domingo, 13 de febrero de 2022

Deep Forest - Boheme (1995)



Tenemos que reconocer que no empezamos con buen pie cuando conocimos a Deep Forest. Eran años en los que la world music era una etiqueta cada vez más popular y en los que algunas propuestas que combinaban este tipo de sonidos con la electrónica más puntera habían llegado incluso a las radio-fórmulas más comerciales, pervirtiendo, en cierto modo, la esencia de las músicas étnicas con manipulaciones comerciales de dudosa ética en muchos casos. El término “apropiación cultural” no era aún de uso común pero empezaba a ganar adeptos en aquel entonces. Nuestro problema con Deep Forest llegó cuando un amigo nos los presentó diciendo algo así como que eran una especie de actualización del “Zoolook” de Jean Michel Jarre y es que hasta ahí podríamos llegar. La sola comparación nos puso en guardia y ¿por qué no decirlo? a la defensiva. Aquello eran palabras mayores y muy bueno tendría que ser lo que hacían esos franceses para acercarse siquiera un poco al trabajo de Jarre. Sin duda alguna, eso condicionó nuestras primeras escuchas y probablemente hizo que Deep Forest pasaran a ser un grupo curioso a nuestros oídos pero sin demasiado interés más allá de alguna cosilla más o menos interesante. ¿Nos equivocábamos? Quién sabe.


Hagamos un poco de historia. Deep Forest nacen del interés de Michel Sanchez por los sonidos étnicos, particularmente de tribus pigmeas pero también de otros territorios como las Islas Salomón y su idea de combinarlos con música electrónica de un modo similar al que hizo poco antes Michel Cretu con los cantos gregorianos en su proyecto Enigma. Ahí entra en escena su amigo Eric Mouquet, intérprete, como Sanchez, de sintetizadores. Juntos grabaron un primer disco a base de samples de cantos tribales y ritmos y texturas electrónicas que obtuvo un éxito global gracias a su single de presentación, “Sweet Lullaby”, en 1992. Su mejor disco, sin embargo, llegaría un poco después con “Boheme”, publicado en 1995 y centrado en la música centroeuropea. En él, una de las grandes bazas fue la participación como cantante invitada de la húngara Márta Sebestyén, fundadora del grupo Muzsikás, de gran popularidad en aquellos años en los círculos del folk y la new age más abierta a la world music.


Eric Mouquet y Michel Sanchez


“Anasthasia” - La introducción del disco es un corto instrumental con una base electrónica sobre la que escuchamos distintos instrumentos de viento ejecutando una melodía de inspiración centroeuropea. Como obertura es magnífica y enlaza sin solución de continuidad con el siguiente corte.


“Bohemian Ballet” - Primer ejemplo de la nueva fórmula musical de Deep Forest para el disco: un fondo electrónico animado con ritmo de palmas al que se unen samples de cantos tradicionales húngaros y una base bailable. El resultado es muy convincente y funciona de una forma muy natural. Es una de las canciones más interesantes del disco desde nuestro punto de vista.




“Martha's Song” - Quizá la mejor pieza de todo el trabajo. En ella escuchamos a la mencionada Márta Sebestyén cantando fragmentos del disco “Musics from Transylvania” mezclados con cantos de aborígenes taiwaneses sobre un tiempo medio electrónico muy elegante. La producción es impecable aunque hoy en día resulta un poco tópica, sobre todo si la comparamos con otros discos de aquellos años que tenían un sonido muy similar.




“Gathering” - Las fuentes sonoras utilizadas para este corte incluyen coros femeninos rusos y canciones gitanas de Hungría. Los arreglos de Deep Forest no son demasiados complejos, una linea de bajo que refuerza alguna de las melodías utilizadas, un ritmo constante y texturas electrónicas para rellenar huecos. En mucho sentidos, este corte recuerda al trabajo de Phil Sawyer en su proyecto Beautiful World, prácticamente contemporáneo de éste.


“Lament” - Se repite básicamente el mismo esquema del corte anterior pero esta vez con voces de Mongolia y cantos de los gitanos destinados al campo de concentración de Auchwitz. Una pieza interesante pero sin nada que la destaque sobre el resto del disco.


“Bulgarian Melody” - Vuelve Márta Sebestyén pero en esta ocasión “en persona” y no “sampleada” de alguna grabación anterior. Prácticamente es un dúo de voz y piano con ligeros toques electrónicos. Una de las mejores canciones del disco con un arreglo sutil en el que el piano prácticamente se limita a subrayar las lineas cantadas por la vocalista y lo cierto es que no hace falta nada más.




“Deep Folk Song” - Breve instrumental de acordeón de base evidentemente tradicional que sirve de transición hacia el siguiente corte.


“Freedom Cry” - Aquí, en lugar de samples más o menos breves de fragmentos de canciones, los miembros de Deep Forest  prácticamente toman la parte vocal completa de una canción a la que le añaden los ritmos y arreglos propios de su sonido con detalles que nos recuerdan ligeramente al Mike Oldfield de “The Songs of Distant Earth”, trabajo aparecido poco antes que este. El tema tuvo cierta controversia ya que la familia del intérprete (Károly Rostás, fallecido varios años antes) denunció que no habían recibido nada por la inclusión de su voz. Su parte, en realidad, procedía de un disco anterior del francés Claude Flagel, quien afirmó que Rostás le había cedido los derechos en su día y fue justamente remunerado por ello. En cualquier caso, Deep Forest llegó a un acuerdo con los familiares de Rostás pagando una cantidad  acordada con ellos y el asunto no llegó más allá.


“Twosome” - Regresamos a Transilvania y lo hacemos otra vez con la voz de Márta Sebestyén combinada con la de Katalin Szvorak. Además de a ambas cantantes, escuchamos distintos samples vocales haciendo ritmos que recuerdan a los pigmeos del primer disco del grupo.


“Cafe Europa” - Probablemente el corte con mayor potencial comercial de todo el trabajo. Los samples en esta ocasión son de indios americanos pero al margen de eso podríamos considerarlo un tema instrumental. Los arreglos electrónicos son muy potentes y la parte melódica está muy conseguida con un precioso aire oriental en toda la pieza. Sin duda, lo pondríamos entre los dos o tres momentos más logrados de todo el disco.




“Katharina” - Nuevo instrumental que vuelve a recordarnos mucho al Beautiful World de Phil Sawyer. Lo mejor de toda la pieza es la melodía central, muy bien desarrollada y que termina en lo más alto. Un tema precioso que muestra que Deep Forest pueden explorar otros caminos no necesariamente basados en samples ajenos.


“Boheme” - Se cierra el disco con otra nueva dosis de cantos de los gitanos húngaros revestidos de ritmos y efectos electrónicos. En la linea del resto del trabajo, es un corte muy agradable que quizá no suene hoy con la frescura con que lo hacían entonces este tipo de propuestas.



La repercusión de “Boheme” fue tremenda alcanzando cifras de ventas muy elevadas en todo el mundo, ganando el Grammy de aquel año en la categoría de World Music y llegaron a colaborar con Peter Gabriel para la banda sonora de la película “Strange Days”. Sin embargo, tras su siguiente trabajo fueron alejándose del foco con discos cada vez menos exitosos aunque siguieron teniendo cierta presencia en el campo de las bandas sonoras hasta que ambos miembros decidieron centrarse en sus respectivas carreras en solitario. Mouquet ha lanzado también algún disco bajo el nombre de Deep Forest pero sin Michel Sanchez.


Hubo un disco que marcó una linea a seguir para muchos artistas inaugurando la década de los noventa: “MCMXC a.D.” de Enigma. Inventó una fórmula consistente en tomar un material ajeno (en este caso fueron cantos gregorianos) y añadirle ritmos y sonidos electrónicos. Funcionó muy bien y en su siguiente intriga comenzó a incluir cantos tradicionales taiwaneses en lugar del gregoriano. Enseguida tuvo imitadores como Era, Sacred Spirit y, en cierto modo, Deep Forest pero su influencia llegó también a músicos consagrados como Mike Oldfield. En su momento fue una propuesta muy novedosa que llamó mucho la atención aunque nosotros siempre la miramos con recelo. Hoy en día creemos que muy poco de aquel material ha superado la prueba del tiempo y, por tanto, merece la pena ser rescatado. “Boheme” estaría entre esos trabajos que aún hoy aguantan una escucha crítica por lo que no está de más darle una oportunidad. En cuanto a la comparación con “Zoolook” de la que hablábamos antes, seguimos viendola fuera de lugar. Lo que hizo Jarre en 1984 trabajando con samples (o lo que hacían Art of Noise, por poner otro ejemplo) era muy diferente de esto. No entramos en si mejor o peor aunque nos inclinamos por lo primero. En todo caso, creemos que no son trabajos comparables en ningún caso porque, a pesar del uso de samples, son conceptos completamente diferentes, lo que no impide disfrutar de ambos en un momento determinado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario