En un principio se trataba, sencillamente de imágenes grabadas durante los distintos viajes de los astronautas que irían acompañadas de la música de Eno, sin narración alguna al margen de algunas conversaciones entre los miembros de las diferentes tripulaciones. El director, Al Reinert, fue quien se puso en contacto con Eno personalmente para explicarle el proyecto que el músico aceptó encantado. Cuenta Brian cómo vio en su día las imágenes del alunizaje del Apollo XI en televisión y recuerda que sus sentimientos eran contradictorios. Por una parte, aquella era una hazaña memorable y digna del mayor de los elogios pero por otra, la cobertura televisiva, con los medios tan limitados de la época, “hacía pasar la retransmisión por una especie de versión barata de Star Trek”. Precisamente por eso, la idea de Reinert de unir en una película las imágenes de archivo de todas las misiones le pareció una forma mucho más adecuada de documentar la epopeya espacial lo que le hizo aceptar el encargo muy ilusionado. Eno no veía la película como un film de aventuras por lo que el enfoque de la música iba a ser muy introspectivo, algo que se ajustaba como un guante a su estilo. Durante los preparativos de la grabación, el músico se dio cuenta de que los astronautas escuchaban mucha música en su tiempo libre: música “country”. Un estilo muy alejado del de Eno, sin duda, pero éste se las arregló para introducir en la banda sonora unas cuantas pieza de inspiración “country” con la ayuda de la guitarra de Daniel Lanois, quien firma varias de las piezas del album. El otro artista invitado fue el hermano de Brian, Roger que también aparece como co-autor de un puñado de composiciones.
El documental, titulado “Apollo” se estrenó en unas pocas salas de cine en los Estados Unidos con una acogida más bien tibia lo que hizo que Al Reinert y la productora lo retirasen de la circulación para rehacerlo completamente. Esto no impidió que Eno publicase el disco igualmente, convirtiéndose así en la banda sonora de una película que casi nadie había visto. La nueva versión del documental tardaría varios años en terminarse y lo hizo con muchos cambios. Se añadieron entrevistas a los astronautas que participaron en las distintas misiones, se retocó toda la narración y se re-elaboró la banda sonora eliminando parte de las composiciones de Eno y sustituyéndolas por otras nuevas que el músico publicaría como parte de otro trabajo varios años más tarde. También se cambió el título del documental que pasaba a llamarse “For All Mankind”. La película se estrenó finalmente en 1989 siendo nominada a los Oscar en la categoría de documental y ganando varios premios más.
En 2019, al cumplirse los 30 años desde el lanzamiento de la versión final de la película, Eno ha decidido lanzar una reedición del disco original acompañándola de un segundo CD apropiadamente titulado “For All Mankind” con material completamente nuevo grabado en compañía de Daniel Lanois y Roger Eno, es decir, los dos artistas que le acompañaron en la aventura original. El disco está dedicado a Al Reinert, fallecido en 2018.
Cartel promocional del documental de Reinert |
“Under Stars” - Abre el disco una composición de Brian con Daniel Lanois que se repetirá más adelante. Es un tema misterioso que se beneficia del sonido de bajo que ejecuta una melodía muy breve pero de un gran poder evocador. El resto son fascinantes atmósferas electrónicas que evolucionan muy lentamente consiguienso un magnífico arranque para el disco.
“The Secret Place” - Seguimos con un tema de Lanois con arreglos de Brian Eno. Más ambientes etéreos adornados esta vez con voces electrónicas y sonidos que parecen proceder del espacio más profundo. Precioso e inspirador como pocos temas de estos estilos.
“Matta” - Primera pieza de Eno en solitario del disco. Música ambient en toda su expresión con extraños sonidos animales y percusiones que parecen remitir, no al espacio exterior, como sería previsible, sino a alguna remota selva terrestre. De las composiciones más inquietantes del disco por su escasa relación con la temática del mismo pero igualmente interesante.
“Signals” - El dúo Eno / Lanois firma esta breve pieza que es como una mortecina procesión sonora que discurre con un ritmo casi inapreciable y un desarrollo tremendamente sutil. Es música de una fragilidad casi dolorosa que, sin embargo, posee una personalidad inconfundible.
“An Ending (Ascent)” - Si tuviéramos que escoger una y sólo una composición de toda la carrera de Brian Eno, no tendríamos ni una sola duda a la hora de señalar a esta como la más firme candidata. No se puede decir más con menos elementos pero es que el compositor británico supo dar aquí con la tecla para emocionar al oyente con una cantidad de recursos realmente sorprendente por escueta. No en vano es una pieza musical que ha sido utilizada en infinidad de ocasiones para ilustrar todo tipo de eventos y ha formado parte de más de una banda sonora de cierta relevancia. Una obra maestra indiscutible.
“Under Stars II” - Escuchamos ahora una variación del tema que abría el disco en la que apenas hay algunos cambios tímbricos en la melodía central y unos fondos algo más dinámicos y variados. Si nos hicieran escoger entre ambas, nos quedaríamos con la primera versión.
“Drift” - La siguiente pieza del disco está firmada a dúo por los hermanos Eno en lo que fue el debut discográfico de Roger. No se aprecia aquí demasiado aún su aportación ya que todo lo que suena podría haber aparecido en cualquier disco anterior de Brian y no habríamos notado ninguna aportación ajena. Es esta una pieza electrónica atmosférica sin un excesivo desarrollo melódico que continúa con la linea del trabajo, algo que no podemos decir de la siguiente.
“Silver Morning” - Ya dijimos en la introducción que Brian Eno quiso que hubiera algo de “country” en el disco, ya que esa era principalmente la música que los astronautas de las misiones Apollo escuchaban en sus ratos de asueto. La composición y la interpretación corren por cuenta de Daniel Lanois en su totalidad. Se trata de una pieza de guitarra que sería la versión del músico de lo que entiende como “country” que tampoco tiene por qué coincidir exactamente con lo que muchos oyentes entendemos como tal.
“Deep Blue Day” - El aire melancólico del “country” está mucho más presente aquí, en esta composición firmada por los tres músicos y en la que sí encontramos ya muchos de los elementos que luego aparecerán en los discos que Roger Eno publicará bajo su propio nombre. Es una especie de folk galáctico con insólitos matices que podríamos escuchar también, por ejemplo, en los trabajos del primer Vangelis. Una rareza que, pese a todo, funciona relativamente bien.
“Weightless” - Y nuevamente los tres músicos aparecen como autores del tercer corte “country” del disco, que no nos habría extrañado de haber aparecido firmado en solitario por Roger ya que tiene todas las características de su música posterior incluido ese personalísimo toque de melancolía que el músico incorpora a su obra como parte de su influencia celta. Muy adecuado aquí puesto que la música “country” debe mucho a la inmigración irlandesa y escocesa.
“Always Returning” - Los dos hermanos Eno firman la penúltima composición del disco que es también una de las más intrascendentes pese al interesante trabajo de producción con mucho juego de cintas y una gran elaboración del sonido para arropar una escueta melodía de guitarra (que podría recordar al “Evening Star” de Brian con Robert Fripp) con un acompañamiento de piano de Roger, quizá lo que más llama nuestra atención.
“Stars” - Cierran el trabajo Lanois y Brian Eno con la última variación del tema central de la obra que básicamente es el corte que la abría eliminando la característica parte de bajo que tanto nos gustaba. Pese a ello, y para nuestra sorpresa, el tema se sostiene a la perfección durante siete largos minutos sin decaer en ningún momento.
El disco nuevo, principal atractivo para los seguidores de Eno, constaba de once cortes en los que Brian tiene un protagonismo mayor que el que tuvo en el disco original ya que participa en todos los temas y firma en solitario hasta cinco de ellos:
“The End of a Thin Cord” - Sobre un extraño fondo sonoro que en cualquier otra circunstancia sería muy molesto, escuchamos una melodía simple a la que suma un cadencioso ritmo de batería. Pese a los elementos discordantes, pocos oyentes dudarían a la hora de atribuir la pieza a Brian Eno puesto que tiene su impronta muy presente desde el primer al último segundo.
“Capsule” - Se incorpora Lanois con su guitarra para introducirnos de nuevo en los terrenos folclóricos de parte del disco de 1983 pero en esta ocasión con una composición absolutamente brillante y, a nuestro juicio, muy superior a cualquiera de las piezas de “space country” de aquel trabajo. Una delicia.
“At the Foot of a Ladder” - Aunque en los créditos del disco aparece Brian Eno como único autor de la pieza, nos extrañaría mucho que Roger no hubiera metido mano en ella ya que tanto la melodía central como los arreglos de acordeón son característicos de su obra en solitario. Nada en esta composición habría desentonado, por ejemplo, en su “Lost in Translation”.
“Waking Up” - Acompaña ahora Daniel Lanois a Brian en una pieza con reminiscencias de los discos de ambos con Harold Budd, con esos sonidos “líquidos” e indefinidos que lo llenan todo. Un tema demasiado corto, en todo caso, para sacar muchas conclusiones.
“Clear Desert Night” - Brian Eno enseña músculo aquí con una sólida composición ambiental en la linea de sus discos más recientes. Sin alardes innecesarios podemos disfrutar de un Eno a un muy buen nivel lo cual es decir mucho.
“Over the Canaries” - En la misma linea transcurre la siguiente pieza aunque con un importante contraste en cuanto a producción. Si en la anterior teníamos una poderosa batería de sintetizadores creando capas de una cierta complejidad, aquí todo eso se reduce a la mínima expresión, al nivel de las partes más austeras de “Music for Airports”.
“Last Step From the Surface” - Vuelve a incorporarse Daniel Lanois para una preciosa pieza dominada por un ritmo cadencioso y sutil que va meciéndonos con suavidad como si de una nana espacial se tratase. Encantador.
“Fine-Grained” - Con su última intervención en el disco, Lanois nos regala una verdadera joyita de similares características a la anterior “Capsule”. Todo delicadeza en una composición que, por inverosímil que parezca, nos recuerda por momentos a Enya.
“Under the Moon” - Otra pieza que recupera el espíritu de los discos con Harold Budd aunque firmada en esta ocasión por los hermanos Eno. Sonido de piano lleno de reverberación para lograr esa sensación de irrealidad que domina muchos de los discos de Brian.
“Strange Quiet” - Vuelve a hacerse evidente la personalidad de Roger Eno con una melodía que tiene su sello. Una de nuestras piezas favoritas en este tramo final del disco.
“Like I Was a Spectator” - Cerrando el disco podemos escuchar uno de los cortes más estáticos del mismo a cargo de uno de los pocos músicos en el mundo que puede hacer que el estatismo sea tan bello. Un gran colofón para un disco que puede pasar desapercibido por aparecer como complemento de una reedición pero que está entre los mejores de su autor en muchos años.
Eno estaba en uno de sus mejores momentos en cuanto a inspiración cuando grabó “Apollo” y fruto de ello fueron alguna de las piezas más importantes de su carrera que se encuentran en este trabajo. Su “secuela” es una buena actualización del disco original, modernizando en muchos aspectos el sonido pero conservando todo el espíritu de aquel. A nuestro juicio, se encuentra entre los trabajos más entonados del Eno de los últimos años. Por todo ello, esta reedición es un disco magnífico para todo aquel que quiera adentrarse en el particular universo musical del artista británico.
Os dejamos con un vídeo en el que el propio Eno habla de "Apollo"
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