lunes, 28 de febrero de 2022

Ólafur Arnalds - Some Kind of Peace (2020)




El compositor islandés Olafur Arnalds ha aparecido mucho menos de lo que debería por el blog. De hecho, en el momento de comenzar a escribir esto nos damos cuenta de que ha sido mencionado muy a menudo en reseñas de discos de otros artistas pero hasta hoy solo le hemos dedicado un par de entradas, algo que resulta muy pobre para sus merecimientos. El disco que hoy nos ocupa es el último publicado por el músico, aparecido en 2020 bajo el título de “Some Kind of Peace”. Se trata de un trabajo más introspectivo si cabe de lo habitual en Olafur, que cuenta para la ocasión con varios artistas invitados en determinados momentos del disco. Cuando decimos lo de introspectivo, lo es más que nunca y en sentido literal ya que todos los cortes parten de reflexiones sobre la vida misma, la situación actual y las reacciones y respuestas que todo ello suscita en nosotros como personas. Un disco sobre el cambio, sobre la adaptación a lo nuevo, sobre la muerte en algún momento... grandes temas con los que el carácter de la música de Olafur resuena de una manera muy especial.


En la grabación interviene un cuarteto de cuerda formado por Björk Óskarsdóttir y Sigrún Hardardóttir (violines), Karl Pestka (viola) y Unnur Jónsdóttir (violonchelo) además del propio Olafur al piano y los sintetizadores. Participan también en alguno de los temas Bonobo (sintetizadores y producción), JFDR, Josin y Sandarayati Fay (voces) y Josh Wilkinson (programación).


“Loom” - El primer corte es una colaboración con el músico electrónico británico Bonobo. Se trata de una pieza repetitiva con sonidos deliberadamente sucios en su primera parte, entre los que se filtran unas voces llenas de misterio antes de disolverse lentamente con un piano lleno de texturas líquidas al estilo de Harold Budd.




“Woven Song” - Para el segundo tema, Olafur recurre a una grabación de la cantante Herlinda Agustín Fernández interpretando un cántico tradicional de la Amazonía peruana. Alrededor del mismo va tejiendo una red a base de piano y cuarteto de cuerdas muy delicada en su línea habitual.




“Spiral” - Uno de los mejores temas del disco. Parte del cuarteto de cuerdas y poco a poco va incorporando el piano y algunos efectos electrónicos. Hay muchos puntos en común entre la música de Olafur Arnalds y la de Johann Johannsson y esta pieza los recorre todos hasta el punto de que nos costaría mucho decidir quién es su autor de no saberlo previamente.


“Still / Sound” - La siguiente pieza juega con los ecos y los efectos sonoros alrededor de un tema muy sencillo de piano y sintetizadores. La repetición de un breve motivo es toda la base de una composición que apenas evoluciona sino que da vueltas alrededor de sí misma con muy leves variaciones, la más interesante de las cuales es el violín que se incorpora en el tramo final.


“Back to the Sky” - Llega la segunda colaboración importante del disco de la mano de la cantante y multi-instrumentista islandesa Jófríður Ákadóttir, más conocida (y pronunciable) por su nombre artístico, JFDR. El principal elemento diferenciador del corte con lo que llevamos escuchado hasta ahora es el tranquilo ritmo que incorpora, creado a base de samples, y que realza la voz de la artista en lo que perfectamente podría ser un single para la radio.




“Zero” - Con el siguiente corte volvemos a la atmósferas características del músico islandés. A su piano vibrante y etéreo, a los ecos que forman parte de la propia pieza y a los tenues “pads” electrónicos que poco a poco ganan sitio al silencio hasta termina por sofocar al resto de instrumentos.


“New Grass” - Un tono más jovial tiene esta pieza en la que los alegres acordes iniciales del piano se ven acompañados enseguida por las cuerdas. Se repite el esquema habitual en el que ese segundo elemento que aparece termina por convertirse en el principal y aquí lo hace con una composición maravillosa que no para de evolucionar con un precioso tema solista a cargo de la viola que, a nuestro juicio, es de los más inspirados del disco.


“The Bottom Line” - La alemana (de madre coreana) Josin es la cantante invitada en esta preciosa balada en la que el piano repite una y otra vez una serie de acordes sobre los que se despliegan cuerdas y voz junto a un monótono ritmo electrónico que apenas estorba en la audición.




“We Contain Multitudes” - El comienzo del tema es, quizá, el más melódico del disco y probablemente el único en el que es precisamente la melodía y no las atmósferas y ambientes, la que ocupa el centro. Es una pieza delicada que recupera el sabor de ciertas músicas que poblaban décadas atrás los lanzamientos de sellos como Windham Hill o Narada.


“Undone” - Un texto sobre la muerte leído por la cantante Lhasa de Sela, precisamente fallecida a causa de un cáncer en 2010, abre un corte que se desarrolla como la mayoría de los del trabajo: con un juego de piano al inicio y con la sección de cuerdas que crece a partir de ahí. Un gran broche que lejos de tener un tono triste, nos evoca esperanza.



La música de Olafur Arnalds depara pocas sorpresas pero hasta el momento mantiene un altísimo nivel de calidad en todos sus lanzamientos por lo que le consideramos uno de los artistas más interesantes de una generación de músicos de la que hemos hablado mucho aquí y cuyos mayores exponentes serían, además del propio Olafur, Max Richter, Johann Johannsson o Nils Frahm entre otros. Quizá de todos ellos sea Arnalds el que menos versátil se ha mostrado hasta la fecha (aunque trabajos como Kiasmos en colaboración con Janus Rasmussen podrían desmentir fácilmente esta afirmación). En todo caso es uno de esos nombres a seguir sobre los que hay que tener siempre puesta nuestra atención.

Nos despedimos con uno de nuestros cortes favoritos del trabajo:





miércoles, 23 de febrero de 2022

Elektric Music - Esperanto (1993)




En 1991, apareció un disco extraño de Kraftwerk. Extraño porque no era un trabajo con nuevas composiciones. Tampoco una grabación en directo ni un recopilatorio al uso. Se trataba de una colección de regrabaciones de viejos éxitos de la banda adaptadas a la tecnología del momento. Pese al título, “The Mix”, no se trataba de un disco de remezclas puesto que todo lo que en él aparecía era material grabado para la ocasión. La banda venía de un largo silencio de cinco años que, a su vez, venía precedido de otro similar. Wolfgang Flur acababa de dejar el grupo y otro de los miembros de la formación clásica de la banda, Karl Bartos, estaba a punto de hacer lo propio, descontento por la inactividad del grupo en aquellos años. Bartos quería hacer otras cosas y poco después de dejar Kraftwerk comenzó a darle forma a sus ideas.


Inicialmente se asoció con Lothar Manteuffel, antiguo letrista de la banda alemana Rheingold pero la colaboración se limitó finalmente a unas pocas canciones. Quien sí tuvo más peso en el proyecto fue el cantante de Orchestral Manoeuvres in the Dark, Andy McCluskey, quien acababa de reorganizar la banda tras la salida de la misma de Paul Humphries. Casualmente, el primer disco de los nuevos OMD iba a incluir una versión de “Neon Lights”, el clásico de 1978 de Kraftwerk. En el debut del nuevo proyecto de Bartos participaría también el polifacético Emil Schult, antiguo colaborador de la banda alemana. El proyecto de Karl Bartos iba a llevar el nombre de Elektric Music e iba a mantener muchos puntos en común con los últimos trabajos de Kraftwerk pero mirando también hacia otros territorios que nos atrevemos a afirmar que no habría pisado de haber seguido en la banda. El trabajo de debut de Elektric Music llevaría el título de “Esperanto” y aparecería en 1993.


Karl Bartos


“TV” - El disco se abre con un tema que perfectamente podría haber formado parte de “Electric Cafe”. Sonidos típicos de Kraftwerk, ritmos robóticos e incluso un tema central evidentemente tecnológico como es la televisión. Quizá lo único que no encaja bien con el estilo de la banda alemana es un tono mucho más alegre en la melodía principal y una forma de cantar mucho más “humana”.




“Show Business” - Se produce ahora un giro hacia un pop electrónico más cercano al que sonaba en las radio-fórmulas en la segunda mitad de los ochenta, probablemente por la aportación de McCluskey, quien aparece acreditado como uno de los autores de la pieza. Así como al escuchar el corte inicial es imposible no pensar en Kraftwerk, los vestigios de la banda son casi imperceptibles en este.


“Kissing the Machine” - Lo mismo que ocurría en “TV” con Kraftwerk sucede en esta canción con OMD y es que todo en ella recuerda al grupo de McCluskey que, además, es el cantante del tema. Se trata de un medio tiempo con un bonito estribillo instrumental que se repite continuamente a lo largo de la canción.




“Lifestyle” - Volvemos a Kraftwerk con un riff inicial innegablemente inspirado en el de “Computer World”. Sin embargo, más allá de esa referencia que suena de forma constante durante toda la pieza, el tema va mucho más lejos, mostrándonos una electrónica compleja con un excelente trabajo de sampling y de distorsión de voces para formar ritmos de un modo que nunca intentó el cuarteto de Düsseldorf. Probablemente esta era la evolución imposible que Bartos tenía en mente cuando decidió dejar la banda.


“Crosstalk” - Fue el primer single del disco y, aunque recurre a las voces robóticas que fueron seña de identidad de Kraftwerk, el sonido incorpora muchos elementos que lo hacen bastante diferente más allá de algunos detalles. Es uno de los dos cortes en los que aparece acreditado Emil Schult. No es nuestro tema favorito del disco pero no está mal.


“Information” - Tras una larga introducción a base de voces y efectos sonoros, todo se acelera de repente entrando de lleno en ritmos discotequeros con toques de acid house salpicados de ráfagas sonoras heredadas de “The Robots”. Es una pieza agresiva y con una orientación poco disimulada hacia la pista de baile. Funciona aunque quizá se haga algo larga. No en vano, con sus ocho minutos y medio es el corte más largo del álbum.


“Esperanto” - Una canción curiosa ésta en la que se mezclan ritmos y timbres más o menos habituales en la música de Kraftwerk con una interpretación vocal y un estribillo que encajarían mejor con otros estilos musicales que empezaban a despuntar en los primeros noventa como el “grunge”. En cierto modo suena como lo haría un cruce entre Kraftwerk y The Prodigy.




“Overdrive” - Pone el cierre otro corte en la línea del anterior “Information”. Muy rítmico y bailable con el uso del vocoder como principal nexo con la etapa anterior de Bartos. Un despliegue de energía muy convincente con el que se cierra un disco notable.



No es común que los miembros de una banda tan influyente y con un estatus de leyenda como tiene Kraftwerk apenas tengan carrera en solitario. De los cuatro integrantes de la alineación clásica del grupo, el único con una cierta trayectoria fuera de la formación es Karl Bartos (Wolfgang Flur tiene colaboraciones puntuales con otros artistas pero de escasa relevancia en general). Tras “Esperanto”, Bartos publicó otro disco como Elektric Music y varios más ya con su propio nombre. En general, todos ellos son una buena alternativa para los fans de Kraftwerk ante la escasez de nuevas grabaciones de la banda en las últimas décadas. Especialmente si no quieren irse hacia clones más o menos afortunados como Komputer, de quienes ya hemos hablado aquí alguna vez. "Esperanto" es un trabajo que ha ganado mucho con el tiempo. Posiblemente porque cuando apareció, lo último de Kraftwerk estaba aún reciente y nada hacía prever la larga sequía en la que iba a entrar la banda desde entonces. Desde ese punto de vista, el disco de Bartos era para muchos una anécdota que hoy en día se ha revelado como mucho más importante de lo que pareció entonces.

domingo, 13 de febrero de 2022

Deep Forest - Boheme (1995)



Tenemos que reconocer que no empezamos con buen pie cuando conocimos a Deep Forest. Eran años en los que la world music era una etiqueta cada vez más popular y en los que algunas propuestas que combinaban este tipo de sonidos con la electrónica más puntera habían llegado incluso a las radio-fórmulas más comerciales, pervirtiendo, en cierto modo, la esencia de las músicas étnicas con manipulaciones comerciales de dudosa ética en muchos casos. El término “apropiación cultural” no era aún de uso común pero empezaba a ganar adeptos en aquel entonces. Nuestro problema con Deep Forest llegó cuando un amigo nos los presentó diciendo algo así como que eran una especie de actualización del “Zoolook” de Jean Michel Jarre y es que hasta ahí podríamos llegar. La sola comparación nos puso en guardia y ¿por qué no decirlo? a la defensiva. Aquello eran palabras mayores y muy bueno tendría que ser lo que hacían esos franceses para acercarse siquiera un poco al trabajo de Jarre. Sin duda alguna, eso condicionó nuestras primeras escuchas y probablemente hizo que Deep Forest pasaran a ser un grupo curioso a nuestros oídos pero sin demasiado interés más allá de alguna cosilla más o menos interesante. ¿Nos equivocábamos? Quién sabe.


Hagamos un poco de historia. Deep Forest nacen del interés de Michel Sanchez por los sonidos étnicos, particularmente de tribus pigmeas pero también de otros territorios como las Islas Salomón y su idea de combinarlos con música electrónica de un modo similar al que hizo poco antes Michel Cretu con los cantos gregorianos en su proyecto Enigma. Ahí entra en escena su amigo Eric Mouquet, intérprete, como Sanchez, de sintetizadores. Juntos grabaron un primer disco a base de samples de cantos tribales y ritmos y texturas electrónicas que obtuvo un éxito global gracias a su single de presentación, “Sweet Lullaby”, en 1992. Su mejor disco, sin embargo, llegaría un poco después con “Boheme”, publicado en 1995 y centrado en la música centroeuropea. En él, una de las grandes bazas fue la participación como cantante invitada de la húngara Márta Sebestyén, fundadora del grupo Muzsikás, de gran popularidad en aquellos años en los círculos del folk y la new age más abierta a la world music.


Eric Mouquet y Michel Sanchez


“Anasthasia” - La introducción del disco es un corto instrumental con una base electrónica sobre la que escuchamos distintos instrumentos de viento ejecutando una melodía de inspiración centroeuropea. Como obertura es magnífica y enlaza sin solución de continuidad con el siguiente corte.


“Bohemian Ballet” - Primer ejemplo de la nueva fórmula musical de Deep Forest para el disco: un fondo electrónico animado con ritmo de palmas al que se unen samples de cantos tradicionales húngaros y una base bailable. El resultado es muy convincente y funciona de una forma muy natural. Es una de las canciones más interesantes del disco desde nuestro punto de vista.




“Martha's Song” - Quizá la mejor pieza de todo el trabajo. En ella escuchamos a la mencionada Márta Sebestyén cantando fragmentos del disco “Musics from Transylvania” mezclados con cantos de aborígenes taiwaneses sobre un tiempo medio electrónico muy elegante. La producción es impecable aunque hoy en día resulta un poco tópica, sobre todo si la comparamos con otros discos de aquellos años que tenían un sonido muy similar.




“Gathering” - Las fuentes sonoras utilizadas para este corte incluyen coros femeninos rusos y canciones gitanas de Hungría. Los arreglos de Deep Forest no son demasiados complejos, una linea de bajo que refuerza alguna de las melodías utilizadas, un ritmo constante y texturas electrónicas para rellenar huecos. En mucho sentidos, este corte recuerda al trabajo de Phil Sawyer en su proyecto Beautiful World, prácticamente contemporáneo de éste.


“Lament” - Se repite básicamente el mismo esquema del corte anterior pero esta vez con voces de Mongolia y cantos de los gitanos destinados al campo de concentración de Auchwitz. Una pieza interesante pero sin nada que la destaque sobre el resto del disco.


“Bulgarian Melody” - Vuelve Márta Sebestyén pero en esta ocasión “en persona” y no “sampleada” de alguna grabación anterior. Prácticamente es un dúo de voz y piano con ligeros toques electrónicos. Una de las mejores canciones del disco con un arreglo sutil en el que el piano prácticamente se limita a subrayar las lineas cantadas por la vocalista y lo cierto es que no hace falta nada más.




“Deep Folk Song” - Breve instrumental de acordeón de base evidentemente tradicional que sirve de transición hacia el siguiente corte.


“Freedom Cry” - Aquí, en lugar de samples más o menos breves de fragmentos de canciones, los miembros de Deep Forest  prácticamente toman la parte vocal completa de una canción a la que le añaden los ritmos y arreglos propios de su sonido con detalles que nos recuerdan ligeramente al Mike Oldfield de “The Songs of Distant Earth”, trabajo aparecido poco antes que este. El tema tuvo cierta controversia ya que la familia del intérprete (Károly Rostás, fallecido varios años antes) denunció que no habían recibido nada por la inclusión de su voz. Su parte, en realidad, procedía de un disco anterior del francés Claude Flagel, quien afirmó que Rostás le había cedido los derechos en su día y fue justamente remunerado por ello. En cualquier caso, Deep Forest llegó a un acuerdo con los familiares de Rostás pagando una cantidad  acordada con ellos y el asunto no llegó más allá.


“Twosome” - Regresamos a Transilvania y lo hacemos otra vez con la voz de Márta Sebestyén combinada con la de Katalin Szvorak. Además de a ambas cantantes, escuchamos distintos samples vocales haciendo ritmos que recuerdan a los pigmeos del primer disco del grupo.


“Cafe Europa” - Probablemente el corte con mayor potencial comercial de todo el trabajo. Los samples en esta ocasión son de indios americanos pero al margen de eso podríamos considerarlo un tema instrumental. Los arreglos electrónicos son muy potentes y la parte melódica está muy conseguida con un precioso aire oriental en toda la pieza. Sin duda, lo pondríamos entre los dos o tres momentos más logrados de todo el disco.




“Katharina” - Nuevo instrumental que vuelve a recordarnos mucho al Beautiful World de Phil Sawyer. Lo mejor de toda la pieza es la melodía central, muy bien desarrollada y que termina en lo más alto. Un tema precioso que muestra que Deep Forest pueden explorar otros caminos no necesariamente basados en samples ajenos.


“Boheme” - Se cierra el disco con otra nueva dosis de cantos de los gitanos húngaros revestidos de ritmos y efectos electrónicos. En la linea del resto del trabajo, es un corte muy agradable que quizá no suene hoy con la frescura con que lo hacían entonces este tipo de propuestas.



La repercusión de “Boheme” fue tremenda alcanzando cifras de ventas muy elevadas en todo el mundo, ganando el Grammy de aquel año en la categoría de World Music y llegaron a colaborar con Peter Gabriel para la banda sonora de la película “Strange Days”. Sin embargo, tras su siguiente trabajo fueron alejándose del foco con discos cada vez menos exitosos aunque siguieron teniendo cierta presencia en el campo de las bandas sonoras hasta que ambos miembros decidieron centrarse en sus respectivas carreras en solitario. Mouquet ha lanzado también algún disco bajo el nombre de Deep Forest pero sin Michel Sanchez.


Hubo un disco que marcó una linea a seguir para muchos artistas inaugurando la década de los noventa: “MCMXC a.D.” de Enigma. Inventó una fórmula consistente en tomar un material ajeno (en este caso fueron cantos gregorianos) y añadirle ritmos y sonidos electrónicos. Funcionó muy bien y en su siguiente intriga comenzó a incluir cantos tradicionales taiwaneses en lugar del gregoriano. Enseguida tuvo imitadores como Era, Sacred Spirit y, en cierto modo, Deep Forest pero su influencia llegó también a músicos consagrados como Mike Oldfield. En su momento fue una propuesta muy novedosa que llamó mucho la atención aunque nosotros siempre la miramos con recelo. Hoy en día creemos que muy poco de aquel material ha superado la prueba del tiempo y, por tanto, merece la pena ser rescatado. “Boheme” estaría entre esos trabajos que aún hoy aguantan una escucha crítica por lo que no está de más darle una oportunidad. En cuanto a la comparación con “Zoolook” de la que hablábamos antes, seguimos viendola fuera de lugar. Lo que hizo Jarre en 1984 trabajando con samples (o lo que hacían Art of Noise, por poner otro ejemplo) era muy diferente de esto. No entramos en si mejor o peor aunque nos inclinamos por lo primero. En todo caso, creemos que no son trabajos comparables en ningún caso porque, a pesar del uso de samples, son conceptos completamente diferentes, lo que no impide disfrutar de ambos en un momento determinado.