domingo, 24 de noviembre de 2019

Tangerine Dream - White Eagle (1982)



Cerramos hoy esta pequeña serie de tres entradas centradas en Tangerine Dream y lo hacemos con otro disco de la etapa de la banda con Johannes Schmoelling en sus filas: “White Eagle”. Cronológicamente se sitúa justo detrás de “Exit” y refleja un cierto deseo de la banda por volver a los temas largos en detrimento de las piezas de menos de diez minutos que habían protagonizado los últimos trabajos del grupo aunque no del todo puesto que la organización del disco es mixta con una “cara a” ocupada por una larga suite y una “cara b” compuesta de tres temas más cortos. No sorprendería, publicando en Virgin, que fuera una idea de Richard Branson quien probaría esa misma fórmula con su gran estrella, Mike Oldfield, en la misma época con la publicación de “Five Miles Out” en un formato similar.

Con “White Eagle”, la banda dejaba una de las últimas muestras de sus clásicas piezas largas justo antes de entrar de lleno en el mundo de las bandas sonoras que iba a requerir de ellos otro enfoque radicalmente diferente. Como gran novedad (más anecdótica que otra cosa), al margen de los sintetizadores, algunas guitarras y otras tantas percusiones a cargo del trío Froese / Franke / Schmoelling, hace una breve aparición en el disco la Orquesta Filarmónica de Munich.

Christopher Franke, Johannes Schmoelling y Edgar Froese


“Mojave Plan” - El desierto de Mojave es la inspiración para un disco cuyos títulos hacen distintas diferencias a norteamérica. Lugares geográficos de California como como este serán referencias continuas en la discografía de la banda en los años posteriores. El comienzo de la pieza es bastante intrigante con multitud de sonidos misteriosos, voces sintéticas lejanas y alguna percusión suelta hasta que, pasados los minutos iniciales aparece una secuencia muy sencilla a partir de la cual evoluciona el tema central con una tímbrica muy característica de la época en la fue grabada. En una palabra, y para no dar más rodeos, muy ochentera. Lo más interesante son algunos solos de teclado, suponemos que de Schmoelling, que recuerdan a solos similares de artistas de rock progresivo o de la electrónica más melódica de la década anterior. Más o menos mediado el tema se introducen una serie de secuencias muy veloces que marcan la transición entre las dos mitades para entrar ahora en un segmento atmosférico marcado por un ritmo como de ferrocarril que desemboca en un tema de pop instrumental muy llamativo, especialmente por la base rítmica, absolutamente convencional y alejada de lo que podíamos esperar de la banda. Este tramo finaliza con la aparición de voces procesadas que podrían estar sacadas directamente de las cintas originales de “Ricochet”. La parte final, dominada por un pulso grave continuo es lo mejor de toda la composición con una presencia melódica importante en la linea cinematográfica por la que iban a discurrir los años siguientes del grupo. El final, casi a modo de coda, nos permite escuchar a la orquesta que mencionábamos antes cuya presencia en el disco no pasa de testimonial.




“Midnight in Tula” - Del desierto de Mojave pasamos a Tula, la antigua capital de los toltecas. La pieza es todo un cañonazo lleno de ritmo con la banda desbocada ofreciéndonos una pieza atípica dentro de su repertorio pero que nos encanta. Un ejemplo de tecno-pop instrumental como no hay muchos y que, con una letra cantada por un vocalista apañado, podría haber sido uno de los grandes éxitos de la época en todo el mundo.




“Convention of the 24” - El disco prosigue con un fuerte contraste entre la veloz secuencia rítmica del siguiente corte y su pausado desarrollo melódico. De no ser por ciertos detalles, sería una pieza propia de la etapa clásica de la banda en la que incluso están presentes elementos inconfundibles como la guitarra de Edgar Froese. Hay novedades como cierto tipo de ritmos y efectos sonoros que se desarrollarían en discos posteriores como “Hyperborea” pero, en general, es una pieza que mantiene presente el espíritu de los años anteriores de Tangerine Dream en el oyente.




“White Eagle” - Cerrando el disco encontramos una pieza magnífica, un tema corto de menos de cinco minutos que está, sin lugar a dudas, entre lo mejor de Tangerine Dream en estos años. Es una soberbia pieza electrónica construida a partir de una brillante secuencia rítmica y unos fondos evocadores de entre la que surge una melodía magnífica. No es de extrañar que la pieza fuese utilizada como tema central de una serie de televisión alemana y que el single resultante de ese uso alcanzase un gran éxito en su país. En la última década es una de las composiciones de la banda que aparece asiduamente aún en el repertorio de sus conciertos.




A pesar de la presencia de una larga “suite” a la vieja usanza, el enfoque comercial del disco es innegable y marca lo que serán los años siguientes de la banda con un “pero” muy importante y es que, pese a ser una formación hoy legendaria, su talento para componer “hits”, temas de esos que los oyentes tararean una y otra vez y que vuelven periódicamente a sonar en forma de sintonías o a formar parte de recopilaciones del género, no es comparable al de otros artistas que enseguida nos vienen a la cabeza a todos. Eso y lo poco variado de la producción sonora de Tangerine Dream en los ochenta sería un lastre a la hora de compararla con sus etapas anteriores. Aún no eran una banda intrascendente pero, desde luego, habían dejado de ser la referencia en el mundo de la música electrónica que habían sido en el pasado. ¿Quiere decir esto que “White Eagle” es un mal disco? No. De hecho es un trabajo muy agradable que no cuenta ya a su favor con el factor sorpresa pero que no por ello deja de ser defendible, especialmente si lo abstraemos de su contexto.

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