viernes, 22 de septiembre de 2023

Yann Tiersen - All (2019)



Hablamos hace tiempo de “Eusa” (2016), disco de Yann Tiersen dedicado a los paisajes de su querida Bretaña en los que había establecido su residencia y donde estaba construyendo su estudio. Hoy llegamos a “All”, el primer disco del músico grabado allí aunque quizá deberíamos decir “terminado” allí ya que buena parte de los registros son grabaciones de campo realizadas en diferentes localizaciones a lo largo del mundo. En “Eusa” ya había muchos sonidos ambientales grabados al aire libre y aquí Tiersen repite la fórmula enriqueciendo la experiencia con una paleta instrumental mucho más amplia (“Eusa” fue un disco de piano solo).


Para el disco, Tiersen vuelve a contar con la producción de Gareth Jones, quien ya trabajó con él en “Infinity” y que es conocido fundamentalmente por sus trabajos con grupos electrónicos como Depeche Mode, Erasure o Nitzer Ebb. Sin embargo, no son los sintetizadores y las cajas de ritmos los principales instrumentos que toca Yann en el disco sino los habituales en sus trabajos: piano, guitarras, violines etc.


Abre el disco “Tempelhof”, una primera pieza que surge entre sonidos de niños, gaviotas, el rumor del mar y grabaciones realizadas en el Aeropuerto de Berlín del que toma el nombre. A partir de ahí aparece el piano de Tiersen ejecutando una melodía sencilla pero de gran belleza con delicados añadidos electrónicos que le dan un aspecto onírico, como de radio mal sintonizada.




Para la siguiente composición, Yann recurre a la cantante sueca Anna von Hausswolff. “Koad” comienza con sintetizadores y una guitarra eléctrica distorsionada que crean una atmósfera muy particular y se disuelven al toque de una campana lejana. Ahí entra el piano y la voz etérea de Anna en una canción lenta, de aire infantil, más ambiental que minimalista aunque haya algo de las dos cosas. El siguiente invitado es Olavur Jakupsson, quien ya había participado en un par de discos de Tiersen. “Erc'h” es la pieza más larga del trabajo y como tal, tiene un desarrollo lento. Comienza con una serie de instrumentos y sonidos que nos sitúan en otra época. Zanfoñas, flautas, campanas o laúdes se unen a los sonidos de la naturaleza y a las voces en segundo plano hasta que entra Olavur con una forma de cantar arrebatadora y un registro vocal amplísimo apoyado en unos coros angelicales en el tramo central.




“Usal Road” es un precioso tema de violín. Melancólico y triste en el inicio, gira hacia los tópicos minimalistas en la segunda parte cuando entra un segundo violín. Las pistas de violín fueron grabadas en el norte de California. En el mismo camino forestal en el que el artista tuvo un encuentro con un puma que, en cierto modo, cambiaría su vida. Se encontraba dando un paseo en bicicleta por el bosque junto a la que ahora es su esposa cuando, de repente, el animal apareció frente a ellos. No llegó a atacarlos pero la situación se prolongó durante horas en las que la pareja trataba de retroceder con el puma vigilando atentamente todos sus movimientos hasta que perdió el interés en ellos. Cuando el animal se cansó y pasó el peligro, Yann le pidió matrimonio a Emilie. Tras esta pieza llegamos a “Pell” donde escuchamos cantar a Yann junto con su hija (también llamada Emilie). Es una composición que recuerda el estilo más clásico del músico con piano, guitarra, algún efecto electrónico y un sonido que podría ser un Ondas Martenot flotando sobre toda la pieza.




Llegamos así a una de nuestras composiciones favoritas del disco: “Bloavezhiou”. En ella se mezcla un tono ritual marcado por las voces que recitan una lenta salmodia con un ritmo lento pero que va evolucionando continuamente en un in crescendo precioso. La siguiente invitada es Gaelle Kerrien, quien canta (más bien recita) en “Heol” acompañada de nuevo por Emilie Tiersen. En este caso es en una canción rápida cuya primera mitad es un instrumental a base de teclados con influencia de Terry Riley. La segunda parte vuelve al tono de temas anteriores con la presencia de algunos metales y cierto protagonismo de la guitarra eléctrica. “Gwennilied”, interpretada en bretón por el cantante Denez, es una preciosidad. Profunda y emocionante, la voz del artista lo hace todo sobre un fondo que apenas consta de cencerros de ovejas de fondo, un ritmo sintético muy marcado y guitarra eléctrica en el final. Probablemente lo mejor de todo el trabajo. Gaelle Kerrien repite en “Aon”, otra gran melodía que nos recuerda a los primeros discos de Tiersen, especialmente con la entrada del piano de juguete y los arpegios al estilo Philip Glass. Si el oyente echa un poco de menos a estas alturas al Tiersen pianístico que nos emocionaba con unas pocas notas, con “Prad” se reconciliará inmediatamente ya que es, en esencia, justo eso. Termina el disco con “Beure Kentañ” con recitado de Emilie Tiersen para un corte que el crítico de cine hablando de un nuevo western no dudaría en calificar de crepuscular.


Nos resulta complicado calificar “All” porque nos parece un gran disco tomado en conjunto aunque en el repaso tema por tema nos cuesta encontrar composiciones tan brillantes e indiscutibles como las que abundaban en los discos más populares de Tiersen. A su favor, en cambio, cuenta con un importante factor como es la regularidad. “All” es un disco coherente, sin altibajos y, que se escucha con atención desde el primer al último minuto sin ningún momento que pueda invitar a la distracción. Volveremos con Tiersen en la siguiente entrada con un trabajo muy diferente a todo lo que había hecho hasta ahora pero eso será en unos días. Hoy toca escuchar "All".




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