Hay términos que un día aparecen, no se sabe muy bien de dónde, y a partir de ese momento se convierten en omnipresentes y son repetidos hasta la saciedad llegando a desvirtuarse y a perder todo su significado al ser utilizados como una etiqueta comercial más. En un momento determinado hace ya unos cuantos años la música se vio invadida por uno de ellos: “mestizaje”. De repente, todo lo que se hacía era mestizaje, fusión entre estilos, mezcla, cruce, amalgama. La cosa no tardó en desnaturalizarse apareciendo pastiches en los que sobre una base de un estilo determinado se añadían un par de pinceladas étnicas por poner un ejemplo y se vendía como un producto transcultural.
Existieron en todo caso bandas y artistas que si llevaron a cabo una verdadera fusión entre músicas diferentes bebiendo de fuentes muy diversas y consiguiendo un sonido verdaderamente peculiar y distintivo. Fueron, en su mayoría, formaciones que surgían de ciudades con tasas altas de inmigración, lugares en cuyas calles se juntaban gentes de procedencias muy distintas, grandes urbes como Londres o París. Este era el caso de Manu Chao, hijo de emigrantes españoles afincados en las afueras de la capital francesa que convivió desde niño con personas de todas las razas y credos con un añadido: su padre, Ramón Chao, era un reputado escritor y periodista con lo que en el entorno del joven Manu se movía un buen número de artistas e intelectuales.
Ya como adolescente, Manu formó parte de varios grupos, casi siempre en compañía de familiares como su hermano Antoine o su primo Santi Cassariego. Aunque partían de una estética y un sonido punk, incorporaban a su sonido influencias de muchos otros estilos. Esa trayectoria culminó en 1987 con la formación de Mano Negra, banda que triunfó en toda Europa con una mezcla de música rock, punk, ska, influencias africanas, sudamericanas, reggae... en suma, de todo lo que un joven de un barrio multicultural de París podía escuchar en su vida ordinaria. Mano Negra tuvieron una existencia agitada con entradas y salidas de miembros, separaciones, periodos en los que tocaban bajo otro nombre, etc.
Cuando en 1994 la banda se disolvió, Manu comenzó un largo vagar por medio mundo durante el que compuso y grabó buena parte de lo que terminaría siendo su primer disco en solitario. Todo valía. Desde músicos callejeros hasta fragmentos de emisiones radiofónicas; desde discursos del subcomandante marcos hasta retransmisiones deportivas. “Samples”, recortes, fragmentos sonoros insólitos adoptan la forma de canciones de la mano de Manu Chao y del co-productor del disco: el ingeniero de sonido Renaud Letang. Su elección no fue casual y, con la perspectiva del tiempo, pocos productores podrían haber entendido como él lo que buscaba Manu. Letang nació en Irán, de padres franceses. Además de allí, en su juventud vivió en Indonesia y Venezuela, donde formó parte de una banda de rock. Ya en París, ingresó como técnico de sonido en los estudios Ferber, de los que salieron en los años setenta y ochenta muchos de los discos más importantes de la música francesa y también internacional. De ahi saltó a los estudios Guillaume Tell con apenas 19 años para trabajar, nada menos que con Jean Michel Jarre como asistente de producción en su disco “Waiting for Cousteau”. La colaboración de Letang con Jarre duró una década en la que el ingeniero fue parte importante de alguno de los macroespectáculos más recordados del músico francés como los conciertos de La Defense, Moscú o las Pirámides de Giza. Tras colaborar con Manu Chao, Letang ha trabajado en discos de artistas como Peaches, Gonzales, Beck, Feist o Jane Birkin y ha ganado importantes premios como ingeniero de sonido.
Manu Chao y Renaud Letang se conocieron en un café de Sèvres y durante esa conversación decidieron que iban a trabajar juntos en el primer disco de Manu en solitario. Un trabajo que el músico quería que fuera completamente electrónico; un disco “tecno” llegó a decir y con esa idea y todo el material grabado en sus viajes de los años anteriores comenzaron a trabajar en el estudio hasta que un día, de forma inesperada, el software con el que trabajaban se negó a funcionar. Ante la imposibilidad de utilizar casi todo lo que habían estado creando, decidieron probar un enfoque nuevo prescindiendo de la parafernalia electrónica. “Con este disco nos dimos cuenta de que el ángulo, el punto de vista, modifica el objetivo final y de que, a menudo, las cosas buenas ocurren por accidente” afirmaba Letang años después.
En la grabación iba a participar un grupo muy reducido de músicos formado por Jeff Cahours (trombón), Antoine Chao (trompeta), Ángelo Mancini (trompeta), Anouk (coros) y Awa Touty Wade (coros). Manu Chao canta y se encarga del resto de instrumentos.
Manu Chao |
“Clandestino” - Todo el disco es, en realidad, una colección de temas muy breves enlazados formando un continuo. Comienza con una de las canciones más recordadas en las que habla de la inmigración “ilegal” o clandestina como indica el título. La pieza es sencilla pero difícil de mejorar en ningún sentido.
“Desaparecido” - Enlaza con otro de los cortes del disco que alcanzó una gran difusión. A la guitarra y la voz de Manu se van sumando otros elementos que, envueltos de ritmos tradicionales sudamericanos terminan por formar una canción memorable, elogio de la vida nómada que el propio Manu conoció durante la creación del disco.
“Bongo Bong” - Cambiamos el español por el inglés en una canción más desenfadada aunque no exenta de trasfondo social tocando el tema del rechazo al extraño. La producción va complicándose con la aparición de elementos rítmicos que se repetirán luego a lo largo de todo el disco. También hay un pulso continuo que se integra en el propio ritmo como elemento conductor del disco. Escuchamos ruiditos electrónicos, trompetas con un tratamiento “low-fy” muy característico que se funden con el siguiente corte.
“Je ne t'aime plus” - De hecho se puede entender como una coda de la canción anterior. Un estribillo en francés por parte de una voz femenina se repite una y otra vez mientras el propio Manu adopta el mismo idioma para terminar la canción.
“Mentira...” - Un ritmo contagioso abre el siguiente corte en el que escuchamos diversos “samples” de todo tipo incluyendo en la parte final una canción tradicional mexicana: “La Llorona” en versión de Que Viva la Huasteca, boletines de noticias de Radio Francia internacional en español etc. Comenzamos a darnos cuenta del ingente trabajo de producción que consigue que la tremenda mezcla de sonidos de toda procedencia que Manu incluye en sus canciones suene siempre coherente.
“Lágrimas de oro” - Sube el ritmo y escuchamos “samples” en portugués de una retransmisión futbolística, algo que ya había hecho Manu en algún disco de Mano Negra. La pequeña sección de metal que interviene en el disco alcanza aquí su mayor protagonismo junto con las percusiones. La voz de Chao, organizada en diferentes capas, forma un “collage” mezclándose con voces de la calle y amenazas telefónicas.
“Mama Call” - Seguimos con las cadencias tropicales y volvemos al idioma inglés que Manu mezcla con un curioso “spanglish” en estrofas como “me hielo en la habitación / no tengo calefacción / can't get no satisfaction”. Lo más destacado es, una vez más, la mezcla de voces y sonidos, retransmisiones de Radio Moscú y música. Algo que pocas veces hemos escuchado de esta manera.
“Luna y Sol” - El ritmo de acelera e incluso escuchamos alguna percusión electrónica que quizá tenga que ver con la concepción original del disco como un trabajo de música tecno. No sólo hay motivos musicales que se repiten a lo largo de todo el trabajo. También hay textos que se escuchan en varias ocasiones como ocurre aquí con parte de la letra de “Mentira...”. En el final se escucha una parte de la “Cuarta Declaración de la Selva Lacandona” por la que se funda el Frente Zapatista de Liberación Nacional en México en 1997.
“Por el suelo” - El reggae fue un ritmo común en los discos de Mano Negra y no podía faltar en el debut de Manu en solitario. Dentro del ánimo reivindicativo de todo el disco, este es un corte ecologista que denuncia el maltrato a la “pacha mama”.
“Welcome to Tijuana” - Una de las canciones más populares del disco lo fue tanto que muchos creen que es una versión cuando es un tema original de Manu Chao que ya lo cantaba en los tiempos de Mano Negra. Es cierto que muchos otros artistas han hecho su propia interpretación de la misma después. En cualquier caso, incluye un fragmento del clásico “Tequila” de The Champs, que puede haber llevado a la confusión a muchos oyentes. El tema concluye con un fragmento del Manifiesto Zapatista.
“Día Luna... día pena” - Continúa el disco con una canción breve que actúa como transición hacia el arrebato “tecno” que llega después.
“Malegría” - Como decíamos, una base tecno muy rápida abre una pieza que enseguida se desmarca de cualquier influencia en ese sentido ganando protagonismo las guitarras con el clásico sonido “western” popularizado por las películas de Sergio Leone. El collage sonoro incluye ruidos de toda procedencia que encajan extraordinariamente bien.
“La vie a 2” - Volvemos al idioma francés entre ritmos sincopados en una canción muy interesante que se aleja algo de la linea general del disco.
“Minha Galera” - La única canción en portugués es un “reggae” en el que Manu homenajea a su gente, a sus amigos, su público y, en general a todo aquello que forma parte de su vida. Una preciosa miniatura como tantas en el disco.
“La despedida” - Faltaba una canción de desamor en el disco y llega casi al final con un tema en el que el músico habla de cómo por fin ha olvidado a alguien sólo para comprobar con el paso de las estrofas que, evidentemente, no lo ha conseguido en absoluto. Como curiosidad, en el final del tema el músico incluye mensajes de amigos recibidos en su contestador automático.
“El viento” - El cierre del disco es una canción más que mantiene la misma linea general de todo el trabajo. Nada especialmente destacable pero que mantiene el nivel medio-alto del resto de temas.
A priori puede llamar la atención que comentemos aquí un trabajo como “Clandestino” que, aparentemente, no encaja demasiado con las estéticas que suelen aparecer en el blog. No es que tengamos una linea muy estricta que delimite aquellas músicas de las que debemos hablar y las que no pero es cierto que con determinados discos nos surgen dudas (hace mucho tiempo que estamos pensando si hablar o no de un grupo como Mecano, por poner un ejemplo). Lo cierto es que Manu Chao nos gusta mucho ya desde su etapa con Mano Negra y que, particularmente, “Clandestino” nos parece un disco superlativo desde muchos puntos de vista. Tampoco es la primera vez que comentamos algún disco que se sale de los estilos habituales por lo que los asiduos no se sorprenderán demasiado.
Así sonaba Manu Chao en directo en 2015:
Cualquier música de calidad encaja en este magnífico blog.
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