martes, 31 de agosto de 2021

Terry Riley - Autodreamographical Tales (2010)



En un momento dado, Terry Riley decidió comenzar a llevar un diario bastante peculiar y es que, en lugar de anotar en él sus experiencias y pensamientos diarios, el músico comenzó a registrar sus sueños. Su primera actividad al despertarse por la mañana era escribir todo aquello que recordase de lo soñado en la noche anterior. Curiosamente se fue dando cuenta de que, con el tiempo y cuantos más sueños iba registrando, recordaba más y más detalles y con más nitidez cada día. Cuando en 1996 la emisora New American Radio le encargó una obra, Riley pensó que sería buena idea utilizar su diario como base de la pieza.




En principio la música minimalista de la que Terry Riley es uno de los mayores iconos debería ser muy rígida en cuanto a su interpretación y por ello es algo contraintuitivo el hecho de que el compositor norteamericano incluya la improvisación como parte fundamental de su expresión creativa. Sin embargo, los seguidores de Riley sabrán que gran parte de sus conciertos no son sino largas improvisaciones llenas de elementos jazzísticos y muy alejadas del supuesto encorsetamiento minimalista. Además de la pieza titulada “Autodreamographical Tales”, en el disco escuchamos otra de larga duración y similares características: “The Hook Lecture” extraída de una conferencia que el músico ofreció en 2006 en Sídney acompañado de su piano. La grabación se publicó en el prestigioso sello de John Zorn: Tzadic.


“Autodreamographical Tales” - Musicalmente la obra es mucho más compleja de lo que podría parecer. En ella escuchamos fragmentos electrónicos de tinte minimalista que recuerdan ligeramente al seminal “A Rainbow in Curved Air” pero también momentos folk, arranques jazzísticos, canciones litúrgicas y, por supuesto, la narración del propio Riley quien se encarga de todos los instrumentos que básicamente son sintetizadores, órganos y grabaciones magnetofónicas. Hay espacio también para raros valses electrónicos culminados por codas de piano, retazos de áfrica pasados por el tamiz del jazz electrónico más marciano que rompen en un blues cantado por el mismo artista o largos recitados con fondo de música hindú. El cierre lo pone de nuevo Riley cantando otro blues de hechuras clásicas acompañado del piano.


“The Hook Lecture” - Esta extensa pieza (casi cincuenta minutos de duración) alterna recitados con piezas instrumentales. Así, tras una primera narración del músico, éste se sienta a su piano y comienza a improvisar en un tono inequívocamente jazzístico una balada, “The Royal”, que incorpora en determinados momentos fragmentos repetitivos que nos recuerdan que estamos oyendo a una de las luminarias del minimalismo. En un momento determinado se intercala algún breve pasaje narrado que no altera en exceso el resultado final. Declaradamente minimalista es el inicio de “A Dervesh in the Nursery” que, sin embargo, a los pocos compases recorre el camino inverso de la pieza precedente pasándose al jazz con descaro. Una salmodía que podría ser hebrea ocupa el centro de la composición que de cara al final vuelve a los esquemas repetitivos. Nuevo recitado y vuelta al jazz con “The Ecstasy” y regreso a la repetición y al canto tradicional en “Turning”. Un último recitado nos deja en el tramo final con “Ebony Horns”, una de las composiciones más enérgicas del disco con un espíritu rockero notable que la coloca entre nuestras favoritas. Cierra el trabajo una versión “rileyficada” del “We Will Met Again” de Bill Evans.



De todos los precursores del minimalismo, Riley es probablemente quien tiene una carrera más heterogénea y quien ha investigado en estilos más diferentes. Por ello, su obra es mucho más inclasificable y no siempre es fácil saber a qué se va a enfrentar el oyente cuando se acerca a un disco nuevo. “Autodreamographical Tales” es uno de sus trabajos más eclécticos y que más pueden descolocar a quien se aventure en su escucha pero no deja de ser un disco fascinante a caballo entre diferentes géneros. 

sábado, 21 de agosto de 2021

King Crimson - Three of a Perfect Pair (1984)



Quizá la principal seña de identidad de King Crimson ha sido siempre el cambio. Durante muchos tiempo, la salida y entrada continua de miembros era la tónica de la banda, tendencia que se rompió en los años ochenta con la formación integrada por Robert Fripp, Adrian Belew, Tony Levin y Bill Bruford que tras “Discipline” (1981), repitieron, no solo con “Beat” (1982) sino con “Three of a Perfect Pair”. Tras esta etapa, Fripp decidió poner a King Crimson en barbecho durante un tiempo por segunda vez, como ya ocurriera en 1975.


Hoy vamos a hablar del último disco de esa época que llega con un Robert Fripp que había colaborado en multitud de proyectos muy diversos en ese tiempo (y también en los años previos) con artistas como Bowie, Talking Heads o Andy Summers y que se llevó buena parte de esas influencias a los discos de King Crimson en esa breve etapa de estabilidad. “Three of a Perfect Pair” iba a estar dividido en dos partes muy distintas entre sí. La “cara a” o lado izquierdo, como le gustaba decir a Fripp en aquellos años, la formaban cortes, digamos, convencionales, con un esquema de canción clásico y cercano a la música que hacían otras bandas en la época, particularmente Talking Heads. La “cara b” era más improvisada y experimental, casi como un adelanto de lo que Fripp haría con el grupo en su siguiente reencarnación tiempo después.


“Three of a Perfect Pair” - El disco comienza con un verdadero cañonazo. En el inicio se combinan los coros con las guitarras minimalistas de Fripp y Belew, con una imaginativa línea de bajo de Tony Levin y un sorprendente Bill Bruford a la batería electrónica marcando un ritmo de 6/8 que se transforma más tarde en 7/8 en el estribillo y, sobre todo, en una espectacular sección final en la que los sintetizadores cobran especial relevancia. King Crimson en estado puro en una de las mejores canciones de la banda en esta etapa.





“Model Man” - El segundo corte es uno de los que más deja ver la influencia de Talking Heads en el disco, con un Adrian Belew más liberado en la parte vocal y una gran ayuda de Levin en los coros. Las guitarras hacen aquí una labor rítmica fundamental, a la misma altura del bajo y la batería. Una buena canción aunque por su posición en el disco queda un poco diluida al situarse entre los dos “singles” del mismo.


“Sleepless” - La afirmación anterior cobra todo su sentido cuando escuchamos la espectacular introducción que Tony Levin ejecuta al stick. Una verdadera locomotora que lleva todo el peso de la canción. Es difícil escuchar una canción de King Crimson en la que la guitarra pase desapercibida y en esta lo hace hasta el solo central en el que Belew se permite un pequeño lujo. En el cierre es de nuevo Levin el que nos arrastra de la mano con el importante refuerzo de la batería de un enérgico Bill Bruford. Una canción fantástica. 




“Man With an Open Heart” - Probablemente, la canción con mayor peso de Adrian Belew en todos los sentidos. De hecho, cuesta identificarla con King Crimson dado su ritmo casi juguetón y su melodía coral, de corte pop muy alejada del aire de seriedad característico de la banda y más próxima a lo que hacían Talking Heads. 


“Nuages (That Which Passes, Passes Like Clouds)” - Esto cambia radicalmente con el corte que cierra el lado “izquierdo” del disco: un instrumental mucho más cercano a la obra de Fripp, con mucha experimentación en las guitarras, uso de “frippertronics” y un papel algo más secundario de Levin o Bruford que respetan el tono netamente explorador de sonidos de la pieza.


“Industry” - El primer tema del lado “derecho” continúa con la tendencia experimental del anterior, acaso con un esquema algo más cerrado puesto que hay un ritmo de bajo que de algún modo organiza alrededor de sí toda la pieza. Inquietante es la primera parte de la pieza, puro Fripp, pero más aún lo es la segunda en la que Bruford se une a la fiesta improvisando como solo él sabe acompañado de un convincente Levin. Tanto este tema como el anterior tienen un sonido ligeramente jazzístico, quizá cercano a los discos de Terje Rypdal para ECM.




“Dig Me” - La única pieza de la “cara b” del disco con letra sigue, sin embargo, la línea arriesgada de toda esta segunda parte del trabajo. De hecho, quitando el estribillo, la intervención vocal de Belew es casi un recitado más que una canción en sí.


“No Warning” - Vuelta a la pura experimentación instrumental con guitarras etéreas y un notable trabajo de Bruford a la batería. En su conjunto podemos ver esta “cara b” del disco como una especie de ensayo de lo que años más tarde Fripp llamaría “projeKcts” o formaciones alternativas de la banda buscando los límites del sonido y llevando a cabo todas las probaturas imaginables para los discos “oficiales”.


“Larks' Tongues in Aspic (part III)” - Sorprendentemente, Fripp decide retomar y complementar un viejo instrumental cuyas dos primeras partes habían aparecido en el disco homónimo más de diez años antes. A partir de la melodía principal de aquel tema, el cuarteto de 1984 construye su propia visión de la pieza. Sin llegar, en nuestra opinión, a los niveles de excelencia de las dos primeras partes, la tercera es una muy digna continuación. No decimos conclusión porque aún habría otras dos partes muchos años más tarde.



A partir de aquí las versiones difieren. Bill Bruford afirma que Fripp disolvió por su cuenta King Crimson durante un desayuno con la banda en julio de 1984. Adrian Belew, por su parte, recuerda que se enteró de que el grupo ya no existía leyendo una entrevista a Fripp en una revista. Sea como fuere, cada uno de los ya ex-integrantes de la banda siguió su propio camino antes de reencontrarse en la siguiente encarnación de King Crimson una década después y ya en forma de sexteto, aunque eso será materia para otras entradas más adelante. En todo caso, una entrada sobre King Crimson tiene que dejarnos alguna muestra de la banda en directo como este concierto en Japón (veremos lo que dura en youtube).




miércoles, 11 de agosto de 2021

Charlie Haden / Jan Garbarek / Egberto Gismonti - Magico (1980)




Sucede muchas veces en los sellos que se especializan en un determinado tipo de música que los artistas más destacados se juntan para grabar creando combinaciones maravillosas con resultados que, en ocasiones, se encuentran a la altura de las mayores expectativas. Algo así ocurre con el disco que comentamos hoy. En “Magico”, que es como se titula el trabajo, se producía la reunión de tres de los músicos más prometedores del sello ECM: el pianista y guitarrista brasileño Egberto Gismonti, el saxofonista y flautista noruego Jan Garbarek y el contrabajista norteamericano Charlie Haden. En puridad, Haden no era un músico de ECM aunque había participado en alguna grabación de Keith Jarrett para el sello. Sin embargo, a partir de “Magico” publicó varios discos más con la discográfica de Manfred Eicher. Juntar a un noruego, un brasileño y un estadounidense parece el comienzo de un chiste pero en este caso es solo la premisa de la que parte un gran disco. Uno de los que mejor representa el espíritu y el sonido de uno de los sellos fundamentales de la música contemporánea.


“Bailarina” - El disco comienza con una versión de un tema de Piry Reis, cantautor brasileño que colaboró en varias ocasiones con Gismonti. La versión de nuestro trío es extensa y se recrea en muchos momentos de la composición original. Como parece natural, el saxo de Garbarek es el que lleva la voz cantante en la mayor parte del tema con la guitarra de Gismonti puntualizando en muchos pasajes con una serie de arpegios que encajan a la perfección. Haden, mientras tanto, rellena los huecos al contrabajo de esa forma en que lo suele hacer: sin ser apenas percibido a primera vista pero aportando algo que si no estuviera se echaría de menos. Gismonti asume el protagonismo en la parte central del corte ejecutando un precioso solo lleno de síncopasy combinando distintos tipos de guitarra. A continuación aparece Haden con su sutileza habitual y Gismonti se anima a tararear una melodía con ese estilo tan característico de los músicos sudamericanos que hemos escuchado, por ejemplo, en el Pat Metheny Group con Pedro Aznar o Nando Lauria. El segmento final nos devuelve a Garbarek con una nueva intervención llena de intensidad con la que nos deslizamos hacia la conclusión no sin antes disfrutar de un gran solo de Charlie Haden.


“Magico” - El segundo corte es una composición de Gismonti, muy melódica, en la que Garbarek disfruta ofreciendonos ese sonido cristalino de su saxo soprano. Sin embargo nos quedamos con los hipnóticos juegos de guitarra de Gismonti en la segunda mitad del tema, absolutamente mágicos como indica el título.


“Silence” - Llegamos a la única pieza del disco escrita por Charlie Haden, composición que grabaría más tarde en distintas ocasiones para discos propios. Gismonti en esta ocasión aparca las guitarras para centrarse en el piano con una serie de acordes pausados sobre los que Garbarek ejecuta el tema central completando una balada exquisita con el sabor del jazz clásico y la elegancia que siempre ha tenido la música de Haden.


“Spor” - Faltaba la aportación como autor de Garbarek y ésta llega aquí con esta pieza que también sería grabada por el músico noruego en discos posteriores. Tranquilo, como todo el disco, el saxofonista cede toda la introducción a sus compañeros de trío con Gismonti recuperando la guitarra. El noruego aparecerá más tarde con el saxo para afontar el tema central. Delicado, breve y conciso.


“Palhaço” - El único músico del trío que repite como autor es Gismonti quien vuelve a revelarse como el más inclinado a la melodía de los tres. El brasileño vuelve al piano en una composición deliciosa en la que escuchamos los motivos más inspirados de todo el disco, especialmente en el segmento central.


La magia surgida entre los tres músicos en esta grabación tuvo continuidad un año después con “Folk Songs”, disco que quizá aparezca por aquí más adelante, y con el disco en directo “Magico: Carta de Amor”, grabado en aquellas fechas pero publicado de forma tardía en 2012. Una trilogía perfecta para disfrutar de una rara conjunción de talentos de esas que se dan cada cierto tiempo.