lunes, 31 de enero de 2022

Michael Nyman - The Commissar Vanishes / The Fall of Icarus (1999)



En 1997, en medio de una investigación para la composición de una obra en la que estaba trabajando en aquel entonces, Michael Nyman descubrió el libro de David King, “The Commissar Vanishes” en el que se hablaba de la falsificación fotográfica que tuvo lugar en la Unión Soviética de Stalin con el objeto de eliminar a determinadas personas que habían caído en desgracia para el régimen, de las fotos en las que aparecían junto a importantes personalidades del estado. Este borrado sistemático se hizo con profusión y en él llegaron a participar artistas tan notables como el fotógrafo Aleksandr Rodchenko. La inspiración fue casi inmediata y decidió componer una obra a partir del libro.


Como el tema de la obra de King era la eliminación de personajes de fotografías históricas, Nyman tuvo una idea conceptualmente similar. En 1989 había compuesto una obra para un ballet de Frederic Flamand titulado “The Fall of Icarus”. Algunas partes de la misma se mantuvieron durante un tiempo en el repertorio de los directos de la Michael Nyman Band pero el músico buscaba adaptarlas para utilizarlas en obras nuevas. En aquel momento tenía un par de proyectos entre manos, uno de los cuales fue el que le llevó al libro de King. Nyman estaba pensando en poner música a las fotografías del citado más arriba Aleksandr Rodchenko pero cambió de idea al descubrir el trabajo de David. Aquella historia fascinó al compositor que decidió adaptar su “The Fall of Icarus” en una nueva obra titulada como el libro: “The Commissar Vanishes”. Ya que el tema de aquel era la manipulación de las fotos para hacer desaparecer a algunos de los que en ellas, Nyman decidió hacer algo parecido con la música del ballet haciendo desaparecer algunas partes “incómodas” o que no cuadraban bien con el tema.


Fue en 1999 cuando el sello Venture, dependiente de Virgin y que había publicado ya buena parte de los discos anteriores de Nyman, decidió lanzar un CD doble incluyendo ambas “versiones” de la obra: “The Commissar Vanishes” en el primer disco y “The Fall of Icarus” en el segundo. Los intérpretes de las dos obras fueron los miembros de la Michael Nyman Band en una versión reducida integrada por: Alexander Balanescu (violín), Elizabeth Perry (violín), Anthony Hinnigan (violonchelo), Martin Elliott (bajo), John Harle (saxos), David Roach (saxos), Andrew Findon (saxos y flautas), Nigel Barr (trombón) y el propio Michael Nyman al piano.


Portada del libro de David King


THE COMMISSAR VANISHES


“Earth in Turmoil” - El comienzo es típicamente “Nymanesco” con una corta melodía repetida en ostinato replicada después por cada grupo de instrumentos con diferentes ritmos. Enérgico como lo suele ser Nyman cuando no está condicionado por un director que le pide algo más asequible para su película, toda la pieza tiene una vibración subterránea que amenaza con desatarse en cualquier momento.




“Jealousy and Revenge” - El segundo corte es oscuro y ominoso, con una atmósfera opresiva interrumpida de cuando en cuando por una estridente melodía de saxos. En la segunda parte escuchamos otro tipo de desarrollo, lento, como el que a veces utilizaba el músico en sus bandas sonoras para Greenaway, particularmente en “Drowning By Numbers” y abandona un poco el tenebrismo, especialmente ya en el segmento que viene a continuación, sin llegar a ser alegre, sí que es mucho más animado. Para el final, sin embargo, regresamos al motivo del inicio cerrando así una estructura circular habitual en su autor.


“Look for an Enemy” - En contraste con la pieza anterior, esta es una composición mucho más alegre (alegre al modo de Nyman, que no tiene por qué coincidir con el nuestro). Dinámica y repetitiva, en ella cada grupo de instrumentos ejecuta motivos completamente diferentes (alguno incluso ya escuchado en el corte precedente) pero que encajan sorprendentemente bien. Este aparente caos desaparece de golpe al entrar en un tramo mucho más melódico y con un ritmo constante muy atractivo a la altura del mejor Nyman. No olvidemos que la obra se origina en su momento de mayor creatividad aunque tardase un tiempo en ver la luz.




“Ordinary Citizens” - Nyman es amigo de los esquemas circulares y quizá por eso escuchamos aquí una especie de revisión de “Jealousy and Revenge” en la que las partes más oscuras permanecen casi idénticas pero las melódicas están más trabajadas, teniendo aquí más protagonismo las flautas y los violines de forma que queda un conjunto mucho más amable y delicado. En todo caso, cuando la banda se desata, y a fe nuestra que aquí lo hacen, es una verdadera gozada a la altura de los momentos más arrolladores de “The Essential Michael Nyman Band” o “MGV”, gloriosos ejemplos de ritmo y energía a cargo de esa locomotora que puede llegar a ser la formación de Nyman.


“A Swift Exit” - La última pieza de la obra comienza en un tono tranquilo que nos recuerda mucho a la banda sonora de “El Piano” con algún giro melódico bastante similar pero enseguida gira hace territorios más personales, cercanos al Nyman clásico de “The Draughtsman Contract” aunque sin abandonar del todo esa cara más amable de la vertiente más popular de su obra para el cine. Se cierra, no con una referencia al motivo inicial, sino al más oscuro que hemos escuchado unas cuantas veces en la obra recordándonos lo truculento del hecho que dio lugar a toda la composición.





Como ya hemos dicho, “The Commissar Vanishes” es una versión retocada de “The Fall of Icarus” así que cada uno de sus cinco movimientos se corresponde con otro de la obra original que se recoge en el segundo CD. Los títulos de éste son: “Disaster”, “Wings”, “Walls”, “Water” y “Utopia” y las diferencias son tan poco relevantes que no merece la pena repetir el análisis de la obra completa. Quizá la mayor diferencia sea tan sutil como el propio paso del tiempo y los arreglos de “The Fall of Icarus” estén más cercanos al Nyman que trabajó con Greenaway mientras que los de la revisión de 1999 dejan entrever al autor que conoció el éxito masivo con “El Piano”, “Carrington” o “Gattaca”. Sorprende un poco, eso sí, que este disco pasara tan desapercibido en su día cuando, musicalmente, está a la altura del mejor Nyman en muchos momentos. Sirva esta entrada no solo como reseña sino también como reivindicación de esta obra. Nos despedimos con "Wings" para hacernos una idea de los arreglos originales de la obra:




lunes, 24 de enero de 2022

Vangelis - Juno to Jupiter (2021)



Por algún motivo, seguramente relacionado por el vínculo de ambas con la tecnología, la música electrónica se relacionó casi desde el principio con la exploración espacial, llegando a hablarse de la primera como de “música cósmica” en algún momento. Algunos autores rechazaron esa denominación pero otros la abrazaron sin complejos aunque muy pocos desde el punto de vista tan especial de Vangelis. Este es uno de esos casos en los que el origen y la formación humanista del músico marca de forma inevitable el enfoque de la obra y explicaremos el por qué de esa idea.


Antes de nada, hay que señalar que Vangelis tuvo una inclinación hacia las temáticas espaciales casi desde el principio de su carrera en solitario con discos como “Albedo 0.39” como ejemplo más claro pero esto vino a “oficializarse” de alguna manera a partir de la utilización de su “Mythodea” por parte de la NASA como banda sonora de la misión “Odyssey” a Marte. Originalmente era una composición creada con los mitos de la Grecia antigua como fuente de inspiración pero las relaciones entre estos y la carrera espacial son tan grandes a nivel espiritual que pocos le pondrían un solo pero a su uso para ese fin. La elección de la palabra “Odisea” para nombrar a la expedición, el fin y al cabo, tampoco era casual. Aquella colaboración de Vangelis con la NASA sirvió para sacar a la luz una obra que había sido estrenada en 1993 y que dormía en un cajón. El músico la recuperó y arregló para la ocasión y fue grabada con orquesta sinfónica y coros además de voces solistas y de los inevitables sintetizadores de Vangelis. Tras “Mythodea” y la NASA, llegó “Rosetta” en colaboración, esta vez, con la Agencia Espacial Europea y por fin, la que dio lugar al disco que hoy nos ocupa: “Juno to Jupiter”, de nuevo con la NASA como “partenaire”. Vangelis juega con los mitos de la antigüedad más allá de la coincidencia entre los nombres de los dioses y de los planetas porque ve la carrera espacial como una prolongación de los desafíos homéricos, como una poética lucha del ser humano por poner a prueba sus límites y esto se refleja de forma inevitable en la propia música. La misión “Juno”, por cierto, comenzó en 2011 y culminará próximamente tras la llegada de la sonda en 2016 a la órbita de Júpiter. El objeto de la misma es obtener la mayor información posible sobre la atmósfera del gigante, sus campos magnéticos y su gravedad.


El lanzamiento del disco fue bastante controvertido y es que, de hecho, podríamos haber comentado su contenido hace más de un año, cuando salió a la venta de forma un tanto extraña la versión digital del mismo a través de una prestigiosa web dedicada a la música clásica. El disco estuvo disponible a un precio inusualmente bajo durante unos días para desaparecer poco después. Tras eso, la versión física del trabajo, tanto en CD como en vinilo, desapareció de los catálogos de todas las tiendas online que ya habían mostrado incluso la fecha de lanzamiento prevista para septiembre de 2020. Quizá por uno de esos legendarios enfados del músico griego, la puesta a la venta de “Juno to Jupiter” quedó postergada hasta finales de septiembre del pasado año por lo que este es un buen momento ya para darle el espacio que se merece en el blog. Como suele ocurrir con Vangelis, él es el único intérprete de todo lo que suena en el disco con la excepción de la soprano Angela Gheorghiu, quien ya participó en un concierto del griego en Doha en 2011.


Angela Gheorghiu y Vangelis.


“Atlas' Push” - El disco comienza con las conversaciones del centro de control de la sonda Juno, algo que se repetirá en algunos cortes del disco, y que en esta ocasión se escuchan sobre un fondo sonoro también cedido por la NASA. En los últimos instantes escuchamos ya al Vangelis épico con un breve tema en la línea de los primeros minutos de la banda sonora de Blade Runner.


“Inside Our Perspectives” - Nos alejamos por un momento de la grandilocuencia para entrar en un corte más cercano al Vangelis de finales de los ochenta, próximo a lo que fue su disco “Direct”. No especialmente inspirado en lo melódico pero reconocible en todo caso.


“Out in Space” - Llegamos a lo que podría ser la primera pieza “espacial” del disco con una secuencia electrónica de fondo que sirve como base para una solemne melodía en la que el inconfundible CS80 del griego campa a sus anchas. Inevitable pensar de nuevo en Blade Runner con un poco de “Chariots of Fire” en la parte pianística. Vangelis en estado puro.




“Juno's Quiet Determination” - Llega un primer cambio de estilo en esta composición en la que las sonoridades ancestrales se cuelan entre tanta tecnología. Es el Vangelis de discos como “El Greco” en el que la influencia bizantina domina toda la pieza. 


“Jupiter's Intuition” - Sube el tono y la épica con los efectos orquestales y las percusiones que comienzan a asomar tímidamente en un inicio aún calmado pero en el que va creciendo algo que no tarda en explotar en todo su esplendor en el siguiente corte.


“Juno's Power” - Un ritmo de marcha deudor de la banda sonora de “1492, Conquest of Paradise” comienza a sonar aunque en esta ocasión, sin los coros que aparecían allí. Es una gran pieza aunque quizá podría haberse aprovechado mucho más. Se hace corta.


“Space's Mystery Road” - Llegamos a un momento que nos desconecta ligeramente del disco por el gran contraste con lo que había sonado hasta ahora. Escuchamos ritmos secos con partes de piano más o menos jazzísticas que inmediatamente nos remiten a “The City”, un disco muy interesante pero que siempre nos pareció algo aislado en la discografía del griego, sin mucha relación con lo que hizo antes y después. Algo así ocurre con esta pieza en este momento concreto del trabajo.


“In the Magic of Cosmos” - Pasada esa especie de transición, volvemos a un Vangelis un tanto autocomplaciente en una breve pieza de nuevo con aires a “Chariots of Fire”.


“Juno's Tender Call” - Enlazando con la composición anterior llega uno de los llamados a estar entre los momentos culminantes del disco. Vangelis ha desarrollado una querencia por las voces de soprano y desde “Direct”, ha desarrollado varias piezas aptas para el lucimiento de algunas de las más grandes divas de nuestro tiempo, desde Montserrat Caballé hasta Angela Gheorghiu (la que nos ocupa aquí) pasando por Jessye Norman o Kathleen Battle. Esta composición prorroga esa tradición.




“Juno's Echoes” - Nuevo giro hacia una música más oscura, emparentada de nuevo con “El Greco”. El tema va evolucionando hacia una melodía con tintes románticos algo ensombrecidos por el sonido utilizado (una especie de bajo) que habría sonado muy diferente al piano o al arpa. En todo caso nos encanta la elección que le da una gran personalidad a la pieza.


“Juno's Ethereal Breeze” - Escuchamos ahora un breve interludio a base de “samples” vocales femeninos utilizados como coro, de forma similar a lo que podíamos escuchar en algún corte de “Oceanic”.


“Jupiter's Veil of Clouds” - Tras él, regresamos por un instante a las secuencias electrónicas del Vangelis setentero con el piano y las percusiones asomando tímidamente. En la segunda mitad, la fuerza de los sintetizadores aumenta y el duelo con el piano nos deja una de las mejores piezas del disco con reminiscencias de los trabajos más legendarios de su autor como “Heaven and Hell”, “Albedo 0.39”, “Spiral” o el mencionado “Chariots of Fire”. Maravilloso vistazo al pasado sin caer del todo en el tópico.




“Hera/Juno Queen of the Gods” - Segunda intervención de Angela Gheorgiu arropada por las cuerdas y coros sintéticos de Vangelis quien se reserva una larga instrucción ambiental antes de que la soprano rumana haga acto de presencia interpretando una bellísima melodía de corte clásico que encaja a la perfección con la voz de la artista.


“Zeus Almighty” - Con el profundo lamento de los metales aparece en la obra Zeus con su nombre (para algo Vangelis es griego y reivindica aquí el nombre original del romano Júpiter como hizo en el corte anterior con Hera / Juno). Es la composición más extensa del trabajo y en ella el compositor se explaya haciendo gala de todos sus recursos. La verdad es casi podemos verlo componiendo esta pieza en plena improvisación como hace en muchos vídeos que existen en internet en los que Vangelis crea casi de la nada toda una obra sinfónica. Hay momentos delicados, partes rimbombantes, pasajes profundos... una sinfonía de once minutos para disfrutar de un talento único.




“Jupiter Rex” - Como una especie de coda separada del tema anterior tenemos otro breve corte con coros (esta vez masculinos) y efectos sonoros que nos llevan una vez más a Blade Runner. No vemos la necesidad de presentarlo como un corte aparte porque perfectamente podría haber formado parte de la pieza precedente.


“Juno's Acomplishments” - La intervención final de la Gheorghiu en el disco llega en esta preciosidad que nos recuerda, quizá demasiado, a “Glorianna” del disco “Direct” que ya hemos citado en un par de ocasiones. En todo caso, es un gran tema.


“Apo 22” - Más voces procedentes de los archivos de la NASA aparecen aquí en otra transición en la que apenas se ven acompañadas por una escueta melodía electrónica que suena una y otra vez.


“In Serenitatem” - Cerrando el disco, escuchamos un coro (al no estar acreditado, asumimos que es electrónico) ejecutando una composición extremadamente delicada que se desvanece entre campanas y demás efectos electrónicos en medio de una densa niebla sonora con la que Vangelis se despide de nosotros por esta vez.



Que un artista como Vangelis, con esa personalidad tan peculiar, se mantenga activo discográficamente es una gran noticia en sí misma porque es sabido el desprecio del griego por la música grabada y por el negocio que hay detrás. Hablamos de un artista que probablemente tenga guardada en sus cajones mucha más música que la la que ha publicado a lo largo de toda su carrera (de hecho, la NASA ha publicado varios vídeos sobre la misión con música de Vangelis que no aparece en el disco) así que cada nuevo disco es una joyita que conseguimos rescatar de un destino incierto porque nada parece indicar que ese material pueda llegar a ver la luz algún día. Como no puede ser de otra forma, “Juno to Jupiter” es un trabajo irregular, con momentos de gran inspiración y otros más insulsos pero en líneas generales nos parece acreedor de una buena nota. Nos despedimos con una de las piezas creadas para la misión que no aparecen en el disco:




miércoles, 12 de enero de 2022

I / Still / Play (2020)



Normalmente, los directivos de las grandes discográficas son los malos de la película. Las personas encargadas de hacer dinero y de conseguir que los artistas hagan los discos que más vendan y no siempre los que ellos desearían hacer. ¿Cuántas veces hemos leído a músicos culpando de un mal disco a las presiones de la discográficas? Ese es un tópico que se ha repetido de una u otra forma  prácticamente desde que existe la música grabada.


Sin embargo no siempre es así y existen jefes que son muy apreciados por sus artistas hasta el punto que deciden grabar discos dedicados a ellos. Es el caso de Bob Hurwitz y del disco que comentamos hoy. Hurwitz, pianista de formación, llegó a Nonesuch en 1984 tras un breve periodo en la división norteamericana de ECM y fue presidente de la compañía hasta 2017. En ese tiempo amplió los tipos de música que iban a tener cabida en el sello “fichando” a varios artistas contemporáneos de distintos géneros para acabar convirtiendo un sello de orientación clásica en otro puntero en músicas vanguardistas incorporando también a músicos de jazz, electrónicos, de rock, etc. sin perder la esencia de la marca.


Cuando Hurwitz comunicó a sus allegados que iba a dejar el puesto de presidente, uno de sus mejores amigos, el compositor John Adams, pensó en rendirle homenaje mediante un disco en el que algunos de los artistas que Hurwitz contrató en su día aportarían una composición creada específicamente para el disco. Como Hurwitz era pianista, se decidió que serían piezas para este instrumento. Como anécdota, en el libreto del disco comenta Randy Newman que decidió firmar con él porque era el único directivo de una compañía discográfica que tenía un piano en su despacho ¡y que sabía tocarlo! La lista de participantes en el trabajo es impresionante y entre las piezas que componen el mismo se incluye alguna pieza que, por desgracia, fue una de las últimas composiciones de su autor. El intérprete de casi todas ellas es Timo Andres con algunas excepciones que comentaremos en su momento.

Imagen de Robert Hurwitz


“Move” - Abre el disco una composición de Nico Muhly, uno de los más interesantes músicos actuales, bien conocido ya por los lectores del blog. Su aportación es una pieza dinámica y juguetona en el inicio a base de pequeñas secuencias de notas separadas por un pulso continuo. Repetitiva en tanto que deudora del minimalismo pero con mucha personalidad.




“Wise Words” - Cuenta Timo Andres, autor de la pieza, que en una de sus visitas al despacho de Hurwitz, se dio cuenta de que éste tenía la partitura de la “Sonata para piano, Op.90” de Beethoven en el piano. Recordando ese momento, Andres decidió tomar esa obra como punto de partida para su composición de homenaje. Su composición, sin embargo, tiene poco de clásica y suena absolutamente actual con algún toque de jazz al estilo de Brad Mehldau por poner un ejemplo conocido.




“Rimsky or La Monte Young” - Louis Andriessen relaciona a dos músicos tan diferentes como Rimsky Korsakov y La Monte Young en esta breve pieza de piano que, a la postre, fue una de las últimas que firmó antes de morir a mediados del año pasado. El inicio recuerda, efectivamente, a “The Well Tuned Piano”, la colosal obra de Young para enlazar en la segunda parte con un ostinato en el que encontramos reminiscencias del autor de “El vuelo del moscardón”.


“I Still Play” - La aportación de John Adams a la colección sirve también para darle título al propio disco. Es una pieza interpretada por Jeremy Denk y está muy alejada del minimalismo habitual de Adams que opta por un sorprendente tono entre romántico e impresionista. A partir de la introducción escuchamos diferentes variaciones en estilos muy distintos que completan una composición con mucha profundidad.


“Evening Song No.2” - La primera “Evening Song” de Philip Glass formaba parte de la ópera “Satyagraha”, estrenada a principios de los ochenta. En cualquier caso no encontramos ninguna similitud entre ambas ya que esta segunda “canción” parece más cercana al ciclo de las “Metamorphosis” del compositor norteamericano que a la citada ópera. Como ocurre a veces con Glass, esta miniatura terminó evolucionando en otras composiciones como su “Quartet Satz”.




“Song for Bob” - Una de las mayores curiosidades del disco es esta pieza de Laurie Anderson, artista que no se prodiga demasiado con el piano. La artista opta por una construcción peculiar, con breves motivos melódicos separados por silencios. A cada repetición, la melodía cambia ligeramente, a veces alargándose, a veces insertando más notas entre las que había en la repetición anterior... en suma, una interesante composición, máxime viniendo de quien viene.


“L.A. Pastorale” - Brad Mehldau interpreta su propia composición y opta por un tono tranquilo con un esquema de tema y variaciones en evolución continua. No sorprende, dado el inmenso talento de su autor, pero estamos ante una de las dos o tres mejores piezas de la colección, en nuestra opinión.




“For Bob” - La aportación de Steve Reich al CD es realmente atractiva por cuanto tampoco el compositor es muy dado a escribir piezas para piano solo sin acompañamientos electrónicos o grabaciones que vayan interactuando con el propio intérprete. Pese a ello su estilo es reconocible de inmediato e incluso nos parece escuchar alguna cita de otras obras recientes del músico.


“42 Years” - Mehldau vuelve a ponerse frente a las teclas para interpretar esta pieza de su gran amigo Pat Metheny que nos regala el tema más melódico del disco, con ese toque de melancolía que tan bien le queda a determinadas obras del guitarrista. Una preciosidad llena de sensibilidad y delicadeza para ser escuchada una y otra vez.


“Her Wits (About Him)” - El único artista del disco del que no teníamos referencias previas es el compositor irlandés Donnacha Dennehy, una de las últimas incorporaciones de Hurwitz al sello. Éste opta por un intrigante comienzo en el que juguetea de forma obsesiva con las notas más agudas del piano para ir evolucionando hacia un tono más oscuro.


“Recessional” - Cierra el trabajo Randy Newman interpretando una pieza propia de estilo claramente cómico disfrazado de marcha solemne. Una miniatura agradable que pone el punto y final al disco dejándonos con una sonrisa en la boca.



Por lo general no somos muy amigos de este tipo de discos-homenaje que, en la mayor parte de los casos, tienen mucho de operación comercial y, además, los artistas suelen aportar alguna pieza de relleno a la que no han encontrado acomodo en alguno de sus trabajos “normales”. No parece ser el caso de este “I/Still/Play” dada la relación de amistad de todos los participantes con el homenajeado. El hecho de que todas las piezas sean inéditas y escritas para la ocasión aporta un valor extra al CD que, de esta forma, se hace casi imprescindible para el seguidor de cualquiera de los artistas participantes. Cuando, como es nuestro caso, somos admiradores de la práctica totalidad de ellos, recomendar este disco es casi una obligación. Nos despedimos con Timo Andres tocando en vivo la pieza que da título al disco: