miércoles, 11 de junio de 2025

Michael Hoenig - Departure from the Northern Wasteland (1978)



Cuando se habla de Krautrock, las primeras bandas que nos vienen a la cabeza son Can, Neu!, Amon Düül II o, si nos vamos a la vertiente más electrónica, Tangerine Dream, Ash Ra Tempel o Kraftwerk y muchas veces nos olvidamos de los que cronológicamente podrían ser considerados como los fundadores del movimiento: Agitation Free. No estamos hablando de un grupo menor aunque solo sea porque en él militaba Christopher Franke, posteriormente miembro clave de la formación clásica de Tangerine Dream pero no fue el único músico con una gran relevancia posterior. Además de él, aunque no llegaron a coincidir en la banda, Agitation Free contó durante varios años en sus filas con Michael Hoenig, uno de los artistas de trayectoria más esquiva de la música alemana de los setenta.


Decimos esto porque, a pesar de tenerlo todo para convertirse en una de las referencias de un género tan importante como la música electrónica en su variante de la Escuela de Berlín, Hoenig optó por una carrera más discreta, muchas veces en segundo plano. Formó parte de Tangerine Dream, aunque nunca llegó a grabar con ellos en estudio, cosa que repitió junto con Klaus Schulze en un proyecto denominado Timewind que tampoco arrojó resultados discográficos. Como no hay dos sin tres, también estuvo brevemente asociado con Manuel Göttsching para una posible colaboración con Ashra que no fructificó aunque veinte años después sí que se publicaron los resultados de aquellas sesiones en un disco como “Early Water” que comentamos aquí en su día.


En 1978, Hoenig publicaría su primer disco en solitario, “Departure from the Northern Wasteland” grabado en compañía de dos de los miembros fundadores de Agitation Free: Michael Duwe y Lutz Ulbrich. Como curiosidad, la modelo y sex symbol de los setenta en Alemania Uschi Obermaier aporta su voz en uno de los temas. No fue la primera experiencia musical de la muchacha ya que formó parte de Amon Düül, colectivo político-artístico de izquierdas muniqués que dio como fruto, entre otros, a la banda del mismo nombre y a Amon Düül II, formación de la que hablamos más arriba. Volviendo a lo que nos ocupa, El trabajo de Hoenig, concebido y elaborado a lo largo de casi dos años de meticulosa dedicación se iba a convertir en un clásico instantáneo de la música electrónica.


“Departure from the Northern Wasteland” - El disco se estructura como muchos otros de la misma época y estilo, con un tema largo que ocupa toda la primera cara del LP y otros tres más cortos repartiéndose la otra. La extensa suite que da título al disco se inicia con un tono muy ambiental sostenida en largos fondos sintéticos salpicados de notas electrónicas con un perfil caótico que nos recuerdan en cierto modo a algunas obras en esa misma línea de Morton Subotnik o ¿por qué no? de Terry Riley. No tarda en aparecer la primera secuencia de sintetizador, clásico rasgo de la Escuela de Berlín, sobre la que aparecen los primeros juegos melódicos. El conjunto suena, inevitablemente, a Tangerine Dream, especialmente a la etapa de discos como “Rubycon” o “Ricochet” con un énfasis mucho mayor en las secuencias y texturas que en las melodías y con un punto más de experimentación que llega a evocar las exploraciones de Steve Reich sobre el concepto de “fase” en varios momentos. Es el único corte en el que participa Lutz Ulbrich a la guitarra. En cualquier caso estamos hablando de un tema espectacular a la altura de los mejores trabajos del género.




“Hanging Garden Transfer” - El segundo tema es mucho más directo gracias a una fantástica introducción en forma de secuencia en tonos graves que va evolucionando y mezclándose con otra primero y con una serie de cuerdas sintéticas después que nos meten en una de esas clásicas improvisaciones tan propias de alguien como Klaus Schulze pero mucho más estructurada y coherente con el resto del tema. Incluso parece atisbarse un mayor interés en la melodía y en acercarse a construcciones elaboradas formalmente más accesibles y más propias de la evolución de Tangerine Dream a partir de “Stratosfear”. La comparativa con Schulze tiene su aquel ya que resume el “problema” que surgió entre ellos cuando se juntaron para formar el dúo Timewind: Hoenig quería una música trabajada, estructurada, replicable en directo, mientras que Schulze optaba por la improvisación. En todo caso su relación fue buena y Hoenig llegó a decir que con Klaus grabó música maravillosa que no se parecía a nada de lo que había escuchado hasta aquel momento. Desgraciadamente no hemos llegado a escuchar nada de lo que hicieron juntos, cosa rara siendo Schulze un artista muy poco dado a dejar cosas sin publicar.


“Voices of Where” - El siguiente tema cuenta con la participación de Uschi Obermaier como vocalista pero de un modo particular. Es una composición puramente minimalista y nos remite a alguno de los trabajos de Terry Riley más relacionados con “drones” y estructuras estáticas repetitivas. Incluso las partes más electrónicas están claramente relacionadas con trabajos del músico norteamericano como su “A Rainbow in Curved Air”. La parte final es donde podemos escuchar la voz en forma de bucles de cinta que forman estructuras rítmicas al estilo de lo que haría unos cuantos años después Jean Michel Jarre en “Zoolook” pero ya con la ayuda de los “samplers” digitales.


“Sun and Moon” - Sin solución de continuidad enlazamos con la pieza final, apoyada en interesantes juegos secuenciales pero con una estructura mucho más cercana a lo que podría ser un “single” para la radio, siempre dentro de los parámetros de la escuela berlinesa que nunca llegó a tener un enfoque comercial como el que sí tuvo el mencionado Jarre. Es un corte firmado por Hoenig y por Michael Duwe que también comparten el cartel de teclistas en la pieza.




A veces la trayectoria comercial de un músico tiene más que ver con sus habilidades para “venderse” (en el buen sentido) a una discográfica que con la calidad de su música. También con su capacidad de insistencia y de recuperación tras un golpe. En el caso de Michael Hoenig, pensamos que todo lo que tenía de gran artista le faltaba en estos otros dos aspectos. Eso explicaría que, tras el rechazo por parte de Warner del que iba a ser su segundo trabajo, perdiera el interés por el negocio musical y se dedicara a los aspectos más técnicos, trasladándose a Los Ángeles y montando allí su propio estudio en el que se centraría en la música para cine y televisión primero, y para videojuegos más tarde. Explicaba en una entrevista posterior que “Los chicos de Warner fueron de mucha ayuda al principio pero en 1979 estaban en una etapa en la que querían depurar su catálogo. Más o menos se deshicieron del cuarenta por ciento de sus artistas en aquellas fechas. Una decisión meramente contable en la que prescindieron de todo aquel que estuviera por debajo de un determinado número de ventas. De todas formas, el trato fue cordial y cumplieron con todos sus compromisos monetarios aunque la cinta por la que pagaron seguramente esté pudriéndose en algún almacén. Nunca le presté más atención al tema, especialmente porque poco después me contrataron para trabajar junto con Philip Glass en otro proyecto: la banda sonora de “Koyaanisqatsi”.


Hoenig publicó un segundo disco casi una década después y desde entonces apenas han aparecido en disco un par de bandas sonoras suyas además de “Early Water”, la sesión con Göttsching que mencionamos más arriba. Una lástima porque hablamos de uno de los mayores talentos surgidos dentro de la llamada “Escuela de Berlín” que, paradójicamente, nos ha dejado el legado discográfico más corto. Razón de más para disfrutar este “Departure from the Northern Wasteland” como se merece.