sábado, 1 de agosto de 2020

Roger Eno & Brian Eno - Mixing Colours (2020)



Roger Eno hizo su debut discográfico en “Apollo: Atmospheres and Soundtracks”, disco firmado por su hermano Brian. Pese a ello y al hecho de que ambos artistas han sido siempre muy dados a las colaboraciones, nunca hasta ahora se decidieron a publicar un disco a dúo. Ya contamos aquí no hace mucho tiempo la gestación de “Apollo” y cómo parte del material compuesto para ese trabajo terminó formando parte de otro disco titulado “Music for Films III”. Si tomamos ambos discos y les sumamos algunas piezas del posterior “More Music for Films” tendremos la práctica totalidad de la música creada en común por los hermanos Eno.

Esto cambió hace unos meses con la aparición de “Mixing Colours”, disco cuya gestación ha durado la friolera de quince años. Fue en 2005 cuando Roger comenzó a componer una serie de piezas, para piano en su mayoría, que eran enviadas paulatinamente a su hermano para que éste se encargase de la transformación de las mismas añadiendo sus particulares texturas y tratamientos sonoros. Nunca se pensó en que todo ese material formase parte de un disco: “me levantaba, subía las escaleras, encendía el equipo, improvisaba un rato y le mandaba a Brian aquello que creía que podía interesarle”. Cuando reunieron una cantidad significativa de piezas de suficiente calidad, los hermanos realizaron una primera selección de las mismas que es la que conforma “Mixing Colours”, un proyecto del que ya hay anunciada una continuación en forma de “EP” y que sigue vivo ya que se ha creado una web para que los seguidores de ambos músicos manden sus creaciones visuales acompañando a la música del disco con la idea de ampliar la vida del mismo construyendo una nuevo espacio a modo de muchas de las obras que en el terreno de lo audiovisual ha creado el propio Brian Eno en las últimas décadas. Cada pieza del disco lleva como título el nombre de un color y juntas conforman un interesante cuadro que reune la esencia de sus dos creadores. La referencia a los colores no es baladí. Al parecer, buena parte del proceso de creación y transformación de las piezas de su hermano por parte de Brian se hizo en numerosos viajes en tren, mirando por la ventanilla los paisajes y centrandose en colores concretos para cada composición. Esta suerte de sinestesia no es nueva para el mayor de los Eno quien ya hizo discos como “Neroli” basados en aromas, por ejemplo. Al respecto afirmaba en una entrevista de 2011: “no diría que soy sinestésico a pesar de que veces pienso en determinados sonidos en términos de temperatura, luminosidad, dureza o angularidad. No tengo reacciones invariables como Nabokov cuando decía que la letra “d” era de color verde aceituna, por ejemplo, aunque hay algunos acordes menores que me provocan un enfado inmediato y combinaciones de colores que me emocionan profundamente como el azul cielo combinado con un claro marrón-chocolate.”





El disco empieza con “Spring Frost” donde la melodía crece a partir de una lenta progresión de pulsos electrónicos. Imposible no reconocer inmediatamente el estilo de Roger sometido a un tratamiento que no podemos evitar comparar con el de trabajos clásicos de Brian Eno con Harold Budd. “Burnt Umber” explora los ambientes de novela gótica de trabajos como “Lost in Translation” con un sonido percusivo metálico como elemento central de la melodía que le viene como un guante. “Celeste” cambia ligeramente el tono por uno algo más clásico (siempre se habla de la influencia de Schubert en Roger Eno). Una preciosidad en todo caso con un tratamiento mínimo por parte de Brian que se limita a subrayar algunas notas con ese inconfundible toque etéreo marca de la casa. Especialmente destacada es la segunda mitad de la pieza. Continuamos con “Wintergreen” y su toque de cuento infantil, de cajita de música que enlaza con “Obsidian”, la primera composición puramente ambiental del disco en la que todo está hecho a base de texturas sonoras, sin un instrumento conductor más o menos protagonista. Una pieza emocionante que tiene algo de decadente con ese sonido como de órgano sonando en la lejanía que no puede ser más adecuado. Con “Blonde” aparece ese ritmo de vals lento con toques minimalistas que tanto le gusta a Roger Eno que nos lleva a una de las piezas más melancólicas del trabajo: “Dark Sienna”, prácticamente una composición para piano solo sin demasiados retoques en su primera parte que pasa por un segmento más oscuro en el tramo central para cerrar con un final repetitivo. “Verdigris” lo ralentiza todo al extremo, como si fuera una variación de “Spring Frost” en un mundo más denso. Continúa el trabajo con “Snow” que comienza como si fuera una adaptación lenta del “Koyaanisqatsi” de Glass para terminar con un inconfundible aire otoñal muy propio de Satie.



La segunda mitad del disco se abre con “Rose Quartz”, una fragil pieza que nos recuerda a “La Petite Fille de la Mer” de Vangelis. “Quicksilver” es una de las composiciones que menos intersante nos ha resultado por ser una suerte de variación del tema central que no termina de aportar nada aparte de un tono más oscuro. “Ultramarine” e “Iris”son piezas más breves y meditativas con mucho menos desarrollo melódico en el caso de la primera y un aire como de estudio en la segunda. “Cinnabar” recupera el aire de suspense tan característico de la obra de Roger Eno. “Desert Sand” tiene la novedad de una atmósfera electrónica algo diferente en el inicio aunque no tarda en volver por los cauces habitales del resto del disco reapareciendo ocasionalmente a lo largo de la pieza. En “Deep Saffron” las notas se duplican en forma de eco creando un efecto “líquido”, como de reflejo en la superficie del agua. Muy interesante. El trabajo prácticamente concluye con la última variación del tema inicial titulada “Cerulean Blue”, tenue como casi todo el disco y de una fragilidad extrema. A modo de broche queda la única pieza que no hace referencia directa a un color en su título: “Slow Movement: Sand”. Estéticamente no difiere en nada del resto del disco pero si tiene una estructura muy adecuada para el cierre basada en la repetición continua de un motivo mientras diferentes instrumentos entran y salen de escena, especialmente las cuerdas que terminan por dar un toque muy elegante a la composición.



La reunión de los hermanos Eno en un disco por fín no se sale de lo esperado en ningún momento. Las melodías, las texturas y la producción son exactamente lo que uno podría pensar a priori y el espacio reservado a la sorpresa es nulo. No existe ningún desafío para el oyente y pese a todo ello, el resultado es excelente. Probablemente uno de los mejores discos “ambient”de los firmados por Brian Eno, a la altura de muchos de sus clásicos de los ochenta en el género. Y es que aunque la composición recae muy probablemente en Roger en al menos el 80% de lo que escuchamos, todo lo demás tiene la impronta de Brian. Pese a que la producción reciente del mayor de los hermanos es bastante lineal y mantiene un nivel de calidad constante, pensamos que “Mixing Colours” destaca mucho mucho sobre este hasta el punto de ser nuestro favorito en mucho tiempo.

 

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