El mundo actual, en el que la comunicación es instantanea con casi cualquier lugar o persona, propicia que se den situaciones como la que vamos a contar. Mikael Akerfeld, vocalista y lider de Opeth, era un fan declarado de Porcupine Tree y de Steven Wilson desde que escuchó “The Sky Moves Sideways”, lo que supuso una revelación en sus propias palabras. Wilson, por su parte, escuchó por casualidad a la banda sueca a través de un periodista francés que le dio una copia de su disco “Still Life” en una entrevista en plena gira de Porcupine Tree. Durante las pruebas de sonido de esa tarde, Wilson escuchó el disco y quedó maravillado tras lo cuel tomó la decisión de enviar un e-mail a Akerfeld proponiendole un encuentro para hablar de posibles proyectos. Así, los tres siguientes discos de Opeth (“Blackwater Park”, “Deliverance” y “Damnation”) serían producidos por Wilson y, por su parte, Akerfelt participaría en el disco “Deadwing” de Porcupine Tree.
Opeth son una banda bastante peculiar ya que se han consolidado como referencia en géneros musicales a los que nunca se han ajustado con precisión. Catalogados habitualmente como “Death Metal”, su música ha incorporado suficientes elementos de rock progresivo o incluso del folk como para no encajar del todo en la definición “canónica” del estilo. Tampoco en los aspectos formales ha sido Opeth una banda al uso ya que el empleo de guitarras acústicas, piano e incluso mellotron los acercan por momentos al rock progresivo más clásico o, al menos, al metal progresivo. La propia forma de cantar de Akerfeld ha ido evolucionando desde los gritos guturales de los inicios hasta una interpretación en la que éstos han desaparecido de sus discos revelando al cantante como un excelente vocalista, lastrado quizá por tantos años de excesos vocales.
Opeth en directo con su particular logo presidiendo el escenario |
Los suecos han sufrido una gran cantidad de cambios en su formación. De hecho, del quinteto inicial, sólo queda el propio Akerfeld y yendo más allá, sólo el cantante y el bajista Martin Méndez estaban en la alineación de 2006. Desde entonces se han ido incorporando el batería Martin Axenrot, el guitarrista Fredrik Akesson y el teclista Joakim Svalberg, “fichado” para la gira de “Heritage” en sustitución de Per Wiberg, que fue quien participó en la grabación del trabajo (aunque el piano del tema inicial del disco ya lo interpreta Svalberg). Al margen de los miembros de la banda, participan en la grabación el percusionista Alex Acuña y el flautista Bjorn Jason Lindh (ambos en el corte titulado “Famine”. En el “Heritage”vuelve a intervenir Steven Wilson pero no en el rol de productor que ocupó en sus anteriores colaboraciones con la banda sino como encargado de la mezcla final del trabajo.
“Heritage” – El disco se abre con un breve instrumental que pone sobre aviso a todos los seguidores de la facción más dura de la banda de que el disco no va a ir por los caminos habituales. La breve pieza de piano tiene un aire impresionista y se convierte en una introducción notable en todos los sentidos. Como todos los temas del disco, su autor es Mikael Akerfeld.
“The Devil’s Orchard” – El que es uno de los temas más interesantes del disco entra como un trueno con una poderosa descarga de rock duro con elementos progresivos. No menos directa es la irrupción de Akerfeld cantando un texto oscuro y pesimista como los que suelen aparecer en la discografía del grupo “Take the road where devils speak: God is dead”, recita en el estribillo. Tras un comienzo pleno de energía llegamos a una segunda parte más pausada que sirve de puente hacia el final, ya decididamente progresivo con unos teclados y una batería realmente autoritarios.
“I Feel the Dark” – Los elementos folclóricos presentes en la música de Opeth se materializan en los primeros minutos del corte, protagonizados por la guitarra acústica a la que pronto acompañan una tenues notas de mellotron. Cuando se incorpora el resto de la banda, nos encontramos en un tiempo medio cuyo estilo encaja perfectamente en la atmósfera de cualquiera de los otros dos discos emparentados con “Heritage” en palabras de Steven Wilson (“Grace for Drowning” y “Storm Corrosion”).
“Slither” – Uno de los grandes ídolos de Akerfeld a lo largo de su carrera fue Ronnie James Dio, vocalista de Rainbow, Black Sabbath o Dio, entre otros. Su fallecimiento en mayo de 2010, afectó al líder de Opeth que decidió dedicarle este auténtico trallazo de heavy metal sin concesiones. Dio está considerado como uno de los más grandes vocalistas del hard rock y el homenaje de Akerfeld es acorde con la trayectoria del cantante aunque la coda instrumental que cierra el tema, un pequeño juego de guitarra acústica, rompe con esa linea.
“Nepenthe” – Sin duda, uno de los cortes más enigmáticos e interesantes del disco. Tenemos ambientes casi jazzisticos con rasgueos de guitarra que nos transportan a los delirios oníricos de “Twin Peaks” o cualquiera de los lugares que imagina David Lynch en sus películas. No podemos dejar de pensar en Steven Wilson trabajando en las mezclas del disco cuando escuchamos cortes como éste que tantos elementos tienen en común con su propio trabajo.
“Häxprocess” – En una linea muy próxima a la del tema anterior se sitúa éste. De nuevo el comienzo se nos antoja con influencias folk. Las guitarras acústicas llevan el peso durante los primeros minutos con algunos leves apuntes de teclado. A mitad de canción viene el giro hacia el rock progresivo. Queremos hacer referencia aquí a la excelente sección rítmica de Opeth cuyo batería no tiene nada que envidiar a otras estrellas del instrumento de mucho más renombre sin olvidar los elegantes teclados con esos sonidos, predominantemente de mellotrón, únicos a la hora de crear determinadas atmósferas.
“Famine” – Quizá el tema más destacado del disco por su evolución. En los primeros instantes sólo escuchamos unas ligeras percusiones apenas acompañadas por algunas notas de piano. Una triste intervención de Akerfeld parece poner fin a la composición pero comienzan a oirse de fondo unas guitarras eléctricas que van ganando en intensidad hasta convertir la pieza en un alegato en favor del metal. Sin embargo, no está aún dicha la última palabra y nos esperan más giros antes del desenlace final. Un segmento central con un riff de guitarra secundado por sonidos desesperados de flauta precede a una nueva transformación de la pieza en algo cercano al jazz. No podemos evitar encontrar referencias a Porcupine Tree y, quizá, a King Crimson en este tramo final de una pieza realmente memorable.
“The Lines in My Hands” – Nuevamente encontramos diversos géneros combinados en un corte que, si bien empieza como un tema más o menos convencional de hard rock, introduce elementos como una guitarra aflamencada o momentos ya indisimuladamente “crimsonianos” como los arpegios de guitarra que aparecen a partir del minuto dos. Con todo, el tema vuelve a la linea rockera hasta su final y no termina de explotar.
“Folklore” – A pesar de lo que parece indicar el título, no estamos ante un tema particularmente folclórico en sus inicios sino ante algo más convencional. La cosa cambia de forma radical en el tramo final del corte que se convierte en algo parecido a un himno con una poderosa sección rítmica en la que bajo batería y también guitarra construyen una espléndida base sobre la que aparece una melodía de tintes épicos que se repite hasta el final de la pieza. Toda una sorpresa que nos habla de la versatilidad de Akerfeld.
“Marrow of the Earth” – Para despedir el disco, regresamos al mismo punto en que empezamos con otro instrumental, ahora de guitarra acústica, de características muy similares al anterior corte pianistico. En los últimos instantes, cuando la guitarra repite con melancolía una y otra vez las mismas notas, se incorporan el resto de instrumentos a modo de despedida poniendo un broche soprendente pero muy adecuado al disco.
No nos podemos considerar conocedores de la trayectoria de Opeth y esta entrada es, probablemente, la primera que aparece en el blog sobre un grupo o artista del que sólo hemos escuchado el disco que comentamos. No obstante, las excelentes críticas leídas sobre “Heritage” nos hicieron acudir a uno de sus conciertos en Bilbao a finales del año pasado, espectáculo que nos pareció más que interesante en todos los aspectos. Al margen de esto, nuestro interés por el disco nace de la participación en el mismo de Steven Wilson, especialmente cuando el artista lo menciona como segunda parte de la trilogía formada por su “Grace for Drowning”, “Heritage” y “Storm Corrosion” del dúo con Mikael Akerfeld. Habiendo comentado ya aquí los otros dos trabajos, ambas reseñas quedarían incompletas sin la correspondiente al disco de Opeth. No estamos del todo convencidos a la hora de acercarnos a los trabajos precedentes de la banda ya que el death metal, las voces guturales y todo ese sonido en general no tiene demasiado atractivo para nosotros a pesar de algunas aproximaciones puntuales que podemos tener en un determinado momento a esos géneros. Sí recomendamos, sin embargo, éste “Heritage” de Opeth como un disco de rock progresivo con ciertos toques de hard rock como un trabajo disfrutable por aquellos seguidores afines a las músicas que habitualmente aparecen por aquí. Como siempre, os dejamos un par de enlaces en los que adquirir el CD:
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Nos despedimos con Opeth interpretando "Nepenthe" en directo en Sydney:
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